Tetro
Sinopsis de la película
Bennie Tetrocini regresa a Buenos Aires para buscar a su hermano mayor desaparecido hace diez años. Tanto él como su familia, emigrantes italianos en Argentina, se habían mudado a Nueva York debido a la exitosa carrera del padre, un renombrado director de orquesta. Cuando, por fin, Bennie lo encuentra se lleva una gran decepción: el brillante poeta Tetro ya no es el hermano maravilloso, el ídolo de su infancia, se ha convertido en un hombre distante y desilusionado que no quiere saber nada de su familia y que ha dejado de escribir. Durante el tiempo que Bennie pasa con él, los dos evocan experiencias tormentosas de su pasado y acaba saliendo a la luz un terrible secreto.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tetro
- Año: 2009
- Duración: 127
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Opinión de la crítica
5.7
72 valoraciones en total
Si hay algo que caracteriza (temáticamente hablando) la ya amplia y excelente filmografía de Francis Ford Coppola es su extremado interés, casi obsesión por los temas de familia. Desde su debut con Dementia 13 donde por primera vez aparece la relación entre hermanos en un escenario hitchcockiano, las referencias a la problemática familiar han sido constantes y numerosas: El valle del arco iris , Llueve sobre mi corazón , Rebeldes , La ley de la calle , Jardines de piedra , Tucker, un hombre y su sueño , Vida sin Zoe , Jack , y como no, Los padrinos .
Todas ellas son películas que tienen algo del Coppola que ansía conocer su mundo interior. Descifrar sus conflictos más escondidos. Todas mantienen en mayor medida una relación muy personal con su vida y con sus miedos interiores, y que le ha llevado hasta Tetro, continuando una identificable línea marcada con la anterior Youth without youth, manteniéndole inmerso en un mundo particular, casi secreto y con extensas connotaciones singulares.
Tetro comienza siendo una más que interesante historia que promete trasladarnos al cine con mayúsculas y que se evapora tan rápido que apenas deja rastro cuando finaliza. Unos poderosos primeros diez minutos dan paso lentamente a una narración carente de fuerza, con pocos argumentos dramáticos y con la sensación de que lo que se cuenta no interesa demasiado, llegando incluso en ocasiones a una suerte de folletín que puede llegar a resultar somnoliento. Ni la historia consigue sostenerse en ningún momento, ni los personajes tienen la fuerza necesaria para ser por ellos mismos un torrente sentimental, a pesar de estar ante un excelente papel de Maribel Verdú y un correcto Vicent Gallo. El papel reservado para Carmen Maura como crítica de teatro puede explicar muy bien hasta qué punto lo que comienza como un serio proyecto personal se va transformando en una sucesión de historias huecas y ciertos pasajes que rozan el esperpento.
Aún así, e intentando borrar de nuestras cabezas, escenas finales que se acercan a la ridiculez, y que no son dignas del extraordinario Coppola, la película nos deja dos o tres magistrales escenas que nos recuperan al cineasta con recursos. Hay miradas que disparan directamente al alma del espectador, y un toque independiente que en ocasiones resulta creíble aunque a veces vaya perdiendo fuelle. La relación entre hermanos está presentada con torpeza, pero en cambio ciertas metáforas, así como pasajes donde se combina música, danza y recuerdos imborrables hacen que haya merecido la pena sentarse a descubrir esta nueva obra de uno de los cineastas más importantes.
Una historia que aborda los sentimientos humanos sin miramientos y suplicando frases como la que aparece nada más comenzar la película en un muro de una calle cualquiera en un humilde barrio argentino: No sueltes la soga que me ata a tu alma.
Muy lejos del mejor Coppola, pero lejos también de un cine mediocre donde pretenderán colocarle algunos.
