Simple Men
Sinopsis de la película
Otra singular comedia de Hal Hartley. Una road movie de argumento muy simple: dos hermanos que buscan a su padre se encuentran por el camino con unos personajes tan inadaptados y excéntricos como ellos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Simple Men
- Año: 1992
- Duración: 105
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes descargarte una copia la película en formato HD y 4K. A continuación te mostramos un listado de posibilidades de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.9
63 valoraciones en total
Hace aproximadamente dos años, tuve mi (hasta ahora) único acercamiento al cine de Hartley. La casualidad se alió conmigo y me aproximé a uno de los alegatos de cine independiente norteamericano más brillantes de cuantos haya podido ver. Empecé con Trust , y allí descubrí como el humor y la tragedia, se entremezclaban con unos tintes ácidos y tejían una hipnótica red de la que era, no difícil, sino imposible salir. Sus personajes, sus diálogos, la particularidad de sus acciones, de sus relaciones, todo era brutal en Trust , como un aluvión de sensaciones recorriéndote el cuerpo de las que era casi imposible separarse. De ella, y en apenas un día, sonsaqué el que, posiblemente, sea uno de mis testimonios más sinceros ante un film de esas dimensiones.
Sin embargo, y pese al efecto que había surtido en mi la segunda obra de Hartley, nunca me había vuelto a aproximar a su cine: quizá era porque temía que el hechizante efecto de Trust se rompiera, puede que quisiera volver a acercarme a ella para cerciorarme de si lo que había observado era fruto de mi condición el día en que la vi, o de la propia fascinación con que me sacudió, probablemente nunca quise desprenderme de aquellos momentos, en los que atisbe a observar un leve reflejo de Mathew en mi, en que me sentí cautivado por Maria, pero eran tantas las dudas, y tales los miedos, que sólo ha podido suceder, en un acto impulsivo, el hecho de encontrarme con Simple Men .
No sé yo si Simple Men será la cumbre del cine de Hartley, de hecho, ni siquiera podría atestiguar de que fuentes bebe, cuales son sus referencias o si, a día de hoy, mantiene intactas las cualidades que hicieron, como mínimo, de sus primeras obras un torbellino de evocación, sin embargo, lo que sí sé, es que pocas veces tiene uno la ocasión de encontrarse con un cine sentido, que huye del artificio y de la banalización, y colisiona de frente, cara a cara, con las emociones más puras que puede dejar este arte.
Así, y escogiendo otro relato donde personajes perdidos que buscan, y jamás parecen encontrar, Hartley les dota de un nuevo y sublime ejercicio de carácter: no sólo sus protagonistas, como ya sucediera en Trust , se nos presentan con una franqueza digna de elogio, sino cada uno de sus diálogos irradian sinceridad, nos destapan sus entrañas, y desvelan su sentir como si de una rotunda declaración de intenciones se tratase, cuando no es más que una amalgama de respuestas ante esos instantes rotos, que dan forma a una vida (casi) descompuesta del todo.
(Finaliza en el Spoiler)
Cuando ví esta película apenas conocía la existencia de un director de cine independiente llamado Hal Hartley cuando me topé inesperadamente como los personajes de esta película, con una crítica de Simple Men. Desde ese momento supe que tenía que verla. Quizás lo que me impulsaba era el hecho de que fuera cine independiente, que fuera una road-movie (esa sensación de libertad y desahogo) o sólo por el nombre, un nombre bello y poético como la película misma.
Un mes después conseguí la película tras remover cielo y tierra, y corriendo me dispuse a verla. Tras los cinco primeros minutos iniciales mi mente se dirige a esos personajes que van apareciendo y a los cuales Hartley disecciona mostrándonos unos corazones solitarios perdidos en la nada, 100% cine indie. Más tarde, cuando mis ojos no se separan de la película, unido todo con una inolvidable banda sonora que, con tres acordes de una guitarra conquistan a todo el que la oye como si de una música maldita se tratara. La historia es simple, como el título mismo, pero bella, un claro ejemplo de una película que por su simpleza es una obra maestra.
Casi dos horas después, tras acabar la película una lágrima recorrió tímida mi mejilla. No era una lágrima de pena, pues la película si algo no es es triste, sino que era una lágrima de emoción, de felicidad por haber visto una de las mejores películas de los 90, por haber disfrutado como un bebé viéndola mientras el director jugaba conmigo poniéndome delante a unos personajes estropeados y solitarios pero únidos.
Recomendada para todas aquellas personas solitarias, necesitadas de una dosis de buen cine. En fin, esta película la recomiendo a todo el mundo.
Hay películas que a uno no le gustan pero entiende perfectamente que le encanten a los demás.
¿¿¿Pero esto???
Es la típica peli ni buena ni mala. De esas mediocridades del montón que no son bazofia pero que no hay ni una pizca de talento.
Los actores son reguleros, la dirección de los mismos es verdad que brilla, sí, por su ausencia. El guión está hecho en una cafetería de carretera secundaria en una tarde de muuuuuuuucho aburrimiento. Los diálogos están llenos de tópicos, y la cámara parece que la mueva un pretencioso de mente plana.
Dicen que es una comedia, pero el único momento que te ríes es en la secuencia del baile. De lo chapucera que es.
No, si lo independiente ya es una marca comercial en sí mismo por lo visto. Pues vale, que la disfruten los compradores compulsivos de estos productos.
