Sin hijos
Sinopsis de la película
Gabriel está separado hace cuatro años. Desde entonces Sofía, su hija de ocho años, es el centro de su vida. Negado de plano a intentar una nueva relación amorosa, Gabriel vuelca toda su energía en su hija y en su trabajo. El idilio padre-hija se ve conmocionado por la aparición de Vicky, amor platónico de la adolescencia, transformada ahora en una mujer hermosa, independiente y desenfadada.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sin hijos
- Año: 2015
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
5.4
20 valoraciones en total
Resulta muy duro criticar una película protagonizada por uno de mis actores de comedia favoritos, pero después de haber perdido más de hora y media observando la pantalla y preguntándome ¿Cuándo acabará esto? , me veo en la obligación de advertir a los que se vayan a fiar de las críticas buenas que está recibiendo. Huid de esta película si podéis. No es ofensiva, ni llega a causar sufrimiento en el espectador, pero es un gasto de tiempo y de dinero que, en tiempos de crisis, uno puede (y debe) ahorrarse.
Sin hijos comienza con una escena muy ridícula en la que los protagonistas deben aparentar 9 años menos que los que van a tener en el presente de la película. Peretti con una peluca horrenda y Maribel Verdú… bueno, ella, por alguna razón, está igual que más tarde. Después de ese horror de escena tenemos los créditos iniciales de la película, que, sin duda, son lo mejor de ésta. De hecho, son una de las pocas cosas buenas de la película. A partir de ahí, todo va cuesta abajo. Y no parece que el metraje vaya a dejar de caer en picado hasta reventar, en su final, contra el suelo.
El guión es espantoso. Espantoso. Muy pocos chistes funcionan, y sólo uno o dos de los que funcionan logran sacar al espectador más de una simple sonrisa. En cambio, el largometraje está plagado de momentos de auténtica vergüenza ajena. La sensación que me daba es que, en el momento en el que ésta notaba que estaba perdiendo la atención del público, lanzaba algún chiste patético para, al menos, no causar pasividad total. Y miren que es muy difícil que un actor como Peretti resulte tan poco gracioso. Podría parecer que él lo está intentando, pero el guión no da más de si. Cuando los diálogos no funcionan, no funcionan. Y ahí muere el interés por uno de nuestros tres protagonistas. Maribel Verdú, por su lado, parece ni siquiera estar intentándolo. Una de sus peores actuaciones que he tenido la desgracia de presenciar. En su defensa habría que aclarar que su personaje resulta odioso en todo momento. El espectador no podrá nunca conectar con esa mujer, por lo que la motivación principal del personaje masculino, Gabriel, nunca se verá lo suficientemente justificada. Y, por último, la niña. Guadalupe Manent, que todos parecen estar colocando en un pedestal. Esta chica, al más puro estilo Little Miss Sunshine , hace de la hija de Peretti, de niña inteligente e irónica, que habla como si fuera una adulta y se comporta como si tuviera 17 años en vez de 9. Y esto, señoras y señores, empieza a cansar desde el primer minuto en que aparece. Es un personaje bastante mal actuado y tan evidente en sus pretensiones que termina por hundir este tridente de personajes abrumador.
Igualmente no simplemente el guión y los personajes fallan espectacularmente, hay que destacar que la premisa de la historia ya es absurda de por si. Hombre divorciado con una hija se reencuentra con una mujer que le cautivó en el pasado y descubre que ella odia a los niños, por lo que se verá forzado a ocultar el hecho de que tiene una niña. Y cuando ves de qué va a ir la película, inevitablemente ya visualizas todo el resto del desarrollo. Sabes qué va a ocurrir, cómo va a ocurrir, cuándo va a ocurrir y cómo va a concluir. Es el mismo esquema de película comedia romántica americana que todos conocemos y que a algunos ya nos harta. Tiene todos los elementos que hacen falta, los cuales no voy a listar porque podría hacer spoiler a alguno que no haya visto mucho cine de Hollywood.
En fin, voy a ponerle un 4 porque tampoco es horripilante. Eso sí, no se la recomiendo a ningún tipo de público. Únicamente si la dan un domingo por la tarde en la tele y es realmente lo único interesante que hay para hacer, adelante. Si no, no cuentan con mi bendición.
Saludos del Protestón.
Muchas veces debemos enfrentarnos a películas cuyas críticas de los críticos, en su mayoría no son positivas y el resultado en ocasiones sorprende como en el caso de SIN HIJOS, estuve dudando si alquilarla pero al decidirme me llevé una grata sorpresa porque nada que tenía que ver con lo leído de los profesionales.
La niña enfrentada a un padre despistado me ha resultado entretenida madura y nada repipi como manifiestan algunos. Maribel Verdú correcta y Diego Peretti brillantísimo más en su papel como padre aque amante.
