Siete cabezas
Sinopsis de la película
Marcos, un retraído guardabosques, ve colapsar el frágil equilibrio que había conseguido en el aislamiento de un parque natural, al llegar una pareja de biólogos que investigan una extraña mortandad de animales. Cuando el deseo por la mujer se hace incontrolable y a medida que la mortandad se hace más y más grande, el monstruo de siete cabezas que Marcos intentaba controlar vuelve a despertar y el Apocalipsis narrado en la Biblia empieza a hacerse realidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Siete cabezas
- Año: 2017
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
4.8
61 valoraciones en total
La película colombiana Siete Cabezas, es una de esas pocas cintas que tiene la intención, en un intento exploratorio, contar o hacer una metáfora del conflicto, de la guerra en Colombia.
La trama del largometraje gira en torno a unos extraños acontecimientos que preocupan a una región apartada del país, los animales (pájaros, peces, venados) resultan muertos sin causa aparente. Una bióloga es contratada para investigar este extraño suceso que refleja el duelo y la violencia que ha tenido que librar este país a lo largo de su existencia.
Si bien, hay elementos rescatables en el film como: el movimiento de cámara que simula un tanto al Dogma 98 y al Hijo de Saul, los actores que son vehementes o la propia historia, aún quedan muchas cosas por mejorar, quizás apuntar a la fotografía y a los personajes que no tienen mayor protagonismo pero que alimentan la historia.
El cine, la literatura y demás artes, no tienen una responsabilidad en develar la verdad del conflicto armado y la violencia en Colombia, pero si es un deber que el arte explore, dé sus versiones, indague en posibles verdades de nuestra historia.
Celebro esta película que demuestra la tenacidad de pocos directores por arriesgarse a ir más allá de una mera caricatura de nuestra historia, con temor de no llenar las salas de cine, de que la película sea sacada en la primera semana de estreno y con las voces de algunos asistentes que aún no comprenden el conflicto en Colombia y, mucho menos, pueden tener una aproximación a develar qué hay detrás de una película como Siete Cabezas.
La más reciente película del director Jaime Osorio (El páramo), vuelve a transitar los bordes del terror y la intriga dentro de los espacios locales, como lo hizo en su ópera prima. En esta ocasión con una propuesta más simbólica y más sugerente, que cuenta la historia de Marcos, un guardabosques con algunos problemas, que encuentra en su trabajo la paz que necesita para mantener dormidos sus demonios internos. Todo cambia cuando llega una pareja de biólogos para investigar el caso de una serie de misteriosas muertes de animales. Marcos se remueve con la presencia de la mujer, y todos sus demonios aparecen.
Como su título sugiere, hay una analogía a la Biblia y al apocalipsis, que en una de las escenas es contada por el mismo hermano de Marcos, junto con su enfermedad psiquiátrica. Marcos, representa una dualidad, el bien y el mal, y su presencia encandila y deja que aflore la verdadera esencia de las personas a su alrededor.
La dirección es muy buena, permite la inmersión en el personaje de Marcos, con esas tomas de espalda, y el movimiento constante y brusco de la cámara, que junto con los efectos de sonido logran crear una atmósfera opresiva, asfixiante, de intriga y expectación, lo que sirve para conectar con la esencia del personaje principal, y las personas a alrededor. Y gran parte del merito de la conexión con el personaje también recae en el actor principal que interpreta a Marcos, Alex Betancour, que dota de un misterio innato a Marcos, y una carga de intriga, de que algo está a punto de pasar.
¿Metáfora bíblica? ¿A la destrucción de la naturaleza? ¿A la degradación del ser humano como gran depredador de la humanidad? Quizás todas las anteriores. La película me ha mantenido expectante, y es perturbadora por momentos, me gusta que el cine colombiano siga experimentando y encontrando nuevos lenguajes para retratar nuestros dramas, miedos y terrores. Porque somos una sociedad con gran experiencia en todos esos conceptos. Un cine más experencial, sensitivo y evocador.
https://asbvirtualinfo.blogspot.com.co/2017/10/critica-pelicula-siete-cabezas-jaime-osorio-marquez.html
No todas las bestias tienen siete cabezas, diez cuernos y permanecen refugiadas en las sombras. Jaime Osorio, una aguerrida y provocativa mente, estrena su más perturbadora y arriesgada película hasta la fecha, una que actúa como esperanzador recordatorio a su país, anunciando que con poco capital, como se acostumbra en Colombia en lo referente al cine, pero con fascinante vehemencia y respeto hacia el arte, se puede llegar incluso más lejos de lo que se imagina.
