Tres suecas para tres Rodríguez
Sinopsis de la película
Cuando Adela (Florinda Chico) se queda embarazada, el médico le recomienda descansar y pasar las vacaciones en la playa. Su marido (Tony Leblanc) se queda entonces de Rodríguez al igual que dos compañeros de oficina. Los tres infelices se dejan enredar por Ingrid, Erika y Elga, tres suecas monumentales que fingen estar enamoradas de ellos, pero, en realidad, sólo los utilizan como tapadera del tráfico de drogas al que se dedican.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tres suecas para tres Rodríguez
- Año: 1975
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
2.8
100 valoraciones en total
La vuelta de Tony Leblanc al cine de Lazaga, cineasta con el que obtuvo sus mayores éxitos en los años 50 sobre todo. Aunque la cinta parte de un tema tan tópico como el que anuncia su título, su única intención es hacer pasar un rato divertido y eso lo consigue plenamente. No está exenta además de algunos detalles interesantes como las panorámicas nocturnas de Madrid con sus diversos edificios y cuenta con la belleza de la actriz argentina Erika Wallner y la gracia y simpatía de dos actrices como Florinda Chico y Laly Soldevila. Con un estupendo reparto y la habilidad detallista de Lazaga, logra la cinta sus modestos propósitos. Y comparada a las nefastas comedias españolas actuales gana mucho.
¿Qué tiene uno que hacer cuando la esposa coge y se marcha lejos del hogar durante varios días? ¿Quedarse lloriqueando como un niño?, ¿encerrarse todo el día aburrido?
¡Qué va!, eso no lo hace un auténtico galán español. Por algo se inventó la expresión estar de rodríguez .
Cada vez son menos los que se acuerdan, o no quieren acordarse, de aquel tipo de cine tan particular que se empezó a poner de moda en nuestra España allá por finales de los 60 y que abarcó casi dos décadas, un cine dominado por el humor de corte más rudo y disparatado, escarceos con el erotismo, que ganaría en intensidad con el paso del tiempo, y de vez en cuando algún ojo puesto en ciertas situaciones o problemas sociales y políticos del momento, a los que se criticaba con una sutil mordacidad mientras los personajes eran superficiales y jaraneros, pura caricatura del español medio.
Es la época del destape, de la absurda farsa, de la burla sobre las tradiciones y el asombramiento por todo aquello que llega del extranjero, especialmente las mujeres, que llenan con su exotismo las aburridas calles de la ciudad. En ese momento el artesano Pedro Lazaga, cuya carrera abarca más de 70 títulos rodando al endiablado ritmo de cinco o seis por año, es uno de los cineastas más conocidos del género (del cual parece no desear despegarse desde hace ya tiempo), en parte por los éxitos que logró junto a Paco Martínez Soria, en 1.975 llegaría a filmar la friolera de cinco películas, destacando En la Cresta de la Ola o Largo Retorno .
Entre medias, una simpática comedieta firmada por el guionista y productor Rafael Vázquez Fajardo que recoge el testigo de lo que era el humor y la España de entonces: Tres Suecas para Tres Rodríguez , que empieza presentando a Paco, un maduro oficinista sin mucha sangre en las venas que se despierta justo cuando su esposa Adela decide irse unos días a Benidorm para relajarse, pues es lo más recomendable para su inesperado embarazo. Es el momento perfecto, según los dos compañeros de trabajo de Paco, para aprovechar la ausencia de la señora y salir a ligar por ahí.
Para muestra del absurdo de estas películas vale el inicio de la que nos ocupa: a los 16 minutos Paco intima con su vecina, una joven sueca bellísima (las preferidas), a los 22 minutos él, Juan y Antonio ya están de juerga con ella y dos amigas más (sí que era fácil antes, sí…). Lazaga no se corta en mostrar la algarabía de los tres señores junto a las chicas en una serie de escenas que se alargan en beneficio del trío de actores, quienes sacan a relucir su vena cómica más gamberra, paralelamente acompañamos a Adela en sus vacaciones, subtrama que llega a cansar por la afición del director de mantener la cámara sobre los paisajes y las turistas durante demasiado tiempo.
