Todos tenemos un plan
Sinopsis de la película
Tras pasar algunos años en Buenos Aires, Agustín (Viggo Mortensen) vive desesperado y obsesionado con la idea de abandonar para siempre su frustrante vida en esa ciudad. Después de la muerte de Pedro, su hermano gemelo, Agustín se dispone a empezar una nueva vida asumiendo la identidad de su hermano y retornando a la misteriosa región del Delta del Tigre, donde transcurrió la infancia de ambos. Sin embargo, poco tiempo después de su regreso, Agustín se ve involuntariamente implicado en el peligroso mundo criminal del que su hermano había formado parte.
Detalles de la película
- Titulo Original: Todos tenemos un plan
- Año: 2012
- Duración: 118
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Opinión de la crítica
5
83 valoraciones en total
Las interpretaciones son correctas, pero la acción es casi inexistente y el ritmo de la historia muy lento. Podía haber sido mucho más, porque la historia daba de sí, pero se quedó en el intento de lo que parecía prometer en un inicio.
El desarrollo se me antojó un poco confuso, puesto que la historia de los gemelos tarda en arrancar y no queda claro que lugar ocupa cada personaje en la trama.
De verdad, las actuaciones son buenas, pero eso no quita otros aspectos negativos. La acción se reduce a alguna trifulca y el resto del rato parece una repetición o la espera del desenlance. Cuando llega el esperado desenlace tampoco deja un buen sabor de boca.
Un intento desaprovechado.
Todos tenemos un plan es la historia de un hombre (Agustín) que ni joven ni viejo decide abandonar las comodidades de la ciudad, su profesión y su mujer, para emprender la búsqueda de una vida nueva o mejor dicho interrumpida en el momento en que se apartó de su hermano mellizo (Pedro) y del lugar donde transcurrió su infancia, en la zona más agreste en las islas del Delta.
Este cambio radical coincide con una insondable crisis personal y la posibilidad de trocar su identidad por la de su gemelo. Aparentemente tan opuestos como Caín y Abel, el periplo de Agustín es un proceso que va de la civilización a la barbarie, en sentido contrario a lo convencional, y a medida que va conectándose con su costado bestial y los peligrosos vínculos que hereda, la película se va poniendo más violenta, con una naturaleza que pone a prueba para sobrevivir y descubrirse.
Es una película muy plástica y muy pictórica, en cuanto a las texturas y el color, rodada en pleno invierno, cuando hay menos cantidad de verde en los árboles isleros y se ve todo más ralo y abrupto. La hostilidad y frialdad contagia a la luz que acompaña y construye climas y tonos, registrados con una fotografía virtuosa.
En la construcción narrativa de la película hay una búsqueda que si bien tiene su punto de partida en el cine de género, se permite desvíos. El tiempo también retrocede a medida que se interna en lo agreste, alejándose de la civilización. El protagonista empieza fingiendo pero se va transformando a medida que aflora una certeza más profunda que madura en su interior.
La directora Ana Piterbarg escoge un ritmo paciente para desarrollar una historia que, como El Aura , tiene momentos de thriller y acciones violentas, ideales para la fisicidad de Mortensen, a quien le cuestan más las escenas intimistas.
Superada la mitad del film, el thriller toma ritmos propios del drama y se torna más lento, para enfocar procesos interiores, dejando la narración en un segundo plano. Pero nunca abandona la tensión, en una trama atrapante que siempre sorprende porque no es previsible, aunque tal vez demasiado abierta.
Como la Misiones que describe Horacio Quiroga, el Delta del Tigre es una región marginal y rica en tipos pintorescos que, a semejanza de las bolas de billar, emprenden los rumbos más inesperados. El azar, la tragedia, la pasión y cierto darwinismo social en la metáfora de las colmenas y su lucha biológica que se remarca al inicio de la película así como el cierre con las imágenes aguas arriba o la lectura de Los desterrados reiteran el noble sustrato literario que alimenta el espíritu del film.
El debut en la dirección de Ana Piterbarg viene escudado por una producción y promoción descomunal. Tanto que incluso el logo de la Fox presenta la película, aunque no sea americana y cosa que rara vez ha ocurrido, como por ejemplo con Alatriste, y que también protagonizó Viggo Mortensen. Se ha invertido dinero y se ha confiado totalmente como en una de las películas del año, incluso cara a los Goya, porque en la fecha en la que estamos el panorama indica que para las nominaciones se rascará de donde no hay porque parece que andamos peor que en 2011. Y todo esto resulta demasiado para una película que como resultado da simplemente corrección, aunque sea a trancas y a barrancas, pero que no pasa de ser lo que es, porque, aunque lo pretenda, y a pesar de contar con ciertas virtudes, francamente, no da más de sí. Contiene los fallos típicos de una ópera prima, pretender contar varias historias que no se terminan de sacar a flote y con un final que quizás deja en evidencia que el objetivo a conseguir como guionista Ana Piterbarg no lo tenía muy claro ya que se ha perdido en el entrelazado de las historias. También parece que los personajes los tenía definidos, pero no sé hasta que punto han sido dirigidos y para colmo el desarrollo de su historia va cambiando de clave y lo que empieza como un thriller acaba siendo un drama, forzado en su parte romántica y sin llegar a convencer. En el otro plato de la balanza: buena factura y unos muy buenos actores. Viggo Mortensen, que sin duda hace un buen trabajo, no termina por dar el do de pecho, ya que su guión que toca temas interesantes no termina de darle la oportunidad en su doble papel, de confrontar a los hermanos mayor tiempo y conocerlos mejor. Temo que todo lo que prometía en su punto de partida al final del rodaje se quedó en intención. De hecho Mortensen es uno de los coproductores de la película, o sea, que interés tenía. Habrá incluso dado el visto bueno en ciertos aspectos supongo, como a Sofía Gala Castiglione para el papel de Rosa, en la que en algunos planos nos recuerda a Ariadna Gil. Todo armado y cuidado, pero una vez más se comprueba que si el guión es importante básica es la visión que el director/a y de cómo lo va a llevar a cabo, que era lo primero que se tenía que haber tenido en cuenta. No quiero acabar dando entender que todo cae en saco roto. Esperemos que para la próxima Ana Piterbarg haya aprendido de al menos de estos errores y que si en esta ha contado con cierta complacencia igual ya en otras ni le hará falta, desenvolviéndose con mayor astucia.
