Servicios secretos paralelos
Sinopsis de la película
Charles Heller es un experto analista informático que trabaja para la CIA y que un día ve cómo su mundo se derrumba cuando un grupo de terroristas acaba con la vida de su novia. Heller decide, entonces, tomarse la venganza por su mano y dar caza al asesino.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Amateur
- Año: 1981
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
5.3
58 valoraciones en total
La Agencia Central de Inteligencia, una monstruosa organización en cuyas entrañas se cuecen todos los secretos de seguramente todas las naciones del Mundo, y cuyo efecto sobre los demás es atemorizante, tal y como nos la presentan en la ficción…¿qué podría hacer un hombre solo contra ella?
Hay que decir que a lo largo de la década de los 80 no sólo el género bélico sobre la guerra de la Vietnam, las películas de aventuras para toda la familia o esas comedias absurdas surgidas de la costilla de Aterriza como Puedas , conseguían una buena recepción de cara a la taquilla, había otro tipo de cine que resistía bien el paso del tiempo y que en aquellos años seguía produciendo títulos a mansalva: el de espionaje. Un cine que tomaba de referencia el terrorismo internacional, los desastres de un pasado histórico ya olvidado o la aún presente Guerra Fría, el tema por excelencia.
Y como muestra podemos citar El Enigma , Gorky Park , El Juego del Halcón o esa ciertamente extraña Firefox , las cuales, como muchas otras, beberían de la literatura de John LeCarré. El momento perfecto para llevar a la gran pantalla una de las novelas del autor experto en la materia Robert Littell, en concreto The Amateur , que él mismo adaptó para el tándem Mario Kassar/Andrew Vajna y que terminaría en las manos de Charles Jarrott, realizador británico sobre todo recordado por su galardonado drama Ana de los Mil Días , cuya entrada en los 80 fue más bien irregular.
En esta ocasión, como en la mayoría de trabajos de Littell, el pilar alrededor del cual se suceden los acontecimientos será la C.I.A. a partir de que un grupo terrorista profesional se haga con el control del consulado estadounidense de Munich para que les concedan el abandonar el país hacia suelo checoslovaco, lo que finalmente consiguen tras asesinar frente a las cámaras a la pobre inocente Sarah. Intenso inicio el que nos expone Jarrott y duro golpe para el novio de la chica, Charles Heller, quien trabaja como analista y descifrador de claves para la poderosa Inteligencia.
Pero una organización que, como iremos viendo a lo largo del film, se verá despojada de su prestigio y cayendo en la más profunda desmitificación por obra y gracia de la pluma de Littell, quien no tiene reparos a la hora de afirmar, en boca de su protagonista, lo impotente que es frente a la amenaza terrorista, una organización de métodos reprochables que se acoge a insulsas burocracias y que a no mucho tardar se convertirá en todo un monumento a la traición, el miedo y el terror. Pero a Heller no le dominan las normas de la compañía, sino la sed de sangre, sentimiento el cual sus jefes no pueden combatir.
Así que este primo lejano de Jack Ryan, que como aquél no es más que un humilde y aburrido analista, iniciará una cruzada de venganza (como si del reflejo de la perpetrada por su suegro en la Alemania nazi se tratara, lo que le motiva a actuar) contra aquellos que mataron a su novia, midiendo cara a cara sus fuerzas e ingenio contra toda la C.I.A., a pesar de ser, como bien nos avisa el título de la novela, un novato. Cual Charles Bronson en El Justiciero de la Ciudad , Heller se embarca en su peligrosa misión cruzando fronteras, esquivando enemigos militares y percatándose de que está solo frente a todos.
De repente, una intromisión en la trama que emparejará al protagonista con Elisabeth, misteriosa mujer de turbio pasado y constante ambigüedad que le ofrecerá toda la ayuda posible, inscribiéndose así en la mejor tradición de las heroínas hitchcockianas . Son los motivos personales, la rabia interior, la insensibilidad la que guía la intriga de la trama, nada más, de ahí que The Amateur pueda ser considerada una simple película de venganza arropada por la parafernalia del cine de espías de toda la vida (con sus agentes dobles, sus traiciones, sus cortinas de humo, sus claves secretas, su K.G.B., su Guerra Fría como telón de fondo, sus femme fatale y sus inesperados giros de argumento).
Y es que no precisa Littell de convencernos mucho para ponernos en la piel de su protagonista, por eso mismo sus acciones, tan repugnantes, violentas y despiadadas como las de los terroristas a los que da caza (se hará eco al tema de los reflejos y la pérdida de identidad cuando Heller, buscando a Schraeger, sólo se halle frente al espejo apuntándose a sí mismo) estén perfectamente justificadas, tanto es así que uno no puede sentir sino una enorme satisfacción en momentos como el de la cápsula de veneno o el de la explosión en la piscina.
Suspense, acción y violencia en ocasiones abrasiva conducidos con oficio y nervio por Jarrott tras la cámara, quien se sirve de la buena labor de Stephan Fanfara en el montaje, hacia un intenso clímax en la mejor tradición del más puro cine negro que exuda esencia hitchcockiana por los cuatro costados (los espejos, las lámparas, la oscuridad…). Al frente de esta aventura tenemos a un joven John Savage algo inexpresivo pero sobrado de carisma, a quien sigue la guapa Marthe Keller en un papel no muy alejado del que interpretara en Marathon Man (cuya influencia es apreciable), un correcto Jan Rubes y un Christopher Plummer algo desaprovechado como el veterano investigador que tiene que dar caza a Heller.
