Take This Waltz
Sinopsis de la película
Take This Waltz (título de una canción de Leonard Cohen) es la historia de una joven implicada en un triángulo amoroso con dos hombres. Margot (Michelle Williams) conoce a Daniel (Luke Kirby) y la atracción entre ambos es intensa e inmediata. Al principio, ella rechaza la situación por el bien de su matrimonio con Lou (Seth Rogen), un reconocido autor de libros de cocina, pero después se deja arrastrar por el deseo y cae en la tentación. Esta relación la lleva a plantearse qué es lo que quiere en una relación amorosa y quién es ella en realidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Take This Waltz
- Año: 2011
- Duración: 116
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Opinión de la crítica
6.1
37 valoraciones en total
Sarah Polley, a quien conocimos como actriz (Mi vida sin mí, La vida secreta de las palabras…etc) y que ya nos demostró cómo su buen hacer cinematográfico se extiende al plano de la dirección con su opera prima Lejos de Ella, que le reportó grandes éxitos y galardones, vuelve a ponerse tras las cámaras (y tras el guión) con esta película sobre un triángulo amoroso y la búsqueda del propio yo que le ha permitido colarse en las selecciones oficiales de festivales como Toronto o San Sebastián.
Take this Waltz nos ubica en la intimidad de un matrimonio en la treintena, formado por Margot (Michelle Williams) y Lou (Seth Rogen). Se quieren, se complementan, su complicidad es obvia y todo va sobre ruedas. Pero una tercera figura entrará en sus vidas, Daniel (Luke Kirby), el nuevo vecino de enfrente, que no tardará en hacerse amigo de Margot y hacer tambalear todas sus convicciones sobre el amor, su matrimonio y sobre sí misma…
Muchas son las virtudes de esta película sobre personas comunes, con vidas comunes y problemas comunes. Y quizás la más grande de ellas es ese factor, lo cercano que consigue la autora que se sienta cada situación, cada personaje. La empatía del espectador con cuanto le es contado en pantalla se logra sin grandes artificios y desde poco más adelante del comienzo del film. El guión realizado por Sarah Polley nos acerca a la intimidad de una manera raramente utilizada en este tipo de película, a través de los detalles de la complicidad entre parejas, a través de las hebras que hilan el miedo a la pérdida, el miedo al fracaso, el pavor a estar desperdiciando la propia vida… En esta película no encontramos, en la pareja protagonista, grandes y dramáticos hechos que hagan temblar su felicidad, melodramáticos acontecimientos que zarandeen sus vidas, sino que nos habla de las pequeñas grietas, propias o compartidas, que pueden llevar a derrumbarse cualquier relación asumida como perfecta.
Ninguno de estos positivos resultados serían posibles si al servicio de ese guión no estuvieran unos actores capaces de darle vida en cada gesto, cada emoción. Todo el elenco está más que correcto, y su protagonista, Michelle Williams (Brokeback Mountain, Mi Semana con Marilyn…) absolutamente sobresaliente, robando con su interpretación el aliento del espectador, haciéndole reír, emocionarse y navegar dentro de la mente de su personaje en largos primeros planos donde sólo su rostro y su mirada lo tienen todo que decir.
Otro factor muy notable del film es el uso de la música a lo largo del mismo. Desde el mismo título de la película, claro homenaje a la canción de Leonard Cohen, hasta los momentos más líricos e impactantes donde atruenan canciones más que conocidas por la audiencia, pero que en lugar de distraer la atención logran sintonizar al espectador con el estado de ánimo y cada ápice de sentimiento de los protagonistas en pantalla.
Una historia sencilla, quizás mil veces contada, pero retratada, realizada e interpretada en esta película de una forma más que notable que, sin utilizar los manidos recursos de la comedia romántica ni el melodrama, consigue hacer sonreír, pensar, y emocionar. Altamente recomendable.
