Segunda piel
Sinopsis de la película
Elena no sabe si la crisis de su matrimonio será definitiva. Alberto, su marido, un prestigioso ingeniero aeronáutico, tiene una nueva relación. Lo que le ocurre a Alberto, en realidad, es que está confuso y desorientado. Quiere a su mujer y a su hijo, pero intuye que la pasión que le inspira Diego es algo más que deseo. Diego, un hombre sin dobleces ni prejuicios, arriesga en esta relación su estabilidad emocional y profesional.
Detalles de la película
- Titulo Original: Segunda piel
- Año: 1999
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
Película
5.4
70 valoraciones en total
Me gustó esta película, realmente la disfruté, aunque no entendí todo el revuelo provocado por esta relación a tres que es, en realidad y como casi siempre, 2+1. El tema de la bisexualidad y del enamoramiento del protagonista casado, tras una relación de larga duración, no creo que sea para escandalizar a nadie. Los cuatro protagonistas principales (Mollà, Bardem, Gil y Roth) me gustaron mucho en sus respectivos papeles, los hacen completamente creíbles. Excelente banda sonora de Roque Baños y muy buenas y cuidadas imágenes. Faltó valentía en el desenlace.
No dejamos de vivir, en cierta medida, una vida marcada por muchos aspectos ajenos a nuestra voluntad. La anarquía, ni en los recodos más personales de nuestro yo, es posible.
Precisamos normas, leyes, pautas…
Formamos parte de la sociedad y debemos vivir respecto a ciertos cánones para CON ella (que no DE ella).
También, somos parte de nuestras familias y ellas, padres, abuelos, nos marcan parte de los caminos que seguiremos, hasta llegar a la vida adulta.
Ahora bien, vivir la vida de otros o la que otros quieren que vivamos no cabe porque, al final, nos pasa factura el no ser.
¿Me explico?.
Quien haya visto la película, supongo, me entenderá.
El protagonista está viviendo una vida que, realmente, no es suya.
Estudios, carrera, formas, matrimonio…
Todo lo ha ido haciendo porque otros lo quisieron y así debía ser.
¿Y él? ¿Dónde está esa esencia suya?
Definitivamente se ha perdido, hasta que conoce a alguien que le abre las puertas de su verdadero yo, y entonces… Todo estalla.
Todo se derrumba y Alberto no es capaz de volver a levantarlo.
¡Qué encrucijada tan dura!
Si levanta de nuevo lo derrumbado en función de su yo , unos a quienes quiere desde casi siempre, sufrirán. Todos le condenarán, sin juicio, y los dedos le señalarán siempre, las miradas, insultos, reproches serán sus compañeros.
Por el contrario, si lo hace en función de lo que había antes, sufrirá él por seguir viviendo la vida que no es suya y, también lo hará quien le ha abierto las puertas de su camino.
Es sublime la película.
Todo en ella, las formas, los modos, el fondo, dejan un poso de reflexión necesaria (ejem… qué pena que aún hayamos de hacer ciertas reflexiones).
Los cuatro protagonistas llenan sus personajes de vida, transmiten a la perfección los aspectos que marcan cada vida, sentimientos, dolores, alegrías…
Los entornos, la música, las luces y sombras. La noche y el día están en su punto justo, sin estridencias ni excesos. Sin morbo innecesario, sin herir. Con respeto y sentir.
Quizá, algún día, conseguiremos que no haya más historias como la de la película. Ojalá porque… EL AFECTO NO AFECTA. Otras cosas, sí. A todos.
Sin lugar a dudas, la dictadura que sufrimos durante cuarenta años afectó a todos los sectores de la sociedad, y el cine no fue una excepción. El cine no fue excepción. Temas como la homosexualidad, exceptuando las películas de Almodovar han tenido un tratamiento limitido, y cuando se ha tocado el tema ha sido mayoritariamente para hacer humor grueso a su costa.
El director, Gerardo Vera, se atreve con un film en el que nos plantea un triángulo amoroso formado por Alberto (Jordi Mollà) que está casado con Elena (Ariadna Gil), tiene un hijo y una situación laboral bastante acomodada. Sin embargo a escondidas mantiene una relación con Diego (Javier Bardem). Vera, huyendo de polémicas y conflictos sobre la posible moralidad de mostrar una relación homosexual en toda su dimensión (escenas bastante explícitas incluidas), se centra sobretodo en el campo intimista, en el retrato de los personajes implicados.
