Tonka Sibenice
Sinopsis de la película
Tonka es una chica que va a Praga a probar suerte y termina convertida en prostituta en un Burdel. Cuando llegan las vacaciones va a ver a su madre y se encuentra también con su antiguo novio, Jean. Él quiere casarse con ella, pero ella vuelve al burdel. Un día llegan los policías al burdel buscando una prostituta, pues un condenado a muerte quiere pasar su última noche con una mujer. Todas rechazan la oferta. Tonka, sintiendo lástima del condenado, decide ir a hacerle compañía. A la vuelta es despreciada por todos, la llaman Tonka de la horca , La viuda del ahorcado y finalmente es lanzada a la calle. Mientras tanto, Jean ha ido a Praga a tratar de encontrarla para casarse con ella, ignorante de que ella es prostituta…
Detalles de la película
- Titulo Original: Tonka Sibenice
- Año: 1930
- Duración: 85
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Estamos ante una película que, más allá de su evidente calidad cinematográfica, constituye un documento histórico de primer nivel para todos aquellos que pretendan acercarse a unas determinadas corrientes de pensamiento muy dominantes en las primeras décadas del siglo XX en todo el continente europeo. Karl Anton puede ser considerado como uno de los primeros directores de cine profesionales, con una carrera meteórica y extremadamente prolífica que empieza a principios de los años 20 y atraviesa los difíciles años de la Segunda Guerra Mundial. Además, sería contemporáneo de genios como Lang, Pabst, Murnau o Lubitsch, lo cual se deja notar en las múltiples influencias y experimentalismo presentes en su cine.
De hecho, este director germano nacido en Praga es uno entre los millones de alemanes que vivían esparcidos por toda Europa central y oriental en contacto con un privilegiado entorno etno-cultural donde confluían checos, judíos, eslovacos, húngaros, gitanos, polacos, rutenos o rumanos… Sí, no hay duda de que es un representante de pleno derecho de aquella Mitteleuropa de la que he hablado ya en otras críticas, uno de los restos del inmenso naufragio político y cultural que supuso la caída del Imperio austro-húngaro, que se acabaría de consumar en los años 40. A falta de más información sabemos que Karl Anton fue uno de los muchos alemanes que colaboraron con las autoridades alemanas durante su ocupación, siendo buena muestra de ello su película El presidente Krüger (1941). A Joseph Goebbels, artista frustrado y hábil propagandista, no se le escapaba el inmenso potencial de la cultura para influir sobre el imaginario colectivo. ¿Qué cualidades vio el Reichminister en este hombre a parte de las ganas de colaborar con el Reich?
Tonka Sibenice es, en sí misma, toda una declaración de intenciones por parte del director, que nos ofrece una película con un intencionado tono moralizante. De primeras, dentro de corrientes muy en boga entre la burguesía, Anton enmarca el inicio de su film en un entorno idílico de vida en el campo, con parajes deslumbrantes salpicados de aguas termales, hermosos castillos, ríos de aguas cristalinas e inmensas coníferas. Desde finales del siglo XIX se planteó abiertamente la necesidad de la vuelta a la naturaleza, una idiosincrasia que marcó los movimientos völkisch pangermanistas dentro de lo que en un principio fue una corriente alternativa surgida entre unas clases medias que deseaban desarrollar una identidad propia. Todo esto frente a la vida contaminada y disoluta de las ciudades, un entorno corrupto que mancillaba el espíritu y disolvía los valores más puros de una sociedad. Dichas tendencias ruralizantes y ese desprecio por la vida urbanita que las acompañaba tuvieron un reflejo muy notable en los diferentes planteamientos fascistas que afloraron a lo largo y ancho del continente. Pues bien, es innegable que esta dicotomía se ve con notable claridad en el film de Karl Anton.