Tres cuartos de luna
Sinopsis de la película
A Hartmut, un viejo taxista alemán racista y gruñón, lo abandona su mujer después de 30 años de matrimonio. Mientras intenta rehacer su vida, recoge en su taxi a una mujer turca recién llegada a Alemania y a su hija de seis años. Ciertas circunstancias hacen que se tenga que encargar de la niña y ayudarla a encontrar a algún familiar, ya que la abuela con la que debía vivir ha sido ingresada en un hospital, y la madre ha tenido que abandonar el país.
Detalles de la película
- Titulo Original: Dreiviertelmond
- Año: 2011
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
6.2
77 valoraciones en total
La historia de un encuentro entre un viejo un niño ya la hemos visto en diferentes versiones. Abuelo/nieto, abuela/nieta, viejo/joven, ancianato/jardín infantil… en fin. Ya conocemos lo que ocurre en este encuentro entre edades tan dispares.
Esta película no es la excepción. Viejo cascarrabias, amargoso, mezquino encuentra, por esas cosas de la vida, a una niña turca que no habla ni j de alemán y se siente obligado (a regañadientes) a ayudarla a recuperar su vida. Todo ocurre mientras el viejo, taxista además, pierde lo que tenía como seguro: su esposa desde hace treinta y cinco años. Marcado por la desgracia, la niña llega a ser una gran bendición. Sin embargo, la película no acaba de ser entrañable como para que uno logre realmente conmoverse. Está ese tono de maravilla que logra recoger aplausos, pero está el pecado de no acabarnos de convencer de que la relación sea realmente profunda.
Que Tres cuartos de luna de Christian Zübert fuera la ganadora del Premio del Público del 14º Festival de Cine Alemán no creo que extrañe a nadie: juega a las bazas siempre funcionales para agradar al otro lado de la pantalla y conseguir conectar mediante la comedia y el drama. La primera reacción que uno puede observar dentro de una sala con espectadores es obvia: es una película perfecta para lo que se denomina ‘el gran público’. El poder de la cinta de Zübert se basa en la relación de una extraña pareja que componen un viejo taxista cascarrabias, tacaño, racista y amargado por el abandono de su mujer, y una niña turca de apenas seis años que se encuentra sola ante la huida laboral de su madre y el repentino coma en el que cae su abuela. Hartmut Mackowiak (inicialmente conocido por la pequeña como ‘El nazi’) se tendrá que hacer cargo de Hayat mientras intenta buscarla un destino que no pase por la policía, pero también la pequeña tendrá que abrir la endurecida cáscara de su inusual salvador. Volvemos al choque que generan personajes que componen extremos: aquí tanto en edad como en carácter pero también con un punto y nexo en común como la soledad y hallarse perdidos en diferentes modos.
Tres cuartos de luna es una comedia con sus graves pinceladas dramáticas, que Zübert reserva hábilmente para el final. Posiblemente ese enfoque sobre el cierre (y contraste que ejerce) expulse tanto a las risas como a los propios espectadores que se habían enamorado de las andanzas de una pareja complicada en estos tiempos de abusos sexuales y secuestros a menores. La vocación del filme es netamente humanista y de transformación sobre un hombre que se da cuenta demasiado tarde de la soledad que ha sembrado a lo largo de su vida anterior. Hayat ejerce de catarsis pero los detalles sobre su vida y familia no tardan en emerger. Nos encontramos ante un filme de cambios anímicos y emocionales, que juegan con el factor de lo previsible pero del encanto entusiasta que provoca al público.
La recta final evita el moralismo y la sensiblera barata de este tipo de encuentros. Tal vez por eso pueda parecer que pierda, al decantarse por el drama, a parte de ese público con el que conectó en sus tres tercios anteriores. Lo interesante de Tres cuartos de luna son algunos detalles dignos de la mejor comedia negra, como la caída de esa abuela que enseña a su nieta a rezar. Aunque creo que la validez, veracidad y credibilidad personal de este filme pasa por la siguiente pregunta: ¿pondría usted a sus hijos el nombre de una marca de agua mineral?
A estas alturas no sorprende a nadie que aparte de la más que digna nueva adaptación de Los Cinco, la ganadora del premio del público del 14º Festival de Cine Alemán fuera la única comedia del festival. Y aunque en el fondo Tres cuartos de luna (Christian Zubert, 2011) realmente sea un drama más agrio que dulce, las formas son tan complacientes y buscan con exceso la complicidad del respetable que no extraña se acabe ganando su corazoncito.
Es la versión amable de la magnífica Contra la Pared (Fatih Akin, 2004), otra manera de tensar y abordar la relación entre alemanes y turcos. En esta ocasión desde el punto de vista de un taxista cascarrabias ya entrado en años al que su mujer ha dejado, que de pronto debe afrontar su soledad haciéndose cargo de una dulce niña turca, perdida y sola en Alemania tras la caída en coma de su abuela. Ya el argumento aglomera de por sí un número demasiado grande de casualidades, pero lo grave es que son estas las que mueven arrítmicamente una trama que desperdicia el buen hacer de sus dos protagonistas y su particular relación, que finalmente ayudará a su protagonista a comprender toda la vida que tiene por delante. Sudores fríos.
Su final resulta más obligado que convencido, propone un viaje de vuelta como redención que no convence, porque no había nada que redimir, quizás tan solo no ofrecer al espectador una visión más auténtica del conflicto social que toca.