-Enoch-
Sólo falta Pilar Rubio para que Take This Waltz ( Toma/Acepta este vals ) sea aún más empalagosa. Sarah Polley debutó con la inofensiva pero aceptable Lejos de ella pero la contención que había en algunos de sus tramos parecen haber sido sólo un espejismo. En su segundo largometraje parece haberse confiado y pensar que con un buen par de actores ya está todo el trabajo hecho, porque aunque mantiene algunas virtudes desde luego las ha enfocado hacia el peor lado posible. El alma de videoclip (hay unas cinco canciones que complementan a la imagen -y no a la inversa- en su largometraje) y una fotografía cálida pero que abusa de colores estrafalarios para crear una especie de realismo mágico tan de video musical rancio son los motores que mueven esta historia de amor, desamor y que acaban formando un triángulo que no tiene ningún sentido.
Básicamente nos encontramos con Seth Rogen, que tras ser un actor de Apatow, un superfumado e incluso un superhéroe cutre con sidekick asiático, ahora es un escritor que se dedica a redactar libros con recetas sobre cómo preparar pollo. Está casado con el personaje que interpreta Michelle Williams, una niña de seis años atrapada en el cuerpo de una adulta y que entre lágrimas y risas intenta que nos importe una mierda su vida. Lamentablemente aunque ella no lo hace mal, porque siempre está bien a pesar de formar parte de la cantera Halloween , la película no va a ninguna parte. Entre escena y escena sólo queda observar, desde la lejanía, como cada vez hay menos interés por ver la siguiente aunque hacia la mitad, cuando ya hemos anticipado cómo va a acabar, da cierto morbo saber si todo va a ser tan dulce o si se va a quedar en una sacarina teñida de rosa. Sintetizando, Take This Waltz es como un saco lleno de cachorros de gatito, con lazos rosas en sus cabezas, que observan a un grupo de ponys rociados por brillantina mientras se mueven al sol de Bailar pegados es bailar . Una bomba para diabéticos.
Cualquier persona que vea las dos películas que ha dirigido la actriz Sarah Polley, sin saber que es ella la que está detrás de la cámara, sería incapaz de deducir que es la misma persona quien las ha dirigido. Las dos son dos historias de amor, pero más allá de eso no hay ni una sola coincidencia más. En su primera película, Lejos de ella, todo era emoción contenida y sobriedad al servicio de una historia de amor otoñal. Con Take this waltz, su segunda película, cambia el tono, cambia la forma, cambia el estilo y cambia a un trío de la tercera edad por un trío que, acercándose a los treinta, viven el amor con la ilusión de unos adolescentes.
La película comienza de forma curiosa. En un espectáculo folclórico para turistas coinciden un chico y una chica, y la curiosidad mutua hace que no se olviden de sus respectivas caras. Caras que vuelven a encontrarse en el avión de vuelta a sus respectivas casas. Casas que se encuentran en la misma calle de la misma ciudad, justo una enfrente de la otra. Para ese momento la complicidad entre ellos y el juego de la seducción ha comenzado. Solo hay un problema, y es que ella está casada, y enamorada de sus marido. Pero la chispa ha saltado entre ellos y eso es algo que ella no podrá evitar. A partir de ese momento comienza un juego entre los dos, inofensivo al principio pero que con el tiempo pondrá a la protagonista en la difícil situación de tener que hacer algo que odia profundamente, elegir.
Con esta historia, que ella misma escribe, Sarah Polley ha decidido soltarse el pelo como directora y nos ofrece una película llena de tics visuales, juegos musicales, luces, colorido y un punto de innecesaria provocación en alguna secuencia que, no por brillante, resulta menos innecesaria. En esta ocasión la directora ha optado por ser ella también protagonista de la película y su presencia se hace notar constantemente de forma original, ingeniosa, divertida, pero en más de una ocasión tambien excesiva.
