Serenata nostálgica
Sinopsis de la película
Roger decide casarse con su novia antes de viajar a Japón, país al que lo envía el periódico en el que trabaja. En un terremoto pierden el hijo que esperaban y se quedan sin la posibilidad de tener más. Cuando regresan, deciden llevar una vida más tranquila y se trasladan a un pueblecito donde se hacen cargo del periódico local.
Detalles de la película
- Titulo Original: Penny Serenade
- Año: 1941
- Duración: 117
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Opinión de la crítica
Película
6.7
34 valoraciones en total
Estamos ante una maravillosa película de Geroge Stevens y con una pareja protagonista portentosa. Se trata de un drama con unos momentos tan conmovedores que llegan hasta la lágrima. Resulta sorprendente ver a Gary Grant en un papel drámatico, al que no le faltan también momentos cómicos, como por ejemplo el gags de la cuna y el bebe, pero yo me quedo con el momento final, cuando van al colegio en navidad a llevar a una extraviada y comienzan a recordar con dolor como hace un año eran ellos los que llevaban a su hija, es la tristeza y el dramatismo hecho imagen. Resulta muy inovador para la época esa manera de presentar los flash back, poniendo un disco y, con cada música, recordar distintos momentos de una relación. Es una película que habla del amor, de los recuerdos, de la ternura… Y que nos recuerda que es verdad que cada historia de amor tiene su canción o sus canciones y que cuando se escuchan se reviven esos momentos inmortales en la memoria, como le sucede aquí a Irene Dunne…
En Serenata Nostálgica se dan cita algunos de los nombres mas importantes de aquella época. El director George Stevens venía de realizar una serie de clásicas comedias de la época. Y los actores Cary Grant e Irene Dunne eran dos de las máximas estrellas, con un buen número de éxitos a sus espaldas. Pero enfrentarse a un melodrama puro y duro como este era algo nuevo para los tres.
Serenata Nostálgica reune todas las características del más lacrimógeno y rancio de los dramones. Una pareja se enamora, y a partir de ahí comienza una vida plagada de alegrías y también grandes tragedias que solo servirán para reforzar ese amor. Afortunadamente para la película el estilo, la clase y la elegancia de sus tres principales artífices está fuera de toda duda y la película se convierte en un drama, con algún apunte de comedia, tan sutil y clásico como a veces previsible.
El comienzo de la película no puede ser mejor. Quince minutos en los que los protagonistas se conocen y se enamoran, narrados de forma exquisita. Un prodigio de buen gusto. A partir de ahí se suceden acontecimientos de todo tipo en la vida de esta pareja, que no por transcurrir por caminos más tradicionales y trillados, dejan de resultar interesantes.
El guión combina de forma muy hábil el drama con toques de elegante comedia, y para ello se vale del talento sin medida de Cary Grant e Irene Dunne que bordan unas interpretaciones perfectas, demostrando estar tan capacitados para el drama como para la comedia. Especialmente sorprendente resulto en la época el cambio de registro en la carrera de Cary Grant, que ya había demostrado su enorme talento en la comedia y que aquí consiguió su primera candidatura al Oscar. La escena en la que pelea por su hija ante un juez justifica por si sola esta candidatura.
Serenata Nostálgica puede no ser la más original de las películas pero esta hecha con el suficiente buen gusto como para no olvidarla con facilidad.
Dirigida por George Stevens e interpretada por Irene Dunne y Cary Grant, actores en pleno estado de gracia. Fue nominada al Oscar al mejor actor (Cary Grant).
La acción principal tiene lugar en EEUU y en Japón. El guión está escrito en términos de presente, por lo que la acción se sitúa en 1939/40, meses antes de la entrada del país en la II GM. Narra la historia de amor de un joven periodista, Roger Adams, y una vendedora de una tienda de discos, Julie Gardiner, que contraen matrimonio con la ilusión de tener hijos. Julie pronto queda embarazada, pero las heridas que sufre a causa de un terremoto en Japón le hacen perder el hijo que esperaba y la posibilidad de concebir. De regreso a EEUU deciden adoptar un niño o una niña, pero sus anhelos se ven fustrados por diversos imprevistos. La película, narrada en tono melodramático, exalta la figura de la maternidad, su función social y su trascendencia personal. Los deseos de Julie de ser madre, natural o adoptiva, constituyen un hecho loable y merecedor de toda la ayuda posible. En ella no anida un capricho, sino la llamada biológica que toda mujer siente de ser madre, pese a tener que luchar para ello con esfuerzo, tenacidad y perseverancia. Julie desea ser madre más allá de su voluntad, de sus anhelos y de su propia personalidad equilibrada y lúcida. La obra muestra la fuerza que la naturaleza es capaz de desarrollar en torno a aspiraciones, como la de ser madre, basadas en reacciones instintivas. Los recursos alternativos a la maternidad no satisfacen a Julie: ni la comprensión de Roger, ni la amistad de los allegados, ni las comodidades que adquiere gracias al éxito profesional del marido. La obra plantea con valentía y rotundidad un tema profundamente humano, que desencadena un drama clásico, de corte shakespeariano y de valor universal.
