Smash (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (2012-2013). 2 temporadas. 32 episodios. Una compañía de teatro se propone hacer el mejor musical sobre Marilyn Monroe. La historia se centra en la disputa por el papel protagonista entre una joven e ilusionada debutante (Katharine McPhee) y una veterana actriz (Megan Hilty) que, cansada de ser siempre una segundona, quiere alcanzar la fama.
Detalles de la película
- Titulo Original: Smash (TV Series)
- Año: 2012
- Duración: 40
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Opinión de la crítica
Película
6.6
64 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Andy Mientus
- Anjelica Huston
- Ann Harada
- Brian dArcy James
- Christian Borle
- Debra Messing
- Emory Cohen
- J. Manuel Santos
- Jack Davenport
- Jaime Cepero
- Jennifer Hudson
- Jenny Laroche
- Jeremy Jordan
- Joshua Bergasse
- Katharine McPhee
- Keith Kuhl
- Krysta Rodriguez
- Leslie Odom Jr.
- Lexy Hulme
- Megan Hilty
- Michael Cristofer
- Nina Lafarga
- Phillip Spaeth
- Raza Jaffrey
- Reed Kelly
- Samantha Zack
- Savannah Wise
- Thorsten Kaye
- Wesley Taylor
Después de que Disney invadiera el mercado adolescente con la mediocre High School Musical y la aún más insoportable Camp Rock, FOX fue la cadena en dar el siguiente paso y estrenó una serie que si bien al momento de ser anunciada generó muchas dudas, al momento de estrenarse significó la nueva mina de oro de la prestigiosa cadena. Si aun no han adivinado de que programa hablamos, nos referimos a GLEE, show que bueno o malo, hay que reconocer que tiene estilo propio y es totalmente innovadora (atributo que sus mismos detractores le conceden).
Ese show creado por Ryan Murphy no sólo logró encandilar al público, sino que también obtuvo el visto bueno por parte de la crítica especializada, incluso llevándolo a ganar el Golden Globe por Mejor Serie-Comedia o Musical 2 años consecutivos (honor que únicamente pocas series como Sex and the City y Esposas Desesperadas han conseguido)
Claro que después de dos temporadas bastante buenas, la ilusión de haber encontrado la nueva sensación televisiva en GLEE se desvaneció en una tercera temporada que dejó bastante que desear y que provocó que los fanáticos de la serie les dieran la razón a aquellos críticos que la destrozaban constantemente.
Es ahí cuando la NBC, constante rival de la FOX, aprovechando el mayor momento de debilidad por el que atravesaba la serie de Murphy decide lanzar SMASH, propuesta que no solo logró hacerle sombra a GLEE por tener a Steven Spielberg como productor ejecutivo (aunque su mano no se nota para nada en ningún capítulo), sino porque se anunció que este show contaría con canciones originales, cosa que no sucedía en la serie de los chicos del coro muy a menudo.
Vaya que SMASH aterrizó en la parrilla televisiva haciendo ruido, aunque hay que aclarar que si bien obtuvo muy buenos niveles de audiencia, tampoco consiguió un altísimo número de espectadores como sí lo hizo GLEE en sus días de gloria: Sin embargo, a pesar de que es inevitable la comparación entre ambas series, es oportuno mencionar que lo único que comparten es el género musical, pues cada una va en busca de públicos diferentes.
El musical de por sí ya es un género que reúne a espectadores muy selectos. Así mientras GLEE va en busca de un público más juvenil, SMASH procura enganchar a una audiencia más generalizada, pero quizás un poco más adulta y seria que su aparente competidora.
Ahí es donde radica la principal diferencia entre ambos productos. Mientras que GLEE es más alocada y atrevida, siendo más arriesgada pero inaccesible para cierto tipo de público, SMASH es un tanto mas elegante y llevadora, ya que el humor es de lo más ligth y no tan negro o mala leche como en la serie de Murphy.
SMASH bebe del musical de Broadway, por lo cual se respira un aire 100% teatral que hace la experiencia más agradable. La trama gira precisamente en torno a la creación de una obra musical de Marilyn Monroe, es como de temática de cine dentro del cine, solo que esta vez es un musical dentro de un musical.