Desde que en 2006 irrumpió en el cine nacional con su ópera prima, la sorprendente Cara de Queso, las comedias de Ariel Winograd son portadoras de bienvenidas renovaciones que se despegan del costumbrismo anterior para aggiornarse y complementarse con otros códigos cinematográficos. En Sin Hijos demuestra que el cine familiar goza de buena salud, aun en situaciones diferentes y se mueve con solvencia en territorios de la comedia, con vida propia pero sin temor a muchas similitudes con exponentes del cine clásico estadounidense.
Diego Peretti interpreta a Gabriel, dueño de una casa de música heredada y estudiante de arquitectura nunca recibido. Es padre divorciado desde hace cuatro años y ha bajado la persiana a la renovación de su vida afectiva, refugiándose en el trabajo y en el cuidado de su hija Sofía, de nueve años (Guadalupe Manent), una pequeña tirana, que lo maneja como quiere. La niña es a tal punto el centro de su vida, que es también su único tema de conversación. Así, cuando algún amigo intenta presentarle una eventual nueva pareja se vuelve monotemático y provoca el rápido desinterés de la posible candidata que encuentra el lugar afectivo ocupado. Este padre solitario, al que nada parece motivar más allá de su vínculo filial, sacudirá la rutina programada de sus días con la aparición de Vicky, una amiga de la adolescencia, viajera, hermosa e independiente. El reencuentro esta vez se presenta propicio y la afinidad entre ambos ideal, salvo que esta mujer no quiere saber nada con niños, ni propios ni ajenos. Entonces, para que ella lo acepte, Gabriel decide mentir sobra la existencia de la pequeña Sofía. Algo que desatará todos los enredos que dan pie a varias escenas cargadas de comicidad. También, al desarrollo del subtema de ocultar lo que más se ama, otra constante de esta historia amparada en la comedia. Como en la canción de Sabina, las mentiras piadosas funcionan.
Apuntando a lo seguro, con un tono personal cada vez más neutro, Winograd encamina su cine al espectáculo de entretenimiento y se queda más que nunca en la superficie de los temas que trata. Pero se mueve con profesionalismo, sabe manejar la risa y los sentimientos. Sin Hijos es una de esas películas que en apariencia no se aleja demasiado de otras comedias locales que apuntan a un público familiar con temas similares (como el de las familias ensambladas, los conflictos de hijos con padres divorciados, los adultos que se vuelven a enamorar, etcétera), pero no cae en la misma bolsa. Y mucho se debe a la puesta en escena y a la capacidad del director para rodearse de un elenco efectivo, donde Peretti demuestra una vez más estar a la altura de las circunstancias y la española Maribel Verdú sale airosa con el rol de Vicky, que le implica el desafío de componer un personaje en principio antipático pero sin embargo seductor y finalmente querible. En el elenco secundario, sobresalen Martín Piroyansky y Horacio Fontova, quienes comparten un puñado de escenas muy divertidas. Pero la mención especial es para la niña Guadalupe Manent, quien interpreta a Sofia, la gran revelación actoral de la película.
No hay en la trama un camino verosímil que permita entender cómo los distintos personajes llegaron a donde están. Los conflictos se resuelven a las apuradas, arbitrariamente, sin un sustento narrativo y el crecimiento que debería hacer Gabriel como padre, pareja, hijo y hermano. Más allá de esto y sin ser una comedia arriesgada, Winograd (también realizador de Mi primera boda (2011) y Vino para robar ( 2013) construye, con menos pretensiones que en su filmografía anterior, un entretenimiento sumamente disfrutable, prolijo y funcional, con protagonistas sólidos, buenos secundarios, diálogos y remates como para no envidiar a una sitcom made in Hollywood. No es su mejor película pero le alcanza para aportar un hito a la poco prolífica historia local de la comedia romántica, donde supera los tradicionales arquetipos refractarios a la renovación.
Creí que no soportaría a la niña y se salva de mi furia, aunque las cosas que dice no es verdad que es lo que una hija conversa con un padre. No es natural.
Peretti dicen que es un gran cómico, a mí me ha parecido un error de casting, es un actor muy feo para poner al lado de Maribel. Yo estaba pensando todo el rato que es del Barsa por ser compatriota de Messi.
Tampoco es muy graciosa la película, la verdad es que trata de serlo, pero no, y el deje argentino hay que tener cuidado, a mí me cansa. Mi opinión es que es decepcionante la impresión al acabar.
La historia parte de una estupidez, pero se han hecho buenas comedias partiendo de una estupidez. El problema es cuando las estupideces se suceden una detrás de otra hasta el final, desangeladas y sin gracia. Tampoco hay química entre los actores, y la pobre Maribel Verdú, aunque luce palmito, se la condena a interpretar un papel en el que aunque el guión no lo pretende, parece idiota, o más bien tontita.
En fin, que la peli no vale ni para la sobremesa del domingo en casa de los suegros.