Perros de paja
Sinopsis de la película
El astrofísico americano David Sumner (Hoffman) se traslada a vivir al pueblo de su mujer, en Gran Bretaña. Es un hombre reservado y tímido que vive absorto en sus investigaciones y procura evitar cualquier disputa. Sin embargo, la violencia de ciertos individuos del pueblo llega a tal extremo que Sumner, situado entre la espada y la pared, reacciona con las mismas armas que sus agresores para defender a su mujer y su hogar… Obra clave en la filmografía de Peckinpah, Perros de paja es un estudio sobre la violencia del ser humano basado en la novela The Siege of Trenchers Farm , de Gordon M. Williams.
Detalles de la película
- Titulo Original: Straw Dogs
- Año: 1971
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
7.5
21 valoraciones en total
Recomendaría esta película por la presencia de Susan George. No sabría como explicarlo,
pero su personaje en esta cinta siempre me ha fascinado. Es a la única que me creo, y la razón por la me quedo enganchado a la historia. Además, añado que la escena del sofá me parece maravillosa, carne y acto terrible aparte.
El resto me irrita. Enumero:
1) LA METAMORFOSIS.
Dustin Hoffman interpreta a un astrofísico. Un tipo inteligente y sensato al que le gusta la vida tranquila y ordenada junta a su esposa (Susan George). Llega un momento en el que se le hinchan las pelotas y pasa de soso a gaseoso. Lo que era un pringaillo decente se convierte en un depredador zen. Le suelta sonrisitas a su esposa y le comenta que tranquila chocho, esto lo tengo controlao. Lo que era un personaje con matices ahora es plano. Y gratis. Curiosamente, su esposa se comporta como una impiadosa a los ojos del espectador porque, con toda la razón del mundo, está muerta de miedo. Como lo estaría la gente corriente. Como los astrofísicos apocados.
2) ESE PUEBLO.
El lugar apacible elegido por los protagonistas resulta ser una sucursal del infierno. Sus pobladores son gentuza que parece no cultivar sentimiento o motivación alguna. Pero no es culpa de ellos, sino de los guionistas, que se pasaron por el forro aquello de hasta el malo tiene un motivo. Aquí no, aquí la gente es así de pelma porque sino la peli no avanza. Incluye de serie el típico ser despreciable con risa incómoda. Alcohol, insultos, bromas macabras, mal rollo a tope para que el espectador no tenga dudas. Cargátelos, Dustin.
3) LA LOLITA.
No me la creo. Me parece tirando a irreal. Quiere seducir a todo lo que se menea y lo que no puede ser, no puede ser. No descansa la niña. En el pueblo no hay nadie que se la agencie porque está todo el mundo ocupado molestándonos a Rain Man y a mí. El único disponible no sabe multiplicar.
4) ESA CASA.
¿Tan difícil es entrar en esa casa? Que tiene ventanas por doquier. Que llevais armas y candiles. Que sois muchos y violentos.
Leo que esta película es un estudio de la violencia.
¿Por qué la gente de ese lugar es tan violenta? Esto la película no lo estudia.
Un 6, Sam.
Nada más comenzar la película, Peckinpah logra ya, sin preámbulos, un clima angustioso, que destila amenaza y hostilidad por los cuatro costados.
En el momento en que David Sumner pone los pies en ese pueblo maldito, algo muy crispador se ventea ya en el aire. Algo de lo que incluso su mujer parece participar de algún modo turbio.
David, un hombre de ciencias, un intelectual pacífico que busca un lugar tranquilo, huyendo de la violencia de su país natal, no tiene ni idea de dónde se está metiendo.
La agresividad humana, los peores instintos, le persiguen y le rodean, conduciéndolo inexorablemente hasta más allá del límite de su aguante.
Este thriller es sobre todo un thriller de ambiente, de clima, en el que todo se centra en un análisis muy seco, descarnado y desasosegante de las peores pulsiones humanas. La violencia se respira y se puede cortar. La hostilidad, el desprecio, el odio, la prepotencia, el instinto que lleva a demostrar quién es más fuerte y de desdeñar y burlarse del que se presupone débil, la provocación, la aberración sexual que impulsa a abusar de alguien contra su voluntad, el chantaje psicológico, el desequilibrio emocional y mental, el morbo de lo prohibido, tentar el peligro a sabiendas… Todo lo más oscuro que portamos en nuestro lote humano es expuesto bajo los focos como esos desagradables pedazos de carne sanguinolenta sobre el iluminado mostrador de una carnicería.
