Siete ladrones
Sinopsis de la película
Un desacreditado profesor organiza una banda de siete ladrones altamente profesionalizados con el propósito de robar el dinero del casino de Montecarlo, que se encuentra en un subterráneo fuertemente custodiado.
Detalles de la película
- Titulo Original: Seven Thieves
- Año: 1960
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
6.4
81 valoraciones en total
El profesor universitario y antiguo es presidiario Theo Wilkins (Edward G. Robinson) planifica un ambicioso y audaz robo en un casino en Montecarlo, Mónaco con un botín de cuatro millones de francos. Para ello contara con un ladrón profesional, su antiguo amigo Paul Mason (Rod Steiger), y con otros cinco más, sin la experiencia y el conocimiento en este tipo de robos, se pondrá a prueba el valor y la confianza de todos.
El film es un thriller al mejor estilo de Oceans Eleven (2001), con la diferencia que en
Seven Thieves los ladrones no son tan experimentados y por lo tanto le dan mucha más importancia al desarrollo del plan, no cuentan con la fantasía de la alta tecnología, pero son más creíbles, audaces y atrevidos, son menos jóvenes y por ende no son nada humoristas, ¡ah, pero eso sí!, estos siete te mantienen en suspenso y tensión.
El film cuenta con la leyenda del gángster de Hollywood, Edward G. Robinson (1893-1973), su actuación es el atractivo principal del film, además de contar con la bella y sensual Joan Collins, el siempre recordado Rod Steiger (1925-2002) y Eli Wallach de Baby Doll (1956). La película recibió una nominación al Oscar por mejor diseño de vestuario.
Hace tiempo que se pusieron de moda las películas de robos. Se estilaron todo tipo de robos: con doberman, con minis de colores, en plan rififí, en plan rufufú, a museos como Topkapi, con el ladrón sin destino, el de los casinos con la Rat Pack y Danny Ocean a la cabeza, y tantos otros, sí, claro, y más, pero yo creo que este Seven Thieves tiene un fuerte sabor telefilmero a Misión Imposible, la serie de los 60/70.
Ya el empiece es modernista y la cabecera nombrando a los actores es de serie de televisión. Sigue una parte de presentación obligada de personajes como era de rigor en la que destaca una extraña relación entre Mr Robinson y Rod Steiger. Podemos ver bailar a Joan Collins que necesitó una dinastía para hacerse bien famosa. Se marca un baile que llega un momento que ya no te acuerdas qué estás viendo. Esta parte despista, es así, pero se intuye que es obligada para dar personalidad a cada personaje y sentido al trabajo que les reúne.
El desarrollo es como cuando el jefe de Misión Imposible iba enseñando la foto de los agentes que tendrían que actuar. En este caso igual, salvando las distancias, por supuesto, la serie tenía un formato idéntico en cada episodio y aquí es una historia diferente, pero el planteamiento es similar, cada uno debe representar un papel con toda naturalidad y efectividad, que es la base para dar el golpe. La forma de desarrollarse el robo al casino debe contar con la precisión horaria. Es ya típica la frase: Sincronicemos los relojes. Tiene que cuadrar todo al segundo. Las maniobras arriesgadas en secreto son lentas para que causen intriga, y peligrosas. Momentos drásticos y centrales de cada episodio y aquí también. El equipo logístico no puede fallar, en este caso un viejo Citroen con un escudo heráldico pintado y una silla de ruedas. Todas estas cosas eran típicas de las misiones del equipo de Misión Imposible, solo que aquí el final difiere de la serie. Y el final es un final, podía haber sido otro… Pero…
Producción de la FOX de 1960 que aborda el muy visitado tema de la tentativa de un atraco perfecto. El guionista y productor es Sidney Boehm, especialista en guiones de serie negra y del oeste, al que se debe, entre otras, Los sobornados de Fritz Lang. La estupenda fotografía en blanco y negro está a cargo de Sam Leavitt, operador de numerosas películas de Otto Preminger.
