Ser o no ser
Sinopsis de la película
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Varsovia, durante la ocupación alemana. El profesor Siletsky, un espía al servicio de la Gestapo, está a punto de entregar una lista con el nombre de los colaboradores de la Resistencia. Joseph Tura, actor polaco, intérprete de Hamlet y esposo de María Tura, también conocida actriz, intentará evitarlo. Con la ayuda de los actores de su compañía, se hará pasar por el cruel coronel Erhardt y por Siletsky para entrar en el cuartel general de las SS.
Detalles de la película
- Titulo Original: To Be or Not to Be
- Año: 1942
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
8.5
39 valoraciones en total
Film de Ernst Lubitsch (1892-1942), considerado por algunos como su obra mayor. El guión, de Edwin Justus Mayer, desarrolla un argumento de Melchior Lengyel y del propio Lubitsch (no acreditado). Se rueda en los UA Studios por cuenta de Alexander Korda, socio de los mismos. Es nominado a un Oscar (banda sonora). Producido por Ernst Lubitsch para Alexander Korda, se estrena el 6-III-1942 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en Varsovia (Polonia), entre agosto de 1939 y diciembre de 1941, desde unos días antes de la invasión nazi del país hasta pocos días después de la incorporación de EEUU a la IIGM (8-XII-1941). En el teatro Polski, de Varsovia, actúa la compañía estable dirigida por Dobosh (Halton), que representa Hamlet, de Shakespeare, y prepara el estreno, previsto para el 31-VIII-1939 de Gestapo, una sátira antinazi, que es prohibida por las autoridades polacas. Deciden entonces prolongar las representaciones de Hamlet. Joseph Tura (Benny) es el primer actor y María Tura (Lombard), su esposa, es la primera actriz. Stanislav Sobinski (Stack) es un joven piloto militar. El profesor Alexander Siletsky (Ridges) colabora con los nazis como espía. El coronel Ehrhardt (Roman) es el jefe militar de la ciudad. Joseph Tura es vanidoso, celoso e inseguro. María es joven, atractiva, apasionada, voluptuosa, voluble y coqueta.
El film suma comedia, drama y guerra. Es, a la vez, una comedia negra, romántica, de espionaje y de enredos y malentendidos. Su estilo es elegante, sofisticado y refinado, como gusta a Lubitsch. Hace uso de la ironía, la gracia, el ingenio, las sutilezas y el sarcasmo, en un contexto de insuperable elegancia. Despliega una sátira antinazi corrosiva y demoledora. Parodia a Hitler, Goering, el militarismo, la obediencia ciega, etc. Se burla de los nazis, que presenta como hipócritas, brutales, cobardes y estúpidos. El ritmo trepidante de la acción se apoya en un extraordinario pulso narrativo. La acción es compleja, incorpora muchos personajes y hace uso de numerosas interrelaciones. Las secuencias están muy elaboradas. El relato es claro, asequible y muy divertido.
Se sirve de recursos propios del vodevil, como disfraces, malentendidos, suplantaciones de personalidad, confusiones, expresiones de doble y triple sentido, etc. Echa mano en las primeras secuencias de la una guerra de sexos entre un marido inseguro y de pocas luces y una mujer desenvuelta, audaz, lista, decidida y dispuesta a gozar de las ventajas de un amor triangular.
Son escenas memorables la del encierro del profesor Siletsky (falso o verdadero) con el cadáver del profesor Siletsky (verdadero o falso), las órdenes del coronel al capitán Schultz (Victor), la conversación de Joseph, María y su amante, la mascarada colectiva para salvar a María y al joven piloto, el sacrificio de unos cómicos para rescatar la lista de miembros de la Resistencia y de sus familiares, etc.
