Tesis sobre un homicidio
Sinopsis de la película
Roberto Bermúdez, abogado y profesor especializado en Derecho Penal, está convencido de que Gonzalo, uno de sus alumnos más brillantes, es el autor del brutal asesinato de una chica cometido frente a la Facultad de Derecho. Decidido a demostrar su versión del crimen, emprende por su cuenta una investigación que acabará obsesionándolo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tesis sobre un homicidio
- Año: 2013
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
Película
5.8
46 valoraciones en total
Hay actores que necesitan de los textos de Shakespeare para dar lo mejor de sí mismos, a Darín le alcanza con recitar la etiqueta de un Champú para lograrlo. No sé cuánto hay de seductor o de embaucador en ello, pero Darín tiene el don de la inmediatez, sus personajes te atrapan al momento. Su sola presencia en pantalla eleva cualquier película, y reconozco en eso (mea culpa) una forma de distorsión a la hora de juzgar la película por encima de su actuación.
La primera hora larga de la película es sobresaliente. La factura técnica, la precisión de la trama, los planos subjetivos, el clima de desasosiego, todo funciona espléndidamente. Hasta las disquisiciones morales, éticas y legales que podrían caer en el exceso, o por el contrario resultar banales o huecas, son oportunas y certeras. El desarrollo de la investigación tiene el ritmo preciso. Los pequeños detalles que se van deslizando y las circunstancias del pasado que afloran, consiguen ser efectivos y crean momentos de tensión bien resueltos. Incluso el paso paulatino de lo objetivo a la obsesión subjetiva está bien medido y graduado.
A partir de la escena del baño protagonizada por Calu Rivero ya es otra película, donde predomina la confusión y la precipitación. Se dejan detalles inconclusos que provocan perplejidad. Es frustrante para el espectador, por ejemplo, que se omita cualquier referencia al ensayo titulado Tesis sobre un homicidio, elaborado por el sospechoso y que Roberto (Darín) ni siquiera llega a leer. Resulta toda una ironía que dicho trabajo académico de título a la película, ya que con su exclusión se cierra toda esperanza de concreción en la resolución final.
Si el objetivo fuese la reflexión sobre el papel de los mecanismos de alienación social en los sujetos, o a la inversa, la alteración de la realidad que nos circunda a través de la percepción subjetiva, -temas tratados en el cine en películas como El quimérico inquilino o La conversación- es lícito plantearse un final donde todo el peso recaiga en el plano subjetivo. Llevar esta discusión a una película de intriga, donde la principal incógnita a despejar será siempre quién lo hizo es apostar por el fracaso desde el inicio. Cualquier tesis que se precie de serlo, por muy bien formulada y expuesta que esté, precisa de una conclusión.
Ricardo Darin es un portentoso actor que convierte en interesante todo papel que interpreta, pero esta vez aporta su aplomo y presencia a un pobre engendro a medio cocer como es Tesis sobre un homicidio. Para que una película funcione tiene que haber un protagonista y un antagonista de similar calibre o interés y aquí está por completo ausente, sólo vemos las elucubraciones del protagonista y nos deja sin el necesario contraste con la realidad que permita al espectador atar cabos o completar propuestas.
El final abrupto corta y desluce lo que era una película interesante y la convierte en una decepción mayúscula. Tanta caracterización para nada, tanto crimen malversado, tanta maldad intuida malversada, tanta trama ideada no rematada, tanta sugestión abortada… Es una pena ver cómo se desaprovecha a un actor como Alberto Ammann para nada, ni siquiera a mayor gloria del protagonista (ya que no va por ahí el desaguisado) y al final uno tiene la sensación de haber malgastado por completo el tiempo de la proyección.
El guión es un mero borrador no finalizado y en vez de tomarse el tiempo y el esfuerzo en concluir la cinta, se ha optado por darle carpetazo, quizás por angosturas o tiranteces de presupuesto o por desidia o desgana de producción, pero en todo caso el resultado es pobre, deslucido, deslavazado y muy insatisfactorio. Una decepción en toda regla.
—REUNIÓN EN LAS OFICINAS DEL INSTITUTO NACIONAL DE CINE Y ARTES AUDIVISUALES (INCAA):—
FUNCIONARIO DEL INCAA 1: Se nos está acabando la guita que recaudamos con El Secreto de sus ojos y no podremos seguir financiando películas impresentables de directores nóveles que se creen los nuevos Ingmar Bergman… ¡Necesitamos otro éxito ya!
FUNCIONARIO DEL INCAA 2: Propongo que sigamos el camino que nos marca Hollywood cuando una película funciona en taquilla: ¡Repitamos fórmulas!