Ese show creado por la irregular Theresa Rhebeck, ya no se puede denominar como innovador y no es ni de lejos la mejor comedia televisiva del año, pero es un show que funciona bastante bien porque le da el público lo que quiere. El formato de culebrón es trasladado al género musical, pues todas las historias de los personajes se cruzan de forma hasta cierto punto telenovelezca, pero dándole dinamismo a la trama principal.
Sin embargo, después de todo uno se da cuenta que a pesar de la pobreza de la historia, lo mejor de SMASH tiene lugar cuando es la misma obra teatral la que se vuelve la absoluta protagonista del show, pues a fin de cuentas los personajes son pura utilería para enriquecer la a veces poco creativa trama. Lo mejor tiene lugar en los últimos episodios, cuando podemos apreciar lo complicado que puede ser llevar un musical a los escenarios. En estos últimos capítulos el público disfrutará morbosamente del reto que significa para los personajes sacar adelante el show a pesar de lo destrozados emocionalmente que puedan estar por la situación personal que están viviendo. En fin, en la recta final somos testigos de los pleitos entre los guionistas y el director de la obra, entre el director y la productora, entre la productora y los actores y entre los actores y los guionistas, total un círculo vicioso que se disfruta aunque después de todo sea un culebrón aderezado con números musicales de gran calibre.
Sigue en spoiler
La idea es muy buena y llega con el boom de Marilyn y Glee en horas bajas: la creación de un musical sobre la tentación rubia con dos aspirantes que lo darán todo por el papel que puede cambiar su vida. Smash se basa en el juego que proponen los sueños (y sueños dentro de sueños) que afortunadamente, como espectadores y partícipes indirectos del show, vemos plasmados en ese producto final que está en elaboración, pero que no sabemos si podrá ver la luz. Es, en definitiva, una serie sobre el backstage y lo que se esconde más allá de las bambalinas, cuando todavía ni siquiera han sido colocadas. Presenciaremos todos los mecanismos y resortes con los que se forma un musical de Broadway. Luces, diseño, telones, aspiraciones, emoción, tensión… e imaginando los futuros aplausos…
Toda esa suma de ideas muy llamativas y proyecto inicial llega en plena fiebre de ‘American Idol’ y con High School Musical y Glee como referentes aunque ambas buscan otro tipo de espectadores frente al carácter adulto y sofisticado que propone Smash. Si a eso se le suma contar como productor con Steven Spielberg, con Theresa Rebeck como creadora y guionista, las composiciones de muy buena factura de Scott Wittman y Marc Shaiman, que ya trabajaron en el remake musical de Hairspray, y el talento de Josh Bergasse con las funcionales y eficaces coreografías parece nada puede fallar. Esa perfecta mezcla de telerrealidad (si permiten al público votar por las candidatas sería hasta el negocio del siglo) y de patrones clásicos sobre el mundo de la fama (trabajo o familia, diferencias irreconciliables y, sobre todo, el dinero como base y motor de cualquier creación) hace que todos esos intereses estén bien integrados en un piloto que, por el contrario, me llevan a apuntar a Smash a mi lista de decepciones del 2012.
Cuentan que Smash fue ideada e inicialmente desarrollada en Showtime por el productor Bob Greenblatt (A dos metros bajo tierra) aunque al ser ahora el presidente de la NBC el proyecto ha migrado hacia esa cadena. ¿Hubiera sido preferible que se quedara en la cadena de cable? ¿O se está pensando en ampliar el éxito de ‘The Voice’ de la NBC ante el bajón palpable de Glee? Viendo el buen recibimiento por parte de la crítica y, sobre todo, del público me hace sentir como un bicho raro que pasa demasiadas horas delante de series de la HBO. En mi opinión la serie invitaba, con esas ensoñaciones, a un montaje y dirección a lo All that jazz o Chicago pero en Smash falla todo: no hay guión, ni frases suculentas e inspiradas, ni emoción tras las cámaras y ni mucho menos un montaje funcional que alcanza el clímax en el piloto en una secuencia en montaje paralelo con sendas candidatas. No es suficiente. Al menos, para mí. Me imagino esta serie con la calidad de los libretos de Studio 60, con un entramado perfecto en esas metaficciones que nos propone y tiemblo… pero ahora ni siquiera aplaudo. Y ni siquiera han levantado el telón…
Lo primero decir que siento una gran devoción por los musicales, tales como Chicago, Dreamgirls, Nine… por tanto, cuando me enteré de que había una serie musical y en género de Drama sobre los pasos para la elaboración de una obra musical, no pude evitar caer en la tentación.