Con tan solo dos producciones audiovisuales a su crédito, una serie de televisión (El Laberinto) y un largometraje (El Páramo), el cineasta caleño arriba por segunda vez al mercado cinematográfico, escribiendo y dirigiendo— ya una tradición —, de la mano de un ambicioso proyecto que coquetea con el género del horror al tiempo que se mete de cabeza en un psicológico lance por el insano diario vivir de Marcos, un retirado y funesto guardabosques, un ermitaño hombre que comparte sus días con aguosos frailejones, gélidas lagunas y una devastadora epidemia que está exterminando la vida silvestre que se refocila en la floresta. Ante tan arrasadora peste, la comunidad demanda la presencia de profesionales en los terrenos con el fin de zanjar con lo que sea que este provocando el deceso de aves, mamíferos, anfibios y reptiles. Horas después, una pareja de biólogos (ornitólogos), quienes están a la espera de la llegada de su bebe, arriban al lugar en orden de erradicar el fatídico e inexplicable fenómeno, sin embargo, una historia de salvación se verá trastocada en una horrífica parábola a expensas de Ramiro, un Monstruo de Siete Cabezas que ha encontrado alimento divino en un recién nacido.
De acuerdo a los niveles de realización cinematográfica en Colombia, el filme sorprende gratamente. Director y equipo artístico alejan el relato de su zona de confort para implantarlo en un escenario húmedo y siniestro semejante al clima narrativo, con la asistencia del director de fotografía de The Embrace of the Serpent, David Gallego. Aquí, las locaciones, haciendo énfasis en el páramo, se convierten en órganos vitales por medio de su bien lograda inquietud, tenebrosidad y perplejidad. Por lo que se refiere a las tomas posadas sobre los personajes, llevaron mi desesperación a límites inimaginables con la constante e infernal cámara temblorosa, generalmente, en fragmentos en donde el personaje se desplaza a lo largo de un área específica. La cámara, literalmente, se sacude al punto que extravía por completo el centro de atención de la escena. Es entendible que deseara generar un tipo de cercanía y tribulación para simbolizar el voluble estado de ánimo del personaje, sin embargo, exuda poca delicadeza y elegancia en el proceso de obtención de este difícil efecto. No obstante, cuando la cámara permanece estática enfocando algo o alguien es donde, verdaderamente, se aprecia su más digna gloria visual, bien sea en el aliento escarlata que brota de las llamas que embriagan la flora, las elucubraciones de un hombre que se observa en un espejo impávido y asqueado de lo que ve y siente. En virtud de que en el cine nacional no es muy común contemplar el empleo de efectos digitales, es digno de congratular el trabajo de edición en las imágenes de importancia fundamental para la trama, las cuales, evidentemente, no podían ser llevadas a cabo mediante las técnicas de la vieja escuela, poco a poco, nos afiliamos a los métodos en vanguardia, sin marginar aquel toque que inherentemente proporcionaba una buena historia, un creativo director y unos dotados actores. Otra de las cajitas de sorpresas resulta ser el apartado sonoro, que concibe una sobresaliente banda sonora propia que se nutre de resonancias, chillidos y melodías con instrumentos de cuerda en son de embellecer de delicioso suspenso las imágenes, que, por si solas, ya congestionan. No queda más que decir que Camilo Sanabria ha compuesto uno de los mejores soundtracks colombianos que he escuchado a día de hoy, aunque, hay que aceptarlo, no tiene demasiada competencia.
Desde el principio, la trama se posa sobre los hombros Alexander Betancur, un actor que minimiza cualquier manera de comunicación fónica para concentrar su fortaleza actoral en los gestos, las miradas y las reacciones corporales de un guardabosque austero, mustio y hermético. Al igual que sus compañeros intérpretes, hay momentos en los que caen en la risible sobreactuación o por el contrario, se sienten demasiado toscos e inexpresivos con líneas que son terriblemente parafraseadas, sin embargo, el actor protagonista es quien mejor librado sale de este áspero viaje interpretativo, por medio del papel perfecto para alcanzar una señal más amplia en el radar de talentos, ojalá, consiga lo que se merece.
Considerado como el segundo largometraje que Jaime Osorio Márquez dirige y escribe, la obra posterior a su opera prima supera a leguas su proyecto previo, Siete Cabezas es un importante y encomiable progreso, en todo el sentido de la palabra, tanto para la filmografía del realizador como del país. Pese a que guarda suficiente originalidad y se mantiene firme y fuerte dentro del género del thriller psicológico, lo más aplaudible de esta cinta de habla no inglesa es su arriesgada personalidad, irrumpe y rompe cualquier tabú de cine latinoamericano, exhibiendo fusilamientos, violaciones y asesinatos con una cámara fija y permanente, no maquillando absolutamente nada de la intensa incertidumbre que la historia misma propone, del mismo modo, recibe un valor agregado la naturaleza de su origen, manufacturado en mi país, ya que pese a que no ostentara grandes sumas de dinero, recibirá el respeto y significado de jóvenes visionarios como yo que creen en el potencial de su tierra para el cine o cualquier tipo de arte. No en todas las ocasiones, cine Colombiano no es sinónimo de medianía y aburrición, es sinónimo subyacente de potencial inutilizado y complejidad argumental.