Rastrero (Serie de TV)
Sinopsis de la película
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Serie Online. (2015-Actualidad). Rastrero es una serie web ambientada en 2028, a diez años del colapso mundial provocado por la crisis civilizatoria. En un ambiente de devastación un grupo de sobrevivientes (los orilleros) intenta subsistir hasta que una incursión a las ruinas de la ciudad de La Plata trastoca todo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Rastrero (TV Series)
- Año: 2015
- Duración: 10
Opciones de descarga disponibles
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2026
Y entonces el futuro empieza en un presente que ahora para el ojo lector ya es pasado. Y todo se repite. Y todo pasa en este mismo momento. Y sin embargo se fue. Hay una plaza. También un cordón policial. Escucho por la radio. Que hay heridos. Escucho también que se llevan a la gente al hospital. Por los despidos es. Estoy a unas cuadras de la plaza. Estaciono. Voy corriendo. Me guía un camino de humo negro que se pierde en el celeste que tenemos sobre nuestras cabezas. Un olor a gomas quemadas y a presente apocalíptico.
Esto podría ser el inicio.
Pero el inicio de qué.
El inicio del fin.
2026
Hace unos diez años el mundo se fue al carajo. Crisis, ajustes, la inundación, saqueos por todos lados, sin agua, sin gobierno, sin comida, sin nada.
2016
Es de tarde. Rayos de sol le sacan filo a edificios vidriados. Ya los tiros en la plaza no se escuchan. Es verano. La mayoría de la gente refugia los pies en el agua. Unos pocos resisten con el agua al cuello entre diagonales. Librería Lenzi. Ahí me esperan. Tienen una petaca. Hablamos de whiskys. Tomamos. Don Lenzi se va de la librería. Me saluda con respeto. Parece piola, don Lenzi. Los dos que están adentro son los creador de la serie: Marcelo Landi y Gabriel Saxe. Mariano Colalongo, el director, está en el sur. Ahora ponen la llave en la puerta. Ahora cartel de cerrado. Y después ellos se abren. Ahí algo de místico, de prohibido y hasta de clandestino en la actitud de los entrevistados de hoy. Les veo los ojos y es como si pertenecieran a ese futuro apocalíptico. Nosotros militamos en una agrupación estudiantil y un día vino Mariano Colalongo, para contarnos que teníamos que hacer un proyecto entre los tres, si no había un proyecto en conjunto, no podíamos continuar con nuestra amistad. Veníamos de hacer un documental sobre murales, una poesía visual que problematizaba las paredes y los graffittis y eso lo contraponíamos con el mercado inmobiliario. Nos pareció que teníamos que encarar un proyecto y dijimos que era un buen momento para hacer ficción. Mariano y yo, a la hora de escribir el guión, teníamos un concepto que trabajan hoy los cientistas sociales que es el llamado Crisis Civilizatoria: un combinado de crisis que tiene que ver con la crisis energética, la del petróleo, la de los recursos naturales, y la crisis capitalista mundial, que estalló en 2008, me cuenta Marcelo Landi, que es profe de historia y trabaja en la Comisión Provincial por la Memoria.
Mi ego hace que cuando me están hablando de aquello que los movilizó a hacer la serie web Rastrero, ese fascinación por un horrible devenir, les hable yo, pero de una cosa que escribí hace poco, de un futuro también distópico, donde todo se fue al carajo, aunque también les cuento tengo otra novela sobre Malvinas, en el futuro, y ahí me doy cuenta que estoy escribiendo más sobre lo que viene que sobre lo que nos pasó, quizá debería empezar a pensar más en el presente, y en los otros, y no tanto en mí.
2026
Plaza Moreno es un pastizal lleno de animales despiadados. De vez en cuando se ven policías de arco y flecha. Algún pobre hombre corriendo hasta ser cazado. El poeta Carlos Aprea, en su versión del futuro, dice que lo que puede salvar a un hombre, es leer a Nieztche. El Pasaje Dardo Rocha en ruinas. Esqueletos de colectivos. Una realidad que dejó de funcionar hace años. Mr. Vonne resiste. Desde adentro de su librería. No dejó que sus libros sean utilizados como combustible en los inviernos que asesinan con cuchillos de hielo. Mr. Vonne tiene un sombrero bombín y ojos de locura. Dicen que tribus de antropófagos habitan la Isla Paulino. Los primeros en caer fueron los habitantes de los countrys y barrios cerrados. Después la plaga se extendió por el centro. Organismos públicos siguieron funcionando hasta que las patrullas que los escoltaban fueron destinadas para tareas más urgentes. Tomaron la Fiscalía. Tomaron el Ministerio de Economía. Dicen que lo último que cayó fue Rentas. Los empleados bancaron la parada a escopetazo limpio. Les habían prometido medio aguinaldo más si aguantaba ahí adentro. Después se murieron. En la zona cercana a la Catedral hay un escritor en la terraza de su departamento. Tiene un sable en la cintura y una escopeta. Los dos heredados de su abuelo. Está esperando que vengan de una vez. Se rindió hace rato. Pero no va a venir nadie a buscarlo. La condena es seguir viviendo en soledad. El cielo negro del atardecer le recuerda a una tarde de enero de 2016, cuando escribió una nota sobre una serie web, sobre su realidad y la analogía con el futuro. El futuro había llegado y no lo vimos venir nunca, piensa en esa terraza con la escopeta al hombro, lo dejamos que nos aplaste.
2016
Marcelo Landi toma de la petaca de whisky que trajo y me la pasa y le doy un trago mientras me dice que cuando laburás de lo mismo todos los días, la familia, los hijos, toda la rutina, todo eso te va marchitando, y que para combatir eso, en su momento, filmaban, crearon. Y ahí pienso en que el arte salva. Crear arte genera vida y hace que no nos vayamos apagando. Seguimos hablando de un proyecto en conjunto. Quiero actuar en su próximo corto. De una, me dice. Antes De despedirnos les pregunto a los dos si piensa que el futuro va a ser ese que plantean en la serie. Si de verdad creen eso. No lo dudan. Yo tampoco lo dudo mucho. Será mejor empezar a entrenarnos, a fortalecer los músculos y la cabeza y la voluntad, les digo. Nos damos un abrazo y uno de ellos me da una mirada un poco ácida de la vida. Le agradezco el gesto. Cierran la puerta de la librería, y es como si estuvieran atrincherados ahí adentro, resistiendo a lo que viene. Miro a la calle. No hay un alma. El futuro llegó hace rato, pienso. Sonrío y le digo que venga, que acá estamos, para aguantarle la parada. Y después me eclipso.