Tres amigos, sus mujeres… y los otros
Sinopsis de la película
Tres amigos que suelen reunirse todas las semanas se enfrentan a la crisis de mediana edad. Paul es un escritor bloqueado. François ha perdido sus ideales y practica la medicina solo por dinero, su esposa se ha vuelto distante, incluso hostil. Por su parte el encantador Vincent, el favorito de todos, se enfrenta a la bancarrota, su amante lo ha abandonado y su esposa, de quien está separado, quiere el divorcio. Las tensiones en los hombres comienzan a manifestarse particularmente en la amistad entre François y Paul, y en la salud de Vincent.
Detalles de la película
- Titulo Original: Vincent, François, Paul et les autres aka
- Año: 1974
- Duración: 118
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Opinión de la crítica
6.8
51 valoraciones en total
Tres Amigos está considerada como el mejor trabajo de Claude Sautet, y es sin duda un ícono del más excelente cine europeo, una pieza de colección sin duda. Uno tiene el privilegio de asistir a una verdadera instantánea de la vida misma a través de la magnífica luz, fotografía y dirección de este film, coronado por fantásticas actuaciones y, claro, por un maravilloso Yves Montand alrededor de cuyo personaje, Vincent, gira esa historia que es en realidad la nuestra, la de todos nosotros en el mundo moderno que nos toca vivir. El hombre y sus amigos, hermanados ante la fascinación de la vida -durante los buenos momentos- y ante el desasosiego que inevitablemente deparan sus inesperados giros. Ya en los primeros momentos presenciamos el incendio accidental de un cobertizo durante una de las típicas reuniones en la casa de campo de Paul. No es un evento casual ni de relleno, sino más bien un presagio y un símbolo. Tan precarias como ese cobertizo son las vidas de estos hombres, que también sabrán de cosas que se derrumban: familias, amores, ideales de juventud, trabajo y posición económica, la salud por supuesto… y en finiquito el tiempo de ese sueño frágil y fugaz que es la vida del hombre. Pero también nos deja ver la amistad perdurable, el reacomodamiento ante la adversidad, la necesaria reconstrucción -como ocurre con el cobertizo- la virtud y la fuerza de los nuevos comienzos, y la saludable humildad de todo eso. Una película memorable, paradójicamente poco recordada pero muy recomendable.
Vincent tiene una fábrica, François tiene una consulta médica elitista, Paul vive en el campo, escribiendo.
Unidos por la amistad de juventud y por los fines de semana en casa de Paul, estos amigos parecen personajes de ejemplares y triunfadoras vidas. Pero François ha dejado atrás sus ideales de dedicarse a ejercer la medicina social , Paul únicamente escribe biografías por encargo y Vincent acaba de malvender su negocio. Porque, como dice François en una de sus muchas comidas juntos hay que adaptarde a los tiempos .
Al final de tantas traiciones -a las mujeres, a los principios- lo único que les queda es su inamovible amistad.
Una historia bonita representada por actores de primera.
En las secuencias iniciales de Tres amigos, sus mujeres…y los otros (Vincent, Francois, Paul et les autres, 1974), de Claude Sautet, mientras Vincent (Yves Montand), Francois (Michel Piccoli) y Paul (Serge Reggiani), aceptan participar en un partido de fútbol con amigos más jóvenes en los aledaños de la casa rural de Paul, se produce un accidental incendio en el cobertizo de la casa rural de Paul. Un incendio que anticipa el que acontece en las vidas personales de quienes ya no son jóvenes, sino que han superado los cincuenta. Sus facultades y capacidades, sus ánimos y sus energías, su resolución o implicación, quizá ya no sean las mismas en el campo de juego de la vida. De hecho, el deporte, a través de la figura de Jean (Gerard Depardieu), amigo y empleado de Vincent, y también boxeador profesional, se convertirá en reflejo, en particular en el último tramo, cuando dispute un combate contra un púgil caracterizado no por su refinado estilo, como él, sino por la agresiva contundencia de su fuerza bruta (como la imprevisibilidad de la propia vida). Los tres amigos se confrontan con las contrariedades de la mente, la emoción y la propia materia o circunstancia de la vida. Paul, escritor, sufre un bloqueo creativo, no logra avanzar con su novela. Francois, médico, parece, según su esposa, Lucie (Marie Dubois), alguien que se dedica meramente a registrar la vida. Parece que quedó arrinconado en el pasado aquel que aspiraba a transformar el estado de las cosas. Ya es un mero funcionario vital. O precisamente, es la vida la que parece haber sido extraída de él, como si ya fuera sólo la función que ejerce. Su mismo matrimonio se ha atrofiado en la inercia. Ambos, en cierta secuencia, se preguntan por qué motivo están juntos. Por qué mantienen su matrimonio, si es por sus dos hijos, la mera inercia, o por una mera cuestión económica. Por qué él acepta sus infidelidades, si es que es así, o más bien se ha atrofiado en su misma amargura como refleja su explosión final durante esa discusión.
Vincent sufre varios colapsos. El primero es material. Su empresa necesita, en pocos días, una inyección financiera de varios millones. Desespera por encontrar una solución para sacar a flote aquello en lo que ha invertido tantos años. Quizá la opción más lúcida sea la venta, el reinicio, como quien empieza de nuevo desde cero. La vida parece incendiarse pero quizá sean las llamas del ave fénix. También concluye su deteriorada relación con la joven Marie (Ludmila Mikael), aquella por la que rompió su larga relación marital de muchos años con Catherine (Stephane Audran). Su ruptura se produce en un aparcamiento subterráneo. Una relación que parecía una nueva dirección más bien conducía a un aparcamiento de vida. Fue un reinicio que realmente no lo era sino que condujo a un callejón sin salida. Si con Francois se refleja cómo las variaciones pueden ser más bien deterioros, y lo que somos, o llegamos a ser, no es sino una degradación de lo que fuimos o pretendíamos ser, con Vincent se pone en cuestión la consistencia de ciertas decisiones que implican un cambio de dirección que no tiene por qué implicar necesariamente mejora porque, tiempo después, te preguntas si tomaste la decisión más consecuente y lúcida.