Cada uno de nosotros, no somos más que autores de la obra que construimos día a día. Los hay que la construyen empleando recursos cinematográficos para ello, otros que se sirven de la literatura y quien echa mano de la música para poder dar alas a las sensaciones que pueblan esa obra. Pero lo realmente importante, lo que en el fondo de todo termina definiendo hacía donde nos dirigimos y porque escogemos ese camino, es la propia obra. Es por ello, que Tetro decide rechazar su obra: su obra no es más que el recuerdo frustrado de un pasado maltrecho por las heridas constituidas en un seno familiar en el que fluían los sentimientos más negativos que se puedan dar, y del mismo modo que algún día tuvo una familia a la que quiso y siguió, ahora prefiere olvidar esa parte de su obra, y dedicarse por completo a aquello que todavía está por venir. Sin mirar al pasado, sin voltear la cabeza hacia atrás.
Así mismo, Coppola ha hecho lo propio con su obra: pocos restos quedan en Tetro del empaque y la magnitud de su anterior cine. No digo que el norteamericano no posea esas características, pues hay momentos en su último film que destilan un poso y una compostura enormes y que dejan al espectador clavado en la butaca por unos segundos, consciente de que aún quedan vestigios del mejor Coppola.
Sin embargo, aquí el resurgido cineasta opta por otorgar un toque mucho más onírico, confiere una dimensión distinta tanto a sus personajes como a sus distintas empresas, e intenta dejar al espectador inmerso en un pálpito de sensaciones muy distintas a las que antaño se movían entre sus distintas obras.
Tetro , en sus compases iniciales, otorga un inicio escurridizo al denso drama que se nos pretende narrar, y hace tanto del interés que suscita en el espectador (que bien pronto surge), como de las medidas interpretaciones de unos actores que no podrían estar mejor escogidos, sus principales bazas hasta comenzar a desgranar los conflictos que, como un torbellino de consecuencias, irán arrastrando al propio público hacía los oscuros recovecos del film.
La atmósfera progresiva que nos va sumergiendo en ella, y el conjunto de momentos que nos hablan sobre sus personajes (algunos extravagantes y cercanos al mundo Almodovariano, como bien han señalado por ahí), van construyendo con mesura una cinta que, precisamente en sus instantes clave, funciona como debería hacerlo. El conflicto estalla en pantalla como un componente más, y el duelo entre Gallo, Verdú y Ehrenreich está servido, logrando minutos de una enorme intensidad y haciendo que, por un momento, creas en ese drama, en esa colisión.
Su conclusión, lisérgica y chocante, deja un poso aparentemente extraño que, pese a reducir las posibilidades de la propia obra, nos entrega una nueva perspectiva sobre hasta dónde puede llegar este nuevo Coppola y nos advierte que la cosa no termina aquí, que el director de Michigan, a sus 70 años, está dispuesto a ofrecer mucho más. A ir, todavía, un paso más allá.
Si! esto es cine del bueno!.
En esta segunda película de la nueva juventud sin juventud del Sr.Coppola, logra un film libre y arriesgado donde el cine en su máxima plenitud al servicio del espectador que se deje llevar y disfrute de esa maravillosa fotografía en blanco y negro, con esos encuadres con juego de personajes entre sombras y espejos, con todo tipo de simbologías entre planos y unos acertados flashbacks y un oneirismo muy gratificante. Los actores todos ellos notables, solamente Carmen Maura esta un poco fuera de lugar. Banda sonora igualmente sobresaliente.
Como defectos pienso que el guión no esta del todo pulido y que falla sobretodo en su parte final.
Se podría decir que tiene los defectos de una Opera prima, guión descompensado, algunas salidas de tono, y algún momento poco conseguido.
En fin una película fresca con momentos geniales, no esta a la altura de sus Obras maestra ( El Padrino. La conversación. Apocalypse Now…) Pero muy por encima de simples encargos como Jack o Peguie Sue . Pienso que si te equivocas equivócate con algo en lo que creas o sientas, y este Tetro al igual que la anterior película Juventud sin Juventud son dos películas que aun no siendo ni mucho menos redondas, son películas por las que merece la pena creer.
Película personal y muy cinematográfica que estoy convencido que el tiempo tratara muy bien. y ahora a ver que nos deparara este joven Coppola en el futuro.
