La taberna del irlandés
Sinopsis de la película
La vida en una isla al sur del Pacífico es casi perfecta para dos amigos ya retirados del ejército: pasan su tiempo en la taberna, lugar donde discuten, pelean y se liberan de la monotonía de la vida tropical. Y a este auténtico paraíso, llega una estirada bostoniana que busca a su padre.
Detalles de la película
- Titulo Original: Donovans Reef
- Año: 1963
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
6.9
77 valoraciones en total
Cuando alguien se dispone a hacer una crítica de cualquier película hay que tener en cuenta que los gustos de cada uno están muy presentes, así como el número de películas vistas que cada uno lleve a sus espaldas. Yo todavía me considero principiante en este mundo, aunque de John Wayne ya casi me lo se todo. A mi me pasó lo mismo que a lalo Celta, me quedó grabada. Es impresionante como John Ford maneja el humor, y las relaciones entre los personajes.
Es curioso pero cuando entre tanta programación televisiva de última hora: programas, series, cine actual, irrumpe una película como la taberna del Irlandés yo creo que es de agradecer, porque cuando ves a John Wayne y Lee Marvin en escena sabes que los actores de verdad existen y que estos dos te va a hacer pasar un buen rato.
Ford nos sitúa en una isla colonizada por los franceses. Allí encontramos el mestizaje (nativos, irlandeses, americanos, franceses, orientales…), la alegría y el misterio.
Nos regala esta joya de la comedia que puede que algunos tilden como obra menor de Ford en comparación con otros grandes filmes suyos, como por ejemplo ¡Qué verde era mi valle! o Centauros del desierto .
Creo que eso sería cometer un error, ya que, aunque cierto es que es una película más ligera, gracias a su tono, detrás de cada uno de los personajes y sus tics, incluso las gratuitas peleas y el discutido personaje de Lee Marvin, en todos ellos encontramos el poso de la vida que siempre insufla el maestro del cine.
Hay gente muy hecha a este mundo competitivo y materialista y, claro, con esta película se aburre. Lástima porque nadie tiene que convencer a nadie de nada. Se trata de estados de ánimo, de sensaciones. Es transportarte, casi diría que teletransportarte a una bonita isla perdida por ahí por el fin del mundo, un lugar ideal donde eres el protagonista y te reciben con flores. O sabes ir o no sabes.
Es mirar el mar y sentir el sol en la playa mientras sonríes, sentado sobre la arena, y pensar en Elizabeth Allen por ejemplo…, tenerla fija en la retina…, empapada, saliendo del agua. Y ver cómo se pasa las manos por su cuerpo…
Pasan cosas pero como si no pasara nada, todo es intrascendente pero al mismo tiempo todo es importante… Te picas con César Romero y te ríes, oyes música de fondo tras el aloha de bienvenida, los niños ríen y desfilan y la gente baila, la luz te ciega, todo es colorido, paz y disfrute. Te mosqueas con Lee Marvin y te peleas con él, pero no pasa nada porque los puñetazos que se dan unos y otros no rompen las narices, ni siquiera duelen…
Nadie pierde el sentido del humor y siguen pasando cosas… Intrascendentes. Tal vez sea que existe gente muy soñadora. El mundo ya no es tan competitivo ni materialista… Entonces has llegado: allí, donde está la taberna del irlandés.
No comparto los acostumbrados panegíricos sobre Ford. Especialmente, no me gusta cuando se pone graciosillo.
Para mí la Taberna del Irlandés es una comedieta sin gracia. Atribuyo su éxito a que en los títulos de crédito figura Directed by J.Ford. Si en el Directed by pusiera el nombre de cualquiera de los denominados artesanos de Hollywood, la consideración de este film seria probablemente muy distinta, pues Ford parece disfrutar de bula papal en toda su filmografía.
En otra critica he dicho que no me suelen gustar las películas de Ford cuando trabaja Victor Mclagen, pues la expectativa de gracietas al por mayor es directamente proporcional a la aparición de tan histriónico actor.
Es cierto que en La taberna… nos libramos del fastidioso Mclagen, pero, a cambio, Ford nos obsequia con un concentrado, un destilado de las habituales escenas de humor que, si en otras de sus películas exigen una benévola disculpa (pues el conjunto es superior) en este film al carecer de mayores fuentes de interés – en lo que se cuenta y cómo se cuenta- convierten a este film en una ensalada de gags toscos y pueriles que a mí personalmente no me hace ninguna gracia
Porque, de verdad ¿tiene alguna gracia los irritantes -por previsibles- remojones que sufre la protagonista desde que aparece en la isla y el resto de los personajes a lo largo del film? ¿Nos hacen gracia hoy escenas equivalentes del cine mudo?
¿Tienen gracia las tumultuarias peleas- tan habituales en su cine- donde uno le muerde la pierna a otro, o le sujeta amablemente la botella a otro mientras espera recibir de él con cara de alelado su ración de palos y trompazos en un espectáculo que en el circo no nos arrancaría seguramente ni una mueca de risa?
¿No provoca rechazo las escenas en las que Wayne (también habituales en El hombre tranquilo) arrastra violentamente a una mujer, la sienta en su regazo y la empieza a dar paternalmente palmetazos en el culo (y no lo digo por corrección política, entiéndase bien)?
¿A que viene que Lee Marvin, que acapara cierto protagonismo durante los primeros 20 minutos, desaparezca de la película y solo le veamos al final vestido de Rey de América (sic!!!) llevando lo que quiere ser una grotesca apariencia de corona o que, por una extraña mutación, le veamos desquiciado y aparentemente trastornado jugando infantilmente a los trenecitos?.
(sigue en spoiler)
La nostalgia y el lirismo. Estos dos conceptos diría que por aquí no aparecen. Estos dos conceptos aparecen nítidamente en la gran EL HOMBRE TRANQUILO.
El análisis sobre un hecho, sus protagonistas y leyendas que se generan a partir de él. No, no. Aquí tampoco sale esto. Era un concepto aparecido en la excelente EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE.
¿Pues que nos da aquí John Ford, aparte de algo que no sea una divertida comedia, con una fotografía que deberían agradecer en el lugar en que se rodó, con unos John Wayne y Lee Marvin haciendo de Fordianos (léase: bebedores y pendencieros), además de una guerra de sexos entre una en principio moralista y muy seria mujer y el personaje de Wayne?
¿No nos da nada más que esto? Pero si es muy generoso ese tal John Ford. Extraña no es tal generosidad pensando en lo que debieron divertirse rodándola -problemas aparte, claro-.
Si es que dan ganas de ir allí.