(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)
A decir verdad, la comedia y yo nunca hemos hecho muchas migas. Pero cuando te plantan ante tus propias narices un guión cuyo engranaje funciona con la precisión de un reloj suizo, no creo que ningún cinéfilo con un poquito de sentido del humor y dos dedos de frente pueda sustraerse a la imperiosa necesidad de dejarse llevar por la extraordinaria cadencia de su maquinaria y disfrutar como un niño pequeño de un clásico tan imperecedero como el que hoy nos ocupa.
Así pues, dejaos de malos rollos y ni se os ocurra ir a por vuestras gafas de pasta. No las necesitareis. El maestro Lubitsch lo tiene todo dispuesto para que paséis cien minutos de lujo. Cien minutos de diálogos perspicaces e irónicos, de enredos que se enmarañan y se desenmarañan con una agilidad y una elegancia extraordinarias, de insólitas situaciones que rozan el surrealismo puro y duro… Cien minutos de toque Lubitsch, dicen los expertos. Pues será eso. Pero sea lo que sea, si no la habéis visto aún, ya estáis tardando. Cuestiones tan vitales como ser o no ser cinéfilo, dependen de ello.
Esta película pasar por ser la más despiadada sátira antinazi jamás rodada. Lo es. Discutir esta cualidad tan patente es un esfuerzo del todo inútil. A diferencia de otras obras que comparten esta etiqueta, Ser o no ser se libra del tono panfletario en la que suelen caer estos alegatos, para situarse como una de las mejores muestras de humor corrosivo y chispeante que a dado la comedia americana y el propio Lubitsch en el conjunto de su carrera. El guión parte de una idea del propio director y está llevada con esa elegancia que en sus manos coge la farsa para darle un empaque único, que la sigue manteniendo fresca más de sesenta años después.
El comienzo de la película es magistral, Hitler invade, esta vez pacíficamente, las calles de Varsovia. La razón nos la mostrará con un ajustado flashback en el que por primera vez jugará con la simbiosis que se produce entre el teatro y la vida (parece que estamos en un cuartel de la Gestapo, cuando en realidad estamos sobre un escenario de teatro), este canibalismo entre una y otra representación estará presente a lo largo de toda la película pero presentado de un modo refinado como sólo un creador de la comedia como Lubitsch podía hacer.
Su genialidad se muestra en el alcance que da a las secuencias. Cualquier creador actual o de épocas pasadas, seguramente desarrollaría la secuencia hasta el clímax que marca un gag inolvidable (si es que existiesen méritos para acercarse al maestro), pero Lubitsch va más allá. Cuando uno cree que la comicidad de la situación ya está más que agotada, un nuevo, y sorprendente, giro da nuevos bríos a la historia. Un ejemplo de esto, sería cuando Joseph Tura va al cuartel de la Gestapo fingiendo que es el profesor espía y lo encierran en una habitación con el cadáver del profesor (una tortura para intelectuales, como expresa el Comandante Campo de Concentración Ehrhardt, magníficamente interpretado por Sig Ruman). Esta tortura ocupará los siguientes diez minutos de película yendo al más difícil todavía propio de una genialidad tan sorprendente como la de Lubitsch.
El reparto, con Jack Benny y Carole Lombard a la cabeza, está a la altura de esta gran película, con unos secundarios de lujo, que aportan el sostén a este dueto que sólo tiene una ambición: Representar a Shakespeare, pese a que como muy bien dice Ehrhardt Hicieron con Shakespeare lo que los nazis están haciendo con Polonia.
El talento creativo de Lubitsch alumbró una considerable cantidad de películas que abarcan desde la época de los comienzos de la Primera Guerra Mundial, hasta después de finalizar la Segunda. Comenzando su fructífera carrera cinematográfica en su Alemania natal, y después dando el salto a Hollywood, Lubitsch legó a los anales del séptimo arte la friolera de casi 70 films, muchos de ellos del período del cine mudo.
Destacó especialmente en la comedia y en la sátira, para las que se reveló como un artífice brillante.