Pero lo mejor del film es sin duda la manera socarrona y desenfadada que tiene de meter el dedo en la llaga de ciertos temas realmente significativos. El primero, por supuesto, es el ahínco con el cual se refleja al marido español, un ser primitivo, ingenuo, mentiroso, infiel por naturaleza e ignorante hasta en los aspectos más básicos ( ¡no sé ni freírme un huevo! , dice Paco), mientras se celebra, por el contrario, la astucia de la mujer, su arrojo y carácter, y se compadece la figura de la esposa, que no puede salir del hogar por temor a que el marido la engañe.
Enfrentadas también quedarán la hierática tradición y la descarriada modernidad, sobre todo por el descaro de las jóvenes extranjeras, lo que escandaliza a las rectas amas de casa, quienes las consideran unas invasoras pecaminosas cuyos desvergonzados comportamientos ven y copian las chicas españolas. La ironía del destino también adquiere peso en la segunda mitad cuando las tres chavalas resulten ser unas traficantes de droga que se aprovechan de la inocencia de los amigos, interesante vuelta de tuerca que coge la absurda farsa y la mezcla con lo que parece ser el argumento de una vieja novela negra de bolsillo de 20 pesetas, poco aprovechado por el sr. Fajardo…
Los esposos quieren ser infieles y tienen lo que se merecen, una inyección de realidad cargada de acidez, pues, pese a su aspecto de chiquillas ingenuas, las extranjeras son mucho más listas y retorcidas que cualquiera de los tipos que aquí aparece. Lazaga, como buen conocedor del humor, llevará el absurdo al paroxismo en un tramo final idéntico al de las películas de Wilder: con una sucesión enorme de disparates y coincidencias estúpidas. Pero teniendo en cuenta la escabechina que se prepara, parece mentira que guionista y director acabaran de esa forma tan rápida y precipitada, he de decir que se trata de uno de los desenlaces más horribles que haya visto…y he visto muchos.
Tony Leblanc, Rafael Alonso y el bueno de Antonio Ozores, tres de los actores más queridos y respetados de la comedia patria, unen sus chascarrillos y su facilidad de palabra con la sana intención de hacer reír sin más pretensiones, seguramente lo que va persiguiendo la misma película. A su sombra, las como siempre geniales Florinda Chico y Laly Soldevilla, el impagable Víctor Israel y las preciosas Helga Liné, Erika Wallner y Marisa Medina, que demuestran que saben tanto de actuar como yo de hacer punto de cruz.
Lazaga y Fajardo tienen ideas buenas, pero como esto es lo que es y la época era la que era, Tres Suecas para Tres Rodríguez se queda en eso, una dicharachera farsa de andar por casa y humor grueso, interpretaciones tanto exageradas y un sentimiento autoconsciente de caricatura y ridículo que se toma bastante bien.
Por lo menos este cine, aun con toda su ristra de fallos, es más gracioso que el que hemos de soportar en nuestras pantallas hoy día, independientemente de si sus ideales resultan o no demasiado políticamente incorrectos para algunos. Mirémoslo con un poco de sentido del humor, señores. Y señoras.
El argumento podía haber resultado aceptable -con su trama policial incluida- pero deriva hacia un guión con muy poco atractivo, bastante lento y desarrollado con tanta ingenuidad como falta de interés.
P. Lazaga refuerza la faceta lúdica y la intriga queda como mera anécdota a pesar de su evidente buena intención.
Se detiene en la caricatura, en la broma exagerada y en el presunto efecto cómico de determinadas situaciones chocantes que, a fuer de reiteradas, terminan resultando inocuas.
La película está filmada con precipitación, sin mucha elaboración formal y con escasa capacidad de fabulación.
