Quiz Show. El dilema
Sinopsis de la película
Entre 1956 y 1959, Charles Van Doren, perteneciente a una prestigiosa familia de intelectuales y profesor de inglés de la universidad de Columbia, se convirtió en uno de los personajes más populares de Estados Unidos gracias a su participación en el concurso de televisión Twenty One. Durante tres años contestó siempre las más variadas y difíciles preguntas. Pero, cuando su popularidad había llegado a todos los rincones del país, estalló el escándalo: uno de los concursantes eliminados denunció que el concurso estaba amañado.
Detalles de la película
- Titulo Original: Quiz Show aka
- Año: 1994
- Duración: 130
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Opinión de la crítica
6.9
74 valoraciones en total
Quiz Show, de bien seguro que és una de las mejor obras cinematográficas de Robert Redford, la elección de los actores, el magnífico desarrollo de toda la historia (una historia verdadera), basada en un enorme guion de Paul Attanaiso, el despliegue de toda esa falta de escrúpulos desde el primer personaje hasta el último de sus integrantes, dejando aparte a ese joven abogado Dick Goodwin, miembro del Comité Legislativo del Congreso de Norteamérica, que por un pequeño matiz empieza a darse cuenta, que la historia no está muy clara.
Robert Redford, nos muestra lo que realmente sucede en todo concurso televisivo: Lo más importante para toda audiencia no es que el concursante sepa más ó menos, sino todo aquello que logra ganar y si además es bien parecido mucho mejor, este es el caso del joven profesor Charles Van Doren, hijo de una renombrada familia, su padre poeta e intelectual Mark Van Doren y su madre la novelista Dorothy Van Doren, se deja arrastrar por la pendiente más dura, llegando a perder su cátedra y eso sí a reconocer que realmente eran ciertos rumores.
Si el trabajo de Redford es muy bueno, excelentes están todos los actores que intervienen en la cinta, debería nombrar a todos y cada uno de ellos, cosa que haría mi crítica excesivamente larga, solo quiero nombrar a cuatro John Turturro, Ralph Fiennes, Paul Scofield y Rob Morrow, y los cameos de Martin Scorsese y Barry Levinson, y con una filmación muy correcta con el añadido de ese ambiente bucólico e intelectual de los años 50.
Solo nos queda preguntarnos ¿Qué se esconde detrás de todo concurso de televisión? ¿Cuántas veces delante de nuestros ojos, nos han engañado?, porque si en el país más adelantado del mundo ocurren cosas semejantes, ¿Cuántas no habrán ocurrido en el nuestro? A todos les vendrá a la mente un determinado concurso, que en muchas ocasiones parece que esté amañado.
El apasionante mundo de la televisión y el apasionante mundo del tongo hacen piña en una historia que también apasiona y difícilmente puede dejar indiferente.
El buen hacer habitual de Redford se une a un reparto brillante encabezado por el carismático Ralph Fiennes y reforzado con la presencia de un impresionante John Turturro, que ha sido un verdadero descubrimiento para mí. Menuda interpretación de concursante friky, resentido y obsesionado! Fiennes, por su parte, sigue conmoviéndome hasta la médula. Consigue contagiarme el dolor de su personaje, su vergüenza, su pena, su arrepentimiento… Me enamora, como casi siempre.
El mundo de la televisión se nos presenta como cruel, despiadado, demoledor y sobre todo, invencible. Pueden caer los ídolos de barro que crea, pero nunca caen los directivos ni las grandes cadenas ni los patrocinadores. Todo es mierda pero mierda resistente a prueba de bomba, eso sí, siempre habrá alguna cabeza de turco que pague por toda esa mierda.
La verdad es que ves la peli y ganas te entran de romper la tele… hasta que recuerdas que no sólo la tele es mierda, sino que vivimos en una sociedad globalmente fecal. Lo peor es que todos nos esperamos cualquier cosa de programas como Sálvame , El programa de Ana Rosa o Dónde estás corazón , pero también a todos nos gusta pensar que Saber y ganar o Cifras y letras son otra cosa: algo puro, auténtico, serio, de calidad. Y después de ver esto… ahí queda la duda.
Te ofrecen setenta mil dólares por ir a un programa y contestar una serie de preguntas de las que ya conoces las respuestas. ¿Dónde está el dilema?
Vale, puede que yo sea un individuo de conductas amorales (sí, anormales también), pero no dejo de entender las dudas y las debilidades de los personajes que aparecen en esta historia. En parte porque el guión lo trabaja todo bastante bien, pero además porque los actores no se limitan a cumplir. Fiennes está fantástico, pero lo de Turturro… lo de Turturro no tiene nombre: ¡qué chispa!, ¡qué vis cómica!
Es una pena que el (casi) siempre correcto y nunca genial director, Robert Redford, no sea capaz de dinamizar aún más la narración, de recortar el metraje sobrante. Es algo que le suele pasar.
Curiosidades:
• Como el verdadero Charles Van Doren no quería colaborar con la película, para estudiar su acento Ralph Fiennes cogió un coche, se dirigió a la casa de campo en la que vivía y se hizo pasar por un conductor desorientado para poder hablar con él sin que se diera cuenta de sus verdaderas intenciones.
• Se barajaron muchos nombres para la dirección y para la interpretación de Van Doren: en un principio se pensó en Richard Dreyfuss y en Harold Becker como director, luego, en Soderbergh y Tim Robbins.
En 1998, cuando murió mi madre, me pasé varias semanas sin poder ver cine ni escuchar música. Un buen amigo mío me sacó de casa para ir a ver Barrio , de Fernando León de Aranoa. Lástima que en aquella buena película se le decía constantemente al chico protagonista, ¡Tú calla que no tienes madre! Aquello fue un desastre. Me reencontré con una de mis pasiones a golpe de martillo.
Días después, decidí poner una película en el dvd para que me reconfortase un poco. La única que me apetecía ver era esta. En realidad, no tiene mucho que ver mi amor por esta película con el hecho de que esté bien rodada, bien interpretada, bien ambientada y demás.
Mi amor por esta película se resume básicamente en que cumple a la perfección el papel en mi vida que yo le otorgo al cine: hacerme pasar un buen rato. Hacer que olvide los problemas. Reconfortarme. Trasladarme a otra época. Evocar. Hacerme soñar. Implicarme en los problemas de los demás y hacer que me salga de los míos. Dejar que otros lleguen a mí. Tocarme la fibra. Enamorarme. Sublevarme. Romperme esquemas, construirme unos nuevos.
Y esta película cumple con la mayoría de ellos. Me compadezco de Fiennes, me asocio con Morrow, me divierto con Turturro, me enamoro de Sorvino, me emociono cuando Paul Scofield explica el Quijote, el libro predilecto de mi padre, y le dice a su hijo ¡Pero tu nombre es el mío!
Porque en ese momento me acuerdo de mi madre, y de mi padre, y agradezco enormemente que su nombre sea el mío.
Os quiero, padres, allá donde estéis.
…sino películas banales. De una anécdota sale esta gran película que tiene varios grandes personajes pero sobre todo dos grandes actores que les dan vida y nos meten en la emoción de una trama tan sencilla como atractiva. De cómo las personas, hasta las más íntegras, se corrompen por un plato de lentejas…o por un poquito de eso que llaman fama tan mediático y de actualidad.