Reina Cristina, la mujer que fue rey
Sinopsis de la película
Coronada en 1633, a los seis años, y educada como si fuera un príncipe, la Reina Cristina de Suecia fue una joven dirigente, enigmática y brillante, que combatió a las fuerzas conservadoras para revolucionar Suecia al tiempo que experimentaba el amor y exploraba su incipiente sexualidad. Huérfana de padre, que murió en la guerra, rechazada por su madre y criada en una corte luterana dominada por hombres que pensaban que no tenía otra opción que casarse para tener un heredero, Cristina se vio envuelta entre la pasión y la razón. Revolucionaria, estudiosa de las artes y las ciencias, amiga de Descartes, librepensadora, precursora del movimiento feminista…, en síntesis, una nueva europea políticamente visionaria. Cristina era al mismo tiempo confusa, inquieta, excéntrica, solitaria, y en la corte todos subestimaban tanto su mente brillante como el despertar de la atracción que sentía por la condesa Ebba Sparre. Dividida por el conflicto que le planteaban sus aspiraciones políticas y sus deseos personales, Cristina tomaría una de las decisiones más controvertidas de la historia.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Girl King aka
- Año: 2015
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
5.7
82 valoraciones en total
Cristina, reina joven, con valores fuertes, quiso indagar en lo más profundo de su ser sin dejarse ser manipulada por una sociedad que si aún hoy es machista, ni imagimar lo que sería en tal época.
Hicieron de todo para destruirla, pero su amor por la sabiduría prevaleció.
Ausente de nuestras pantallas durante años, Mika Kaurismäki vuelve con este presunto biopic de la reina Cristina de Suecia (llevo temporada de biopics). Alejad de vuestras mentes la obra maestra de Rouben Mamoulian y Greta Garbo. Nada que ver. Y aunque la trama, como es lógico, transcurre durante el siglo XVII, el director finlandés nos está hablando del mundo de hoy.
Nos habla, sobre todo, de la lucha de la mujer contra el machismo y el patriarcado imperantes en la sociedad occidental, no digamos ya en otras (in)culturas. Según nos cuenta la Historia, Cristina accedió al trono al cumplir los 18 años. Era inquieta, curiosa, leída, diferente, en suma, de la gente que la rodeaba. Ah, y por lo visto prefería las ostras a los caracoles, lo cual ponía de los nervios a los machitos de la corte, que no veían el momento de poseer aquel culo. Pero ella abdicó en favor de su primo, abandonó la corte y se trasladó a Rima, no antes de convertirse al catolicismo.
Kaurismäki se centra en esa primera etapa de Cristina, su rebeldía, el enfrentamiento a sus cortesanos, y su relación amorosa con la condesa Ebba, su prima, algo intolerable en un mundo de hombres. Gracias a la singular interpretación de Malin Buska, que hace creíbles los episodios sucesivos que conforman la vida de Cristina, y la delicadeza de Sarah Gaddon, el realizador finlandés consigue transmitirnos la emoción de esa relación clandestina (o no tanto), la lucha de una mujer por resistir la presión del clero, de la corte, de la opresiva sociedad protestante de la época. La película está organizada en sucesivos retablos que recrean la pintura de la época, siguiendo la peripecia vital de la soberana. Es una pequeña obra sin estridencias, que poco a poco va desvelando sus intenciones, al tiempo que traza una panorámica de un país en que la influencia francesa contrarresta de alguna manera los rígidos corses impuestos por Lutero (véase la interacción entre Cristina y Descartes).
En suma, una película que ha pasado bastante desapercibida y por la cual rompo una lanza. Un oasis en el árido panorama actual.
A pesar de que lleva décadas rodando y supera la veintena de títulos, no he seguido muy de cerca la carrera de Mika Kaurismäki, entre otros motivos porque, en España, no ha llegado toda su producción. Ni siquiera la de su afamado y prestigioso hermano, Aki Kaurismäki, por desgracia, tampoco es del todo conocida.
La última película de Mika Kaurismäki estrenada hasta la fecha es esta Reina Cristina, la mujer que fue rey, que por cierto, no entiendo el por qué eso de la mujer que fue rey y no reina. ¿Será por prejuicios lésbicos? ¿Un reclamo comercial intrigante, quizás?
Pero bueno, el caso es que se trata de una ambiciosa coproducción entre Finlandia, Canadá, Suecia, Francia y Alemania. Y tras verla jamás hubiera sospechado que ha costado seis millones y medio de euros. No lucen en absoluto y a mí me ha resultado una película fallida. Las razones son varias.