Entrar a comentar este cine de antes es un poco inútil, y más si lo quieres defender. Lo fácil es reconocer que no vale nada y que es heredero del humor castizo de los 60. Que si el postfranquismo y toda esa tabarra que sueltan los entendidos. Pues será así pero no por ello es un humor decadente. Para humor decadente, y cutre, nos podemos venir al cine de ahora mismo, yo no la he visto pero por ejemplo, sin ir más lejos, ahí tenemos Ni de coña y según leo, los más, aconsejan no verla ni de coña. Por supuesto, ni se me ocurriría. Por tanto, ¿acaso vamos de mal a peor en esto de la comedia?
No hay que hacer caso. Con estas colecciones insustanciales de entonces descubres puntos que pueden hacerte pasar ratos divertidos, o curiosos, por la forma tan simplona de expresar la sociedad. Es un mundo pasado con gente que son ya un elenco de actores humorísticos que seguro que aspiraron a más, pero es lo que había y con ello apechugaron, no se pusieron a llorar ni a despotricar de esto y aquello (bueno, alguna sí, como la repelente Concha Velasco que es la que menos tenía que protestar). Son actores que con el tiempo han pasado a ser entrañables y no creo que algunos de los de ahora sean entrañables al cabo de los años, ni de coña.
Esto es un poco como apoyar o interesarse por esa gente de segundo plano que no forman parte de las estrellas, y no solo en el cine, puede hablarse de la literatura e incluso del deporte. Por ejemplo, ahora me estoy ocupando de viejos entrenadores de fútbol que fueron alguien y han pasado al olvido porque nunca despuntaron, como Arsenio Iglesias, García Traid, David Vidal, José María Maguregui, inventor de la defensa del autobús… Gente curiosa estos segundones a los que hay que recordar porque fueron más humanos y cercanos que el imbécil separatista Pep Guardiola, por ejemplo. En el Oviedo hubo un portero que jugaba con gorra y era tuerto. Increíble pero cierto. El presidente del Real Oviedo, estamos en los años 40, más o menos, alucinaba, que cómo iba a ver bien llegar el balón cuando remataran , pero el entrenador le dijo que era un buen portero y lo ficharon. Perdón por el inciso. Lo importante es que estos actores tan encasillados no pasarán al olvido porque sería injusto. Su cine no era metafísico ni de Bergman ni del espabilado de Buñuel, el engañabobos, pero también puede interesar porque hay espacio para todo.
Que no es bueno este cine, no lo será, pero con un poco de perspectiva histórica puedes enfrentarte a él sin que te aparezca ningún trauma, te soliviante o peor aún, ni que tengas que aguantar una proclama política de mitín rancio como todo aquel que nos han metido durante tantos años y que aún sigue.
En Tres suecas para tres Rodríguez cuenta por ejemplo unas estampas bastante buenas de Madrid, y demás buenas localizaciones, típicas, desde luego, porque la cosa va de eso, y luego pues ver por ejemplo a Rafael Alonso, un señor tan serio haciendo el ganso (porque ver a Antonio Ozores haciéndolo es normal), y disfrutar de esa pareja tan entrañable como son las queridas Florinda Chico y Laly Soldevila. Mucho del desarrollo económico vino por la buena imagen de la sociedad de entonces y de ahí el boyante turismo y para el cine nos quedaron el reflejo con las consabidas suecas y su atrevimiento con la aparición del bikini. Genial Florinda: Estas enseñan más que en la Escuela de Ingenieros . Es cierto que el aire de crear algo internacional tropieza viendo a Paco Valladares como de escapado de un circuito de karts, pero bueno, detalles sin importancia.
Final apoteósico. Lo que no está escrito.
Hay muchos momentos terribles en esta terrible comedia, tan propia de la época. Aquí hay algunos:
– El peluquín de Tony Leblanc. La virgen…
– El trío de suecas: la argentina Érika Walker, Marisa Medina y la alemana Helga Liné. Muy suecas
– El macarra vestido de cuero rojo interpretado por ¡Paco Valladares!.
– Los policías antinarcóticos españoles, como de la etnia gitana.
. La droga (heroína, mariguana o hachís) escondida en tiestos, por aquello de que no se mojen
– Las peleas de todos en corrillo, dando vueltas.
Florinda Chico. Menos mal que está Florinda Chico.