The Other Dream Team
Sinopsis de la película

La increíble historia del equipo lituano de baloncesto 1992, cuyos atletas lucharon durante el régimen soviético, se convirtieron en símbolos del movimiento de la independencia de Lituania, y – con la ayuda de los Grateful Dead – triunfó en los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Other Dream Team
- Año: 2012
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
Película
7.1
47 valoraciones en total
Entretenido documental sobre la selección de baloncesto lituana que participó en los Juegos de Barcelona 92. El documental parte de los inicios como jugadores de Sabonis, Homicius, Marciulionis y Kurtinaitis, los cuatro lituanos titulares del equipo de la URSS que derrotó a USA en los Juegos de Seúl 88 y que pasarían a ser las figuras de Lituania cuando el país se independizó en 1991. La narración se centra en las dificultades y penurias que vivieron ellos cuatro (y sus antepasados) durante su juventud en Kaunas formando parte todavía de la Unión Soviética hasta el momento en que Lituania consigue la independencia y participa como país libre en los Juegos de Barcelona.
En general el documental me ha gustado porque como fan del baloncesto de los 80 contiene un montón de imágenes acojonantes e inéditas para mí de toda aquella época. Y se ven algunas escenas increiblemente divertidas, como la noche del draft NBA de 1986, cuando David Stern anuncia la elección de Arvydas Sabonis por Portland Trail Blazers. El propio Stern hace una sutil coña sobre el lituano, de fondo se oyen abucheos por la intromisión de un comunista en la gala, y a continuación se ve una peña de fans de los Blazers viendo la retransmisión del evento en un local y todo cristo cagándose en el iluminado que ha decidido fichar a un jugador desconocido Y RUSO para más inri. Me meaba (aunque para mear y no echar gota el traje blanco y pajarita roja de Chuck Person en esa gala del draft).
Por lo demás, el tono del documental es un poco cargante. Se trata de un documental muy politizado. Se insiste en el proceso de independencia como algo histórico y extraordinario que convierte la medalla de bronce en Barcelona como un acontecimiento casi político (por no decir militar). El mensaje qué malos son los rusos y que buena es la independencia, donde el pueblo elige cómo vivir llega a saturar. Varios políticos lituanos chupan demasiada cámara a lo largo del film. Y los propios jugadores no paran de mostrar su patriotismo en todas sus declaraciones. Ya digo, muy plastas.
Me gustó mucho más (por no decir a años luz) Once brothers , el documental de ESPN centrado en Vlade Divac y Drazen Petrovic donde la guerra de los Balcanes y el proceso de independencia quedaba un tanto de lado ante el drama humano de unas amistades rotas por la guerra. No tenía tanto tufillo nacionalista, posiblemente porque era un documental americano, mientras que éste está dirigido por un director lituano que posiblemente habrá chupado una buena subvención de su nacionalista gobierno por escribir un guión que no para de repetir lo guay que es ser lituano.
Recomendable para muy fans del baloncesto europeo.
Si esperan ustedes disfrutar de una pieza documental sobre la mejor generación baloncestística en el Báltico, sigan buscando. Los Marciulonis, Sabonis, Kurtinaitis, Homicius… quedan relegados a simple propaganda neoliberal.
No obstante, como panfleto está bien construido. Intercalan con eficacia anécdotas de los jugadores (que recuerdan orgullosos cómo se dedicaban al contrabando internacional cuando viajaban al extranjero con la CCCP) con encendidas peroratas de líderes post-Perestroika y bochornosos chistes de R. Reegan sobre sus amigos soviets. El baloncesto, por supuesto, en 2º plano, como simple excusa.
Pero tampoco podemos decir que el director haya puesto mucho empeño en que lo que se cuenta sea creible, encontrándonos con contradicciones obvias carentes de todo sentido. (Sabonis: Tener un TV era un sueño, algo inalcanzable / Marciulonis: Cuando jugábamos contra el CSKA, Kaunas estaba desierta, todo el mundo se quedaba en casa ante la TV ).
Y así, sin darse cuenta, uno pierde 90 minutos de su tiempo intentando acceder a vídeos de un joven Arvydas que tal vez no había podido ver hasta ahora. En lugar de eso, obtiene 1 hora y media de proselitismo occidental y acaba tan decepcionado como indignado.
Tema aparte es la intervención de los Grateful Dead, a quienes se intenta pintar como mesiánicos filántropos que ayudan a una joven nación que despierta, cuando en realidad lo que hacen es esponsorizarla a cambio de un puñado de dólares.
Lo único salvable, las declaraciones de Bill Walton y la brevísima intervención de Auberbach tras el draft del 81 valorando a Sabonis.