Tan lejos, tan cerca
Sinopsis de la película
Dos ángeles de la guarda vuelan sobre Berlín. Son invisibles y están llenos de benevolencia, pero no pueden intervenir en la vida de los hombres. Entonces Cassiel, el ángel de las lágrimas, se convierte en un ser humano para saber cómo sienten y perciben el mundo las personas… Secuela de El cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin, 1987), también dirigida por Wenders.
Detalles de la película
- Titulo Original: In Weiter Ferne, so Nah aka
- Año: 1993
- Duración: 140
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Opinión de la crítica
Película
6.9
41 valoraciones en total
En El cielo sobre Berlín (1987), uno de los ángeles que en la ciudad alemana se acercaban a los humanos, Damiel, elegía pasar al lado de acá y encarnarse para experimentar en carne y hueso el amor de una atractiva trapecista.
Han pasado unos años, el Muro ha caído y la Guerra Fría ha terminado. Desde la gigantesca estatua de la Victoria alada, el otro ángel, Cassiel, permanece asomado a la renovada vida berlinesa.
Con la bella Raphaella, una arcangélica Natassja Kinski, recapitula sobre su función de mensajeros. Aunque a los hombres parecen lejanos, en realidad están cerca, protectores, consoladores.
Evaluando el estado espiritual de la población, recuerdan palabras de san Mateo, a propósito de la mirada: Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero será luminoso. Pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero será tenebroso.
Cassiel echa de menos a su compañero, sigue con preocupación y ternura la evolución de los berlineses, la progresiva ceguera anímica y la sordera creciente, y anhela saber qué se siente girando en las ruedas temporales, de aquí para allá ajetreado, por las calles envuelto en mudos soliloquios.
Pero la encarnación de Cassiel sobreviene por accidente, en el salvamento reflejo de una niña, y se parece a una caída de nivel, de la que se recupera a medias. No consigue hominizarse del todo. Sigue en la inocente actitud angélica de cuando se mantenía ubicuo e intemporal. El hombre debutante ha de procurarse una identidad, acostumbrarse a la gravedad y la corrupción. Enseguida conoce el alcoholismo y la soledad. Entre asesinos y traficantes de armas y pornografía, sus buenos propósitos son del todo inoperantes. Y desde el primer día le acosa la inquietante personificación del Tiempo, Willem Dafoe, regulador implacable de la estancia en la Tierra. Su nombre: Emit Flesti, Time Itself al revés.
Cassiel aterriza de lleno en una trama compleja que, incluyendo a Peter Falk y a Lou Reed haciendo de sí mismos, conecta el presente con el periodo nazi, trama tratada con un sensible lirismo que gana para la película profundidad poética a cambio de tensión narrativa. Tal poesía se apoya en el pretexto del argumento y busca tocar el núcleo de la condición humana durante su estancia en este mundo.
Que se hable en cinco idiomas (alemán, ruso, inglés, francés e italiano) es poco funcional para el relato, pero sirve al gran enfoque panorámico, como la enriquecedora alternancia de color y B&N.
El bullicio berlinés se puede contemplar con singular amplitud a través de la mirada angélica, desde la eternidad pero solícita, y sabedora de que lo visible representa una pequeña muestra de lo real.
Y se puede asimismo ver cómo el Tiempo dicta para la existencia humana su principio y su fin, abriendo un periodo durante el cual es posible encontrarse y ser encontrado.
Mágica y evocadora. Tan lejos, tan cerca (1993) de Win Wenders es por naturaleza una pieza fundamental de buen cine alejado de los parámetros tradicionales.
Aunque extensa, con más de dos horas por largo, la mezcla de ángeles y el ser humano, la diferencia bicolor de ambientes y la descripción de situaciones peculiares incluso sobre el contexto narrativo hace de esta película una que fácilmente ingresa a la lista de favoritos de cualquiera.
Obviamente Otto Sander está increíble pero tener a Natassja Kinski aunque sea un rol muy secundario le da un nivel y contexto que no puede estar cercano al cielo. Dafoe en lo suyo, y con un plus enigmático que lo enriquece.
Lejos de apelar a los lugares comunes, Wenders hace a un lado todo lo convencional y simplemente libera su fantasía, sin religión, romanticismos baratos e historias de héroes y villanos. Esto es diferente, las escalas son para alucinar en otro nivel.
No es menos cierto que a muchos les agotará su duración, la ambigüedad argumental y las expectativas pudieron ser más altas para una secuela, pero Tan lejos, tan cerca va en otra dirección. No espera ser comprendida por todos pero al menos, espera seducir a unos cuantos y en eso, su título e innumerables frases reflexivas para el bronce han trascendido el tiempo.
Recomendación:
Buena. Para públicos específicos pero una obra que debe apuntarse.
Solo dejar una cita de las muchas que cogí de la peli, parando una y otra vez porque realmente merecía la pena:
El corazón de este pueblo no tiene remedio, sus ojos están cerrados y sus oídos, sordos, no pueden ver con sus ojos, ni oir con sus oídos, ni comprender con el corazón
… si tu mirada es pura todo tu cuerpo se inundará de luz.
Secuela del interesante film El Cielo Sobre Berlin , esta película nos sitúa de nuevo en la peculiar visión de nuestro mundo a través de los ojos y pensamientos de dos ángeles Cassiel (Otto Sander) y Raphaella (Nastassja Kinski).
En mi opinión, Tan lejos, tan cerca! supera -no por mucho- a su predecesora (ver spoiler para conocer más detalles) quizá una trama más fluida pero igualmente emotiva, quien sabe.
Un film con una temática original y muy recomendable. Amantes de películas rápidas no la miréis o corréis el riesgo de aburriros.
Partiendo de la misma idea original de la magnífica El cielo sobre Berlín , a medida que transcurre la película va perdiendo pulso, alejándose del espíritu de aquella, para terminar siendo algo parecido a una película de aventuras.
Comparte con su predecesora algún momento poético, pero mucho más contados.
Se diría que fue realizada para rentabilizar la repercusión de el cielo… , introduciendo cameos que no pudieron ser en la primera, y exprimiendo más el hallazgo de los ángeles, con menos inspiración.