Todo o nada
Sinopsis de la película
Penny, una cajera de supermercado, ha dejado de querer a su marido Phil, un taxista tierno y de espíritu filosófico. Su hija Rachel es limpiadora en una residencia de ancianos, pero su hijo Rory, un chico de carácter agresivo, está en el paro.
Detalles de la película
- Titulo Original: All or Nothing
- Año: 2002
- Duración: 128
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Opinión de la crítica
Película
7.1
96 valoraciones en total
Más vale tarde que nunca. Tras un largo tiempo esperando para poder ver este film de Leigh, y tras la gran El Secreto de Vera Drake , esta película, que nos enseña cómo vivir en una rutina de desprecios, soledades, marginación, angustia, desempleo, alcoholismo, etc.. es una forma de vida. Una forma de vida que queda reflejada perfectamente en esta historia, que coge fuerza por momentos, y que acaba diluyéndose en un final, demasiado condescendiente para con los dos protagonistas.
El matrimonio visto antes y después. El punto de inflexión es la enfermedad del hijo. Esto cambia la vida del matrimonio.
Las actuaciones son muy destacables, tanto la de Timothy Spall, con parsimonia, tranquilidad y desgana que da vida a un deambulante en su día a día. Y no desmerece nada Lesley Martin.
Quizá pase de puntillas por los problemas del resto de los vecinos, esboza una serie de episodios que coinciden en un punto concreto, que acaban abandonados y no se sabe bien porqué, quedan inconclusos. Son historias paralelas, que podrían haber enriquecido la trama.
Finaliza la película con una serie de actitudes que cambian a los personajes, o personajes que cambian de actitud, con gestos, con miradas,etc. Cambia la luminosidad y hasta el físico de los personajes *
En definitiva, una historia común de un barrio cualquiera de una familia cualquiera, que dice mucho más de lo que se ve y de lo que no se ve. Habla de una sociedad en un tiempo concreto y un lugar concreto.
Un 7.5 es mi nota.
Cine de bajo presupuesto, con actores desconocidos, pero imprescindible para todos.
El director de la espléndida Secretos y mentiras, y de la aún inédita en España Topsy-Turvy, ha alcanzado su plenitud creadora gracias a una propuesta situada en las antípodas del cine actual, o sea, de las del entretenimiento. Mike Leigh bebe de las fuentes de la cinematografía social británica, y las técnicas documentales, para conformar un crudo mosaico realista de paradójico aliento que sobrecogerá al más afortunado, optimista y valiente de los espectadores.
En un barrio de protección oficial de Londres, un grupo de vecinos de clase media-baja sobrelleva el día a día como puede. Penny, una cajera de supermercado, está perdiendo el amor que sentía por su pareja Phil, un taxista tierno y bonachón aunque un tanto abúlico. Su hija Rachel trabaja limpiando en una residencia de ancianos, y su hijo Rory, de carácter agresivo y perezoso, se mantiene en el paro. Además, Penny tiene dos amigas cuyas familias se van a pique: una comparte excesivas dosis de alcoholismo junto a su marido, compañero de trabajo de Phil, mientras su hija asiste al derrumbamiento, otra, viuda, trata de volcarse en la protección y ayuda de su hija, que atraviesa un mal momento con su novio. Afuera, en el patio de vecinos, un paria imberbe divaga y hace de las suyas, símbolo del abismo al que se dirigen los protagonistas.
Prescindiendo de toda técnica narrativa, y a través de un aparente naturalismo interpretativo, Todo o nada es la prueba palpable de que el cine no es sólo ritmo, de que lo que importa al final de una película es la transmisión pura de emociones, y de que no existe mejor guión dramatizado que la tragedia diaria de nuestras vidas. Unas vidas cuya rutina e inercia pueden llevarnos al hastío o la desesperación, unas vidas que convierten el día a día en una existencia escalofriante, dolorosa y oscura, unas vidas que van abandonando poco a poco los lazos familiares, el cariño, el apoyo y el amor en estado latente.