No hay ninguna situación inocente, pues al acecho se agazapa siempre alguna sombra vigilante. La esporádica felicidad de los Sumner se aprecia ya contaminada desde el principio, el aparente pueblecito tranquilo contiene un rebaño de hienas que están a punto de despedazarse a cada instante, los momentos de fiesta y esparcimiento transmiten precisamente lo contrario bajo la superficie.
La llama avanza por la mecha lentamente. La explosión es inminente.
No hay escapatoria.
Y puede que en un momento dado nos miremos y no nos reconozcamos.
Y ya no conoceremos el camino a casa.
De todos es conocido que Peckinpah no fue precisamente un maestro de la sutileza. Y a fé de Dios que Perros de paja es una de sus obras más paradigmáticas al respecto. La peli abre la veda a una procesión de títulos que, de la mano de la ultraviolencia, escandalizarán a la sociedad setentera y le mostrarán sus perfiles más abyectos.
Peckinpah se hace valer de sus prodigiosos movimientos de cámara, de sus zoom endiablados y de su magistral dominio de la cámara lenta para contarnos muchísimas cosas sin necesidad de diálogos, de palabras vanas, de rollos patateros. Esto es cine, señores!. Peckinpah mueve la cámara como un tanguero, maniobrando con ímpetu, con pasión, con brusquedad milimétrica. Sus clamorosos silencios, su aprovechamiento no sólo de la música sino del sonido, es acojonante. Thriller in crescendo, como marcan los cánones. Como un buen polvo. Y luego viene el montaje: tomaydaca, tomaydaca, tomaydaca. Brutal.
La peli da mucho que hablar. Es perfecta para un cinefórum de parroquia. Cobardía, provocación, erotismo, misoginia, maldad, venganza, violencia, honor, ética… Porque señores, aquí no se salva ni el apuntador. Un pueblecillo escocés habitado por una cuadrilla de borrachos, pendencieros, crápulas y haraganes capaces de modificar la conducta de cualquier pardillo. Luego está Amy, protagonista de la violación más ambigua que jamás había presenciado en pantalla. Y tantas y tantas cosas…
Sam nos ofrece una auténtica lección de cine. Y es que, como afirma mi buen amigo Santi: Cuanto más cine suyo veo, menos valoro a Tarantino.
Sigo sin encontrar la excusa por la cual Peckinpah tuvo que rodar esta historia en Inglaterra y ofrecer la imagen que da de los británicos de pueblo: todo el santo día holgazaneando, enganchados a la jarra de cerveza o botella de whisky, repartiendo palos, estrangulando gatos y si se tercia, violando a vecinas.
Personalmente ese retrato es para mí, la pura controversia de la película y no como escribieron los críticos en su día, la ultraviolencia que destila.
Dudo que estemos hablando de violencia gratuíta (lo que la crítica quería hacer ver). Estamos ante un caso de autodefensa, desbocado, inverosímil también y exageradísimo, pero en todo caso justificado. Supongo que Peckinpah pretende enfrentar fuerza bruta a inteligencia. No veo que estén reñidas. De hecho, Hoffman, cuando de verdad se cabrea, utiliza una retahíla de trucos a cada cual más ingenioso para zafarse de la pandilla de hoolligans del idílico pueblo.
Violencia gratuíta es hablar de patatas fritas con mayonesa o hamburguesas para acto seguido volarle la tapa de los sesos a un chaval tipo… ¿Tarantino? Y no es que vaya a criticar a Tarantino, sencillamente me sirve de ejemplo para poner en evidencia lo relativo del uso del lenguaje sobre todo cuando hablamos de violencia, lo cada vez peor considerada que tengo a la crítica (que se cebó con Perros de Paja por ultraviolenta, no en cambio por acercarse a la xenofobia) y por la doble moral que lo impregna todo.
