Sinfonía de la vida
Sinopsis de la película
Relato costumbrista sobre una pequeña ciudad estadounidense. El narrador explica cómo ha transcurrido la vida en Grovers Corners, una pequeña población de New Hampshire, entre 1901 y 1913. George Gibbs, el hijo del médico, y Emily Webb, la hija del director del periódico local, son compañeros de instituto y empiezan a salir juntos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Our Town
- Año: 1940
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.3
49 valoraciones en total
Terminando de ver Our Town (1940) de Sam Wood con William Holden, Martha Scott, Thomas Mitchell, Frank Craven, Fay Bainter, Beulah Bondi, entre otros. Drama y fantasía basada en una obra teatral de Thornton Wilder, premiada con el Premio Pulitzer en la categoría de Drama, y nominado a 4 premios OSCAR: Mejor película, actriz (Martha Scott), banda sonora y sonido, sobre la vida cotidiana de 2 familias vecinas en un pueblo a lo largo de 12 años, desde 1901 hasta 1913, donde se nos cuentan los episodios comunes y reconocibles de la gente corriente del pueblo, pero centrados en toda la vida del ser humano en cuando a nacimiento, desarrollo, reproducción y muerte, el círculo mismo de la vida. Tomar en cuenta que el filme mantiene el formato teatral, donde hay un narrador principal, que generalmente rompe la cuarta pared para avanzar el relato, por tanto es una fiel reproducción de la obra de teatro, excepto por 2 significantes cambios: La puesta en escena y los eventos que giran en torno a la muerte. Técnicamente es asombrosa en eses sentido, en el amor puesto en el arte escénico y cinematográfico, con una dirección artística al estilo de una fábula, con una fotografía hermosa en los encuadres, capaz de transitar sin sobresaltos del tono impresionista al expresionista, véase por ejemplo la escena donde la pareja de jóvenes van a la heladería. Del reparto, Frank Craven, que interpreta al narrador, también ayudó a Thornton Wilder a adaptar su obra para la pantalla, mientras este filme representa el debut de Martha Scott, con 28 años, junto a William Holden, por entonces de 22 años, sin embargo, la enorme diferencia de edades no es notable en la película, donde Holden demuestra ya el gran actor que sería en el futuro. El filme tiene una parte de fantasía, que podría decir mata el relato, engañando al espectador, por lo que ese giro, que no estaba en la obra original, le cobra factura a un filme muy melodramático. Queda como una película que muestra el ciclo natural de la vida y que nos recuerda vivir intensamente cada momento: ¿Por qué no puedo quedarme un tiempo como estoy?
RECOMENDADA.
NO tendrá nota en Lecturas Cinematográficas
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En su apariencia de película glorificadora de los valores sencillos y eternos de la América rural, esta desconocidísima y original película del director Sam Wood, que adapta una obra original de Thornton Wilder premiada con el Pulitzer, atesora una buena cantidad de cualidades reseñables: su tono melancólico, otoñal y algo sombrío, la oportunidad de ver a William Holden en una de sus papeles más tempranos, la solemne y panteísta música de Aaron Copland, reconocible desde los primeros acordes y, sobre todo -y ese es el mayor de atractivos-, el juego entre experimental y atrevido, casi postmoderno, de algunos de sus momentos, acentuado por el papel del narrador Fran Craven, los extraños ángulos en los que coloca una cámara que progresivamente se va domesticando, o la impresionante, inaudita, espectral escena del parlamento de los muertos en el que sueño, vida, olvido, amor, muerte, emoción y recuerdo se combinan milagrosamente en esta extraña, a ratos ñoña, a ratos fascinante, sin duda singular película.
¿Por qué han tenido siempre que traducirla como Nuestra Ciudad cuando en realidad Thornton Wilder pretendía reflejar la vida cotidiana en un pueblo, con todas sus luces y sombras, pese a la apariencia de solidaridad bonachona? La presencia de la muerte es especialmente significativa por todo lo que de castración puede tener ese mundo para seres que no se amoldan a la mediocridad controlada. Es el caso del músico que aparece reducido casi a la marginalidad y cuya muerte supone en Boston un impacto que ni se imaginaría en ese pueblo, quizás natal, al que decidiría regresar por ¿amor al terruño? Ese probable genio masacrado, cuya singularidad le lleva a crear una melodía para su epitafio, me recuerda en cierta manera al personaje de Blanche Dubois, que bastantes directores han malinterpretado como una psicótica patética o incluso alcohólica, cuando creo que en realidad se trataba de un alma exquisita incapaz de adaptarse a la realidad circundante.
Una maravilla de película de Wood ( Una noche en la ópera ), toda una curiosidad plenamente conseguida: adapta un clásico de la escena norteamericana, Our town de Thornton Wilder, y cuenta una historia sencilla y como tal resulta aparentemente así en lo narrativo, resultando armoniosa, deliciosa y sinfónica (apropiadísima traducción del título original al castellano) pero a la par resulta una película de tono francamente particular, de sesgo cuasiexpresionista y místico, con influencias del cine de Dreyer, dónde el fragmento del sueño de su propia muerte por Martha Scott es un exponente perfecto y admirable de todo esto: resulta expresionista, fantasmagórico e irreal, francamente insólito en una película que cuenta una historia sobre la cotidianiedad y costumbrista, a veces una comedia blanca pero de constante halo sensible y nostálgico, con el drama sobrevolando el alma de sus protagonistas. Da la impresión de que en la película no hay personajes, sino almas. Una rareza extraordinaria.
Los hermanos Marx criticaban al director de ésta película por faltarle sentido del humor , y lo cierto es que en esta producción suya, cuyo humor es llanamente escaso, lo que realmente importa es el drama. Se trata de una obra pictónica que describe las humildes vidas de los habitantes de una ciudad. La fuerza del drama convence, lo triste y lo alegre se entremezclan y emerge del espectador un nuevo amor y atracción hacia la vida. Imprescindible.