Plan diabólico
Sinopsis de la película
El banquero, Arthur Hamilton (John Randolph), está viviendo días grises al lado de su familia cuando comienza a ser incitado por un amigo al que creía muerto, para que visite a La Compañía, donde le propondrán un cambio total de aspecto físico con el que podrá rehacer su vida dejando atrás todo su pasado. Hamilton accede a la compleja cirugía estética, pero ¿le asegurará este cambio un futuro feliz?
Detalles de la película
- Titulo Original: Seconds
- Año: 1966
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
7.1
22 valoraciones en total
Un hombre de negocios con una vida rutinaria recibe la llamada de un amigo supuestamente fallecido. Al poco tiempo, recibe una oferta singular: una empresa le ofrece renacer, proporcionándole la vida que siempre había deseado.
John Frankenhemimer ya había mostrado la aberración que deriva de una mala aplicación del conocimiento científico en El Mensajero del Miedo (The Manchurian Candidate, 1962). Con Plan Diabólico, basada en el libro de David Ely, el director nos sumerje de nuevo en su visión pesimista del progreso y en el de una sociedad abocada a la pérdida de referencias.
Es una cinta arriesgada, con diálogos fríos y personajes que parecen inacabados. Pero por otro lado son los mismos elementos los que le dan consistencia a la película, porque el pesimismo que Frankenheimer nos quiere transmitir sobre nuestro futuro es así: frío e incompleto.
La película está protagonizada por un excelente Rock Hudson, alejado ya de los papeles de galán y supermacho, interpretando a un hombre en la cincuentena que se ve transtornado por un súbito cambio de vida. Le acompañan una desconocida Salome Jens y un contrastado John Randolph. La película fue nominada a la mejor fotografía en blanco y negro
No recomendable para los que buscan un cambio drástico en su vida.
Suena el teléfono y una voz desconocida nos ofrece empezar de nuevo y cambiar la vida que llevamos. En Seconds , Frankenheimer nos ofrece esa posibilidad en manos de su personaje protagonista, un banquero hastiado de un mundo que no le aporta nada, transformando un drama de ciencia ficción en un intento de cine político y crítico ante el sistema imperante.
Durante poco más de hora y media, este director estadounidense consigue transmitir toda la intensidad emocional que exige el guión mostrando una atmósfera que descansa en los límites de la realidad y el sueño, y unos personajes que juegan con ella y desde dentro de ella.
Frankenheimer se deleita colocando la cámara en los lugares más inesperados permitiendo así al espectador vivir de cerca las emociones de unos personajes que parecen estar luchando con la vida que viven. El delicado tratamiento de los silencios cobra importancia en la figura de un protagonista reflexivo e introvertido retratado a través de innumerables primeros planos en los que la acción se desarrolla de fondo con unos personajes que intentan desesperadamente rellenar los vacíos incómodos, y respaldados por la brillante banda sonora de Jerry Goldsmith.
En esta norteamérica de los años 60, Seconds se convierte así en un film sobresaliente que refleja una profunda crítica a la sociedad americana de la época y al concepto capitalista de felicidad que no sólo sigue siendo aplicable en la actualidad sino que además deja abierta la puerta a la reflexión posterior del espectador.
Ha vuelto a ocurrir, ya sabía yo que esto de bucear en el cine de los clásicos tenía este riesgo, pero qué se le va a hacer, resulta tan difícil resistirse… Me llama la atención que ningún usuario lo haya señalado, pues en mi caso, al poco de discernir las líneas argumentales básicas de esta película, me dí cuenta de que esto ya me lo habían contado, pero en una versión algo distinta, más moderna y cercana, aunque al principio no identificaba qué era lo que estaba recordando, de pronto ví la luz, y abrí los ojos . Y así, como me ha ocurrido en anteriores ocasiones, constaté que una película que en su momento creí bastante original, resultaba serlo bastante menos, y que el bueno de Amenábar, aunque se cuidó mucho de decirlo, había visto este filme, sacando buenas lecciones.
Desde el principio asistimos a una obra alucinada e irreal, ya sugerida en los títulos de crédito, que encuentran una magnífica continuación en la larga secuencia inicial, profundamente perturbadora, que nos muestra la travesía del protagonista por la Grand Central de New York. La deliberada y fantástica elección de los puntos de vista, que muestran la misma acción de tres formas distintas (un primer plano desencuadrado de un rostro, una cámara a ras de suelo y otra que flota tras la espalda del protagonista), nos sumerge en un universo distorsionado en el que predomina una sensación pesadillesca y surrealista. Toda la primera parte del filme conserva este estilo y potencia esta sensación, aún más incrementada conforme vamos averiguando las claves argumentales de la película.