Violento y áspero thriller de atmósfera tensa, melancólica y sombría desconocido a día de hoy para casi todo el mundo, pues funcionó pésimamente en taquilla en su momento, donde es posible que la inverosimilitud, la poca originalidad (insisto en lo de que es un film de venganza simple y directo) y la justicia de dudosa ética campen a sus anchas, pero que al final, como bien nos prometía el director desde sus primeras secuencias, garantiza un gran entretenimiento como el buen cine de espías al que pertenece.
Un analista de la CIA roba secretos de su Agencia para chantajear a su jefe y obligarle a que le conviertan a base de entrenamiento oficial en un agente secreto, o agente de campo como se dice técnicamente, con el fin de ir a Checoslovaquia y liquidar a los terroristas que asesinaron a su novia a sangre fría.
Consigue su propósito pero su jefe ordena que le quiten de la circulación nada más recuperar los negativos de las claves robadas. El problema es que él ya está en Checoslovaquia.
La venganza está en marcha.
Los ordenadores nos suenan a desfase, pero es lógico si nos situamos en el tiempo, que a veces no lo hacemos, las cintas de casete hoy día están desaparecidas, como el Telón de acero, pero la película nos da una vuelta por los viejos temas de espías de uno y otro lado, de los contactos, de la policía fronteriza presta a disparar a todo aquel que se quiera saltar la Raya De aquí no se pasa . Lo bueno es que tiene un guion fácil de seguir y además, con cierta originalidad, el protagonista tiene su acompañante ocasional, lo cual da un toque de distracción añadida, y contamos con bellas estampas de campos y viejas calles históricas de esas ciudades del Este, escenarios que bien utilizados siempre dan ambiente y autenticidad a la acción.
En definitiva, si no es ultra exigente podemos decir que es un film no desdeñable.
Me imagino que la novela en la que está inspirada esta película mostraría claramente el desarrollo de la trama. Y también es posible que en la versión original de la película quede todo más claro y verosímil (?). Pero desde luego, en la versión que yo he visionado por televisión, las escenas aparecen gratuitamente sin que se sepa por qué las cosas ocurren de esa manera.
Por lo demás, los caracteres y la actuación de los personajes resulta puramente convencional, sin ningún intento de profundización psicológica ni nada por el estilo. Pura acción estereotipada.
Nos encontramos delante de un film bastante desconocido y poco valorado, pero que resulta ser una magnífica, sencilla y sin grandes alardes cinta de espionaje.
La novia de un analista de claves de la CIA (no es un agente), muere asesinada en un acto terrorista en el consulado americano en Munich, y su novio no dudará en lanzarse tras la pista de los criminales en Praga, dónde está rodada buena parte de la cinta.
Espionaje, intriga y misterio se funden en esta película que engancha al espectador con una trama absorbente muy bien ambientada en plena guerra fría, donde los rusos eran los enemigos a batir en aquéllos tiempos. El film está rodado con un presupuesto muy ajustado que se nota en la falta de medios, también el guión tiene algunas lagunas e incongruencias propias de una época poca cuidadosa con los detalles. En cuánto al equipo informático que aparece en la sede de la CIA, visto bajo la perspectiva actual (2010), da risa de verlo.
Resumiendo: Muy buena trama de espionaje, véanla y no les defraudará.
Otra época. Guerra fría. Y en los 80 la cosa estaba pero que muy calentita. Reagan en el poder. Casi se lía. Ver este filme es recordar aquellos años, en los que el Telón de acero era de verdad y Alemania estaba llena de organizaciones terroristas raritas y revolucionarias.
El filme empieza bien, pero rápidamente empieza a despistarse. Si en Los tres días del Cóndor el tratamiento a los servicios secretos, con esos apaños bajo mano, esas vulneraciones de derechos, ese submundo, era más que creíble, lo que le sucede al protagonista principal de éste es demasiado fantasioso. Todo se le da enormemente fácil, como si la CIA fuese una Comunidad de Vecinos. Conspiraciones de medio pelo y Marthe Keller, que era fija en filmes con europeos misteriosos (véase Septiembre Negro, La fórmula). Y luego están las incongruencias (ver spoiler).
El filme es una especie de aborto de una clonación de Cortina rasgada de Hitchcock. El maestro sí lo bordaba, pero Jarrott se queda como un pésimo estudiante que ni siquiera sabe copiar …No es de extrañar que con estos filmes apareciera la genial parodia del equipo ZAZ Top Secret .
Quizás lo único destacable, además de ese ambiente de peligro que transmite Europa para un estadounidense, es el final, en un ejercicio estético más que notable por parte de Jarrott, que levanta, momentáneamente, la mediocridad del filme y nos hace olvidar esa ridícula estación de tren que se inventan para la monumental Karlovy Vary, una ciudad- balneario a la que fueron emperadores austríacos y que aquí, nos recuerda a la cutre y pueblerina estación de tren del mencionado filme Top Secret . Solo falta una vaca paciendo…
Por cierto ¿el protagonista habla checo o todos los checos hablan inglés y no sospechan que se trata de un espía en los años de la Guerra Fría?
Si aquí hay alguien amateur (como dice el título) no es el protagonista sino el autor de la novela. Vaya churro de argumento.