Soledad (Lonesome)
Sinopsis de la película
Mary y Jim, dos solitarios personajes de la gran ciudad, se encuentran de casualidad en un parque de diversiones. Pasan el día juntos, recorriendo la playa y visitando los juegos mecánicos. De improviso, la multitud y una tormenta conspiran para separarlos. ¿Se volverán a ver?
Detalles de la película
- Titulo Original: Lonesome
- Año: 1928
- Duración: 69
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Opinión de la crítica
Película
7.7
98 valoraciones en total
Es sábado y se acabó lo que se daba. Comienza con una secuencia en montaje paralelo donde se presentan a los personajes y la gran vorágine hiperactiva de una metrópolis. El encadenado con el reloj durante la jornada laboral resulta magnifico y sus ecos son líneas cercanas a El mundo marcha.
El despertador avecina el inicio del día… No sé quien comentó (creo que fue Aristóteles o fue una productora de series españolas) que una historia debía empezar por la mañana y acabar por la noche. Ley de astronomía.
La mayoría se preocupa por los diálogos pero el cine es imagen y la conquista comienza por la conexión y exposición del instante. Lonesome está compuesto por una veintena de diálogos que resultan tan afilados como la daga que utilizaron Romeo y Julieta.
La separación, el malentendido, la pericia para filmar secuencias como la montaña rusa y alcanzar la belleza sobre lugares comunes. Piruetas del destino y del amor.
Historia extremadamente simplemente transformada en un poema visual. Si cuentas su sinopsis a alguien nunca caerá en hipnosis. Porque la única manera de amar una película tan brillante como Lonesome es verla y disfrutar de esa gran tormenta que es el amor.
Hace algún tiempo, uno de mis más grandes amigos dejó atrás un significativo periodo de vida en Nueva York para probar suerte con su familia en otra aún más lejana latitud del planeta. Cuando mi buen amigo hablaba de la metrópoli norteamericana, se le llenaban los ojos de brillo y la boca de emoción y sincero cariño, sin embargo también señalaba que allí, si bien hay mucha belleza, mucha vida, mucho arte, mucha cultura, mucha oferta, también se comía mucha mierda. Yo nunca he vivido en Nueva York y ninguna de las ciudades en las que he residido puede siquiera compararse con semejante monstruo, sin embargo solo hace falta haber vivido en una ciudad como esta, Bogotá, para sospechar los peligros de la soledad, el aislamiento, la alienación, el estrés y la depresión que debe esconder la titánica Gran Manzana.
Pues bien, de esto trata Lonesome. Esta película cuenta la historia de un hombre y una mujer jóvenes que se pasan la vida entregando esa única posesión de valor que es su tiempo a trabajar para sobrevivir. Él, Jim (Glenn Tyron), se parte el lomo en una fábrica y vive en un cuartucho en una terrible soledad que no arranca las lágrimas del espectador de inmediato solo porque el tipo tiene una de esas caras sonrientes de optimista crónico, pero sufre su soledad con vergüenza. Ella, Mary (Barbara Kent), se deja la vida como tele-operadora y vive en otro cuartucho, en otra soledad terrible, sostenida por pinzas a punta de rutina. Esta es pues toda una reflexión cinematográfica sobre la ruidosa soledad del mundo industrializado. No hay nada más difícil en la gran ciudad que vivir solo es la sentencia que da inicio al largometraje.
El cuento de hadas de este mundo de la enajenación urbana es el de una vida en la que la soledad desaparece, donde tiene lugar el encuentro con el otro definitivo. ¿Y qué mejor promesa de ensueño aquí que el amor de pareja? La gran redención de conocer el amor, el retorno al paraíso perdido de los brazos del amante a un palmo de distancia aguardando a que el complejo reloj de la causalidad le permita revelarse.
Mary y Jim, esos dos solitarios resignados, un día se encuentran de manera improbable (como cuando casan solas, por azar, dos piezas de un rompecabezas recién sacado de su caja) dentro de la multitud ociosa, volcada para olvidar la rutina del trabajo, en la playa y en las atracciones mecánicas de Coney Island. Lo que viene después lo dejo para que usted lo descubra.
Tiene Pál Feijös entonces entre las manos un romance nacido en el microcosmos bullicioso y arrolladoramente cinético, pero sabe que no basta con la sola historia mágica de Jim y Mary para llegar hasta donde quiere, es por eso que se embarca en la aventura visual que verdaderamente hace tan memorable su película. ¿Que los personajes se montaron en una montaña rusa? Montemos con ellos a los espectadores para que vivan el vértigo de rodar sobre los rieles retorcidos y sientan una pizca del tenso frenesí del deseo entre los enamorados, así como la presión gravitacional de una ciudad imparable. ¿Que los protagonistas se divierten frente a espejos deformantes? Hagamos de la imagen un caleidoscopio para que los ojos del espectador tremolen en sus cuencas y sientan la pulsión de los tiempos modernos y la eléctrica potencia de la mirada empalagada de los amantes. La imagen en Lonesome se pone en crisis mediante el movimiento, la angulación, el foco, etc. para que se convierta en pieza maleable de la narración y su carga discursiva y emocional.
Pero no es solo a nivel visual sumamente inteligente esta película. El guion escrito por Edward T. Lowe Jr. y Tom Reed hace algo sencillo y brillante al encarnar la historia de amor en un par de trabajadores humildes y jóvenes. En Lonesome el amor pertenece por entero a los obreros, aquí no hay ni por asomo esa tensión de universos de poder estereotípica del género romántico en la que uno de los amantes está alejado de su objeto de deseo por la rígida barrera de su clase social, aquí la frontera la imponen la masa, el movimiento y la soledad connaturales a la urbe. El mismo Jim se sorprende al darse cuenta de que ha sido premiado con el privilegio del amor, convencido de que su condición no lo hacía merecedor a gozar de la narcosis romántica. Apela así a todos los espectadores democratizando un sentimiento encumbrado por las artes mil y un veces al territorio de los héroes.