Todos tenemos un plan ofrece ciertas posibilidades en su premisa: una trama criminal con un secuestro frustrado que acaba en homicidio, una interesante base narrativa sobre el cambio de reinas dentro de una colmena para ‘regenerar’ un degradado ecosistema, la referencia a ‘Los desterrados’ de Horacio Quiroga, el propio título que marca la línea del destino sobre los protagonistas y, finalmente, la aparición de un ‘doble’ alejado de todo lo mostrado previamente. Ana Piterbarg ha marcado correctamente los paneles que forman el panal de su guión pero en el desarrollo, ya sea por abrir demasiado pronto la colmena o por ansiar una perdurable miel, se pierde la calidad completa del producto.
En apicultura la introducción de reinas en una colmena está sometida a mitos y Piterbarg ha decidido focalizar su discurso en la generación del bien y mal de las acciones para acometer un cambio. El lado criminal y oculto de un hermano gemelo choca con los recuerdos de infancia y sus roles antagónicos: el mismo cuerpo pero diferente moral. Esa línea discursiva es tan interesante —la enfermedad mortal generada desde interior como castigo— como peligrosa por sus parecidos con un culebrón de ‘gemela buena y gemela mala’. Obviamente la asimilación del rol y el cambio regenerador queda conducida a un thriller rutinario y simplista trama criminal como único camino que marca la cineasta y guionista. Esos cauces son tan formales, recurrentes y sumidos en clichés que cuesta creer que Viggo Mortensen se interesara tanto por un proyecto tan cercano al telefilme… y afirmara que había rechazado numerosos guiones durante años porque no eran buenos…
La directora y guionista escuda su proyecto en el retrato y búsqueda de las segundas oportunidades, en viajes interiores que realizan sus protagonistas para acometer crisis introspectivas. Conflictos no resueltos desde la infancia que hacen que un personaje que siempre ha huido tenga que hacer frente a sus miedos enterrados. La dualidad que establecen esos gemelos queda fortalecida por la solvente interpretación de Viggo Mortensen, pero los paisajes que propone el telón de fondo están prácticamente desperdiciados. Ni siquiera estamos en una revisión de A pleno sol de René Clément que pudiera propiciar la novela de Patricia Highsmith. Con una Soledad Villamil muy desaprovechada y enormes lagunas y fallos de guión, Todos tenemos un plan queda abocada a una película que realmente no tiene ninguno.
El debut de Ana Piterbarg, directora y guionista del film, parte de una premisa interesante:
Agustín está desesperado por abandonar su vida en Buenos Aires. Tras la muerte de su hermano gemelo, Pedro, Agustín se propone comenzar una nueva vida tomando la identidad de su hermano y regresando a la misteriosa región del Delta, en el Tigre, donde los dos vivieron de pequeños. Sin embargo, poco después de su regreso Agustín se encuentra inadvertidamente envuelto en el peligroso mundo criminal del que su hermano formaba parte.
El guión nos ofrece varios puntos de giro de calidad, nos eleva el conflicto del personaje a situaciones límite, y el medio en el que se desarrolla parte de la historia es hermoso y oscuro. Pero el plan que tenía la guionista para nosotros no cuaja ¿Por qué? Dejando pasar por alto ciertos agujeros, el principal problema de la película no es otro que el protagonista. La empatía necesaria, que el espectador necesita para sentir en su piel lo mismo que el personaje, no sucede. El diseño del personaje, junto con la interpretación de Vigo Mortensen, dejan de él, un ser misterioso que nos muestra un par de veces, de refilón, sus sentimientos. Queda por tanto ,ante el espectador, como un total desconocido. Y es que ¿Cuál es el deseo de este personaje? Al principio queda claro: Huir, empezar de cero. Pero ¿Y después? Se nos pierde la historia cuando no sabemos que está pensando el protagonista. Las dimensiones que el actor pueda aportar a su papel jugando con los silencios para aportar información, se transforman en intentos fallidos que enrarecen más la película.
Cuando llevamos casi dos horas siguiendo las peripecias del protagonista, nos enfrentamos al enfrentamiento final y resolución. A parte del problema con el personaje de Vigo Mortensen, esta parte del film es absolutamente floja. El final es de lavarse las manos. Sin duda, es la guinda casi ofensiva que nos deja tal y como estábamos antes de ver la película.
La banda sonora hubiera sido una gran herramienta a aprovechar para enfatizar ciertos sentimientos. Quizá una pequeña chuleta que nos sople por donde van los tiros. La fotografía y direción artística son impecables. En sí, la región del Delta es maravillosa como marco cinematográfico.
Dentro de la poesía del film, encontramos un subtexto interesante. Las metáforas y comparativas con las abejas y la miel son oportunas y añaden una dimensión más profunda.
En definitiva, la sensación final es de que pudo ser y no fué. Tenía mucha Fé en su argumento pero se me queda a medio camino. Estoy convencidísimo que el segundo largometraje de Ana Piterbarg será muchísimo mejor. Sintiéndolo mucho, he tenido que vengarme con este post. Ya he cumplido parte de mi plan.