La música, muy abundante en la película (como sugiere el título español), ofrece una selección excelente de los mejores melodías del momento. En una escena evocadora, Julie recuerda su relación con Roger, con la ayuda de los discos que han jalonado su vida en común. La fotografía presenta encuadres singulares que refuerazan el clima trágico de algunas secuencias. La cámara se mueve con diligencia, acierto y precisión narrativa. El guión construye una historia intensamente sobrecogedora. La interpretación de los dos protagonistas es excelente y en ellos recae la mayor parte del peso del éxito de la narración dramática. La dirección se apoya en unos actores de primer nivel, en una banda sonora rica y variada y en un guión bien trabajado. A estos elementos el director añade su potencia de buen narrador.
Película de gran interés, que combina momentos de alegría y escenas de un dramatismo absorbente, sin evitar algunos toques sentimentalistas, según los cánones de la época. Dado el carácter imperecedero del tema que trata, la obra conserva intacta su fuerza y su vigor.
Se suele decir que un buen guionista tiene que reducir a una simple semilla el conflicto de un personaje y a partir de ese punto puede estirarlo hasta el máximo, casi romperlo. Entonces, nace el árbol. Ese eufemismo expresado en la frase anterior equivale simplemente decir: un buen guionista debe ser un cabronazo con sus personajes.
Morrie Ryskind era todo un cabrón, aunque me gustasen más sus magníficos libretos para Gregory La Cava: Al servicio de las damas y Damas del teatro. En Serenata nostálgica comete un error imperdonable: el conflicto de los protagonistas está tan presente y latente que el árbol nace, pero con horrendas y ridículas ramas.
Me explico, para empezar el terremoto recuerda a la prueba de humor amarillo y es allí donde nace el conflicto: la ausencia de paternidad al estar imposibilitada la descendencia de manera natural… No sé alarmen: Ryskind se encargará de recordarselo a Cary Grant e Irene Dunne con elementos tan poco evidentes como un carrito, frases como ¡En esta casa hace falta un niño! y ¡un propio bebé! …. Además, el mundo está superpoblado pero al final Ryskind les caza…. Y empiezan a aparecer prehomenajes a Joaquín Luqui con ese tocadiscos y esos flashbacks de encaje de bolillos… propio leitmotiv de la cinta: esa serenata nostálgica que nos trae de vuelta los mejores y peores momentos…
¡Pero entonces aparece la solución:
¿Por qué no adoptar? Y claro, Ryskind seguramente trata el tema de la adopción como lo harían en Los serrano y acaba pifiándola: que si quieren el niño a la carta, que si les piden dinero e ingresos semanales, etc. Que si niño, niña, que si hacemos un casting por si nos sale futbolista o cantante, que si, jopelines, si hubiesen hecho la adopción de la niña de La Pantoja o de los futuros equipos de fútbol de Angelina o Madonna hubiese quedado mejor.
Buena película llena de sentimiento. Empieza con un original flashback en el que se va recontruyendo una historia marcada por canciones. Cada canción evoca una etapa distinta y así nos lo cuenta Irene Dunne cada vez que pone un disco en el gramófono. La película es tierna, a ratos divertida, otros realmente conmovedores, pero sobre todo es dulce, melancólica y agridulce. El tema esencial de la película es la maternidad, y ésta comprendida dentro del matrimonio.
Respecto a los actores, todos están a la altura, destacando un jovencísimo Cary Grant con esa gracia innata que tiene y que tan bien llega al público. Graciosísima la escena en que el bebé explota en llanto ante unos padres primerizos que no saben qué hacer.
Película recomendable.