En realidad, y a pesar de todo el envoltorio de ciencia ficción y misterio que rodea la historia (en absoluto policiaca), la idea fundamental que se nos transmite es la dificultad con la que los seres humanos tratamos de encajar en el mundo, problema desasosegante y de difícil solución (a pesar de los esfuerzos de la Compañía ) que aliena a los individuos. A pesar de que la propuesta es, como siempre en Frankenheimer, valiente y muy atractiva, y que formalmente está bien llevada (con una estupenda fotografía, del prestigioso Wong Howe), la segunda parte de la película decae bastante en interés narrativo y en audacia formal, a pesar de la llamativa y muy hippie secuencia de la bacanal báquica. La conclusión es bastante desoladora, pues apunta a la imposibilidad de huir de esa inadaptación al mundo, incluso cuando para lograrlo hemos tratado de manipular la realidad a nuestro antojo.
Soberbiamente interpretada por un Rock Hudson fuera de sus registros habituales, con un guión desigual, con altibajos, pero interesante, la película deja la sensación de que podría haber sido mejor de haber mantenido el tono de los primeros cuarenta minutos, realmente absorbentes e inquietantes.
El mejor trazador de paranoias colectivas del siglo XX bordó otro brutal descenso a los misterios y anhelos de la psique humana en esta formidable película, una fantasía distópica en torno a la búsqueda de la felicidad trocada en claustrofóbica pesadilla dominada por entes superiores que parecen controlar cada palmo de nuestra existencia. Rostros amenazantes, bacanales en honor al dios Pan, droga en la bebida y corporaciones secretas puntean tan inquietante historia para que Frankenheimer la filme en plena posesión (febril) de sus facultades y su talento, completamente desbordado. De paso, Rock Hudson logra la mejor interpretación de toda su carrera. Un clásico a reivindicar.
Lo mejor: la alucinada dirección de Frankenheimer.
Lo peor: un final un poco previsible.
Devastadora en su fondo de crítica social al sistema y valiente y arriesgada en su forma, en un momento en que su director gozaba del éxito comercial .
Frankenheimer siempre fue un director comprometido, aquí contaba con 36 años y uno se aventura a suponer que el shock de las ilusiones (ficticias o no) cercenadas del sueño americano que supuso el asesinato de JFK en el 63 y su madurez personal le hicieron atreverse a dar este salto cualitativo que fue repudiado por la critica de su momento y alabado como uno de sus mejores films posteriormente.
La angustia vital que sufre el protagonista, magníficamente interpretados por John Randolf y un Rock Hudson atípico en una de sus mejores composiciones, refleja el vacío existencial que provoca un sistema social basado en uno patrones de éxito económico por encima de cualquier otra consideración y donde los seres humanos somos piezas intercambiables en el engranaje de un Morlock devorador insaciable cuyos hilos son manejados desde la oscuridad.
El sistema de falsas recompensas con que acallar a los más desfavorecidos y marginales es sencillo y se soluciona con bienes de consumo, pero para aquellos que ya gozan de un estatus elevado y descubren la gran mentira, solo queda la promesa engañosa de una nueva vida (juventud, sexo, belleza…etc) o en caso fallido la eliminación. Realmente alguien acertó con el titulo en castellano, porque es un verdadero plan diabólico, aunque supongo y dada la fecha de su estreno que los motivos del cambio fueron más bien comerciales, para una cinta que no lo es. Como siempre la censura picó una vez más en el anzuelo del sexo, cortando dichas escenas, cuando la carga de profundidad que implica toda la cinta es mucho más peligrosa para los amantes del orden establecido.
La influencia de los movimientos hippies de los 60 estaban en su auge, como alternativa social y Frankenheimer ejerce de visionario cuando los refleja en una gran orgía libertaria que en el fondo también serán absorbidos y manipulados por la empresa . La fotografía de Wong y la música de Goldsmith son todo un acierto.
En definitiva un joyita que andaba por ahí perdida y que es imprescindible recuperar. Con la que esta cayendo.