De hecho el centro de todo es Alberto (estupendo Jordi Mollà), quien está dividido entre el cariño que siente por su mujer y el amor apasionado que siente por Diego (brillantísimo Bardem), al sentimiento de culpabilidad que tiene por engañar a su mujer se le une el desgarro interno, la imposibilidad de ser féliz. Mientras los otros vértices del triángulo también sufren lo suyo. Elena y Diego en el fondo son las dos caras de una misma moneda. Enamorados de la misma persona, pero al mismo tiempo frustrados porque ninguno de los dos consigue su amor total, por lo que son dos personajes que también sufren por la imposibilidad de llegar a Alberto.
El director construye un film, denso, en el que la sobría puesta en escena retrata a la perfección el desamor y la frustración que sienten los personajes, bien sustentado grácias a las más que correctas interpretaciones del trío protagonista (sobretodo de Bardem), y a la presencia de dos muy buenas secundarias como Cecilia Roth y Mercedes Sampietro). No es un film totalmente redondo, le falta quizás un poco de profundidad en general, pero sí se trata de una película atrevida por la temática y por el contenido, tocando un tema desde una perspectiva seria, e incluso trágica.
SEGUNDA PIEL es un intento loable de Gerardo Vera de tratar un tema delicado y espinoso a través de este triángulo amoroso pero, considero que se le ha ido de las manos y es totalmente fallida. El problema estriba en que el tono utilizado es excesivo a todas luces, con situaciones forzadas e inverosímiles y una tendencia a la tragedia fuerte. También, se ha intentando generar una cierta polémica con escenas de sexo muy subidas de tono entre Bardem y Mollá que tampoco son convincentes porque hay un contraste enorme entre secuencias fuertes y de cierta crueldad con otras que rozan la cursilería y un sentimentalismo facil. Solo me quedo con el excelente trabajo de Javier Bardem que, por primera vez, me gustó plenamente en un papel intenso, con matices y diferentes registros que no le había visto hasta ahora. Además, he notado una mejoría en su dicción que le da más credibilidad. En relación a Jordi Mollá está bastante histriónico e inexpresivo. Ariadna Gil se repite en su sempiterno rol de mujer sufridora e insatisfecha y queda lejos esa actriz de Amo tu cama rica por ejemplo que transmitía tanto encanto y naturalidad. En definitiva, película pretenciosa que plantea un punto de partida duro pero el estilo amanerado y teatral que imprime su director acaba por estropearlo del todo.
Sólo recuerdo una película con un triángulo parecido: Domingo, sangriento domingo, de Schlesinger, también con excelente reparto. Pero en aquélla el joven requerido por un hombre maduro y una mujer, tomaba una decisión. Aquí se plantea la existencia de una fuente de satisfacción inmensa por parte de un hombre hacia su esposa y también hacia otro hombre… pero con notable incapacidad para el compromiso que se le exige.
Vive a tope una bisexualidad con todos los atributos necesarios: simpatía, ternura, eficacia en su capacidad de dar y recibir placer sexual, hasta que no tiene más remedio que enredarse en mentiras cada día más tenebrosas, retorcidas, huidizas… porque llega un momento en que sus dos amores quieren algo más que esa deliciosa satisfacción.
Javier Albalá y Mercedes Sampietro componen dos secundarios inolvidables. Y más aún Cecilia Roth, mejor que nunca, desprovista de esos tics de escuela antigua con que suele estropear sus intervenciones.
También se puede añadir como interés llamativo el erotismo singular que recorre la película en la interpretación, ya que Jordi y Javier fueron amigos muy jóvenes cuando debutaron con Bigas Luna en un mar de impetuosa sexualidad con mujeres. Aquí son amantes en escenas explícitas que juegan con el desparpajo y el talento que les caracteriza. También es muy interesante la libertad con que trabajan sus cuerpos desnudos Albalá y Ariadna y Jordi y Ariadna: todos excelentes actores capaces de conmovernos con la representación de una fiesta de los sentidos y su correlativa dosis de soledad.
El final es admirable. Muchas historias decaen en el último tramo. Siempre es lo más difícil redondear adecuadamente los buenos materiales. Aquí se consigue. Me gustó muchísimo la resolución y su epílogo, francamente sorprendente.
Gerardo Vera hace aquí su mejor película. Hoy en día se ha volcado con gran éxito en la dirección del Centro Dramático Nacional con sede en Madrid y, dentro de sus ciclos, en dirigir obras muy importantes del teatro universal como Divinas Palabras, de Valle Inclán, Un enemigo del pueblo, de Ibsen, El Rey Lear, de Shakespeare… Seguramente cuando regrese al cine este gran director y escenógrafo y, en general, hombre de teatro, lo hará con una sabiduría incomparable.