Tres días de libertad
Sinopsis de la película
Juan El Gato , un conocido delincuente con una larga condena por cumplir, sale de la cárcel con motivo de un permiso de tres días de duración. A las pocas horas de salir un abogado compinchado con el comisario de policía, propone a Tony, hermano del Gato, que den un último golpe que en teoría no puede fallar ya que está muy bien amañado, aunque todo esto se trastocará cuando el Gato se enamora de Aurora.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tres días de libertad
- Año: 1995
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
3.2
96 valoraciones en total
Rezongando y sin parar de menear, de charlar, dejarse caer y merodear.
La primera señal fue el doblaje terrorífico. Película española que niega la voz a sus hablantes. Para taparse los oídos o echarles aceite de ricino y orujillo.
La segunda, Luis del Olmo. Onda Rambla y Protagonistas. Ahí no había duda. El invierno se acercaba y venía con mucho frío.
La tercera, el ritmillo, aquel, el de la banda sonora recurrente, con la guitarrita y el tran tran. El cielo se volvió negro y los mares se secaron.
La cuarta fueron las tetas gloriosas y peligrosas de la tal Tanya. Todo el día al sol y al fresco, alegres y jacarandosas, sin para de reír.
La quinta, la charla sin fin. Esto no era una de tiros, qué va, teatro a fuego lento, conversaciones que ni el Don Juan Tenorio de Zorrilla. La luna se apagó y el sol huyó despavorido.
La sexta, el sida. Por truculento y farragoso. Murieron los lagartos y todas las especies de insectos, especialmente las moscas de la fruta.
La séptima, el marsellés. Por psicotrónico y delirante. Se perdieron las cosechas y la hambruna fue general.
La octava, los amores arrebatados y los hombres bragados. Las alcobas, los cuernos, las rosas, las Auroras y todas las mujeres.
La novena, la madre sabia en la noche y los hermanos navajeros a la luz. Dios se suicidó y las tierras se abrieron.
La décima, el lenguaje castizo, pura jerga endiablada, ratonil, animalista, desapercibida, gloria reverberante. Las máquinas tomaron el poder y una gran nube tóxica cambió la faz del planeta.
Los últimos días, tres concretamente, ya son leyenda. Tradición oral, no quedaron testimonios escritos de lo sucedido. Cuentan, solo las piedras y algunas ratas resistieron al apagón definitivo, que el último hombre vivo, un tal Gato montés, iba matando canallas con su cañón de futuro, visto por última vez entre sombras y sueños, cuando los niños por fin durmieron y el hombre descansó.
Las carreras casi paralelas de Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma, los dos gurús de nuestro cine kinki, tienen en el final de sus trayectorias otro nexo común: el mal sabor de boca con que se despidieron. Si bien de la Iglesia tuvo más delito, volviendo por última vez para realizar aquella abominable Los Novios Búlgaros, su compañero de la Loma no se queda atrás con esta Tres Días de Libertad, un intento nostálgico y poco más de intentar rememorar una época ya pasada.
El planteamiento inicial no deja de ser atractivo, desde el punto de vista kinki claro. El Gato, un delincuente gitano o un gitano delincuente, como moleste menos, obtiene sus primeros tres días de permiso de una larga condena que se remonta a sus correrías por la Barcelona de la década anterior. Tras esto, y una escena inicial bastante cachonda con la responsable social de la cárcel, el film comienza a mostrar su lado más cutre y penoso que la lastrará definitivamente a ojos del espectador. Un guión poco trabajado y con innumerables defectos da paso a una serie de personajes que, perpetrados por un reparto telenovelesco, causan la risa y el estupor en más de una ocasión. Solamente destacar a una tal Tanya Celaya, una niña muy rica (de comer) que interpreta a una jovencita que rondará a El Gato durante su permiso y cuyos paseos en toples y flirteos con el gitano amenizan agradablemente la pobre historia. Vamos que durante más de media película se dedica a poner caliente al personal. En estos casos de nula calidad cinematográfica, la verdad, es de agradecer.
