The Fall: El sueño de Alexandria
Sinopsis de la película
Hollywood, años veinte. Tras una desafortunada caída, un especialista en secuencias de acción es ingresado en un hospital. Allí conoce a Alexandria, una niña con un brazo roto a la que hace una promesa: si ella le consigue morfina, él le contará una historia maravillosa. El relato se extiende a todos los rincones del mundo. Remake de la película búlgara Yo Ho Ho (1981) de Zako Heskija.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Fall aka
- Año: 2006
- Duración: 118
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Opinión de la crítica
Película
7
22 valoraciones en total
Tarsem Singh es una personalidad admirada en el mundo de la música por ser el director de video-clips tan famosos como el de ‘Loosing my religion’ de los archiconocidos R.E.M. No consiguió por contra ganarse tantas amistades en el séptimo arte. Con ‘La Celda’ fue acribillado tanto por el público como por la crítica. Y parte de razón tenían pues el filme acababa convirtiéndose en un producto hueco hecho para mayor gloria de la odiosa Jennifer Lopez. No obstante, a un servidor le gustaría rescatar de ella las valiosísimas escenas oníricas (desconcertantes, terroríficas y a la vez preciosas) que con tanto esmero construyó el cineasta indio y que sin duda demostraban que allí había madera de gran creador.
Con el estrepitoso fracaso -llamémosle mejor caída- de su primera aventura cinematográfica, muchos ya daban por enterrado al bueno de Tarsem. Pero el verdadero talento nunca muere. Con la ayuda del gran David Fincher y el no menos interesante Spike Jonze (importante, los primeros pasos artísticos de los dos fueron también en el renio de los video-clips), se puso manos a la obra para hacer una libre adaptación de la película búlgara ‘Yo Ho Ho’. ¿Un simple remake? No. Un trabajo colosal con vida propia que le costó para completar ni más ni menos que cuatro años y que le llevó a viajar por todo el mundo, a lo largo de más de veinticinco países.
Viendo los anteriores trabajos del Sr. Singh era de esperar un buen trato de la imagen, pero lo cierto es que ‘The Fall’ supera de largo las expectativas más optimistas. Un boquiabierto Roger Ebert la definió como una extravagante orgía visual, pero es que ni así nos podríamos hacer una mínima idea de la magnitud sensorial que alcanza la película. Con ella se hace bueno el refrán de que más vale una imagen que mil palabras. Porque podría pasarme horas tratando de describir la escena del elefante nadando por el océano, o la del emisario de Alejandro Magno cabalgando entre interminables dunas de arena rojiza, o la de la presentación de la ciudad azul de Jodhpur. No serviría de nada. Hay que verla para que dejar que estas imágenes puras, exentas de cualquier trucaje digital atraviesen nuestras retinas para instalarse por siempre jamás en nuestra memoria.
Lo único preocupante de ‘The Fall’ es que tanta belleza impida la entrada de sus múltiples reflexiones. Hay ya quien ha considerado que el impresionante poder visual se convierte en un arma de doble filo que acaba devorando cualquier indicio de contenido en la historia. Error fatal. Si algo ha demostrado por encima de todo Tarsem, es haber aprendido de sus errores. Y es que, este sueño de Alexandria está inundado no sólo de colores, sino también de un potente mensaje meta-cinematográfico. Con el fantástico epílogo se destapan las verdaderas intenciones del genio Singh y todos los cabos sueltos acaban cobrando sentido. ‘The Fall’ es ante todo un homenaje al cine.
Fundamentalmente, la película cuenta con dos balas de oro en la recámara, y otras de plata completando el cargador. A saber, las de oro son, por una parte, la excepcional fotografía y la explosión de texturas y colores que desprenden cada uno de sus planos, empezando por los instantes iniciales, en un blanco y negro nítido, congelado en el tiempo, y preconizador de las sutilezas visuales que se avecinan, siguiendo con la plasmación de unos paisajes naturales saturados de vida y casi coprotagonistas, y acabando por la deslumbrante composición de cada uno de los fotogramas, casi concienzudamente esculpidos a cincel para deleite de los espectadores. La otra bala de oro, la emotiva interpretación de la niña rumana Catinca Untaru, que parece no saber que está siendo filmada y se entrega en cuerpo y alma a la historia y forma un dúo interpretativo antológico con Lee Pace. Las de plata son quizás la fábula que se nos narra, rica en detalles y profusa en contenido y la idea de conectividad entre culturas que transpira de ella.
Se reflexiona aquí sobre la creación de una ficción y su efecto en la realidad, sobre el poder de la imaginación y la inocencia como la mejor de las medicinas, de cómo todos nos merecemos una segunda oportunidad cuando nos dejan tirados en la cuneta. Quizás suena a edulcorado y a pastiche de emociones fáciles pero a veces es bueno dejarse llevar por la mirada de una niña y por su bondad, aunque los asistentes a la sala de prensa donde anunciaron que the Fall era la película ganadora del festival silbaran tímidamente al ver que la galardonada no cumplía con los cánones más clásicos del género fantástico o de terror. A mí me pareció muy buena elección.
