París Palace Hotel
Sinopsis de la película
Manicurista en el salón de belleza del Paris Palace Hotel, Françoise Noblet (Françoise Arnoul), va a conocer a Henri Delormel (Charles Boyer) un hombre muy simpático dispuesto a fingir cualquier tipo de padecimiento con tal de librarse de su frívola mujer. Y cuando luego conoce al joven mecánico Gérard (Roberto Risso), ella va a actuar como la hija de Delormel y el chico como Monsieur Brugnot, poseedor de un lujoso auto. Así comienza una navidad de ensueño para un par de jóvenes con quienes la vida no ha sido, hasta ahora, bastante generosa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Paris, Palace Hôtel
- Año: 1956
- Duración: 100
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La pantalla se viste de la estética modernista dominante durante los años cincuenta en París para llenarla de glamour y rutilante elegancia como pretexto para presentar un argumento pizpireto e intrascendente.
Con visos de escenas de la vida cotidiana, la película oscila entre la comedia y un retrato costumbrista de carácter amable.
Resulta amena y distendida, su factura cinematográfica es sencilla y también divertida porque sabe apoyarse en ese eficaz juego de los equívocos que suele resultar tan eficaz.
La dirección de H. Verneuil es acertada y C. Boyer ofrece una gran interpretación
Bella, dulce y profundamente honesta, Françoise Noblet (observen su apellido), es una manicurista que, un día de lluvia, va a conocer simultáneamente a Henri Delormel, un hombre encantador aburridamente casado, y a Gérard, el empleado de un taller que, ávido de experimentar el lujo, usurpará el apellido Brugnot -perteneciente a un adinerado e irascible cliente del Paris Palace Hotel, donde todo esto sucede- con el objeto de mostrar a la chica que puede ser digno de ella.
Comienza así, una comedia de enredos a la francesa que, de manera muy original, con suficiente buen gusto y algunos momentos bastante creativos, nos ofrece el director Henri Verneuil, quien, en los primeros años de su carrera, se dedicó principalmente a este género. Diálogos muy afortunados complementan positivamente una historia que se desenvuelve como un cuento de hadas en el que, la pequeña y encantadora Françoise, luce como una nueva Cenicienta que tiene a su hado y también a su príncipe… aunque no tan principesco, pero con suficientes cualidades como para ser digno de su corazón.
Encantadora Françoise Arnoul, una chica muy guapa que tuvo su gran momento en los años 1950 (Le Fruit Défendu, su primera interpretación para Verneuil, Le moutton á cinq pattes, Les amants du Tage, segunda y tercera colaboración juntos…), hasta que fue desplazada en el gusto del público por la más atrevida Brigitte Bardot. Pero, la dulzura y sensualidad que irradiaba la Arnoul a partes iguales, la hacía ideal para historias románticas en las que supo desenvolverse con viveza y desenfado.
Verneuil, sabía muy bien como explotar los encantos físicos y personales de la señorita Arnoul y también fue muy acertado al atraer de nuevo a su país natal, a ese gran actor que fuera siempre Charles Boyer, el cual luce altamente carismático jugando a complacer a la hija por azar que llega justo cuando su mujer se va. ¿Con qué intenciones? Ya tendremos tiempo de comprenderlo. Pero, a la hora de escoger al galán para la linda Françoise, es evidente que, el suizo Roberto Risso, no tiene el atractivo ni la soltura que su importante rol requería… y lo peor de todo, es que a la Arnoul se le nota el desencanto ante su presencia, mientras que, ante Boyer, luce siempre entregada y plenamente complacida… pero la diferencia de edad hacía imposible que éste fuera su galán.
Tampoco puede decirse que el filme tenga muchos momentos divertidos como para reírse, pero, no obstante, sus personajes resultan, en general, muy agradables, y hay una sensación de plena complacencia con ese ambiente que Verneuil logra resaltar con muy bellos colores y con ese particular toque de magia que abunda en toda la historia.
Apuntes como el del primer despertador o la escena en la cárcel, han sido muy acertados, y cómo no decir que, la Réveillon Surprise (Cena Sorpresa de Nochebuena) resulta de antología.
PARÍS PALACE HOTEL es, en general, un filme muy halagüeño… y siempre es grato ver cuando, por fin, el universo se pone de lado de aquellos seres buenos que han tenido muy pocas recompensas en la vida.
Rico verla tomándole la mano o abrazando muy suavemente a la persona que amamos.