El mundo real
Mike Leigh nos recuerda con ojos grises que la mayoría de los seres son feos, gordos y pobres, que la desgracia y el horror humano más próximos son la adversidad cotidiana y el refugio en una morada deprimente, consecuencia del mundo en que vivimos y del que todos somos partícipes. Los personajes se introducen poco a poco en un callejón sin salida (sí con retorno) del que sólo saldrán a fuerza de amor, aunque sea en pequeñas dosis. Los espacios herméticos son su entorno natural: cuchitriles, hospitales, supermercados, taxis…
Se observa en el director cierta timidez ante la felicidad, que lo sume en la prolongación de lo crepuscular, pero no importa, su ambición vitalista desecha la supuesta calidad perentoria que ha de tener todo film. Como la vida misma, con el ánimo maltrecho pero la reflexión estimulada, decimos adiós a los sueños, hola a los sentimientos que nos rodean y a los que todos nos aferramos, y gracias por esta suculenta obra maestra.
El cine social inglés parece un género en sí mismo, sobre todo, en los últimos tiempos, cuando directores de la talla de Ken Loach y Mike Leigh ponen la mirada en la cotidianidad de personas normales y corrientes, normalmente de los extrarradios.
En esta ocasión, con Todo o nada , Mike Leigh se acerca a un vecindario de las afueras de Londres, en que distintos personajes tratan de tirar hacia adelante unas vidas rutinarias y monótonas en las que se ven atrapados. Leigh pone especial énfasis en la pareja formada por Phil (el bueno de Timothy Spall, como si le faltara sangre en las venas) y Penny (inspirada Lesley Manville), que llevan juntos muchos años y que parecen haber perdido algo más que el amor. Junto a ellos, los dos hijos, chica y chico. El hijo es un muchacho obeso, que literalmente no hace nada en todo el día poniendo a prueba la paciencia de su madre. Los demás personajes, porque se trata de una película coral, tienen unas vidas tanto o más complicadas o rutinarias.
El ritmo es pausado. La película parece contarse con los pequeños detalles del día a día, detalles que, sin embargo, son muy significantes y dan a entender el estancamiento en el que viven los personajes y, a veces, su fustración de no poder ir más allá, como si la realidad que los envuelve fuera una auténtica losa. Sin excepciones, todos los actores resultan creíbles. Y, como toda obra de estas características, hay pocas cosas agradables en ella. Una se sienta a ver la película y muchas veces se remueve en el asiento porque lo que ve es crudo y real, como la vida. A veces, duele el modo cruel en que se tratan los personajes, personas de la misma familia o personas que se quieren, como si la única forma de relacionarse fuera hiriendo a la otra persona de la forma más ruín o dolorosa. Una buena bofetada.
Primera película que veo de este tal Mike Leigh. Y siento vergüenza de no haberme preocupado antes de conocer algo de este tipo.
Inmediatamente me pongo a buscar más películas de este director. Cuando se encuentra una gota de agua en un desierto hay que conservarla, observarla y cuidarla como el bien más preciado. Me parece que el olfato no me engaña y voy a apuntar a este nombre en la misma papeleta donde ya tengo a Loach, Guédiguian, Tavernier (y no mucho más).
Bueno pues para terminar sólo comentar lo siguiente:
Despues de ver las interpretaciones de la pareja protagonista de esta película, uno duerme tranquilo porque se le ha confirmado con creces que todavía existe una profesión, tan digna como cualquier otra, y a quienes la desempeñan se les hace llamar actores o actrices según el caso.
Ojo. La peli es dura. Muy dura. Tanto como lo es sobrevivir.
Hiperrealista hasta la saciedad, esta producción británica sobrecoge por lo desgarrador de su historia, por lo acertado del reparto y por la maestría de la dirección. Poco reconocida, pero vale la pena verla.