Treeless Mountain
Sinopsis de la película
Cuando la madre se va de su departamento de Seúl para dejar a sus pequeñas hijas con una tía alcohólica y poco amigable en las afueras de Pusán, bajo la promesa de reconstruir la familia astillada y volver con ellas, pareciera que Treeless Mountain va a derivar en una película más de las que convierten el sufrimiento y la desatención de los niños (protagonistas) en el sufrimiento de los adultos (espectadores). Pero como ocurría en su opera prima In Between Days (ganadora del Bafici 2007), para So Yong-kim el trasplante alterna la dureza del aprendizaje con lo más íntimo de las conexiones afectivas, gracias a una cámara que permanece siempre cercana a sus personajes (en todo sentido), como si creyera que esa proximidad pudiera volverse táctil, concreta. Rescribiendo esta vez sus propias y dramáticas experiencias familiares de separación y volviendo a su Corea natal (otra vez: el trasplante), So Yong-kim logra una película luminosa sobre infancias sombrías, y vuelve a revelarse notable al dirigir actores: Kim Hee-yeon y Kin Song-hee, o Bin y Jin, las dos hermanas, no solo logran que olvidemos que están actuando sino que recordemos que lo inolvidable es algo a lo que el cine debiera tratar de aspirar. (Fuente: bafici.gov.ar)
Detalles de la película
- Titulo Original: Na-moo-eobs-neun san
- Año: 2009
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
6.8
71 valoraciones en total
22.11.09
TREELESS MOUNTAIN (2008) – So Yong Kim
Una propuesta de Corea del Sur que cuenta la historia de dos hermanas de 6 y 3 años que tienen que abandonar su casa para ir a vivir con su tía mientras la madre intenta buscar al padre de las niñas.
El cine asiático muchas veces me deja boquiabierto por la sensibilidad en contar lo que el cine occidental parece ir olvidando. Es una historia muy humana, realista, sin artificios ni golpes de efectos. La cámara se recrea en la mirada de las niñas y relata con calma, la dramática situación que les cambia la vida.
Su madre les ha abandonado en casa de un familiar con el que han tenido poco contacto, pero les ha prometido que volverá a por ellas cuando la hucha del cerdito que ellas tienen se llene de monedas. Es obvio decir que las niñas intentan que esa hucha acabe llena para que se cumpla la promesa de su madre. Son muy pequeñas para asumir su nueva vida pero los golpes les enseñan a ir madurando y a valorar su día a día.
Mi sentido aplauso para películas pequeñitas y sinceras cómo esta que consiguen mi interés por un cine que no llega a todo el mundo. Películas asiáticas sobre la infancia cómo otras que ahora recuerdo, por ejemplo: Jibeuro (Sang Woo y su abuela, 2002) – Jeong-Hyang Lee, Yi ge do bou neng shao (Ni uno menos, 1999), o Khane-ye dous kodjast (Dónde está la casa de mi amigo, 1987).
http://cdecine.blogspot.com/2009/11/treeless-mountain-2008-so-yong-kim.html
Creo que fue Octavio Paz el que una vez lamentó que en poesía faltara la voz del niño. En los poemas siempre hablaba el viejo, el adulto, adolescente. Hablaban DEL niño, pero, en poesía, rara vez hablaba su voz, del niño como niño, con su poesía elemental, con su sorpresa ante lo más cotidiano, con sus dolores nimios e inconsoladoramente intensos.
So Young Kim no mira desde la protagonista, sino que nos hacer mirar desde su altura. La mirada adulta ha sido desgajada para dejar sola la voz pequeña de la infancia, esa voz tan poco ruidos. Focaliza hasta tal punto que durante hora y media reconocemos como fue el mundo durante nuestra infancia. Un mundo en el que la ausencia de la madre, a la puerta del colegio, al llegar a casa, constituían una tragedia.
La historia casi no existe, lo que existe es la mirada. Kim no trae meramente el tema de la inocencia perdida, no es éste meramente la película de dos niñas que, abandonadas por su madre, son cuidadas por una tía, negligente y alcohólica, y más tarde por sus abuelos.
Es la película de un primer plano con ojos de niño. Es la película de los niños que, fuera del colegio, matan el tiempo entre insectos. De niños que viven entre mujeres que luchan para sobrevivir en la pura marginalidad. Es la película del pensamiento mágico, que dice que si llenas la hucha, la mamá vendrá. Nos sitúa ante la historia menor de aquella esperanza completamente prerracional que cree, que espera, que mira y no ve. Que quiere plantar un árbol entre rocas.
…Y de pronto, es una película que calla, que enmudece con la dimensión del cielo. La nubes que pasan. Los planos rotos por objetos que nos impiden ver. El tempo del mundo, con su impresión de lejanías. Con ese silencio tan hondo que nos devuelve a nuestra soledad.
Si me preguntaran por qué esta película es grande respondería que por tres razones fundamentales:
– Por sacar una interpretación inmejorable de las niñas (en contra de lo que pensaba Hitchcock al respecto, Kim sí cree en un cine con niños).
– Por decir con imágenes más que con palabras: con una nube que pasa, con un poste que bloque nuestra mirada. Con eso ya sentimos la soledad de las pequeñas.
-Por hacernos sentir de nuevo los sentimientos desgarradores de un niño y de hacernos ver desde sus ojos la denodada antiépica de mujeres, cuya vida parece inexistente. A estas alturas del cine, esto es impagable.
Película sobre la vida corriente y vulgar que se da en la sociedad civilizada, enfocada primordialmente en unas niñas pequeñas.
Es decir, como antes hicieron otros, por ejemplo Hirokazu Koreeda con su filme Nadie sabe (Japón 2004), que también trata de unos niños y niñas, hermanos, abandonados por sus padres, aunque en este caso era abondono radical, a su suerte y sin ningún adulto a su cargo.
O también aquella otra película de la directora iraní, Samira Makhmalbaf, La manzana (Irán 1998), la cual también se centra en dos niñas hermanas que viven enclaustradas por su padre un viejo ignorante.
En verdad que hay en la historia reciente del cine, y en concreto en el cine asiático, buenas películas que abordan la realidad problemátizada en que se desenvuelven muchísimos niños a lo largo y ancho del mundo, y lo hacen de una manera casi documental, con muchísima sencillez, sin señirse a lo estricto de un guión abstructo.
Esta obra de So Yong Kim es demasiado simple, incluso simplísima, se ve con algo de aburrimiento y pesadez. Entre los filmes mencionados y otros de China y Afganistán, Treeless Mountain es la más floja y aún así es digna de verse por el encanto de las dos niñas protagonistas y lo bien que se toma todo la interpretación como si fuese un juego más de la vida que van descubriendo.