Dentro de la abundante filmografía de Hathaway, gran especialista en películas de aventuras y del oeste, nos encontramos aquí en una incursión en el género policíaco, que abordó sobre todo en su época con la FOX, iniciada en 1940 con Johnny Apollo. Siete ladrones se sitúa en la Costa Azul francesa, entre Cannes y Niza, lo que le permite a Hathaway una de sus aficiones favoritas, jugar con el uso de las transparencias y de los paisajes naturales. Un gangster retirado y respetado, al que todos llaman El Doctor, interpretado por Edward G. Robinson, figura emblemática de Hollywood y de la serie negra, llama a su hijo, especialista en la materia, para que le ayude a realizar el robo del siglo en un casino súper protegido, un golpe que deberá ser una especie de revancha y de jubilación. El joven es el sólido Rod Steiger, actor camaleónico y a menudo sobreactuado, de la escuela del Actors Studio, que hace aquí de gangster profesional y cerebral, con una interpretación que seguramente esté más cerca de la tragedia que de las exigencias de un film policíaco. La protagonista de la película es la jovencísima Joan Collins, que desarrolló su carrera en Hollywood a partir del 55 y que aquí hace de bailarina, lo que nos permite ver sus espléndidas piernas y disfrutar de algunos números de Jazz, la chica se enamora naturalmente del cerebro del grupo, encargado por El Doctor de verificar el casting de los participantes y los pormenores de este fabuloso robo, en el que como siempre habrá algún factor imprevisto.
Henry Hathaway acompañó este relato con una puesta en escena sobria y eficaz, jugando tanto en los preparativos del robo, como en su ejecución con los elementos que acentúan el suspense. Una entretenida película que te mantiene pegado a la pantalla hasta el final.
Cinco actores, tres de un talento fuera de lo común. El inefable Edward.G. Robinson, el infravalorado Eli wallach,( parece que solo se le recuerde por la trilogía del dólar ).
Y Mr. Rod Steiger. Una bella, que quizá sea le mejor actuación de su mediática carrera, hasta encaja en el
papel y hasta hace algún gesto de actriz. Fotografiada con la maestría de Sam Leavitt and company.
Una puesta en escena muy cuidada, un buen ritmo narrativo del veterano Hathaway.
Y el guión que hasta las tres cuartas partes de la historia roza lo brillante…
El final, pues ese es para mí el to be or not to be y para mí, empequeñece la historia, la vuelve
sorprendente insulsa y lo que es peor nada creíble, ridículamente ingenua.
Aun así muy aconsejable y ciertamente injustamente desconocida.
Por cierto todo el elenco técnico: fotógrafos, dirección artística, etc, etc….. Muy influidos por la dolce vita . No haría ni un año que la habrían visualizado.Y la influencia es indeleble.
Lo dicho le sobra la moraleja final.
El quinto de la lista el gran Alexander Scourby, otro actor no demasiado conocido, de nombre nada,
como tantos y tantos, su rostro por el aficionado al séptimo arte seguro que sí.
Las películas sobre grandes robos ocupan un imponente lugar en la historia del cine con algunas cumbres como La jungla de asfalto (1950) de John Huston, Du rififi chez les hommes (Rififí, 1955) de Jules Dassin, The killing (Atraco Perfecto, 1956) de Stanley Kubrick o ya en el lado más jocoso con The Lavender Hill Mob (Oro en barras, 1951) de Charles Crichton. Esta que nos ocupa no se acerca ni de lejos a las anteriores aunque esté realizada con una digna y muy entretenida corrección, sobre todo por su atractivo elenco de actores –destacando Rod Steiger y el gran maestro Edward G. Robinson-, y cuente con sus buenos momentos de tensión y dificultades finales inherentes al género – no en vano, detrás de la cámara estaba el gran Henry Hathaway- aunque nada nuevo aporte a la historia del cine negro ni a la magnífica carrera del director americano. Una sensual Joan Collins y un nervioso Elli Wallach completan el reparto de esta disfrutable aunque nada memorable película.