Pepita Jiménez
Sinopsis de la película
En la Andalucía del siglo diecinueve, la joven Pepita Jiménez -que había sido obligada por su tía Salvaora a casarse con el vulgar usurero Gumersindo- enviuda durante su banquete de bodas. Después del funeral de su marido, Pepita es pretendida por un conde y por el hacendado Pedro, padre del seminarista Luis. La joven se siente atraída por Luis, pero él se contiene por respeto a su padre.
Detalles de la película
- Titulo Original: Pepita Jiménez
- Año: 1946
- Duración: 84
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Opinión de la crítica
Película
5.8
87 valoraciones en total
La clásica novela de Don Juan Valera, nace al cine mexicano como un anhelo de rendir fervoroso homenaje a España, la España maternal que dio origen a nuestra tradición y a nuestras costumbres.
Solicitamos del culto público que interprete la temeridad de nuestra empresa como hija del amor y la admiración que sentimos por esa expresión luminosa de la literatura romántica que es Pepita Jiménez .
Con esta dedicatoria se abre la película mexicana de Emilio Fernández adaptada de la ópera prima del escritor cordobés encuadrado en la corriente del realismo. Esas frases expresan veneración por esta novela y por su autor, cosa que no discuto. La parte dirigida a la España maternal la encuentro muy generosa, pues España no se merece tanto elogio. Un gesto de buena voluntad por parte de nuestros vecinos del otro lado del charco.
Ignoro si la Andalucía del siglo XIX era exactamente así, y si la gente vestía de diario como si estuviera todo el día bailando flamenco. Probablemente se caiga en el tópico de lo típico andaluz , pero ahí no puedo juzgar mucho. Lo que me parece muy bien imitado es el acento, los dejes del habla y las expresiones y dichos populares, me ha dado la impresión de que se han acercado bastante a la Andalucía profunda. Los diálogos son lo mejor desarrollado, sin duda gracias a la fuente de la que proceden, una de las grandes obras literarias de un siglo muy destacado en la narrativa española.
No se puede decir otro tanto del trabajo de ciertos actores, como el de Rosita Díaz Gimeno, un tanto sobreactuada y chirriante y, para mi gusto, demasiado artificial. Ricardo Montalbán hubiera necesitado perfeccionar un poco más su dicción (su acento es una dudosa mezcla).
Y los cambios que han realizado respecto del texto original creo que le han hecho perder calidad en favor del efectismo y algo de esperpento, pero todo fuese por resaltar el tronío del macho ibérico sureño, supongo.
En medio de tanto cante, guitarreo y chascarrillo, el drama de una mujer guapa que sufre el destino habitual de las guapas (ser tratadas como objetos que muchos hombres se autoadjudican sin consultarles su parecer) demuestra por qué el libro de Valera es universal.
Menos mal que el autor fue benevolente con Pepita, algo sorprendente en la desgraciada literatura decimonónica sobre mujeres.
Aunque yo, si hubiera sido Luis en la película, habría echado a correr en cuanto ella abrió el pico.
Realmente el Indio Fernández hizo pleno honor a su sobrenombre. En esta película hace el indio. No hay por donde cogerla. Quien haya leído esa delicia de la novela española del XIX que escribiera Juan Valera no sabrá reconocer ninguna de las muchas virtudes que la adornan en esta transcripción cinematográfica del año 46.
Una verdadera curiosidad del cine de Emilio Fernández en los 40s, ya que el resto de sus películas de la década incluyendo La Malquerida se desarrollaban en México, y todas las anteriores a esta exaltaban la cultura mexicana, la daban a conocer al mundo, su gente, sus rostros, su forma de hablar, su cultura, sus costumbres, etc.
Hay que reconocerle que acá se atrevió a cambiar de escenario, dejar la revolución mexicana de lado para adaptar una novela española del siglo XIX.
La película tiene alguno de los peores elementos del director, el pintoresquismo y la solemnidad, pero también lo mejor, la evolución de los personajes, el retrato de una sociedad, en este caso la andaluza de antaño.
Lo peor: Rosita Díaz Gimeno, actriz mediocre que no está a la altura en las escenas más importantes.
Lo mejor: Pedro como personaje, y la interpretación de Fortunio Bonanova, es el único que está en el tono justo, y quien mejor entiende a su personaje.