The Killer That Stalked New York
Sinopsis de la película
Una pareja -Evelyn Keyes y Charles Korvin- que contrabandea diamantes de Cuba a Nueva York, trae también un misterioso cargamento: viruela. La mujer, insospechadamente enferma, debe sortear el seguimiento de un agente del tesoro, así que se oculta en el hotel de su hermana -Lola Albright-. Cuando cae enferma, acude a un doctor -William Bishop-, quien piensa que sufre de un resfriado. Pero cuando una niña que también estaba en la oficina, muere repentinamente de viruela, la verdadera situación surge a la luz. La alerta cunde entre las fuerzas del orden, que tratan de atrapar a la persona que puede estar diseminando la infección sobre la gran ciudad.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Killer That Stalked New York
- Año: 1950
- Duración: 79
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Opinión de la crítica
6.1
79 valoraciones en total
Arranca con una voz en off contándonos, mientras vemos una panorámica del skyline y calles de Nueva York en 1947, y la llegada de una atractiva rubia (Evelyn Keyes) procedente de Cuba, en un tren de primera clase, que aunque ni la rubia ni el policía (Barry Kelley) que la sigue lo sepan, dicha mujer es una asesina que va a poner a la ciudad de rodillas un poco más tarde.
A continuación sabemos que la rubia, además de contrabandista de diamantes en complicidad con un marido (Charles Korvin) que se la está pegando con Alice (Dorothy Malone), a la sazón su hermana (de ahí el policía que la seguía, hasta que ella consigue despistarle), está infectada de viruela, y que comenzando por la muerte de una dulce niña a la que cogió en brazos en la antesala de la consulta de un doctor al que había acudido debido al malestar general que sentía, las cosas pintan mal, muy mal, para la ciudad, como se nos hace saber en la conversación entre alarmados doctores sobre virulentos antecedentes con la pandemia de por medio, al descubrir con que se enfrentan y que no tienen controlado al paciente cero.
Sigue en spoiler por falta de espacio:
Evelyn Keyes consigue aproximar el concepto de mujer fatal a su verdadera y justa dimensión. Nada que ver con una vampiresa capaz de arrastrar por el lodo de las perdiciones a una colección de machos ibéricos que acechan la caza apostados entre vasos de whisky en la larga barra de un club noctuno. No. La fatalidad adquiere aqui su más negra acepción. la de la muerte caminando con tacón alto y cruzado mágico,al tiempo que derrama lisuras y flores de canela envenenadas. La mujer muerte como anuncian los titulares de la prensa neoyorkina se pasea entre ocho millones de victimas potenciales que se cruzan con ella, sin siquiera haber calculado la probabilidad estadística de regresar a su casa aquella misma noche. Una mujer que muere a cada instante victima de la misma muerte que disemina con cada roce, con cada respiración, con cada movimiento. Esta es la esencia de un film que partiendo de algunos antecedentes reales trata de concienciar a los espectadores acerca de los peligros de una epidemia sanitaria en una urbe de las dimensiones de la Gran Manzana y que lo hace mezclando en paralelo dos historias, la pandemia ya citada y otra relacionada con el contrabando de diamantes.
Quizás por ello, la película se mueve en una ambigüedad profunda. El revestir de noir lo que básicamente es un drama sanitario con tintes colectivos, nos lleva a pensar que se desconfiaba de las posibilidades intrínsecas de un argumento que concienciase a las masas de los peligros de epidémias víricas como la viruela, enfermedad que parecía derrotada desde la Edad Media. Seguramente no podrían predecir situaciones como las que se vienen dando en tiempos como los actuales donde virus desarrollados en el África más recóndita consiguen expandirse e introducirse en zonas cultural y sanitariamente más avanzadas y protegidas, alarmando a la población ante el escaso conocimiento que tienen las autoridades de los microorganismos invasores. Sea como fuere, el argumento contrabandístico no consigue tomar el mando del film ni tampoco fija demasiado el interés del espectador en esta cuestión, quien tan solo valora la intensidad del ánimo vengativo que consigue mantener con vida a quien es sin duda y sin esperanza una muerta potencial.
La película tiene sus valores. Eso hay que reconocerlo. En primer lugar y de forma muy destacada, el trabajo de Evelyn Keyes. En otro orden de cosas la fotografía y ese tempo con que se desenvuelve el film manteniendo una sensación de agilidad que conviene a la historia. La actuación de los actores es igualmente correcta. Pero no nos equivoquemos, es un film menor, con mensaje y que se deja ver, pero menor al fin y a la postre. Por su mensaje no me atrevería a decir que prescindible. Por la actuación de Evelyn Keyes, imprescindible.
Killer that stalked New York ha resultado otra agradable sorpresa de una película realmente entretenida realizada con un montaje ágil a modo semidocumental donde se incluyen varios noticieros informativos.
Supone un título más a añadir en torno al subgénero de las epidemias y enfermedades contagiosas (otras películas serían Pánico en las calles o City of fear). En esta ocasión, una plaga de viruela que siembra la alarma en una población de ocho millones de habitantes. Está muy bien reflejado ese pánico y psicosis colectiva así como todo el proceso de investigación médica que se complementa con una trama también policiaca de contrabando de joyas. De alguna manera, se pone en entredicho el sistema sanitario ante la carencia de recursos y la imposibilidad de tener vacunas para todos.
Un reparto muy coral con actores secundarios convincentes y el protagonismo de la actriz Evelyn Keyes con una gran caracterización física como enferma transmisora de la epidemia. Otro aspecto a destacar es la utilización de diferentes planos de Nueva York donde se muestran calles como la tercera avenida junto con puestos ambulantes y mercados. En este sentido, son excelentes la introducción y el último plano final con un estético atardecer de la ciudad de los rascacielos.
Sin duda, otra rareza a reivindicar con el paso del tiempo de Earl McEvoy que apenas dirigió tres películas.
No es la película más adecuada para ver en tiempos de coronavirus, pero en fin, cuando la vemos desde ahora parece una adelantada a su tiempo. Es una serie B, especie de drama de catástrofes, subgénero epidemias, mezclada con toques de cine negro, que en aquellos tiempos se le metía a todo (porque funcionaba siempre). Película ágil, con un buen elenco de actores sin grandes estrellas (aunque a veces parecen todos un pelín mecánicos, excepto Evelyn Keyes, que está excelente, y Dorothy Malone, que jamás se dormía en el trabajo), y con un metraje cortito y un tono cercano por momentos al documental, sabiendo transmitir ansiedad y pánico ante la movida. Gran fotografía, por cierto. Recomendable echarle un vistazo.