París bien vale una moza
Sinopsis de la película
Un pueblerino aragonés pluriempleado recibe un encargo insospechado: el cacique del pueblo le pide que vaya a París y traiga a su hija, a la que unos años antes echó de casa al quedarse embarazada.
Detalles de la película
- Titulo Original: París bien vale una moza
- Año: 1972
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
Película
3.8
41 valoraciones en total
Queda claro que en este tipo de españoladas uno no puede esperar encontrarse la obra culmen del cine ni nada parecido, pese a ello, me he divertido ligeramente ante las situaciones que se desprenden mediada la película sobretodo. No en vano, los actores (atención a este buen elenco) están en su salsa. Y eso es (in) suficiente para recomendar el visionado de una cinta que cuenta con un argumento y, sobretodo, un guion bastante malo. Ni siquiera que aparezcan entre sus filas a Alfredo Landa, Antonio Ferrandis (no reconozco a Chanquete por aquí) o José Sacristán sirven para que el entretenimiento alcance. La película dirigida por el gran Lazaga es una imitación de otras pelis americanas sobre la mafia solo que aquí trasladada a un París del que apenas vemos dos o tres panorámicas y en tono algo cómico. Así, visualmente lo mejor es ver el cuerpo de las actrices. En cuanto al argumento pues, dentro de lo que cabe, es una película moderna para la época. Aún así, puede verse algunas costumbres muy de la época al margen de contar con los típicos diálogos propios de otros tiempos que, hoy en día, creo que afortunadamente, serían mal recibidos.
Aparte de alguna cosa, la mayoría de escenas de la película sobran, por tanto, la recomendación solo va dirigida a un tipo de publico enfrascado en ver esas pelis que marcaron el cine español en otros tiempos. Para un joven de hoy, la cosa no se sostiene la verdad.
Argumento.
Un pueblerino de los de boina al viento (Alfredo Landa) que vive con su hermana Agustina (Josele Román) decide ir a París en busca de la nieta (que nació sin padre y en aquella época) del ricachón del pueblo, lo cual quiere decir que la hija del Ricachón se había exiliado en París avergonzada de su pecado. Al enterarse el ricachón de que su hija ha muerto quiere conocer a su nieta.
Landa corre sus primeras vicisitudes de paleto en París hasta que conoce a un comisario de allí que veranea en la costa española que le consigue trabajo de mayordomo para unos marquesos. En París conocerá a una chica que trabaja de frescachona para Monsieur Le Moco, personaje que tratará de robar a los marquesos su colección de cuadros. Pero Landa se enfrentará a la banda de Le Moco (que por cierto, la que hace de su novia es Bárbara Rey ¿increíble no?) los vencerá e impedirá que roben los cuadros.
A todo esto, José Sacristán que es pintor (¡el arte, siempre el arte!) es el novio de la nieta que busca Landa y le deja un bombo que te cagas a la nieta, y como Landa se ha enamorado de la ex-frescachona pues la peli termina con Landa casado con ella y Sacristán con la otra (pero éstos de penalty).
Formas.
Encuadrada en el apogeo máximo del Landismo (principios de los 70) resulta también un espléndido documental sobre la ciudad de París donde vemos obviamente muchos planos generales de la metrópoli. Es el mismo caso de otras películas como Lo verde empieza en los Pirineos o Vente a Alemania Pepe , donde la industria del cine español busca su identificación con el cine europeo (o más bien al revés… ¿quién sabe?).
El vesturario como siempre es de Cornejo, maquillaje el justo y fotografía convenientemente csposa. Como dato curioso diremos que un cuadro de los que intentan robar los de Le Moco aparece en otra landada ( Jenaro el de los 14 si mal no recuerdo).
El inicio de esta película es diferente, fresco, de una espectacular fotografía y lleno de color. Actual, a pesar de haber pasado medio siglo de su estreno. Sin embargo, la historia resulta ser un Macguffin enorme que en nada influye en el desarrollo de la película, pues la búsqueda de la familia del cacique aragonés resulta ser anecdótica e intrascendente.
El nudo y emoción de la historia se centra en la historia de amor de Landa con la guapa y joven argelina, captada por la mafia parisina, que cae rendida en los brazos de un inusual Alfredo. Se quedan en el camino los flecos que suponen las trabas lingüísticas, pues todos los personajes, a pesar de ser franceses, carecen de acento gabacho.
Un siempre magistral y enorme Ferrandis nos deleita en el papel de un comisario gendarme que se enamora de la gastronomía patria, cosa complicada en gente tan orgullosa como la francesa. Pero la propaganda era primordial en aquella época.
Una muestra más de la comedia española predominante en la década de los setenta que hicieron que el cine español se ganara justificada mala fama. Argumentos machistas castradores, chistes sin gracia e impotencia generalizada, Película de consumo de la peor especie y dilapidación de un espléndido elenco de actores que no pudieron hacer papeles serios hasta bien entrada la madurez. Se salva la musiquita del prolífico Antón García Abril (El hombre y la tierra, Curro Jiménez), comercial pero adecuada.