Retratos de familia
Sinopsis de la película
Singapur, 1997: Los Lim son una familia acomodada de tres miembros – marido, mujer e hijo – que recibe a Teresa (Angeli Bayani), una mujer filipina que ha venido a la metrópolis a servir, al igual que muchas otras compartriotas suyas en busca de una vida mejor. Toda la familia tiene que adaptarse a la presencia de esta extranjera, que altera aún más su relación ya tensa. Sin embargo, Teresa y Jiale (Koh Jia Ler), el problemático chico al que cuida, pronto forman un vínculo fuerte y afectuoso, que se va desarrollando, dándole al chico una sensación de pertenencia en una familia que se desintegra poco a poco, mismo vínculo que se verá amenazado por la irrupción de elementos externos – una crisis financiera – e internos en la dinámica familiar que los cambiarán para siempre. Inspirada en hechos de la infancia de su director.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ilo Ilo (IloIlo) aka
- Año: 2013
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
6.6
94 valoraciones en total
Singapur, años noventa… Asistimos al pormenorizado retrato detallado de una familia de apenas tres miembros y en espera del cuarto. Es una época de inminente crisis que quizás nos resulte ajena o desconocida, pero en la que con facilidad nos vemos reflejados. Asistimos a despidos en cadena, sin contemplaciones ni medida y que afectan a todos, incluso a la clase media que se creía inmune a los avatares financieros por su educación, formación y aptitudes. Nadie está a salvo y nada es seguro, sólo triunfan la incertidumbre y la contrariedad.
Antes de la avalancha fatal, esta familia paradigmática – con su distanciamiento conyugal, con un hijo díscolo y desconsiderado, con su necesidad de aparentar ante familiares, con su necedad de creerse salvaguardados – contrata a una mucama filipina para que ayude a la madre en sus tareas domésticas. Una discreta y tímida figurita sometida a la desconsideración de la madre, al escarnio del hijo, a la indiferencia del padre… y, sin embargo, ella consigue con su paciente labor de hormiga hacendosa remendar las fisuras del andamiaje, corregir con perseverancia estoica los desplantes del hijo – mientas añora, impotente, desde la distancia al hijo de doce meses que ha dejado atrás a cargo de su hermana.
Hay mucho amor y comprensión hacia todos sus personajes por parte del director y guionista. Su atenta mirada captura los mínimos gestos que nos hacen comprender que tras la placidez hay un volcán insepulto de emociones, que tras la cotidianeidad está el secreto de toda existencia, que todos tenemos nuestras razones, nuestros miedos, nuestras inseguridades y nuestros desfallecimientos, pero que basta con dejar un hueco a la posibilidad de enmienda para que algo mejore, para que todos nos demos la oportunidad de redimirnos. Su cálida observación del microcosmos familiar – que no juzga sino que expone, que no condena sino que acerca, que no anatemiza sino que penetra – convierte una anécdota mínima en un documento valioso y perdurable.
La modestia y sensibilidad de esta cinta juegan a su favor. Vive para y por los pequeños quehaceres cotidianos, ninguna alharaca, nada de brillo ni joyas, un coche desvencijado a punto de ser desguazado, unas inversiones ruinosas, un piso gris y agobiante donde no caben las pretensiones de grandeza de la máter familia ni las mentiras del páter familia, ni el descaro ramplón y picajoso del hijo. Sólo la menuda asistenta filipina parece encontrar cobijo, con su estampita del sagrado corazón de Jesús y su humilde necesidad de trabajar por dinero. Y ella lo ilumina todo.
Desde el Festival de Cine de Gijón 2013:
Buena propuesta de una cinematografía tan desconocida e insólita como la singapurense, que reflexiona sobre el clasismo y la xenofobia en su país hacia los inmigrantes de países vecinos -y menos desarrollados-, al contar la historia de una chica filipina que entra a trabajar con una familia de buena posición social para cuidar al niño de la misma.
Su autor demuestra una gran capacidad de observación de costumbres y comportamientos, en una narración sin estridencias. Falta sutileza en la interpretación de los actores, pero nada chirría y es una de las películas destacadas de la sección oficial.
