Shortcut
Sinopsis de la película
Cinco compañeros de clase quedan atrapados dentro de un autobús escolar después de la aparición de una misteriosa criatura en la carretera. El tiempo se agota, y con cada minuto que pasa disminuyen sus posibilidades de sobrevivir frente a las constantes amenazas de un ente desconocido.
Detalles de la película
- Titulo Original: Shortcut
- Año: 2020
- Duración: 80
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Opinión de la crítica
Película
3.1
47 valoraciones en total
Todos los clichés del género, no deja uno sin agarrar, y lo peor es que los toca de la forma más genérica posible, no hay nada original, interesante, encantador o por lo menos agradable. Los personajes son estereotipos y algunos encima irritantes como Karl que se supone el alivio cómico peor que lo único que genera es fastidio.
Ah y si querían simular Estados Unidos no lo consiguen para nada, de paso en ese sentido tiene un error grosero y evidente.
Todos hemos sentido miedo al monstruo del armario, al de debajo de la cama, al que solo acecha en la oscuridad y al que, tarde o temprano, debemos enfrentar. Y ese es el tema principal que trata Shortcut, una pequeña producción italiana que sigue esos esquemas, esos patrones tan reventados en la conjugación de ciencia-ficción y terror que Sigourney Weaver, icono del género y protagonista de una de sus obras cumbre, describía como el terror que se convierte, plano a plano, en algo sumamente abstracto: en la angustia ante lo desconocido, temática que alcanzó su mejor versión en la década de 1980 con John Carpenter a la cabeza y que aún hoy sigue gozando de cierta vigencia gracias a grandes títulos como Underwater (William Eubank, 2020). Pero no gracias a Shortcut. Alessio Liguori, director de la cinta, tiene muy buenas intenciones apuntando a un público específico, a los preadolescentes, pero tampoco se los puede tratar como tontos, que es algo en lo que tiende a caer muy torpemente. La historia, que en principio se plantea como road movie de terror, nos pone en la piel de cinco jóvenes amigos que van a algún sitio, en un autobús, pero, por devenires del destino, deberán lidiar con un asesino psicópata y un engendro extraído de las mismas entrañas del infierno.
Muy mellada en originalidad, aunque con ideas interesantes, Shortcut es una de tantas pequeñas películas cuya única pretensión es el consumo rápido que, más que una carencia, considero una virtud para una película dirigida a un público tan específico. Su ausencia casi total de fondo y su ligereza son dos factores indispensables para que Liguori se acerque a ese público con una reflexión que no conlleve quebraderos de cabeza, como es ese enfrentamiento con nuestros miedos y su respectiva búsqueda del yo, de las virtudes y valores individuales e intransferibles que todos poseemos y que conforman nuestra personalidad, solo descubiertos enfrentando los obstáculos que se interponen en nuestra vida, los monstruos que nos acechan desde el miedo. Y es en ese miedo en el que el director italiano hace especial hincapié ya que, sin miedo, no existe valor, sin miedo, no existe virtud, sin miedo, jamás podremos evolucionar como personas. Gracias al miedo, Liguori desarrolla el coming-of-age, el paso de la adolescencia a la madurez a través cinco jóvenes apabullados por las circunstancias, tratando el tema que va ligado a él de forma intrínseca y que, por razones obvias, es representado muy superficialmente, que es el despertar sexual.
Algo que me ha gustado especialmente es el diseño de la criatura. Encapuchada como una Parca, casada con la sombra y divorciada de la luz, amenazante, incansable e intimidante, acechando en cada esquina con sed de muerte. Pero, siendo sinceros, por lo que más me ha gustado es por su descarado paralelismo con los Nazgûl de Peter Jackson. Tanto en boceto como en concepto, Liguori incluso recrea la legendaria escena de Amon Sûl en El señor de los anillos: La comunidad del anillo (2001) con el plano general donde nuestro morador queda céntrico en el encuadre representando la misma coreografía cuando es preso de las llamas que el Rey Brujo de Angmar en su enfrentamiento, con unas nociones de composición e iluminación similares. Huelga decir que esa escena de la legendaria obra del neozelandés trata las mismas ideas que Shortcut, el enfrentamiento con el miedo y su posterior despertar, de la adolescencia a la madurez.
Pero uno de sus mayores inconvenientes son los personajes. Tantos los mismos, como las interpretaciones del elenco, lidian entre lo absurdo y lo irritante por el guion de Daniele Cosci. Uno de los puntos clave en los guiones que tratan estos géneros es la repercusión psicológica que un suceso traumático provoca en los personajes y que, por tanto, alteran sus acciones y percepción de las circunstancias. Pero aquí no hay ninguna. ¿Qué desmiembran a un colega frente a mis ojos? Nada, seguimos siendo tan tontos como cuando nos subimos al autobús. Pero el guion de Cosci no se queda atrás. En lugar de seguir con un desarrollo lógico, no cesa de introducir variantes surrealistas para alargar el sufrimiento de los jóvenes, por no contar los estereotipos que dan bastante vergüenza. Tenemos al que se sienta al final de la clase, Reggie (Zak Sutcliffe) que, a la listilla repelente, Queenie (Molly Dew), al flipado que, más que funcionar como aliciente cómico consigue exasperar más al espectador, Karl (Zander Emlano) y los dos tortolitos típicos, Bess y Nolan (Sophie Jane Oliver y Jack Kane). Sin lugar a dudas, es David Keyes el que da la mejor actuación como el psicópata Pedro Minghella, personaje que es un simple Macguffin para cohesionar la historia.
Ciertamente, es una película justa para entretener, y lo consigue. Faltan muchas cosas por pulir, como la ya mencionada construcción de personajes, el propio guion e incluso los extremadamente pobres efectos especiales, pero, si eres capaz de aguantar, sin miedo, la pavonería de sus personajes, seguro que Shortcut es el atajo perfecto para pasar el rato. (4.5).