Tres camaradas
Sinopsis de la película
Terminada la Primera Guerra Mundial (1914-1918), tres soldados alemanes regresan a casa y se encuentran con un país destruido y sumido en el caos. A pesar de su precaria situación economica, deciden unir sus escasos recursos para construir su propio coche. La relación entre ellos se complica cuando conocen a una hermosa mujer.
Detalles de la película
- Titulo Original: Three Comrades
- Año: 1938
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
7.2
82 valoraciones en total
Frank Borzage era un maestro del melodrama en años en que este género despertaba pasiones y era altamente valorado. Hoy está en horas bajas y todo se disfraza de drama, cualquier cosa para evitar esa palabreja tan denostada. Las películas de Borzage han quedado en la actualidad como algo antiguo para la mayoría, seguramente son muchos (de los pocos que le conocen hoy) los que echarán mano de la palabra rancio para hablar de él, sin embargo, la autenticidad de sus películas está intacta, y el aire melodramático que llevan impregnado, se transmite con fuerza al espectador que las aborda con buena disposición, con curiosidad para hacer un salto en el tiempo. Y ese aire termina por calar hasta los huesos.
Tres camaradas es una película impregnada de tristeza. Puede que en ello tengan también mucho que ver Remarque, autor de la novela en que se basa, y sobretodo Scott Fitgerald, otro escritor amargo, aquí en tareas de guionista. Incluso en los momentos más alegres, planean sombras de amargura, avisos de desastre. Es el sello del melodrama, el sello de Borzage.
La película plantea unos personajes muy definidos, distintos todos ellos, pero unidos por la amistad y una causa común, la libertad y la dignidad del individuo. La acción transcurre en la Alemania de entreguerras, un periodo convulso donde el nacional-socialismo empieza a arraigar en una sociedad castigada por la desorientación, la baja autoestima, y el caos económico y social. El desastre se masca en el ambiente gracias a las pinceladas de recreación histórica que introduce Borzage, y que utiliza habilmente ora como motor de la acción, haciendo que ésta avance, ora como un elemento definitorio de los personajes y anticipador de su destino. El conflicto externo (la Alemania convulsa) y el interno (la accion que transcurre entre los personajes) se mezclan para retroalimentarse y para hacerse indisociables, y devienen claros antagonistas. Este decorado, en el que transcurre la acción, se convierte por su trascendencia en un personaje más de la película, los protagonistas luchan por ser simples hombres libres en un tiempo de fanatismo.
Existe una clara lectura política en la película, rodada poco antes del inicio de la 2a Guerra Mundial, pero, a diferencia de otras películas de la época, no es ésta un panfleto. El melodrama es lo que la mueve y a lo que se debe por entero, Borzage nunca se traiciona aunque el mensaje político es inequívoco y da para un debate, pues cada uno de los personajes actua frente al conflicto de un modo distinto, lo cual pudo tener interpretaciones en su época, cuando algunos países eran partidarios de intervenir ante los desmanes de Alemania, mientras otros optaban por ser pasivos.
El gran Frank Borzage, en blanco y negro, filmando una historia sobre la amistad, una relación que va más allá del tiempo y une hasta más allá de la muerte: tres hombres y una mujer amigos de verdad, donde a pesar de que ella y uno de ellos se convierten en novios y matrimonio, no es obstáculo para que la amistad de los cuatro siga fuerte e indestructrible.
Una película amorosa, situada en la Alemania de los años 20 del s. XX, sobre lo grande y maravillosa que es la amistad o la camaradería.
Muy recomendable, sobre todo para quienes aún creen que no es posible la amistad entre una mujer y un hombre, o entre una mujer y dos hombres. Pues toma mandanga, pues se trata de una impresionante amistad entre una mujer y tres hombres.
Oh, my plane!… Antes muerto que sencillo: ‘Luchamos por culpa de eso y de nada ha servido. Violencia, terror, ¿es que nunca van a razonar?’. Y aparece ella: ¿¿¡GANG BANG!?? ¿Una mujer para tres hombres? Habíamos visto esto con dos gracias a Lubitsch… pero… ¿¡tres!? ‘La guerra se ha convertido en el centro de nuestras vidas… y todos giramos a su alrededor’. Gran frase, sobre todo si la dice una mujer que se confirma con el epicentro de tres amigos.