INCAA 1 : Joya, entonces, primero que nada necesitamos a Ricardo Darín, si es posible haciendo de Abogado. Luego, una novela thriller-best seller de algún escritor joven argentino. Preferentemente, ambientada en el poder judicial
AUTOR: Hola, me llamo Diego Paszkowski, y escribí una novela titulada Tesis sobre un homicidio
INCAA 1: Genial, aunque volaremos a la mierda la tesis del argumento, y quedará solo en el título
GOLDFRID: Hola, soy Hernán Goldfrid (Música en espera), y me ofrezco a dirigirla. Veo que la novela trata de un supuesto crimen perfecto y un alumno y profesor que se enfrentan en un desafio de intelectos. Como esto me recuerda a La Soga, voy a meter referencias a Hitchcock a cagarme
Tengo pensado iniciar la película con una secuencia donde Darín, sentado con cara de vencido, acaba de desordenar frenéticamente toda su biblioteca, y voy hacer que la cámara se mueva en círculos rápidos a su alredor, para representar la sensación desesperación que aqueja al personaje. Sería una referencia a Blow Out de De Palma, cuando Travolta desenrollaba todas sus cintas magnéticas, y a La Conversación de Coppola, donde Hackman también ponía patas para arriba su casa ¿Qué les parece?
INCAA 1: No sé ni de que mierda me hablás, flaco. Hacé lo que quieras mientras que yo pueda poner la jeta de Darín grandota en el poster, y que diga la leyenda DE LOS PRODUCTORES DE EL SECRETO DE SUS OJOS. Luego, necesitamos a Francella
INCAA 2: Lo llamé, y dijo que tiene un compromiso
INCAA 1: No importa, hay que respetar la fórmula: entonces conseguime a algún otro actor de Los bañeros más locos del mundo o Los Exterminators, que quiera olvidar su pasado vergonzoso y ganar un Oscar: Emilio Disi, Berugo Carámbula, cualquiera.
Y para bancar la coproducción con España, un actorcete argentino de nacimiento, pero de larga radicación allá, que hable en un molesto acento híbrido entre los dos países, y que sea un paquete actuando
INCAA 2: Conseguí a uno que se llama Alberto Ammann, hizo cuatro o cinco películas allá que no las conoce nadie. Dice que si tuviera que mostrar la chota como el gallego de El Secreto de sus Ojos, no tiene problemas
INCAA 1: ¿Y el otro?
INCAA 2: Carámbula tiene parkinson, Emilio Disi está en Miami haciendo Rompeportones 2. Estoy haciendo gestiones para ver si Paolo el Rockero agarra viaje…
INCAA 1: No importa, dejálo. Ofrezcámole un papelito super secundario a Arturo Puig que agarra cualquier cosa
DARIN: ¡Arturo, viejo amigo! ¡Que alegría, una vez más juntos!
PUIG: ¡Lo mismo digo! ( Pensar que este hijo de puta hacía la versión infantil de mi personaje en He nacido en la rivera (1972), y ahora terminó convirtiéndose en el gran actor argentino, mientras que yo acabé en Grande Pá. Me cago en mi alma )
— SIGUE EN SPOILER PERO SIN SPOILER, LEA TRANQUILO:
No está mal que una película intente ser original, profunda, compleja, intelectual .
No está mal que una película sea comercial, promocionada hasta en las sopas de letras, popuplar .
Y decididamente no está nada mal cuando ambos factores se combinan, creando obras maestras para todos, como Nueve Reinas, por ejemplo.
Pero sí molesta que un film del que se espera una buena historia y pasar un buen rato, y no mucho más, pretenda exhibir supuestos diálogos inteligentes, secuencias complejas (pero sin sentido, excepto el impacto constante) y personajes aparentemente rebuscados (pero vacíos).
Así, Darín compone a un hombre solitario y ermitaño, aún romántico creyente de la justicia (¿no lo habíamos visto ya esto?), que consume whisky y hace girar monedas como pobres marcas de un personaje que no es más que el actor desnudo frente a la cámara. Ni siquiera las constantes ingestas de alcohol lo modifican.
Ammann interpreta a un demonio molesto, psicópata sacado de cualquier película de terror barata. Y, por último, y para decepción de muchos, Arturo Puig, Calu Rivero y Mara Bestelli son apenas personajes secundarios, con una injerencia mínima en la película: no hacen mucho más que ser funcionales a la trama, sin demasiadas justificaciones de sus motivaciones (el trío entre el protagonista, su ex esposa y el juez nunca termina de explicarse ni de convencer).
Que en una película que presenta un crimen a resolver trabaje con un solo sospechoso (o, si se quiere, dos: antagonista y protagonista) habla de una confianza absoluta en la robustez de los protagonistas. Ésta es inexistente, pues se trata de personajes planos, que actúan siempre igual, y que sostienen entre sí diálogos inverosímiles e inconsistentes en torno al más elemental planteo de la filosofía del derecho.
Sólo queda entonces por rescatar algunas buenas intenciones en la dirección (en especial, de la fotografía) y cierto clima de tensión, que es mayormente generado por los planos elegidos y por una música que a veces puede resultar excesiva en sus resaltados.
En fin, un producto comercial, que pretende salir del circuito, pero con argumentos muy pobres, lo que sin dudas lo condenará a un rápido olvido (y, me arriesgo a decir, también a un fracaso comercial en relación a las expectativas, el boca en boca es más fuerte que cualquier publicidad).
Cuando una peli hace que sigas pensando en ella un par de horas después de haberla visto, por algo es. Peliculón. O eso creo yo. Para los que la hayan visto, podéis seguir leyendo.