Sombras
Sinopsis de la película
Benny, Lelia y Hugh son tres hermanos negros que comparten piso en Nueva York. Lelia sale con David, un intelectual neoyorquino, pero en una fiesta conoce a Tony y hacen el amor. Cuando Tony descubre que Lelia es mestiza no puede evitar sentir prejuicios raciales, por lo que Hugh le impide que vuelva a ver a su hermana.
Detalles de la película
- Titulo Original: Shadows
- Año: 1959
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
7.2
40 valoraciones en total
Es la primera película de John Cassavetes. Tenía treinta años y las ideas muy claras, no en balde impartía ya en esta época talleres de cine en los que la improvisación era la actriz principal. Así nació esta película, de un simple ejercicio interpretativo.
Shadows es la historia de tres hermanos con distintos grados de negritud, de sus amigos, de New York, de primeros amores y primeros desamores, de los clubs, de los seres que pueblan las noches, y de las calles: ríos de gentes sin proyectos. Cámara en mano, para que también entre el humo del cigarrillo del director, a ritmo de Jazz (la música es, nada más y nada menos, de Charles Mingus), haciendo del cine una religión.
Un recien llegado de otro planeta, al que solo nos uniera la afición al cine, dictaminaría, al ver esta peli, que New York es un barrio de París y que Cassavetes es uno más de aquellos muchachos de la Nouvelle Vague: rebelde, sincero, independiente e innovador.
La sombra del cámara se refleja en los personajes… Da igual
La luz parece colocada por un estudiante de fotografía de primer año, con grandes pelotazos… Bueno, no pasa nada.
Casi nunca hay raccord de sonido y a veces, ni de miradas… ¿Y qué?
A veces los cuadros están desenfocados, y la mayoría de ocasiones, desencuadrados… No importa.
La película de Cassavetes es un milagro. El director, el padre del cine independiente, de ese llamado cine underground , coge a un cámara y un sonidista y se pone a grabar por ahí, lo primero que se le ocurre. Ahora desde nuestro ordenador con YouTube y Emule y nuestras cámaras DV, nuestros móviles con cámara de vídeo de 3 megapíxeles y nuestros programas para editar regalados por cualquier periódico, podremos decir: Vaya tontería, eso lo hace cualquiera . Pero en 1959 la industria de Hollywood era absorbente. Nadie podía hacer cine si no entraba dentro de los géneros, si no seguía un proceso industrial más parecido al de una producción en cadena.
Harto de esto, Cassavetes hizo una película de improvisaciones, sin guión, con cuatro dólares y unos actorazos. A Cassavetes le movía el amor a lcine, y eso se nota en cada uno de los fotogramas. Le salió una obra de 32 horas. Esto que vemos hoy no es la película que él quería. 32 horas era demasiado, se la cortaron. Ahora se entienden los cortes en un mismo plano y las reacciones tan teatrales de algunas secuencias, de las que nos perdemos, a lo mejor 3 horas que nos explicarían muchas cosas.
Debo reconocerlo, siento debilidad por el cine hecho con amor y 4 duros. Porque es el amor al cine el que lleva a esta gente a hacer lo que más quiere. Es el mismo amor que le tienen los protagonistas de Vivir rodando (el rodaje es una locura estresante, pero sin la cual no podrían vivir), el mismo amor que tenía Robert Rodríguez en sus incios (que no digo que lo haya perdido) o ese amor que tienen esos españoles que hicieron Billy Freud´s Last Night .
Shadows es la primera película de John Cassavetes y, a la vez, está considerada como la primera obra del cine independiente norteamericano. El director-guionista presenta una historia de líneas aparentemente sencillas, que explica con convicción y pasión. Las concesiones a la improvisación se hacen en el marco de una situación siempre suficientemente controlada. Los resultados son unos diálogos frescos, un movimiento de los personajes que destila espontaneidad, una cámara que narra la acción con aires de gran sinceridad (cosa que se hace particularmente patente en la pelea a bofetadas de una de las escenas finales de la obra). Los actores principales, procedentes del círculo del Actors Studio, ofrecen unas interpretaciones bien matizadas, correctamente gestualizadas y verbalizadas con acierto. Se trata de una película de obligada visión por parte de los cinéfilos en atención a las virtudes del propio film y en atención al hecho de constituir un hito en la historia de la cinematografía americana.
Cassavetes y los negros, en los años 50 y 60. Sin topicazos, al estilo underground y con la cámara encima del hombro. En aquellos años. El genuino sabor cassavetiano dando de morros al establishment de Hollywood con una película diferente. Dura, descarnada. ¿Alguien conoce a estos actores? Pues lo son y con letras mayúsculas. Y encima la música es de Mingus. Y que no hay guión. Y que todo es improvisado. Y que la fotografía también es morrocotuda. Y que viva el B/N. Y que me gusta que se diferencien las sombras, y que se noten, y que todo sea de noche. Y que viva Cassavetes y la madre que lo parió.
Gamberra, fresca, improvisada, destila libertad. Una lección de Jazz en movimiento. Produce la impresión de una jam session neoyorquina, tan viva y tan directa. No importan los descuidos, las torpezas, hay algo palpitante en ese ritmo sincopado: una sonrisa contagiosa y libertina que late con un fondo de amargura. No dejes de asistir a su concierto, saldrás tarareando las escenas.