Shakespeare enamorado
Sinopsis de la película
Londres, 1593, reinado de Isabel I Tudor. William Shakespeare, joven dramaturgo de gran talento, necesita urgentemente poner fin a la mala racha por la que está pasando su carrera. Por mas que lo intenta y, a pesar de la presión de los productores y de los dueños de salas de teatro, no consigue concentrarse en su nueva obra: Romeo y Ethel, la hija del pirata . Lo que Will necesita es una musa y la encontrará en la bella Lady Viola, con la que mantiene un romance secreto. Ahora bien, ella guarda dos secretos que él debe descubrir.
Detalles de la película
- Titulo Original: Shakespeare in Love
- Año: 1998
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
6.5
23 valoraciones en total
Una película colosal, con la que me reí mucho en el cine.
Antes de verla, contemplar el nombre de Shakespeare al lado de una bandera norteamericana ya empezó a despertar mi hilaridad. Pero aún más gracioso fue encontrarme con Ben Affleck en el reparto, fue una feliz coincidencia ya que cuando le veía pasear su heroico hoyuelo en las películas de Michael Bay siempre pensaba en lo bien que quedaría en una película de época sobre el teatro inglés y declamando versos inmortales con su impoluto acento de Warwickshire.
Pero continuemos. Ya he dicho que esta película es colosal, muy grande. El guionista, obviamente estudioso de la obra de Shakespeare, narra el encuentro del autor con una tipa que se disfraza de tipo para poder actuar (aquí aprovechamos para denuncia machista anacrónica al canto. Es genial). Para colmo de la jocosidad, Joseph Fiennes es quién interpreta al bardo de Stratford-upon-Avon: sólo un genio de la comedia podía concebir un Shakespeare tan ostentosamente mojabragas. La bomba definitiva son los diálogos: mezcla de los versos shakesperianos (reconozcámoslo: los sonetos del amigo eran pavorosos) con retruécanos metafóricos tan empalagosos y absurdos que sólo pueden despertar la carcajada más extrema. Pero todavía queda por llegar lo mejor.
La gran risa final fue el día que vi a Gwyneth Paltrow, probablemente la actriz más anodina del universo, esgrimir un Oscar por este papel y por esta película. Aquí, yo también me levanté y aplaudí. Nos la habéis vuelto a meter doblada, hermanitos Weinstein.
Tardé bastante en ir a ver esta película, puesto que al leer su temática intuí que se trataría de un bodrio romanticón y preciosista de esos a los que estamos acostumbrados. Incluso después de leer sus buenas críticas, seguía pensando que no se ajustaría para nada a mis gustos. Sin embargo, cuando ganó el Oscar a la mejor película, y como buen aficionado al cine que me considero, me vi obligado a ir a verla, aún pensando que seguramente habría sido otra excentricidad de la Academia.
Pero, ¡oh, sorpresa!, ¡qué maravilla de película! Se trata de una preciosa, divertida y emocionante historia de amor que te hace salir del cine con una mezcla de sentimientos como pocas veces ocurre y con una sonrisa de oreja a oreja. Desde el primer momento te engancha, haciéndote partícipe de los avatares de los protagonistas.
Qué gran guión, qué gran puesta en escena y, sobre todo, qué grandes interpretaciones, entre las que obviamente destacan las oscarizadas Judi Dench (mejor actriz secundaria) y la espléndida Gwyneth Paltrow (mejor actriz), de quién me declaro enamorado después de haber visto esta película.
Moraleja, no te fíes de tus intuiciones.
Me importa un pito cómo era realmente William Shakespeare o cómo fue el proceso de creación de ‘Romeo y Julieta’. Es evidente que a los responsables de este sainete de medio pelo, también. Ni es comedia, ni es tragedia, ni es drama, sino una operación de marketing descomunal y lamentablemente exitosa, pues aunque no fue la más taquillera de la historia, cosechó la sorprendente cifra de 7 Óscars, que, como todo el mundo sabe, no son premios artísticos sino comerciales. Olé por ellos. Pero cuando uno se pone ante una película de época busca algo más que un bonito vestuario, frases rimbombantes y el uso de personajes históricos como mero pretexto. Busca algo de coherencia narrativa y una historia que contar a través de unos personajes que sean algo más que un puñado de caras guapas.
El elenco me parece descabellado, empezando por el amigo Fiennes, un Shakespeare playboy de serie de Tele 5. De Affleck, para qué hablar. Si hasta Wilkinson y Rush resultan patéticos. La historia, aparte de aburrida e innecesariamente enrevesada, es por completo inverosímil, a menos que uno se crea que la corte de la reina Virgen y el Londres de la época eran una especie de parque temático. No me creo la historia, ni los personajes, ni el contexto. En cuanto al rollito travestismo, en fin. Y los diálogos, pretendidamente cultos, son para echarse a llorar. No me gustó en el cine, pero ahora me ha estomagado hasta la música, con tanta fanfarria y tanta pompa. Teatral en el sentido más despectivo de la palabra y una de las películas más ñoñas, tontas y sobrevaloradas que he tenido ocasión de ver.