Contra Peckinpah, particularmente en esta película, vuelvo a repetir: me pareció que se pasó tres pueblos con los ingleses y que mejor hubiera sido quedarse en al otro lado del charco, ambientar la historia en cualquier pueblo californiano y no jugársela provocando un probable cristo diplomático. Pero sobre todo y aunque no me sorprenda después de haber visto otras obras de su filmografía, lo que aburre de Peckinpah es su misoginia. La protagonista femenina de Perros de paja o está infantilizada o actúa como un putón verbenero. Lo mismo ocurre con Janis, la segunda chica.
¿Por qué Peckinpah no contextualiza, en el año 71 a la mujer de Hoffman, llegada de Estados Unidos, de la ciudad, emparejada con un científico y liberada por la revolución contracultural de los 60 del sujetador como lo estoy haciendo yo tal que ahora? Sencillamente porque no le da la gana tomarse la molestia de dar explicaciones y de aclarar el porqué del comportamiento de Susan George. Con dejarlo en que es un poco putón, mejor. Y claro, luego se creen los hoolligans que todo el monte es orgasmo… y sucede lo que sucede.
Perros de Paja es una película tensa, trepidante, muy bien ambientada, con una última media hora magistral y una caracterización de los personajes especialmente cuidada. Sin embargo, aunque probablemente sea su película más conocida y elogiada, no creo que sea ni haya sido nunca la mejor de Sam Peckinpah.
Aún así: imprescindible.
Una de las películas que más he esperado ver por años, de las que uno siempre habla pero nunca tiene la oportyunidad de ver. Afortunadamente en el intertanto pude nutrirme de cintas como Tráiganme la Cabeza de Alfredo García, Cruz de hierro o la monumental La Pandilla Salvaje, para pavimentarme el camino para encontrarme con la expresión máxima del cine de Sam Peckinpah.
La sutileza no es una cualidad que destaque a este realizador. Los términos medios y la moralidad no son sus fuertes. La naturaleza de sus personajes van desde los mal nacidos a los menos mal nacidos, las ñoñerías sentimentales no estarán presentes aquí. Una dolorosa inyección de realidad. La falsa moralidad de Hollywood se fue de una patada hace mucho rato.
La verdad, no recuerdo una película que me haya tenido tan tenso desde los primerísimo fotogramas. Basta recordar a los niños jugando entre las lapidas de un cementerio, el bar donde se reunían esa pandilla de patanes que no logran mas que hacer sentir rechazo desde el comienzo, la tensa relación de un matrimonio que ya está destruido desde el principio de la película. Desde ahí, una difícil cuesta que hay que trepar, un ambiente malsano e hinchado por una hostilidad latente que llega a su momento de clímax en la infame escena del ataque del cual es victima Amy. De ahí en adelante, la película marcha implacablemente hacia la verdadera naturaleza del ser humano, la de un ser intrínsecamente violento, no hay nada que discutir sobre eso.
El derrumbamiento emocional de David Sumner (uno de los papeles mas impresionantes de Dustin Hoffman) se hace presente de manera gradual, hasta llegar al absoluto acabose, una de los desenlaces mas potentes que he tenido la suerte de gozar en una cinta, donde uno llega a temer de su propia naturaleza de ser racional por momentos. El maestro nos deleita con una perfecta e inquietante orquestación de imágenes que lo deberían poner como uno de los más trascendentes cineastas de los últimos 30 años.
El hombre degradado a lo mas primario. Simplemente una secuencia genial como inquietante, desenlace de un tortuoso camino que fue la película hasta ese minuto, tortuoso en el buen sentido de la palabra. El cineasta nos mete en un mundo demasiado sórdido pero demasiado real, el cual las hipocresías de esta sociedad de porquería no nos permite reconocer en el diario vivir, y al momento de encontrarnos con la verdadera naturaleza humana no nos sentimos preparados, y muchos podemos sucumbir en la cobardía o transformarnos finalmente, en David Sumner.
Para terminar no quiero usar el típico salvoconducto expiatorio de que la película fue hecha en 1971 y por tal razón, su impacto es mayor…patrañas!.
No amigos, el cine verdadero no tiene edad, solo un notable guión e impecable dirección son los puntos a considerar y no en la antigüedad del producto ya que el tema principal de la obra es universal y atemporal. ¿Apología o denuncia a la violencia? La verdad da igual.
Gracias, Bloody Sam.