La primordial es que su realización es mecánica, sin ningún distintivo, con un guión que firma Michel Marc Bouchard, frío, en el que se nos describen los hechos pero sin profundizar en ningún momento en la psicología de sus personajes. Algunos de los hechos más cruciales que se nos cuentan no se detallan, perjudicando su posible lógica y otros momentos, como los flash backs, no ayudan, ya que parecen sacados de un culebrón televisivo. La música, aunque da el pego al seguir la línea que esta clase de películas nos tienen acostumbrados, hay veces en que nos suena a sintetizadores de antaño. La fotografía de Guy Dufaux es plana, incluso inapropiada en las escenas donde hay velas y se nota que todo está iluminado por focazos. ¿Para qué utilizar velas cuando se notan que están de adorno y encima provocan reflejos en la lente de la cámara? Y mejor no hablar del departamento de peluquería, porque ellos están más cuidados que ellas, sobre todo las jóvenes, que parece que vinieran de botellona con prisas y se arreglaron por su cuenta y riesgo.
Su austeridad, que podía haberse acercado al cine de Dreyer, erróneamente se pretende arrimar al cine más comercial, y evidencia el quiero y no puedo de las escenas donde se requería pompa y despliegue, pareciendo, en las escenas de pretendida solemnidad, un teatrito de aficionados con una pobre dirección artística.
Entre los actores se nota la diferencia entre las jóvenes Malin Busca, como la reina, o Sarah Gadon, y los secundarios, con más oficio que suerte, y que logran una labor más reseñable, como Michael Nykvist, Hippolyte Girardot, o Patrick Bauchau.
Película que al menos cuenta con un buen argumento, pero para eso están los documentos o los libros de Historia, para saber más sobre personajes tan curiosos como el de la reina Cristina de Suecia, en el caso de que no se quede el espectador satisfecho con lo que le hayan contado, o si porque quiere profundizar por mera curiosidad. Me sigo quedando, por ejemplo, con la versión de 1933 de Mamoulian, a pesar de su cartón piedra moleste a muchos y de las limitaciones de la época. Y no es por mitomanía hacia la Garbo. De entrada es por la simple razón de que al menos sabían lo que querían contar y en qué género enmarcarlo. Y en esta ocasión eso tampoco se ha tenido claro. Como decíamos al principio, fallida, y para mí no recomendable, aún a pesar de que su propia historia resulte atractiva.
La reina Cristina de Suecia fue, parece ser, una mujer tan adelantada a su tiempo que de haber vivido en nuestros días seguiríamos considerando que aún no habría llegado su hora. Porque díganme si ustedes creen que nuestras reinas y reyes contemporáneos tienen ya resuelto eso de considerar preferente la cultura e ilustración de sus súbditos y si tienen asumido que su condición sexual puede pasar, con total naturalidad, por tener una pareja con su misma entrepierna.
Creo no obstante que su figura está pelín idealizada y que posiblemente su imagen es tan solo una deformación cinematográfica, a menos que algún sesudo historiador me convenza de lo contrario.
El mayor de los Kaurismaki, esta vez bajo bandera canadiense, lleva a cabo un biopic de este interesante personaje, con mucho oficio pero con pocas novedades y con escasa capacidad de emocionar, a pesar del empeño de la actriz protagonista bien secundada por Michael Nyqvist.
Está mucho más allá del simple relato histórico, nos introduce en la vida de esta joven, educada como un chico, que cuando llega al poder en Suecia (siglo XVII) da un vuelco a lo establecido: prefiere las letras a las armas, el amor lésbico a un marido, Roma a Lutero y al final abdica.
Todo eso y además las luchas internas son narradas de forma convincente, dándole al personaje un aire que trasciende la época donde está, como si fuese una precursora del feminismo.
Una lección de historia, sobre todo para los que no estamos muy duchos en la materia. Otro detalle que nos descubren es el del asesinato de Descartes, que hasta hace poco se suponía murió de neumonía y en el film nos relatan cómo fue envenenado con arsénico por un pacto entre católicos y protestantes (recientes investigaciones, así lo atestiguan).
La protagonista, Malin Buska, pasó medio año en una casa aislada, leyendo sobre la reina y practicando equitación y esgrima. Y el resultado es de gran verisimilitud, con carácter y fuerza en el personaje.
Su estreno está previsto en España para marzo de 2016.