Todo esto sería un problema si la película no tuviera nada que contar. Pero Take this waltz contiene una historia que funciona perfectamente en su aspecto más superficial y lúdico, pero que consigue tocar la fribra con un trasfondo que en ocasiones resulta más profundo. Las dudas de Margot entre el cariño y el respeto hacia la rutina que representa su marido, y la pasión y la inseguridad que le ofrece su vecino son perfectamente creibles. Escenas como aquella en la que Margot reprocha a su marido lo harta que está de intentar seducirle sin obtener respuesta por parte de él, sirven para valorar la historia más allá de su brillante superficie.
Por otra parte sí que es cierto que la relación del matrimonio está descrita de forma a veces estomagante, con situaciones que rozan la cursileria más cansina. En cambio cuando Margot y su vecino están juntos las escenas rebosan encanto en la mayoría de los casos.
(sigue en spoiler)
Una historia cursi y babosa de amor y adulterio. Te pone enfermo a los diez minutos y dura dos horas, recital de lugares comunes, ripios absurdos y miradas al cielo, melodías indies, personajes inmaduros y grandes frases para el olvido. Con estás valoraciones en mente, provenientes de dos críticos de enorme prestigio, me presenté a ver esta película. Uno, que a veces hace cosas que no se explican…
El comienzo no pudo ser más aterrador. Cada palabra descrita anteriormente se ajustaba a las imágenes que desfilaban por la pantalla con una perfección milimétrica. Los primeros minutos se me antojaron torpes, con unos diálogos que buscando el ingenio, se percibían artificiales y absurdos, con imágenes que pretendían transmitir emociones y solo mostraban a personajes superficiales.
Creo que estos dos críticos debieron quedarse dormidos y no vieron el resto. O quizá, muy probablemente, los prejuicios instalados en estos primeros compases les impidieron disfrutar del film.
Pues a partir de aquí, Take This Waltz parece sacudirse la pereza y empezar a contar una historia que si bien es cierto que no es original, si que está tratada de forma muy emotiva, que no melodramática.
Sarah Polley dirige aquí su segunda película tras Lejos de ella, con la que además estuvo nominada al Óscar al mejor guión adaptado. Su dirección agarra con fuerza la influencia del cine de Isabel Coixet, con quien ha trabajado en dos ocasiones como actriz en la genial Mi vida sin mí, y la notable La vida secreta de las palabras (en ambos casos como protagonista).
Se trata de una película cambiante, no sólo en cuanto a su interés y calidad, sino también en cuanto al género en el que se sitúa. Comienza como una comedia romántica, y poco a poco va virando hacia el drama, parte en mi opinión más conseguida.
La dirección es sencilla (salvo ciertas licencias que la directora se permite), aunque sí puede abusar de la música en ciertos tramos. Los colores están muy saturados, una decisión acorde a la primera mitad del film donde la comedia es la clave dominante.
Estoy de acuerdo en que los personajes son inmaduros (no todos). La protagonista lo es, pero no considero esto un defecto del film, sino que es un rasgo del personaje. De echo, Take This Waltz trata en gran parte de esto. De la inmadurez de una sociedad que busca el enamoramiento continuado y sostenido, de la tragedia de una sociedad en la que las parejas son destruidas de forma rutinaria debido a una idea equivocada del amor.
¿Es esto nuevo? No lo es. Pero es interesante que de vez en cuando nos lo recuerden.
Recurriendo a un título de Leonar Cohen, también incluido en la banda sonora, Sarah Polley presentó, en San Sebastián en sección oficial, Take This Waltz.
La directora centrando la imagen en un personaje femenino nos plantea múltiples interrogantes sobre la pareja y la búsqueda de la plenitud, a la vez que consigue plasmar una reflexión certera sobre las relaciones a largo plazo, el afecto y el sexo. Pese a su miedo de transitar entre dos aguas, la protagonista no logra evitar verse envuelta en dos historias que se contraponen y complementan. Hay en este triangulo tantas veces narrado una paleta de colores nuevos y que nos permite atisbar nuevos matices. Nos conmueven las bromas a largo plazo, nos seduce la descripción del deseo todavía no resuelto y sobre todo comprendemos el desgaste de lo cotidiano y cómo resulta difícil llenar un vacío que forma parte de nosotros mismos.