Spring Blossom
Sinopsis de la película
Suzanne tiene 16 años. La gente de su edad le aburre. Cada vez que va al instituto pasa por delante de un teatro. Allí conoce a un hombre mayor que ella que se convierte en su obsesión. Poco a poco se conocen y, a pesar de su diferencia de edad, acaban enamorándose. Pero Suzanne siente que puede perder su vida de adolescente aunque le cueste adaptarse a los de su edad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Seize printemps aka
- Año: 2020
- Duración: 74
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Opinión de la crítica
Película
5.9
63 valoraciones en total
Suzanne (Suzanne Lindon) es una chica de 16 años, retraída y tranquila, que vive armoniosamente con su hermana y sus padres en un departamento parisino. En sus idas y vueltas al colegio comienza a observar a Raphaël (Arnaud Valois), un apuesto actor de teatro veinte años mayo que ella que frecuenta un bar y ensaya y actúa en un teatro de la zona. Finalmente se producirá un encuentro que dará pie a un romance entre ambos.
La protagonista, hija de los reconocidos actores Vincente Lindon y Sandrine Kiberlain (ésta interpretó notablemente a Simone de Beauvoir en la película Juliette) es también la directora y guionista (a los 20 años) de esta delicada historia de iniciación y de amor entre dos seres sensibles y aburridos con sus entornos y actividades.
A pesar de tratarse de un tema problemático, Lindon plantea, claramente desde su punto de vista, un desarrollo donde priman la espontaneidad y la dulzura y sorprende con el empleo de algunas originales escenas que bien podrían tomarse como sublimaciones o metáforas.
Suzanne es una película que se asoma a la poesía pero que nunca peca de ingenua, como su protagonista.
Mención Especial Premio SIGNIS 35 del Festival de Mar del Plata
Spring Blossom es la ópera prima de la talentosa y prometedora Suzanne Lindon, una joven parisina que con tan solo 15 años escribió la historia de lo que se convertiría su primer largometraje y que además protagoniza. Es la ganadora del Premio de la Crítica en el DA Film Festival Barcelona 2021. La trama gira alrededor de Suzanne, una adolescente de 16 años que asiste al instituto y que entre idas y venidas, se fija en Raphaël, un actor de teatro de 35 años al que busca conocer.
La película está contada con una mirada que desprende inocencia y curiosidad, esa que se suele dar en la adolescencia, que puede estar acompañada de esas ganas de explorar y descubrir el mundo cuando se siente que lo que te rodea te resulta aburrido o que simplemente no encajas con tu entorno. Lindon presenta una historia de enamoramiento tan tierno como emocionante, tanto desde la perspectiva de la chica como de la de Raphaël, quien sorprendentemente conecta con la sensibilidad e inquietud de Suzanne. Entre los dos, se da una atracción romántica desde la inocencia, aunque en el fondo resulte una situación delicada por las edades de ambos. Sin embargo, en todo momento se refleja admiración y respeto, ganas de aprender y ganas de enseñarse juntos en dos personas que apenas se conocen.
El apartado técnico, desde el guion a la cinematografía, causa un efecto hipnótico, pues el ritmo, los diálogos y la banda sonora, despiertan una expectación a lo imprevisible. Asimismo, las interpretaciones de los protagonistas es muy buena, bastante natural que le dan mucha fuerza a la historia. Además de esto, se intercalan escenas en cierto sentido teatrales, poéticas y musicales que la dotan de mucha personalidad y sensibilidad. Spring Blossom es una película encantadora, grandísimamente pequeña, sin mayor pretensión que contar una historia de un amor inocente y conmovedor.
Escrito por Gabriel Bonanni Caldeira.
Esta edición del D’A Film Festival de Barcelona ha ofrecido una programación de poco pavoneo o aspaviento pero de mucho criterio en sus ideas y decisiones cinematográficas. Un repertorio de películas pequeñas, sencillas o contenidas, pero llenas de interés, estilo, elegancia y sabiduría en sus entramados formales y textuales. Un nuevo punto de encuentro con las últimas obras de algunos nombres consagrados y, como no puede ser de otra manera en un festival tan múltiple, el descubrimiento de nuevas voces cinematográficas. En el presente artículo, servidor pretende desgranar los elementos más interesantes de lo que sin duda ha sido una refrescante revelación. Un filme apasionante no tanto por lo que es, sino por lo que promete y por lo que permite intuir. Especialmente si tenemos en mente la insultante juventud de su realizadora. Suzane Lindon escribe, dirige y protagoniza Spring Blossom (Seize printemps), y en ella se exhibe en tres frentes: la captación de la pausa, el encuadre del cuerpo y marcar la naturaleza del relato a través del posicionamiento de la mirada.