Tres camaradas habla de vivir después de una guerra e intentar volver a la normalidad, a amar a las personas y cerrar las heridas. Es complicado con una brecha abierta reciente y Borzage se posiciona del lado pacifista. Podría optar por la trama bélica o social pero se centra en el drama romántico despuntando las aristas de sus personajes. Complementándolos como si de un conjunto coral se tratara.
Eric es enamoradizo y soñador. ‘Brindaré por una vida que no he disfrutado… el amor’. Ahora viviré.
Otto Koster es fiel, explosivo. ‘Sin vida, sin pasado, la amistad’. El futuro.
Godfrey es el activista. Moriría por sus ideales y valores. ‘Sueño por la paz y el regreso… el fin de la guerra’. Es el idealista del grupo.
Y, entonces, llegó ella: el pájaro herido.
La suma de elementos confirma una película sobre el sacrificio e incluso tiene secuencia de piano antes que Casablanca o ese final con los espectros acompañando a los supervivientes… antes que Star Wars. La secuencia de la boda es original, los diálogos están pulidos y los personajes se complementan a la perfección. El tratamiento de las secuencias es acertado como el de la secuencia de un asesinato por venganza en las puertas de una iglesia mientras se entona el Aleluya…
¡Viva el cine!
Película que me ha sorprendido por varios factores. En primer lugar, la genial ambientación en la denostada Alemania de los años 20. A Hollywood le ha gustado mucho mirarse el ombligo de su corta y bien sabida historia. Refrescar el repertorio con historias más desconocidas, es una alegría para la masa cerebral de nuestro cráneo.
La relación de amistad, sin connotaciones homosexuales (de las cuales no estoy en contra, pero no dejan de ser historias de amor, y no conviene mezclar churras con merinas), es de una pureza tremenda. Todos quieren tener dos amigos así de fieles, que se ríen de tus victorias, se entristecen con tus derrotas y se enamoran de la misma chica que tú, respetando el noveno mandamiento.
Rodar en exteriores es una vitamina para el disfrute de la historia. Y, si encima le pones nieve y carreras de autos, más allá de las odiosas transparencias, es una bendición para quien visiona.
Además, la humildad con la que se narran hechos, como la del traje en el baile, que se va descomponiendo. Cuando en EEUU todo el mundo se mataba por presumir. Es una de las mejores escenas del cine clásico, alejado del humor de los Hermanos Marx o Chaplin, que también recurrían a la pobreza para acariciar la sensibilidad.
Además, el trato de la tuberculosis, que es la enfermedad que sufre Pat (una maravillosa Margaret Sullavan, que descubrí recientemente en El Bazar de las Sorpresas). Esta actriz es diferente a su tiempo. Tiene unas miradas fuera del plano, naturales, que la hacen mucho mejor que las artificiales que eran coetáneas a ella o a la Bergman, que siempre estaba enamorada de todo el mundo.
Tres soldados alemanes que tratan de abrirse camino tras la Primera Guerra Mundial conocen a una bella mujer.
Película que rebosa romanticismo, con diálogos inverosímiles, de aliento poético, personajes a la deriva que arrastran las secuelas de la guerra y manejan un sentido de la amistad y del amor que los hace especiales, en una historia tierna, sentimental, impregnada de tristeza, donde se denuncia el auge del nazismo.
Al igual que ocurre en otras obras maestras, como El tercer hombre , el film es producto de la suma de grandes talentos -Fitzgerald, Borzage, Mankiewicz-, sin que resulte fácil de adivinar de quién procede cada idea. Por mucho que Scott no estuviera conforme con la forma en que trataron su guion, se percibe claramente su sensibilidad.
Hay escenas inolvidables -la boda, una venganza, cierto paseo nocturno en coche mientras cae la nieve, el desenlace-, interpretaciones maravillosas, personajes entrañables como la frágil y trágica Patricia y el leal, generoso y desencantado Otto, frases geniales que quedan en la memoria, reflexiones sobre la vida, la necesidad de afecto, la fidelidad a unos camaradas, y un aura mágica, de ensueño, que envuelve las imágenes. Todo en una película distinta, que antepone a la crudeza de lo que narra la belleza de lo que dice. Merece verse.
Cuando oscurece siempre se necesita a alguien