Se sumó a ese reducido grupo de cineastas comprometidos y valientes que se atrevieron a atacar la peste nazi cuando ésta se encontraba en su apogeo. Chaplin ( El gran dictador ), Rossellini ( Roma, ciudad abierta ), Lubitsch… Unos en clave ácidamente humorística con regusto levemente amargo, y otros en clave realista y cruda.
Todo en esta parodia satírica es una farsa delirante y taimadamente corrosiva, con una apariencia de ligereza que la hace muy agradable de seguir, divertida y con buena puntería, que no se recata lo más mínimo en ridiculizar hasta el extremo a Hitler, a sus seguidores, su fanatismo y su afán por convertirse en una plaga y una epidemia empeñada en azotar al mundo y restregarle su pretendida superioridad de raza .
Un guión plagado de enredos, equívocos, tretas y meteduras de pata garrafales, en el que un grupo de la resistencia polaca compuesto por los actores de una compañía de teatro, hace y deshace toda clase de marañas y entuertos para burlar a los nazis y contribuir a colocar escollos en la invasión de Polonia. No hay ninguna personalidad alemana nazi, por mucho prestigio que tenga, a quien ellos no puedan suplantar. Ni siquiera el mismísimo Führer…
Un desternillante Jack Benny como el actor teatral Joseph Tura, egocéntrico, muy preocupado por la opinión que el público se forja sobre él, y celoso de la virtud de su hermosa mujer y también actriz famosa, Maria Tura (Carole Lombard). Ella, algo ligera de cascos y capaz de encarnar a la perfección el papel de femme fatale seductora, Mata-Hari polaca que se cuela en la mismísima Gestapo a golpe de sex-appeal. Y los demás, un joven y atractivo teniente admirador de la actriz que colabora en las labores de espionaje y resistencia, y los otros actores de la compañía, capaces de mimetizarse en cuestión de minutos en Hitler y en oficiales y soldados nazis, y hacer temblar a elevados cargos de las fuerzas de ocupación.
Entre un enredo y otro, unos sagaces diálogos, situaciones esperpénticas e hilarantes y alfilerazos de humor negro, Lubitsch propicia las risas a costa del funesto y destructor partido nacionalsocialista alemán y su mayor representante, Adolf Hitler.
Tres años después de su excelente Ninotchka , Lubitsch factura esta espléndida comedia sobre el drama polaco que supuso la invasión nazi de Varsovia…cuyo título fue tomado prestado del archifamoso soliloquio en la obra de Shakaspeare, Hamlet que el propio Hamlet, príncipe de Dinamarca recitó, cuestionándose la negación del yo , al dejar atrás todo lo que duele y mata el alma, a través de la muerte… …
De nuevo y como en la citada Ninotchka es el novelista y guionista magiar, Melchior Lengyel, quien inspirara con una de sus obras esta obra maestra, y van muchas, del genial cineasta berlinés, maestro de maestros (como Billy Wilder) y pionero del humor corrosivo, políticamente incorrecto e irreverente, si bien es cierto que en esta obra Lubitsch trata de obviar las referencias al holocausto hebreo…y ello aún a pesar de que la mayoría de la troupé de miembros del teatro plolaco de la compañía, eran de origen judío y que uno de los actores de la compañía, Greenberg soñaba con interpretar algún día el personaje de Shylock del Mercader de Venecia sobre los judíos…
Con una de las más sorprendentes bandas sonoras que uno recuerde a cargo de Werner R. Heymann y una ambiciosa fotografía en blanco y negro de Rudolph Maté, la película es todo un portento de abrumador y brutal sentido narrativo, lleno de deliciosas situaciones cómicas, sabiamente hilvanadas y retratadas por la magistral cámara del maestro semita…
…Varsovia, agosto de 1939, Europa aún en paz…De repente la gente se queda atónita viendo al emergente y amenzante Hitler pasear por la ciudad…mirando una tienda de delicatessen…quizá esté pensando en zamparse Polonia… .
Sencillamente MAGISTRAL. Una de las mejores comedias de toda la vida.
O B R A M A E S T R A