Tan profunda como un charco en Los Monegros.
Mi llamada fue este film.
Ya antes había visto ¨El mariachi¨ Robert Rodríguez y me había fascinado esa manera diferente de ver el cine. Es cierto, que en la música, iban apareciendo grupos como Nirvana que apelaban a los PIXIES y los primeros REM anteriores al Losing my religion.
Pero siendo verdad que también el cine de Gus Van Sant con Drugstore y My own private Idaho, me llamaba, esa llamada estaba connotada a una estética, no solo de peinados y camisa de leñadores, a Seatlle como lugar de peregrinación. Quiero decir que para mi busqueda aceptaba esa estética, pero me faltaba el inevitable realismo de personajes en los que me viera reflejado. Y ese realismo me llegó con Hartley.
A saber: Personajes que se difuminan entre el héroe y el antihéroe. Que es débil y sabe de su debilidad. Que admite su vago narcisismo, del cual se siente siempre culpable. Que es un tipo común pero que no se conforma con un destino normal. Que se rebela contra la sociedad pero admite su fragilidad ante la soledad. Un protagonista como el de ¨Beautiful girl¨, pero desagradable, que no tendrá la necesidad de hablar, y por ello quedará condenado a un cine más ¨callado¨ no como dogma de moral, sino por ser inoportuno…Y además ese inoportunismo no cae siquiera en lo cómico…Luego tremendamente extraño. Que no se conformaba tampoco con el mainstream social del cine de Edward Burns. Que no es tan simpático ni ocurrente, ni aunque pudiera, como el Kevin Smith de ¨Persiguiendo a Amy¨. Ser aceptablemente galán y fracasar en todos los intentos de…SÍ un amor idealizado, un estar enamorado del amor, y aún así, sabiendo de lo cursi de esto, no renunciar a querer pronunciarlo. Ser consciente también de su tiempo, de la generación X. Sí, de su intento de trascendencia, de glorificarse en la vida pequeña con un contexto grande pero con tanta elasticidad que va desde los vastos paisaje de tendidos eléctricos, de llanuras del mediooeste, o del secarral de Medem a una bolsa guiada azarosamente por el viento en el patio interior de una casa con su canasta de baloncesto de obligado atrezzo. Y aún así, no aferrarse a ello hasta las últimas consecuencias, no por pragmatismo, sino por propia negación de lo dogmático. El gusto por lo melancólico que se vuelve hábito….Pero estando atento a que no caiga en moda, a no pervertirlo ni convertirlo en una esclavitud más..A un Ray Loriga tatuado enseñando los tatuajes, siendo esclavo de la tinta en su piel cuando el tatuaje era ser rebelde. O que la vida te lleve en su corriente fluvial.
Esos personajes eran más que una estética, a pesar de la importancia de ella. Me veía en ellos. Fuera de lo que aprende el cinéfilo después. Sí, Lean, Hitchcock, Kazan, Visconti,…ect.
La mayor influencia para mí es el Hal Hartley de esta película. Pues obviamente, yo en aquella época estaba equivocado. No era aún como esos personajes….
Primero quiere escocés, luego lo veremos con cerveza y rematará con una botella de Jim Beam a morro. El ladrón traicionado deambula entre contradicciones alcohólicas y vitales ¿Sabes cuando alguien te deja, esas locuras y estupideces que puedes llegar a sentir, decir y hacer? él las dignifica con la entereza con la que encaja bofetadas mientras no tiene un dólar en el bolsillo.
Empieza con un robo. Las situaciones se van sucediendo con absoluta naturalidad: una antigua estrella del deporte reconvertida en prófugo revolucionario. Una monja revolcándose en el suelo con un policía. Un ataque de epilepsia en pleno campo. Una moto estropeada. Un gasolinero distorsionando su guitarra a la espera de clientes. La niña de azul en el colegio de monjas que está loca por Paco…
¿Y qué fue de Paco? Efectivamente, ni el recuerdo de su sombra, ni el olor de su tabaco. El gafitas y su hermano, buscando a su padre como una aguja en un pajar, van a encontrarse con dos mujeres que esperan, con ánimos y deseos totalmente diferentes, a dos hombres. Una desea que llegue su amor, que no la haya dejado en el camino. La otra no quiere que venga, con ese miedo tan americano a los ex-convictos.
Y entre esperas e indagaciones, se suceden los diálogos ¿Intrascendentes? Se habla de Madonna, de embragues, de medallas religiosas, de grupos de rock, de árboles y plantas ¿Plúmbeos? Se habla de sentimientos, de deseos, de necesidades, de desengaños. El amor en todas sus vertientes, sugerido o mostrado: amor loco, amor para toda la vida, el sexo por el sexo, amor platónico, amor rechazado, amor distante, y, por encima de todos, el amor como sufrimiento y padecimiento. Lo dice el policía, en una de sus escasísimas intervenciones: Como clavarse un puñal en la frente otra vez, eso es enamorarse.
Todos esos diálogos, tan importante y absorbentes, no constituyen una molesta verborrea. Hay muchos silencios, no hablan rápido, escuchan música o se asustan entre susurros. Aún queda espacio para que Hartley introduzca una situación que en Flirt desarrollará al máximo, como es la repetición de frases y palabras en contextos diferentes. Un recurso más del director para mostrar esa sociedad donde las relaciones entre personas siguen repletas de tanto dolor como magia.