Susurros del corazón
Sinopsis de la película
Una joven estudiante amante de los libros descubre que todos los libros que ha elegido en la biblioteca han sido previamente elegidos por una misma persona. Cuando descubre quién es conoce a Seiji, un joven que está aprendiendo el arte de fabricar violines.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mimi wo sumaseba
- Año: 1995
- Duración: 111
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Opinión de la crítica
Película
7.3
61 valoraciones en total
Una joya pulida con arte es esta cinta en la que relumbra desde lejos la influencia de Hayao Miyazaki, el mago de la animación artesanal japonesa. Studio Ghibli vuelve a echar los restos con su varita de prodigios, sumergiendo al hechizado espectador en una aventura urbana adolescente conmovedora hasta la médula.
Los fondos detallados con minuciosidad milimétrica, y el estilizado dibujo, conducen por un sin fin de imágenes que atrapan la vista y la plena atención. Un Tokio de ensueño se desborda en cada fotograma, con un tratamiento tan fiel a la realidad, y a la vez tan creativo, que la mirada se queda prendida de cada mínimo detalle, de cada destello de luz y color, de los matices del cielo, del paisaje de la gran ciudad, de los objetos más ordinarios. La superpoblada capital de Japón plasmada por las manos hábiles de los dibujantes, late con gran fidelidad al original, y a la vez con una imaginación que no tiene nada de artificial. Seduce la vibración de la enorme urbe rasgada de rascacielos y de una inaudita variedad de edificios, instalaciones y zonas residenciales más tranquilas que conviven con el verdor de parques y jardines, todo resonante de actividad, de luces y sonidos, con los cargados trenes del metro atronando en las vías, las multitudes desplazándose por las vías públicas, y el velo del sol crepuscular dorando todas las superficies expuestas. Seduce la iluminación nocturna bajo el manto de estrellas difusas.
También engancha ese diseño de los interiores de los típicos apartamentos unifamiliares que suelen contagiarse de la abarrotada cualidad de la ciudad en la que se asientan, llenos de cosas y de utensilios por todos los rincones, estantes a rebosar, libros en el suelo, las pertenencias en ese pulcro desorden de los hogares en los que los miembros habitan con la aceleración de la actualidad. Otros interiores dan la sensación de haber sido sacados de una casa anacrónica, de cuento.
Y por si no nos quedáramos convencidos con tal impacto visual, ahí tenemos por añadidura la adición de una narración impecable, un argumento que se gana por goleada la complicidad de quien ya se ha quedado extasiado ante tanto atractivo.
Nunca antes una película había tratado la adolescencia con tanto mimo, con tal delicadeza, con tanto placer por el futuro, con tanto optimismo. Susurros del corazón es una película tan delicada y llena de vida que uno queda inmerso en sus emociones, en su gusto por tomar el plano de ciudad y convertirlo en obra maestra. Elementos mundanos como el metro, los supermercados, los pequeños pisos llenos de trastos… todo es transformado en una metáfora onírica de inusual preciosismo.
Y es que aquí la clase del fallecido director Yoshifumi Kondo queda patente en su primera y única película tras muchos años de labores en la sombra del mejor cine de animación japonés, básicamente dentro del laureado Studio Ghibli acompañando a su amigo Hayao Miyazaki (El Viaje de Chihiro), que le brindó el guión, los storyboards y la producción para esta Susurros del corazón que por desgracia sería lo único que dirigiría Kondo.
La historia es sencilla, la forma de contarla simplemente es brillante maximizando casi hasta el límite lo que el formato cinematográfico puede darnos en cuanto a emociones expresadas por cada plano, por cada sonido de la magnífica BSO de Yuji Nomi. Shizuku es una adolescente lectora compulsiva de novelas. Un día se da cuenta que todas las novelas que coge en la biblioteca antes han sido leídas por un tal Seiji Amasawa, lo cual le produce una gran curiosidad.
Al conocer a Seiji y ver su capacidad de decisión, Shizuku se planteará muchas cosas acerca de su futuro mientras transcurre su día a día encima de su escritorio, por las calles de la ciudad, el instituto y lugares que no espera encontrar.
Con una exquisitez en los planos y en la animación detallada, limpia y realista, transcurre esta película que enamora sobre todo por su forma de desarrollar un argumento que por sí solo tampoco diría mucho, pero que en manos de Kondo, Miyazaki, Nomi y el equipo de Studio Ghibli logran una maravilla sin paliativos, injustamente poco reconocida en grandes escenarios pero toda una joya de la animación y del cine en general para los que gustan de apreciar los pequeños detalles y sentir emociones sinceras con un film que fascina de principio a fin.
Bellísima historia animada que nos retrotrae a la edad en que fuimos muchachos en etapa escolar, en que vivimos nuestro primer enamoramiento y las sensaciones tan celestiales que ello conlleva, en que la cabeza estaba llena de temores sobre el futuro, sobre qué hacer con nuestra vida y en qué camino encarrilarla. Todo maravillosamente dibujado y contado.
Además la película es una maravilla por más cosas. Por ejemplo:
+Ver a Shizuku Tsukishima y Seiji Amasawa, la niña y el niño protagonistas, leer libros y más libros como un placer, jóvenes que se relacionan mayoritariamente con la biblioteca y no con la televisión o la computadora. ¡¡¡Qué magistral detalle existencial!!!
+Verlos a ambos, desde el primer encuentro, donde no hay sintonía entre los dos, pasando por el enamoramiento mutuo, hasta el final en que el romanticismo y amor pasan a la fase pasional donde ya no pueden vivir una y otro sin estar próximos.
+Contemplar las panorámicas de la ciudad, ya de noche ya de día, ya con el cielo amenazando lluvia ya con nubes nimbos sobre el celeste, que parecen reales.
