Tart (Quiero probarlo)
Sinopsis de la película
Cat Storm sólo quiere integrarse en el exclusivo grupo del instituto Hewitt en el barrio alto de Manhattan. Ella está interesada en William, el chico más popular del instituto, mientras su mejor amiga, Delilah, es una mala influencia que sólo ocasiona problemas…
Detalles de la película
- Titulo Original: Tart aka
- Año: 2001
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
4.1
83 valoraciones en total
Tart, o como su gracioso título patrio cita Quiero probarlo, es una somnífera película que trata sobre los conflictos emocionales y sexuales de unos adolescentes que se pasean entre la alta alcurnia y el postureo.
La película, que posee un atractivo aire de película de siesta, emplea un lenguaje soez injustificado y unos diálogos insulsos que no van a ningún sitio. Y eso que de sopetón vivimos un Ricky Martin (perrito cunilingunero) y hasta vemos como una de las chicas orina en un cubo para entregárselo a sus haters. Pero es que da igual porque no se interactúa con ningún personaje y ni con ninguna escena por culpa de un guión endeble y de corta y pega sin sentido. Para dar fe a sus horrorosos diálogos, aparece Melanie Griffith en modo cameo (sí, ella) y su diálogo se resume a: Veo que ya tienes buenas tetas, Au revoir, cherie. Ahí está para todos nosotros, el cliffhanger del film.
El género femenino posee un grado superior de empatía en materia de conflictos emocionales, y tal concepto les permite elaborar unos diálogos más realistas y más intensos. Y estos detalles, su directora, Christina Wayne, se los pasa por la faja. No creo que haya aspectos más atractivos para realizar un guión potente que la adolescencia, el sexo y las drogas. Todo desaprovechado. Compararla con la excelente Kids (1995) me parece desproporcionado y eso que seguimos ubicados en el vanagloriado cine independiente.
En conclusión, Anna Paquin, que fue una opción para protagonizar tal esperpento se ha librado de una buena y sin duda, lo mejor de la cinta, es la carátula. Engañoso reclamo del cual yo caí como mosca a la hez.
Hecho el balance, resulta tan impropio ser de aquellos padres que dan amor a sus hijos, pero que no se comprometen suficientemente con sus necesidades básicas de manutención (adecuada alimentación, un techo digno, atención en salud, un colegio decente, recreación…), como hacer parte de aquellos otros que cubren todas las necesidades económicas, pero que son eternos ausentes en la comunicación, en lo afectivo, en el acompañamiento… y hasta en el buen ejemplo moral.
Aquellos van a criar hijos inconformes, insatisfechos, con frustraciones… pero darán también lugar a casos muy afortunados en los que la carencia y el sufrimiento, lleva a los muchachos a asumir con entereza el estudio y a emprender, luego, proyectos muy positivos con los que conseguirán salir adelante. Y los padres de aquellos hijos que lo tienen todo, verán casos muy lamentables donde estos asumen profesiones que para nada les hacen felices, les verán metidos en adicciones degradantes, o en el peor de los casos, suicidándose, al sentir que, lo que al final tienen, es un inmenso vacío afectivo y espiritual, que no lo llena absolutamente nada material.
A este segundo grupo de padres, pertenecen los chicos que protagonizan la corriente pero verosímil historia de TART (Quiero probarlo). Son alumnos de una secundaria privada, lucen saludables, nunca les falta lo que necesitan materialmente y quizás por esto mismo se animan a experimentar todo aquello que subvierte lo convencional (una de esas formas de estar in que, en ocasiones, es pura in-genuidad): Robar en una tienda o en una casa, consumir psicoactivos, experimentar el sexo con otras variables… y nada los retiene, porque, moral e integridad son cosas que no brillan en sus hogares.
Con una cierta reiteración de lugares comunes –aunque en definitiva es así como vivimos la mayoría-, pero con una agradable ambientación y una atractiva banda sonora, TART, opera prima de la actual exitosa presidente de los Estudios Cineflix, Christina Wayne –quien además ha escrito el guión- resulta interesante, aún sin ofrecer marcados relieves en aspecto alguno, porque deja bien recreadas las causales por las que los chicos se apegan a sus marginales grupos y caen tan fácil en las improcedencias.
La actuación de Dominique Swaim (como Catherine Storm), mejora a las claras lo logrado en su debut como protagonista (Lolita) y sobre todo, Bijou Phillips, resulta estupenda en su rol de la linda, locuela e incomprendida, Delilah Milford. En roles adultos -que compensan la liviana actuación de otros chicos-, Alberta Watson y Michael Murphy como los padres separados de Cat, y Melanie Griffith, la vulgar y licenciosa madre de Delilah, se encargarán de demostrar a la vida que, papás así, quizás no se merezcan el precioso regalo que la vida les ha dado.
Creo que TART es una película apta para discutir en colegios y en los hogares.
Nueva York, con adolescentes que parecen anglosajones de la alta sociedad londinense, las niñas blancas y rubias, y parecen demasiado irresponsables para ser reales, dicho de otra manera: niñas de clase alta bien educadas que se comportan como si fueran de barrios chungos con padres problemáticos.
La estética y la fotografía es buena, las calles de Nueva York bien retratadas, ha sido una sorpresa agradable, actores y actrices famosos iban apareciendo, le doy un 9.