La serie técnicamente está muy lograda: muy buena fotografía, dirección de arte y vestuario, un montaje ágil y acorde con la estética musical y una dirección correcta que brilla en su episodio piloto y en su season finale . A nivel interpretativo sufró un popurrí de opiniones, por un lado me encuentro con actuaciones muy dignas (en su mayor parte secundarias) como las de Christian Borle (Tom), Brian dArcy James (Frank) o Uma Thurman (Rebecca Duvall, nominada al Emmy por este papel) y sobre todo Megan Hilty (Ivy) que es capaz de trasmitir sus pensamientos y sus sensaciones gracias a su expresión facial, en muchas ocasiones sin la necesidad de decir ni una sola palabra. Por otro lado están Debra Messing (Julia) y sobre todo Angelica Houston (Eileen) que me parece bastante sobreactuadas en sus papeles, en el caso de Houston, pese a la gran presencia escénica de esta actriz, nunca ha llegado a transmitirme veracidad en sus interpretaciones (de hecho soy un gran detractor de su Oscar a secundaria por El honor de los Prizzi )
El desarrollo de la trama, pese a un comienzo muy prometedor, se va perdiendo conforme avanzan los capítulos, aunque la temporada despega en los últimos episodios gracias al bombón de papel que tiene Uma Thurman. Pese a eso te das cuenta de que hay determinados aspectos muy sobrantes en la serie y algunas tramas secundarias poco interesantes (ver spolier), pero sobre todo destacar algunos números musicales totalmente de relleno como el de Bollywood en el capítulo 12, que, aunque espectaculares visualmente, no aportan nada en absoluto a la serie (si bien lo hacen los verdaderos números que componen el Musical, brillantes todos).
En general concluir diciendo que estamos ante una serie que más o menos cumple las espectativas creadas, aunque no con creces. Y, como soy un gran fan de los Premios, decir que me parecen injusto su paso por las nominaciones de los Emmy, donde ha sido ninguneada tecnicamente y han pasado totalmente de su estupendo episodio piloto y de la gran interpretaciones de Megan Hilty, la cual hubiera sido una digna candidata a secundaria en serie de drama.
Theresa Rebeck es una dramatuga de bastante éxito en Broadway pero sus créditos en el cine no son muy allá, de hecho escribió Catwoman de Pitof, algo que sorprenderá a muchos porque nadie esperaba que aquel esperpento tuviese guión. Pero bueno, resulta que además es la responsable del libreto del piloto de Smash , la nueva serie de DreamWorks y, por tanto, producida por Steven Spielberg. Y van tres de tres: el año pasado puso pasta para que viesen la luz Falling Skies y Terra Nova , cada una peor que la anterior. Smash es más modesta pero también fallida. No hay alienígenas, ni viajes en el tiempo ni dinosaurios, sólo dos aspirantes a un rol en un musical sobre Marilyn Monroe que se desean dar vida -y voz- a la rubia más morbosa de la historia del cine. Una es Katharine McPhee, cantante metida a actriz cuyo origen es uno de los American Idol (donde quedó segunda) y otra es Megan Hilty, una rubia con unos cuantos kilos de más. Ambas tienen muy buena voz y, sobre todo la primera, presencia. Ahí acaba lo bueno del piloto de Smash .