Cuando la película termina la primera sensación es clara: ¡ay qué pena que el final de nuestro cine kinki fuera el que fuera! Con los inmejorables recuerdos que nos dejaron esos nombres y hombres míticos durante la década de los ochenta…Pero bueno, no vamos a ejercer de inquisidores y reconozcamos que, a pesar de estas últimas y lamentables muestras, hubo un antes glorioso y excepcional que hace olvidar rápidamente. Es lo que hago yo. Después, me puse Navajeros y todo volvió a ser como era antes: con la espada y la guita por delante.
Diez años después de filmar la serie de films sobre el Vaquilla y el Torete, el eficaz en este tipo de historias, José Antonio de la Loma, rueda su última película, en la que retoma el mundo de la delincuencia suburbial (parece ser que inspirada en 3 días de permiso que le dieron al Vaquilla) adaptándola a los nuevos tiempos y en la que se nos muestra lo que se encuentra el famoso delincuente el gato cuando sale a disfrutar de un permiso de 3 días, tras una larga estancia en prisión: hermano terminal de sida, policías corruptos en la línea de los tristemente celebres Guti y demás inspectores de policía que llenaron las páginas de sucesos de la época con sus implicaciones en atracos y asesinatos de delincuentes después de usarlos para sus sucios intereses (se hace referencia al tema del Nani).
Dista mucho en cuanto a retrato social y poderío visual de sus anteriores trabajos sobre el Vaquilla y el Torete, sobre todo debido a la aburrida historia erótico festiva que se trae con su resignada novia y una muchacha de muy buen ver (pero que de muy bien ver) ante la comprensiva mirada de su libertina madre (Carmen de Lirio) y a la limitada carga dramática que transmite el elenco actoral, además de que el parque móvil (seat 124, 1430 y demás coches de la época que tan resultonamente quedan en persecuciones varias) se limita a un par de BMW de la serie 5 y poco más.
A pesar de todo se deja ver, más que nada como curiosidad y para completar la filmografía sobre delincuentes suburbiales de José Antonio de la Loma (sin olvidarnos de la muchacha de muy buen ver).
Como curiosidad sale por ahí Luis del Olmo haciendo de sí mismo.
Durante los años ochenta y parte de los noventa fue muy popular el llamado cine de quinquis donde, con la excusa de una pretendida crítica social, se banalizaba, incluso glorificaba, la violencia de unos automarginados sociales que, obrando en tribus, familias y manadas, medraban enseñoreandose de algunos barrios y de actividades ilegales como la droga, la prostitución, etc.
Eso es así, por muchos Eloys de la Iglesia y Jose Antonio Lomas que pretendan lo contrario.
Soy un firme defensor de la Libertad de Expresión, por lo tanto yo no prohibiría estas películas, ni que se hagan dotras nuevas. Dicho sea de paso, contemplo con estupor e indignación que, desde la corrección política, se toleren campañas de boycot o prohibición contra anuncios, clips, canciones, obras de teatro por supuesto machismo o violencia de género (en el mundo de hoy, canciones como el Preso nº nueve , o Pedro Navaja, serían prohibidas, y su autor llevado al ostracismo).
No, yo no las prohibiría. Pero creo que debería permitirse, y fomentarse con el mismo nivel de ayudas y subvenciones como mínimo, que se llevara al cine la otra cara de la moneda,..
– Cómo el encauzamiento de estos supuestos amantes de la libertad como el Vaquilla, el Torete, el Gato, etc, hacia la delincuencia no se da por culpa de la Policía, los Políticos, o la Sociedad , sino se produce a través de un aprendizaje de que es el camino más fácil (al menos, en ese momento), y más gratificante para ellos (porque nunca les pasará nada, creen).