La primera pelicula de Anthony Chen (ganadora de la Cámara de Oro en Cannes) crea varios estados a lo largo de su visionado. Lo que empieza como una versión asiática de Este chico es un demonio (Dennis Dugan, 1990) o cualquier película que se arreglaría dándole un par de hostias a los niños tocapelotas de marras, termina por ser algo mucho más centrado, sin llegar nunca a alcanzar cotas de excelencia pero consiguiendo no obstante la sonrisa cómplice cuando así lo requiere. La historia de una filipina que entra a trabajar como sirvienta en el seno de una familia de clase media-alta en Singapur es contada sin afectación, huyendo de los tics del cine social que estamos (sobre todo en festivales) cansados de ver. La figura del niño como excusa de la introducción del personaje principal funciona desde el primer minuto, y mucho de eso lo tiene gracias a una sobresaliente dirección de actores: todos, hasta el chaval, están perfectos y levantan la historia de por sí.
Ilo Ilo no obstante tiene varias lecturas, o sería más adecuado decir que puede entenderse desde diferentes posiciones. La mía, la que prefiero anteponer al resto, es la de su descripción de esa familia de clase media-alta en la Singapur de los años 90 (¡hasta sale un Tamagotchi!), aparentemente en una situación social en la que el país podría estar pasando por una crisis como la que tenemos ahora en todo el mundo. La madre trabaja redactando cartas de despido, el padre es vendedor. El niño, un malcriado que va a un colegio privado, recibe con mala gana la aparición de esa sirvienta, una filipina (inmigrante, pues) que se dedicará a su cuidado en la ausencia de sus padres. La sirvienta, de objeto, útil o herramienta, pasa a ser una persona. La familia, rota desde el inicio pero viviendo en una conformidad artificial, se resquebraja. La caída de la burguesía , si podemos considerarles así, en favor de una clase social más baja. Un reemplazo, un cambio de poderes.
Hay una lectura social muy interesante y ojo, todo se hace desde la complicidad, con un tono que podría recordar (con menos sensibilidad, quizá) al último Kore-eda, con aportaciones cómicas (verbales o con juegos de montaje) que tienen mucho de trolleos y no tanto de bromas blancas al uso. Ilo Ilo no es una película magnífica pero tiene méritos para justificar su existencia y defender su posición en una cinematografía (la asiática, no voy a arriesgarme a hablar de Singapur…) en la que cada nuevo autor es bienvenido, cuando hace las cosas bien, aunque sea en dosis y no de forma total. Simpática, que ya es algo, y sin los vicios adquiridos de muchos que practican temática similares. Para ser un debut está más que bien. Veremos que más nos depara Anthony Chen en el futuro.
La ópera prima de Anthony Chen, ganadora de la Cámara de Oro en Cannes, es un drama social muestra que los efectos de las crisis económicas no son muy diferentes en otras latitudes del planeta.
Son los años 90 en Singapur, una pareja de esposos deciden contratar una nueva nana que les ayude con su insoportablemente travieso hijo, para ello llega a trabajar a su casa una mujer filipina de nombre Teresa.
Al principio el enfrentamiento será inevitable, Teresa tendrá que soportar la rebeldía del chico capaz de ser tan cruel como se lo proponga, hasta que habrá de ganarse el respeto primero, y el cariño después, provocando los celos en la madre, una mujer embarazada que trabaja en una oficina que está despidiendo a sus empleados, y el padre, un perdedor en constante búsqueda de trabajo.
Con momentos que rozan el patetismo y el sadismo pero sin llegar al regodeo, Chen muestra como los pilares de la familia parecieran desmoronarse de a poco ante una crisis económica voraz, al mismo tiempo que muestra los problemas múltiples que debe sortear un inmigrante en un país extraño, y lo hace sin piedad, pero sin dejar de mostrar el costado humano de sus personajes.
Con interpretaciones sólidas de todos sus actores, incluyendo al chico que muestra un registro sorprendente, el relato sobresale al generar el enfrentamiento entre clases, personalizado en los personajes de ambas mujeres en un duelo silencioso por rol de la madre.
Una película incómoda, pero que mira siempre hacia dentro. Sin reparos pero sin sentimentalismos baratos. Un retrato duro e insidioso de una familia ante un panorama desalentador, y una auspiciosa carrera para Anthony Chen.
Una vez más, deplorar que el cine no habitual no reciba más críticas en esta página. Cuando hay una película americana con mucho marketing detrás, las críticas se hacen por centenares.
Y esta película de Singapur, además del valor de traernos cerca algo para nosotros lejano, es un prodigio de sencillez, de ir al grano, de desarrollar una trama, de retratar a los personajes.
El niño lo hace sencillamente genial, pero es la asistenta filipina la que con su bondad, habilidad y cariño consigo poner un poco de valor en esa familia ya casi deshaciéndose.
Todo es normal, la vida de millones de gente en todo el mundo. Sin efectos especiales ni superhéroes ni necesidad de alardes de cámara. Todo está contado como si lo estuviéramos viendo.