Sobra decir algo más, las palabras se le dan mejor a alguien que quiero soñar vio esta película en un viaje de esos que marcan la vida, y que lo hizo sonreír:
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraísos ni amores deshojados,
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
Más allá de su innegable valor artístico e histórico, Lonesome es una gran historia de amor y esperanza.
Hace casi diez años (un poco tarde la verdad) que abrí los ojos para el cine, y fue justamente con otra película muda: La quimera de oro. A partir de allí, mi voracidad por las películas fue creciendo hasta casi desbordarse. Cinefilia le llamaron unos, cinefagia, otros. Lo cierto es que hoy veo menos cine que antes, pero la fascinación por él permanece intacto, lo que me lleva a seguir buscando y descubriendo joyas como ésta.
Son muchos los aspectos que me apasionan del cine (no las enumeraré por ahora), pero lo que más me atrae son las historias que cuenta, historias de gente, de personas como tu y yo, con sus luces y sombras, sus miserias, dramas y felicidades, en definitiva, historias que tratan de la vida pura y dura, de la condición humana como rezan quienes saben más .
A fin de cuentas, eso es Lonesome, una bella historia de corazones solitarios que buscan… Entendiendo, como lo dijo Pizarnik, que:
Buscar no es un verbo sino un vértigo. No indica acción. No quiere decir ir al encuentro de alguien, sino yacer porque alguien no viene.
Entre similitudes con The crowd de King Vidor y tan sencilla en contenido como Sunrise de Murnau, Lonesome es una maravilla, al igual que ésta, sentando prácticamente todas las bases para contar una historia por medio de imágenes.
El inicio cuando los protagonistas se levantan de la cama y la cámara sigue sus movimientos, aquel encadenado de escenas con éstos preparándose para el trabajo diario, están construídos con sorprendente pericia utilizando una cámara que no para, deslizándose en espléndidos movimientos de todo tipo.
Hay otra secuencia en la montaña rusa que está enérgicamente filmada, los tumultos y espacios bulliciosos parecen tan reales que olvidamos la ausencia de sonido, Fejos, como Murnau, es un adelantado a su tiempo, utiliza la técnica con osadía buscando todas sus posibilidades, aunque en el fondo ambos se descubren humanistas, apuestan fuertemente por el individuo más anónimo y descargan sobre él una contagiosa ternura.
Lonesome no ha perdido vigencia formal a pesar de haber pasado tanto tiempo, siempre ha sido y es hoy una obra maestra.
He aquí una de las más románticas y hermosas películas que se hayan realizado en la historia del cine. Es en blanco y negro, es muda (aunque existe una versión con una parte sonora), está hecha con un reducido presupuesto y con actores que todavía no habían hecho historia… pero, quienes alguna vez se hayan sentido enamorados, podrán experimentar de nuevo esa sensación de magia, fascinación y envolvimiento absoluto en un halo de fantasía, como solíamos sentirnos en aquellos inolvidables momentos.
>, su primer filme hollywoodense (firmándolo como Paul Fejos), y da la plena impresión de que siguiera viviendo los mejores instantes de su juventud, porque, ha logrado envolver su filme en un manto de amor y de dulzura, que consigue embelesarnos con cada imagen y con cada escena en la que, Mary y Jim, por fin acceden a los maravillosos encantos de la vida.
> guarda una curiosa coincidencia con aquella, pues, Jim y Mary, tienen su gran momento en un parque de diversiones al igual que John y Mary (hasta sus nombres se asemejan), y las dos parejas pasan por atracciones mecánicas que, en un par de acciones, hasta son las mismas, y para redondear sus semejanzas, ambas son dos obras maestras absolutas que enaltecen al arte cinematográfico y a sus respectivos directores.
Pál Fejös, hace con, <
No entiendo, cómo un filme así puede permanecer casi relegado en el olvido, cuando se trata de una de las historias más bellas y bien contadas que puedan verse en la vida. El director, nos introduce primero en la agobiante rutina que envuelve a los seres comunes y corrientes: madrugar, salir a coger un transporte donde padecerán empujones, estrecheces y tardanzas, y acceder luego a un puesto de trabajo donde el ser se robotiza por completo en un quehacer idéntico cada día y la fulgurante esencia humana se apaga definitivamente… hasta que, ¡por fin, suena el timbre de salida!
Los planos se intercalan de manera brillante y con creativas sobreimpresiones, para mostrar la semejante rutina que padecen Jim como operario de una industria y Mary como empleada de una central telefónica. Un par de lugares que no dan respiro y donde el ser humano lentamente se extingue sin más opción que la simple sobrevivencia. Fejös hace un eficiente uso de la elipsis, y cada plano es preciso y significante como radiografía de la gente del común.
Habiendo sido realizada en el mismo año que, The Crowd de King Vidor, <
Barbara Kent (la adorable y magnífica actriz canadiense que apenas falleciera el 13 de octubre de 2011 ¡a los 103 años!) resulta arrobadora como la joven que siente que, en ese encuentro con Jim, le va la vida, y, Glenn Tryon (futuro guionista, director y productor), es estupendo como el muchacho ilusionado con aquella premonitoria tarjeta que le arrojó la máquina pesadora, en la que reza: Usted está a punto de encontrar lo que su corazón busca.
Y el final, se torna resplandeciente con una magnífica sorpresa. Pál Fejös, hace ya parte de mis afectos.