– Cómo aprendieron que es fácil, y divertido , y sin consecuencias, asustar a niños del barrio, robándoles el dinero para los cuadernos, o la merienda, o las chupas. Nunca, o casi nunca, se vio a uno de estos robar una cazadora porque pasaban más frío que la víctima de su atraco.
– Cómo vieron que es más cómodo descerrajar un cajón del colegio para ir a los futbolines que irse a estudiar como otros compañeros
– Que apreciaban que es muy divertido llegar a los lugares de esparcimiento del barrio y asustar (siempre en manadas, cinco contra dos, y con gritos y amenazas) a otros niños para disfrutar de las partidas de otros y, sobre todo del subidón que provoca hacer llorar a otros, cuando les superas en número y en fuerza abrumadoramente.
– Debería mostrarse cómo aprendieron que maltratar la propiedad ajena (dar botes encima del capó, rajar ruedas, puertas de casas, romper las verjas de las ventanas), no les costaba reprobación social por sus iguales o sus familiares, sino, por el contrario, estos le reían las gracias.
– Cómo una tarde aburrida se podía convertir en divertida, y además sacabas pecho ante las chelis, si provocabas a tres pardillos (ahora llamaríamos nerds) para humillarlos ante sus novias.
– Echo de menos, también, que aparezcan películas que muestren la versión aquellos niños del barrio que sacaron de la convivencia de estos amantes de la libertad sólo cicatrices, palizas, lesiones oculares, y el terror de convivir con estos psicópatas, para encima tener que aguantar que películas de quinquis marcaron nuestra adolescencia .
Por desgracia, a algunos, fueron los propios quinquis los que les marcaron. Cómo se nota que los amantes del cine de quinquis no sufrieron en sus carnes a estos amantes de la libertad ·
La película, vale poco o nada la pena (bueno, sí, la Aurora es un punto de belleza y frescura y por eso se lleva un 2). Mal dirigida, mal interpretada (Maria José Lavilla es un horror) y muy poco creíble, y llena de clichés: poli-panoli (el bueno, ese que se pega toda la película diciendo que el Gato es bueno y no se entera, o no quiere enterarse, de que su protegido a los 5 minutos de salir a la calle ya está enredado en un atraco, y de que vive y duerme encima de un garaje con 500 millones en droga), poli-cabrón (el maluzo de la película, siempre representado como mucho más malvado que los capos de la droga, estos los presentan casi hasta simpáticos), el abogado corrupto, los medios de comunicación aprovechándose del pobre quinqui ) la afición por los bugas , (VER SPOILER)
El cine quinqui, salvo raras excepciones, suele ser una auténtica mierda artísticamente, su valor es más bien cultural, pero con esta magnífica película el género da una vuelta de tuerca y una auténtica lección a la hora de reinventarse, todas sus conocidas características (persecuciones automovilísticas, consumo de drogas, amistad plena,…) se van al carajo para dejar paso al porno y al culebrón, pero lógicamente al ser cine quinqui pues mal porno y mal culebrón (tampoco sé realmente si hay buen porno y buenos culebrones). La música*, los doblajes y los enfoques de cámara son completamente de cine X, a lo que hay que añadir unas cuantas escenas pre-polvo plagiadas al 100% de ese cine (véase a la chica tomando el sol en la piscina o a la primera escena de la morena con mini minifalda). La parte culebrón se la llevan los diálogos y las interpretaciones, a cual peor, no se salva ni dios. Mención especial para la prometida , cada vez que habla te trasladas inmediatamente a Agujetas de color de rosa o Cristal o algún ñordo de esos.
* Por favor, alguien que sea fan de Jean Claude Van Damme que me corrobore que la música de este film (la que evidentemente no pertenece a los pasajes pornos) es la misma que la de Contacto sangriento en la lucha final.
Postdata: la caracterización del prota como gitano siendo realmente una mezcla entre Roger Federer y Santiago Ramos es de mofa máxima.