Pim, pam, pum… ¡Fuego!
Sinopsis de la película
En plena posguerra, una corista se convierte en la amante de un estraperlista para ayudar a un miembro del maquis de quien se ha enamorado. Todo comienza en los primeros años cuarenta cuando, Paca, una corista que aspira a entrar en la Compañía de Celia Gámez, regresa a Madrid tras una gira por provincias. En el tren viaja Luis, joven indocumentado a quien Paca le permite pasar la noche en la habitación de realquilados donde vive con su padre enfermo. La relación de Paca con Julio, un estraperlista sin remordimientos, le ofrece apoyo económico, pero Luis le da la ternura y el amor que no tiene con Julio.
Detalles de la película
- Titulo Original: Pim, pam, pum... ¡Fuego!
- Año: 1975
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
6.4
46 valoraciones en total
En este film Pedro Olea nos muestra una parte de la realidad de la época en España ( El franquismo sociológico y su poder ).
La película esta bien dirigida además de estar narrada con gran solidez.
Otra gran baza de este film son los actores (Fernan-Gomez, Velasco, Flotats y Orjas ) que hacen unas caracterizaciones muy convincentes en especial el gran Fernan Gomez gracias a la cual podemos ver como eran determinados personajes masculinos de la época.
Muy recomendable.
Un saludo, Efelson.
Segunda parte de la trilogía madrileña emprendida por Pedro Olea. Junto con Tormento (magnífica) y La Corea (incomprendida y olvidada), ¡Pim, pam, pum, fuego! es, sin duda, la mejor. La ambientación es prodigiosa. Una posguerra inmediata a la confrontación civil española. Todo el país rezuma la inmundicia fascista del régimen vencedor e imperante. La desesperación, la miseria, el hambre, y el dolor de un pueblo machacado lacera nuestras arterias. Un maqui perseguido, indocumentado, trata, sin conseguirlo, de salvar el franquista muro policial. Una hermosísima pelandusca de varietés trata de protegerlo. Un estraperlista de lujo, adicto a la política imperante, cruel y mezquino hasta la médula, lujurioso como un mandril, apesta y nos produce pesadillas en esa España corrompida y fascista. Olea, puso todo su empeño en conseguir un relato magnífico (¡y a fe que lo consiguió!) entre ese estercolero de odios y amores frustrados. Fernando Fernán Gómez está portentoso: es un trepa maduro, repugnante y mezquino. Toda su inteligencia de vividor consentido y acomodaticio con el nuevo régimen, deja huellas (en el recuerdo interpretativo) de uno de los rostros más cínicos y borrascosos que han presidido nuestro celuloide. Fernán Gómez nos brinda una genial exploración personal de los más recónditos aspectos de la personalidad humana: conocemos su sensual ferocidad, capaz de ser transferida luego a la de un verdadero asesino a sangre fría. Concha Velasco ilumina la pantalla: recupera de nuevo esa identidad de gran actriz (que durante tanto tiempo anduvo buscando), y nos da un curso completo de emoción y sentimiento, de la más certera precisión dialogística en boca de una mujer enamorada, que no puede evitar verse manipulada por el hombre al que odia. ¡La mezcla entre la Velasco y Fernán Gómez es explosiva! Si Olea estuvo a punto alguna vez de ser magistral fue en este melodrama descarnado. Muy aconsejable para las nuevas generaciones de teléfonos móviles en ristre (si llegaran a verla, ¡que lo dudo!) y que imaginan como escenografía única de la existencia este mundillo confortable y pasota en el que han tenido la suerte de nacer. Obra maestra total ¡muy nuestra! Un alarde de puesta en escena.pABLO gARCÍA DEL pINO
Me gusta mucho esta película. Me gusta Concha Velasco, una de las actrices españolas más completas de la historia, me gusta Fernán-Gómez, en uno de sus pocos papeles de malo absoluto, me gusta la música de los 40 y me gustan todos y cada uno de esos planos del Madrid de la época en que no falta ni sobra nada para que la sensación de verosimilitud sea completa. La cinta se estrenó meses antes de morir Franco y mi primera visión de la misma fue impactante. Para empezar nunca se había visto en la pantalla la postguerra desde el punto de vista de los perdedores. Luego está la cruda escena de sexo, que algunos críticos compararon con la de El último tango en París , que por entonces estaba tan prohibida en España que nadie se imaginaba aún que se iba a pasar por todos los cines a la vuelta de dos o tres años. Murió el dictador y todo dio un vuelco, pero ver en la pantalla una historia tan cruda, tan parecida en algunos detalles a aquello que contaban nuestros padres en voz baja, no dejaba de impresionar. Recuerdo, como anécdota, que a la salida del cine, las escaleras que conducían a gallinero estaban tapizadas de octavillas subversivas . Siguiendo con el análisis de la película, las canciones la convierten en un musical, donde todo está perfectamente integrado. A la vez que dotan a la historia de su banda sonora, los números de variedades sirven para introducirnos en el mundo del teatro de la época, con la figura del censor, las audiciones, los admiradores, ect. A este ambiente se contrapone la sordidez de los pisos alquilados con derecho a cocina, las porteras chismosas, los estraperlistas corrompidos y todopoderosos, el miedo, la miseria. La historia en sí es un drama de personajes estereotipados, pero a su través podemos ver todo un paisaje histórico más profundo.