Y si nada de esto os convence, plantearos el visionado de The fall como un paseo virtual por casi medio mundo (se rodó en 23 países) con imágenes que a ni el mejor de los realizadores de National Geographic se le haya ocurrido nunca filmar, o como una lección de las que sientan cátedra del difícil arte de construir una historia, buena o no, pero emotiva en el buen sentido de la palabra. Todo un hallazgo este The Fall. Esperemos que Tarsem Singh no contrate para su nueva película a Enrique Iglesias, y se límite a producirle los videoclips. Señor Singh, cada cosa en su sitio.
Tarsem Singh, realizador y productor angloindio, habitual conocido de los videoclips (fue el director y responsable del clip Losing My Religion , popular tema de R.E.M.), director en el año 2000 de la película La Celda , nos trae ahora con la excelente The Fall el remake de una casi desconocida producción india de los años ochenta titulada Yo Ho Ho .
Rodada con encanto en varias partes del mundo, con especial atención a los paisajes de la India, tras este escueto pero sugerente y, a la vez, metafórico título se esconde una gran fantasía con el trasfondo de una triste historia y un cuento moral.
Un joven especialista en secuencias de acción ingresa en un hospital como resultado de una caída. Allí conocerá a Alexandría, una niña de cinco años ingresada por un brazo roto, a la que, en sus sucesivas visitas, empezará a contar una extraordinaria historia.
Con unas magníficas y creíbles interpretaciones por parte del reparto, en especial de Lee Pace, el actor principal, y Catinca Untaru, la graciosa niña protagonista, que dotan de ternura, humor y dramatismo a esta bonita historia de imágenes preciosas, The Fall ha resultado ganadora como mejor película en el pasado Festival Internacional de Sitges 2007 y recibió la mención especial del oso de cristal del jurado joven de la Berlinale 2007.
The Fall representa un original forma de explicar una historia y aunque quizá en algunos momentos resulte de una comicidad algo pesada y, sobre todo, nos queden ganas de saber algo más del joven protagonista, no defraudará a quien busque una película que cuente historias personales de forma diferente.
Érase una vez un hombre herido y una niña herida que forjaron un pacto: morfina a cambio de un cuento. Una adicción por otra: un olvido por otro.
Érase una vez cinco hombres desterrados que buscaban venganza contra un enemigo común al que deberán perseguir por los más lejanos confines de este fascinante y repulsivo universo.
Érase una vez un hospital de los Angeles poblado por murmullos de sufrimiento al otro lado de las puertas cerradas, almas aullantes y solas, cuerpos desmadejados, tristes y rotos.
Érase una vez un cuento más grande que la vida, porque toda la vida es cuento y los cuentos, cuentos son.
Érase una vez una imaginería insaciable, inacabable, inmensa, que traspasa los límites de la imaginación y sólo se arrodilla para servir a una historia.
Érase una vez una película escrita en prosa poética.
Érase una vez un ambicioso señor llamado Tarsem Singh que un buen día decide invertir cuatro años de su vida y mucho dinero propio y ajeno para crear el cuento de buenas noches más jodidamente maravilloso del mundo.
Érase una vez un gran montón de espectadores que todavía no la han visto y a los cuales envidio con toda mi alma.
Sé que la decepción guarda una relación directa con las expectativas, así que la culpa será mía. Después de haber sufrido La Celda, tendría que haber imaginado que Tarsem Singh es un director de videoclips/películas y no todo lo contrario.
Es posible que Aristóteles usase este film para explicar la diferencia entre forma y contenido.
Porque la forma de The Fall es extraordinaria, sobre todo, como es obvio, en las escenas de aventura. Ahí se mueve entre fantasías oníricas y lugares imposibles de una belleza extraordinaria.
Pero el contenido, ay amigo, el contenido es una historia de aventuras embutida dentro de un drama real. Dos líneas argumentales paralelas, pero distorsionadas. Deshilachadas. Sin ritmo. Sin empatía. Sin actores que transmitan pena. Ni gloria.
No creo que sea un problema de querer ser pretencioso (Tarsem no es Thomas Anderson), sino de pretender adaptar un historia infantil a un prisma de adulto con un impacto visual brutal. Dicho de otra manera, buscar una versión 2.0 de La Princesa Prometida.
Pero Rob Reiner es director de películas y no de videoclips. Por eso La Princesa Prometida es un film bonito, un poco ñoño, pero bonito, mientras que The Fall es un drama insulso acompañado de extraordinarios tropezones visuales.
¿De quién es la culpa? ¿De los videoclips? ¿De Aristóteles? ¿De los actores sin carisma? Seguramente mía. Por lo de las expectativas.