+Oír el importante mensaje lanzado a los jóvenes en la edad escolar, acerca de la vocación, de como se debe seguir el camino de aquello para lo cual uno siente que en verdad está más preparado y desea, y como hay que trabarlo, esforzarse, pulirse hasta lograr que la senda escogida sea una joya vivencial. ¡¡¡Excelente enseñanza!!!
+Oír la canción de Country Roads y su versión al japonés Country Road , varias veces cantadas a lo largo de la cinta. ¡¡¡Un encanto!!!
+Contemplar las escenas de vida cotidiana de una familia japonesa de 4 personas, en un piso típico japonés, donde debido al reducido espacio, todo se ha de apilar en los pasillos, etc. Todo dibujado a la perfección.
+El seguimiento del gato por parte de la niña, a través de las calles empinadas, y sus llamadas mimosas: necocoo, necocoo (gatito, gatito).
+Y por último, el rodillo final de los títulos cayendo sobre un fondo de acera peatonal y calle, en el que pasan yendo y viniendo personas de todo tipo a la vez que también vehículos, como si estuviésemos contemplándolos por la lente de una cámara fija situada a un lateral. ¡¡¡Maravilla de escena artística y animación realista!!!
En fin, una película muy recomendable, sobre todo para preadolescentes, pero igualmente encantadora y preciosa para cualquier edad. Pues siempre es bueno enfrentarse a un film de mensaje positivo y estético como de hecho es la misma idiosincrasia japonesa en general. Recuérdese que en japonés el saludo de hola se dice CONICHIUÁ (a la vez que se hace una reverencia con la cabeza y el tronco hacia adelante y las manos juntas, en posición de rezar, sobre el pecho), y la despedida se dice SAYONARA (con idéntica gesticulación de amabilidad y respeto). Y esto son cosas de agradecer no de ridiculizar ni menospreciar.
¡¡¡HARIGATO!!!, Yoshifumi Kondo, por este film tan estupendo para la vista, los oídos y el alma.
Fej Delvahe
Producción de Ghibli muy diferente a lo que nos tiene acostumbrados Mizayaki y compañía ya que en Susurros del corazón el componente fantástico se deja prácticamente de lado para centrarse en los avatares por los que ha de pasar una niña empeñada en encontrarse a si misma mientras intenta salir airosa de los cambios que se suceden a su alrededor. Situaciones y sentimientos nuevos propios de la edad tales como el surgimiento del primer amor o el vacío y perdida de rumbo que se siente en esa etapa de nuestra vida en la que pasamos de ser niño a adulto casi sin darnos cuenta.
Sencilla, emotiva, melancólica incluso, Susurro del corazón nos retrotrae a nuestros últimos días de infancia y mediante la diáfana mirada de una niña desorientada pero sumamente vitalista nos hace vivir sensaciones casi enterradas en nuestro subconsciente y que afloran de súbito para recordarnos lo bello que es crecer y desarrollarse interiormente.
Sin palabras me quedé cuando vi esta película. Embobado, sin saber qué decir, pero con esa sensación tan agradable en el pecho que provoca cualquier filme de los estudios Ghibli: la de haber visto algo tan grande que merecía ser compartido, y a ser posible difundido por todas partes. Kingo dice que es una película para adolescentes y eso me duele. No quiero negar las raíces de la obra, no es difícil adivinar que va especialmente dirigida a las chicas en esa edad. Pero ponerle esa clase de barreras es completamente injusto. Más cuando demuestra de sobras que quiere desembarazarse de toda la mierda que lleva detrás el género que trata, en forma de diálogos falsos, de clichés y de personajes tan melosos que pierden su encanto. Por eso mismo, mi impresión es radicalmente distinta: aun reconociendo que busque a un público determinado, Susurros del corazón es una obra universal. Tan sincera, tan cargada de buenas intenciones y sobre todo tan bien hecha que cualquiera puede disfrutar plenamente de ella.
Y lo fascinante es que trate esa variedad de temas, en apariencia tan complejos (el amor, la vocación, la madurez), desde la perspectiva de un argumento tan sencillo que en ningún momento entra por derroteros que el espectador no puede controlar. El papel de Shizuku es inapelable, de principio a fin tenemos a una chica de catorce años preocupándose de su futuro, discutiendo con su familia, bromeando con su amiga y entrando en la espiral romántica que le llevará primero a molestarse con la presencia de Seiji y terminará con esa obsesión que ni siquiera le deja dormir. Esa chica no es una tonta ni el paradigma de la trascendencia. Es lo que es, una adolescente descubriendo sensaciones que todos hemos experimentado alguna vez. Sin exagerar, es el personaje animado con el que más me he identificado. Me sorprendí compenetrándome con ella al cien por cien, y deseando con todas mis fuerzas que esa historia terminara felizmente.
Una maravilla. Una película tan intensa en su sencillez que bloquea todos mis pensamientos negativos y me mete durante dos horas en ese mundillo cargado de vitalismo que Miyazaki me quiere inculcar. Una animación preciosa, con esa iluminación del Tokio nocturno y tantos, tantísimos lugares dotados de alma. Una dirección magistral del tristemente fallecido Yoshifumi Kondo que aúna todos estos elementos. Y la música: nunca pensé que el anime y una letra de country ajaponesada se llevaran tan bien, pero Country Road se asienta desde el primer momento como la canción perfecta. La versión improvisada de Shizuku, Seiji, el dueño de la tienda y sus dos amigos músicos merece un lugar privilegiado entre las escenas más memorables que se han dibujado jamás. Durante unos instantes, quiero formar parte de ese momento, y adentrarme en esa habitación rodeada de violines para poder experimentarlo con más intensidad todavía.