Me dejó desconcertada Tetro. Es una película de una mediocridad impensada para Coppola, le falta fuerza y enganche y el elenco está bastante flojito. Ya podría también dejarse un poco de joder con lo de los inmigrantes italianos que el tema lo tiene agotado hace rato. Un joven va a Buenos Aires buscándo a su hermano Tetro a quién tiene idealizado pero al llegar se encuentra con una realidad muy distinta. Gallo que es un excelente actor, pero luce cansino y sin brillo se lo nota incómodo y no le saca partido a un rol que está hecho a su medida. Maribel verdú es la única que está bien, sobria y correcta como siempre, hace muestra de su capacidad actoral dando gracia a escenas anodinas que sólo su encanto las hace llevaderas. Como guía turística de Buenos Aires el film es bonito y muestra lugares que son realzados con una fotografía muy bella. Hay tramos donde Coppola mezcla un poco del vodevil porteño con algunos toques circenses que me gustaron y el uso del blanco y negro está bien utilizado. Pero la película no termina nunca de arrancar y se pone aburrida llegando a un final soso que no transmite nada. En pocas palabras, visualmente linda pero le falta corazón.
Coppola estrena. Y a pesar de los continuos batacazos, cuando se dice Coppola estrena el mundo cinematográfico se para. Y queréis que os diga algo, que me parece perfecto. No existe en la faz de la tierra un director en activo que haya dado el cine lo que Coppola le ha dado. ¿Y debemos por ello darle tanta atención? Al menos, debemos darle respeto e interés. Al menos nos deben dar la oportunidad de poder ver sus películas. Cosas sencillas que no pasaron con su anterior trabajo. Cosas sencillas que la industria cinematográfica niega a uno de los directores que más ha hecho por la industria.
La familia Coppola.
Karl Maria Brandauer (Carlo Tetrocini) le dice a su hijo Lucas di Conza (joven Tetro): Sólo puede haber un genio en la familia.
Tetro es excesivamente personal y por supuesto imperfecta. Las personas tenemos la manía de no ser perfectas y los directores que no rinden cuenta tienen la costumbre de llenar las películas de manías. Pienso que Tetro es un alarde indiscutible a nivel técnico y tecnológico. Y que diga eso no viene a decir que me guste el blanco y negro que usa, porque no me gusta mucho. Pero es que yo también tengo mis manías y para mí el B/N es el de toda la vida (que usó de manera soberbia en La Ley de la calle) y no un B/N modernete donde ni el blanco es White ni el Black es negro.
Existe un tratamiento del color diferente para las escenas comprendidas en el pasado. Entre estas sobresale, quizá mi escena favorita, cuando el joven Tetro lleva a su joven novia a que conozca a su padre. La escena en sí, es todo un homenaje a cierto cine ya extinto, es un homenaje a Sirk y su Imitación a la vida. A ese color pastel nada real pero siempre cercano al polvo de las estrellas. Y es ese color, lo único que yo recuerdo de Imitación a la vida.
No sé si cuando Coppola escribía el guión tenía en mente al manchego Almodóvar. Pero uno empieza Tetro y piensa que va a empezar un espectáculo y termina de ver Tetro y piensa que ha visto a un flojo Almodóvar: con una Maura almodovariana, con una trama almodovariana y con pocos reflejos de calidad de lo que en su día fue el director estadounidense más respetado de Hollywood.
Entonces, Tetro es ni más ni menos que una mala historia. De esas de casi culebrón, de esas de entonar los ojos y casi avergonzarse, pero tiene la osadía de romper los esquemas del melodrama y montar un buen número de escenas que escaparían a la lógica del bueno de Douglas Sirk. Y aquí es donde gana la batalla Coppola. En el momento donde olvida el melodrama (y con ello a Almodóvar y Sirk) y su independencia crea libertad, y la libertad una rebeldía difícil de calibrar.
Puede que Tetro peque, como dije en un principio, de excesos pero tampoco veo extraño que la película pueda ganar en el futuro. Demostrando que el arte está vivo y que en muchos casos, es la forma de mirar el arte lo que debe cambiar.