Spring Blossom es un filme pequeño, quizás incluso demasiado. Los ingredientes de este guiso son tan escasos que muchos espectadores lo podrían incluso considerar insustancial. Pero la clave, como siempre, está en los detalles. Es una cuestión de dejes, de maneras. De no decir las cosas nada altas, pero sumamente claras. De limitarse a un solo personaje, y de lograr perfilar su mundo interior tan sólo viendo sus movimientos, gestos, sensaciones y silencios. Es un filme sereno y pausado, de pausa y, sin pisar nunca el acelerador de sentimientos. Del amor pasional de una joven sin hacer aspavientos para retratar su dilema. Elegancia, sensualidad y el tentador abismo de lo prohibido (o, para ser más precisos, de lo no aceptado).
Si consideramos que esta protagonista es la misma directora, dirigirse a sí misma en su primer largometraje y desde la inexperiencia esperable de sus 20 años y lograr unos resultados tan finos es merecedor del respeto de la cinefilia.
El mejor cine aprovecha al máximo el potencial del cuerpo humano como herramienta expresiva. Y en este caso la propia directora cuenta con su propio cuerpo para transmitir de manera indeleble la frescura, energía, alegría y fuerza de su personaje. El filme encuadra sin alardes ni exhibicionismo técnico, pero sienta cátedra en lo que a encuadrar a la joven en el núcleo del relato se refiere. Una cámara fluida que sigue a los personajes y se acerca a Lindon respetando siempre su espacio propio. La planificación del filme transmite de manera permanente la sensación de que estamos llevando a cabo una mirada esquiva, cuasi oculta, sobre el personaje de Lindon que es capaz de leer esas dudas internas que procura no dejar ver a sus amigas y conocidos. Spring Blossom la muestra sola aún incluso cuando está acompañada, y en esas instancias estáticas de soledad nos representan con fuerza arrebatadora el desasosiego de su mirada y sus suspiros. Es una muchacha en un momento crucial de cambio de paradigma, ni demasiado joven ni demasiado mayor. Con cabeza y personalidad de mujer pero contexto de niña. Una individua obligada a aburrirse de aquellos con los que debe estar y a no poder unirse con aquellos con los que desea estar.
Una película en la que el amor apasionado va por dentro, y se transmite a su vez a través de la articulación delicada de la música para dar cuerpo a ese mundo privado que la protagonista y su maduro amante desean habitar y compartir. Es en los momentos de escucha de música clásica cuando la pareja conecta de manera más íntima. Coreografía de almas retratada en la literalidad a través de unos sencillos pases de baile sentados que son un puro deleite de observar. Cascos puestos y ojos cerrados como paso necesario para abandonar el mundo terrenal y encontrarse en un lugar secreto que existe gracias a la música. Siempre se podrá argumentar que es un recurso fácil la utilización de la música clásica para elevar al infinito el lirismo de unas imágenes llanas por sí solas, pero pocas maneras mejores se me ocurren para transmitir sensibilidad y recogimiento extremo que a través de los acordes de Vivaldi.
Acordes, movimiento natural, miradas y melancolía como pilares de Spring Blossom (Seize printemps), una película tan sencilla como deliciosa, una carta de presentación de un talento precoz a seguir en el futuro y una prueba más de que en el cine, muchas veces, menos es más.
Se puede decir que me ha gustado esta opera prima (presente en la programación del DA Film Festival de este año), por su delicadeza y sensibilidad, pero ante todo por su ausencia de moralismo en esa relación que plantea la trama, que es de esas que antes abundaban en el cine y la vida, en tiempos más naturales y libres, y que hoy se suelen juzgar…
Hasta ahí bien. Es necesario contar historias así, en reacción (quizá, quiero pensar, que esta película lo haga) a ese ambiente alienado de neomoralismo y neopuritanismo ruin al que he aludido. La pega es que su trama es algo sosa y limitada, tiene poco recorrido argumental, además de sobrarle algún manierismo.
Su jovencísima directora, que no es otra que la actriz protagonista, es hija de dos prestigiosos actores franceses, Vincent Lindon y Sandrine Kiberlain, de manera que fácilmente puede llevar en los genes el talento de sus progenitores. Y es muy posible que sea así dadas las maneras que ya apunta con su interesante debut en su triple faceta de actriz, guionista y directora.