Todos los que amamos el arte de plasmar nuestra creatividad en la escritura tenemos que superar ese conocido síndrome del papel en blanco . Se suele decir que lo que más cuesta es empezar y todos los escritores (tanto los profesionales como los que somos aficionados) experimentamos a menudo esa sensación única de estar ante el papel o el ordenador, sintiendo por dentro ese cosquilleo que precede a la inspiración. Ese momento mágico en el que comienzan a fluir las ideas y nuestras manos reaccionan, obedientes. A veces cuesta más, otras veces las palabras salen como por ensalmo, como si brotaran solas y por su propia voluntad. Es el milagro de la creatividad, de la inspiración.
Todos ustedes y yo lo hemos sentido. Cada vez que me siento a escribir estas críticas, siento esa corriente de energía que me recorre y puedo asegurar que para mí es una experiencia muy gratificante.
Pero, ¿qué ocurre cuando la inspiración no llega? ¿Cuando el genio creador se encuentra ausente, porque algo impide que las ideas fluyan?
Cualquier escritor ha pasado muchas veces por ese estado de aridez, de infertilidad. Incluso al mismo Shakespeare le pasaría. Pues ése, ni más ni menos, es el punto central de esta encantadora película.
Sus datos biográficos apuntan a que era un hombre de carácter apasionado y enamoradizo. El hecho de estar casado no le impidió vivir otros romances. En la película resaltan esa faceta suya de hombre inclinado a vivir las pasiones amorosas con intensidad y convertirlas en fuente de su inspiración literaria.
Por ello, si el amor falta, tambián falta la musa que le guíe su pluma. Y ése es el problema que se le presenta. Instigado por sus financieros y por los propietarios de los teatros a escribir una profusión de obras teatrales que aporten buenos caudales en sus representaciones ante el público (recordemos que el teatro era una de las grandes diversiones), Shakespeare se encuentra presionado. Y lo peor de todo es que está atravesando por una racha de aridez creadora debido a que no tiene ninguna enamorada a la vista.
Hasta que conoce a Lady Viola, una hermosa muchacha de buena familia prometida a un hombre al que no ama. Ella es una joven cultivada y apasionada, que adora la poesía y el teatro y que sueña con una vida libre dominada por el amor. Uno de sus grandes sueños secretos es convertirse en actriz, sueño imposible pues en aquella época las mujeres tenían prohibido pisar las tablas.
Las cirscunstancias harán que William y Viola se conozcan y cada cual aportará lo que el otro más anhela y conseguirán vivir furtivamente los momentos más románticos y apasionantes de sus vidas, yendo en contra de las conveniencias y de los cánones, mientras el genio creador de Shakespeare regresa con renovada fuerza.
Sigo en el spoiler.
Pocas veces un film consigue aunar de forma tan brillante calidad y comercialidad, gustar por igual a público y critica, y ver reconocidos sus méritos con la concesión de los premios más prestigiosos que el mundo del cine otorga a un film.
Basada en una premisa argumental sin ninguna pretensión de fidelidad historicista, el maravilloso guión de Shakespeare in love, uno de los puntales fundamentales en que se apoya la arquitectura del film de J. Madden, pleno de hallazgos que explora a fondo todas las posibilidades que permite la historia, transformándose en un estudio profundo sobre el amor y el proceso de creación de la obra de arte, bascula progresivamente, de forma inexorable, desde un registro de comedia romántica de época hacia otro hermosísimo, pero profundamente triste, y dolorosamente romántico. Un joven William Shakespeare inmerso en una profunda crisis de inspiración busca desesperadamente una musa que le permita recuperar su capacidad creativa. Su repentino enamoramiento de Lady Viola nos permitirá no solo ser espectadores, sino también implicarnos emocionalmente en los entresijos de una historia de amor maravillosa, y nos abrirá de par en par la puerta que nos va a permitir asistir al milagro de la génesis de la obra de arte. Jugando con increíble habilidad con el paralelismo entre realidad y ficción, nos veremos inmersos de lleno en la creación de una de las cumbres de la literatura universal de todos los tiempos, Romeo y Julieta . Asistiremos atónitos como lo real y lo ficticio con frecuencia están separados por una delgada línea que a menudo se confunde, y como la realidad a menudo condiciona la ficción. Con una dirección brillante de Madden y una puesta en escena impecable, la complicidad de una cámara nerviosa que utiliza con frecuencia el travelling circular como instrumento al servicio de la historia, y una excelente labor de montaje, en Shakespeare in love sobresalen aspectos tan cuidados como la dirección artística, el vestuario y una banda sonora de S. Warbeck que fueron galardonados justamente con el Oscar de la Academia. De las interpretaciones poco hay que decir, nunca G. Paltrow estará más bella y mejor como actriz como en este papel de Lady Viola que parece escrito expresamente para ella y recompensado con un Oscar merecidísimo. El Will Shakespeare pleno de registros y de expresividad de J. Fiennes merecía mejor suerte, por no hablar de la extensa galería de secundarios de lujo que brillan, todos ellos, a un altísimo nivel. En definitiva, una extraordinaria película que se erige en una conmovedora historia de amor y en un sentido homenaje al talento creativo del artista, y que quizás nos depara, sin pretenderlo, con la mejor versión fílmica de la inmortal obra de Shakespeare. Cine moderno de calidad, para ser vista con frecuencia.
Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona 28 de septiembre de 2005