La guionista de Catwoman (lo siento, Theresa) es incapaz de escribir algo con gracia más allá de lo evidente, los personajes de Debra Messing y Angelica Houston están desaprovechadísimos, los números musicales son excesivamente sencillos, su hondura dramática está por debajo de los High School Musical de Disney Channel, no hay imaginación ni dominio del ritmo, por no mencionar que la serie no sabe si ser musical (alguno de sus responsables o la señorita Rebeck debieron ver Cantando bajo la lluvia ) o una serie con música, sin más, algo que queda especialmente claro en los últimos 3-4 minutos en los que las dos aspirantes cantan en paralelo una canción, poniendo cierre al piloto. Tranquilos que no hay destripe, después de los créditos hay un sneak-peak de unos cinco minutos en los que, irónicamente, cuentan toda la primera temporada al detalle. Muy apropiado, así no tendré que verla. Lamentablemente Smash no crea ningún tipo de intriga ni nos importa una mierda quien consiga ese papel, o si sale adelante o no el musical. Es todo tan soso que el único placer de verla es perderse por la figura de McPhee y para eso hay material de archivo en Youtube hasta el fin de los tiempos. Total: piloto fallido por su incapacidad para transmitir algo o, al menos, crear expectativas. Las voces de McPhee y Hilty, y la vida de Monrie, merecían una serie (o un piloto, al menos) mejor. O al menos algo con chispa. No molesta verlo, las cosas como son, ni provoca vergüenza ajena, pero si me acuerdo de él en cuatro días no será por méritos de su guionista, eso seguro.
Ahora entiendo por qué no me suelen gustar los musicales. Resulta que los guiones surgen de manera tan sencilla y espontánea como los gorgoritos de sus actores. Sin pensarlo, sin venir a cuenta. No importa la hora ni el lugar. Es tan fácil diseñar una obra para Broadway que lo mismo podemos basarnos en la vida de Marilyn Monroe como en la de Anita la fantástica. Tan sólo hay que coger los cuatro conceptos que las han hecho famosas e idear un buen número musical a su alrededor. Si en el caso de Marilyn serían el pasado como Norma Jeane, el cine, el béisbol y la sensualidad, en el de nuestra musa patria sin duda basaríamos el espectáculo en la biología, la televisión, los posados y la mesa de operaciones. No hace falta estrujarse más el cerebro.
Esto es más o menos lo que nos viene a decir Smash, el último estreno de la cadena estadounidense NBC. Que sólo hay que dar con una temática popular para lograr el triunfo, que del resto ya se ocupa toda la inmensa maquinaria ingeniada alrededor de la industria del entretenimiento. Sin duda, Marilyn Monroe es todo un reclamo para que un musical se convierta de inmediato en todo un éxito, aunque desde la serie nos recuerden que alguien ya sentó precedente sin demasiada fortuna.
El motivo de esta superproducción televisiva es mostrarnos el teatro musical entre bambalinas, desde la producción hasta el casting. Pero aunque conozcamos a la productora del gran musical sobre Marilyn, gran Angelica Houston con escasa presencia, Aunque nos muestren a los guionistas del invento, un gay estereotipado y su fiel compañera, la siempre correcta Debra Messing, Aunque presenciemos sus conflictos con el gran director de musicales, las auténticas protagonistas de Smash son las dos aspirantes al papel del mito erótico por excelencia.
Su lucha, prevemos que encarnizada, por lograr el papel de sus vidas es el mayor aliciente de esta serie musical y de corte clásico que poco o nada tiene que ver con Glee. Aquí los ensayos también representan el punto álgido de cada capítulo, aunque no por su irreverencia sino por la espectacularidad. Coreografías y voces de infarto que lejos de mofarse del musical, ensalzan al género. Una propuesta blanca y amable que persigue a un público bien distinto del que tiene la comedia adolescente de la Fox.
En esa búsqueda de una audiencia más heterogénea radica el gran riesgo de ‘Smash’. Puede que las trabas de un matrimonio para conseguir la adopción de un bebé chino interesen a un porcentaje de espectadores, pero resta minutos al auténtico estímulo de la serie, esos ensayos, con sus coreografías y cantes, que le aportan toda la seducción. De momento, el estreno ya ha supuesto toda una inyección de moral para la NBC y para uno de sus productores, un Steven Spielberg que por fin logra sorprender en televisión con una apuesta a la altura de sus proyectos cinematográficos.