Pedro Olea es un cineasta infravalorado, quizás por ser discreto y poco mediático o provocador, cuenta con una filmografía interesante que forma parte de la historia del cine patrio. Entre sus mejores logros, destaca este melodrama triangular, en el marco de una triste y sórdida postguerra civil. Eran tiempos de las cartillas de racionamiento, el estraperlo, la miseria y el exilio. Donde los vencedores humillaban a los vencidos, es el pálido reflejo de la vida cotidiana en una larga noche oscura. También es una historia de persecución y acoso a una mujer que intenta abrirse camino entre la pobreza, con una esplendida ambientación de la época. Olea filma una desgarradora historia junto al guionista Rafael Azcona, un film admirable por su crudeza moral, que no tardó en convertirse en una de las piezas clave del periodo denominado: tardofranquismo.
Paca (Concha Velasco), es una joven que tiene aptitudes para la farándula y busca trabajo como bailarina y artista en cafés y teatros, malvive con su padre (José Orjas), republicano mutilado de guerra en un cuartucho lúgubre realquilado. Pero, Paca es asediada constantemente por Julio (Fernán Gómez), un vil estraperlista enamorado, bien relacionado con el régimen político, que la obliga a entregar su cuerpo en una ceremonia de humillación. Un tipo celoso y mezquino que utiliza la corrupción y la prepotencia como único pilar moral. Paca da refugio en su casa a un maquis (José Mª Flotats), con el que vive una historia de amor clandestina. El concepto de clandestinidad marcará también su relación con Julio, pues ella será su mantenida, siempre guardando las apariencias que en ningún momento serán públicas.
La película explora un determinado contexto histórico, a partir de unos determinados códices propios de los géneros populares. Mientras el franquismo agonizaba, Pedro Olea no tuvo que recurrir a situaciones metafóricas para retratar las humillaciones de los vencidos, ni tuvo que utilizar coartadas argumentales para dar su visión sobre esa época. La construcción dramática se articula de forma que la protagonista se encuentra imposibilitada para conseguir la felicidad a partir de la confrontación de su drama personal en las circunstancias socio-históricas responsables en gran medida de dicho drama. Buena película con el mejor trabajo de Concha Velasco en su carrera, baila, canta y actúa de forma grandiosa.
Lo mejor, sin duda, la ambientación, sólida y creíble. La fotografía nos presenta un Madrid tenebroso y asfixiante, muy apropiado para la historia que se nos quiere contar. Es una película sólida y sin duda audaz en su época (no entiendo cómo pudo pasar la censura toda la película en general, y alguna que otra escena en particular). Ahora, pasado el tiempo, quizá pueda parecer una película más dengtro de las llamadas de la guerra . Posiblemente, su gran defecto sea el maniqueísmo que encierra, y que hace que la película parezca más reciente de lo que en realidad es. Los personajes son muy buenos o muy malos, y seguramente el argumento favorecía más matices.
Fernán-Gómez está genial, lo cual no es noticia. Concha Velasco cubre con solvencia el trámite. Quizá Flotats queda en un segundo plano, aunque quizá su personaje esté peor trazado y resulte por ello más difícil para cualquier actor poder lucirse en la pantalla. Posiblemente ésa sea otro aspecto en el que el guión podía estar más lucido. Uno de los vértices del triángulo no lo constituye un personaje de tanta personalidad como los otros dos, aunque la historia sí daba pie a ello.
En cualquier caso, la película es recomendable. La historia del triángulo amoroso se escapa de lo convencional, y sirve de pretexto para hacer un cuadro de la España de la época.