Paradise Now
Sinopsis de la película
Khaled y Said son dos jóvenes palestinos, amigos desde la infancia, a los que reclutan para llevar a cabo un atentado suicida en Tel Aviv. Después de una última noche con sus respectivas familias, de las que no les está permitido despedirse, parten hacia la frontera con explosivos pegados al cuerpo. Sin embargo, nada sale como estaba previsto y una serie de contratiempos les obliga a separarse. Entonces tendrán que replantearse su vida y sus convicciones.
Detalles de la película
- Titulo Original: Paradise Now
- Año: 2005
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
Película
7.2
60 valoraciones en total
Uno empieza a estar cansado ante el goteo continuo de noticias que la prensa y la TV ofrecen sobre los muertos en Palestina e Israel. Salta a la vista que un perfil informativo que deja la realidad de lado, tratando a los asesinos como entes inmorales sobre los que no hay que tomar partido o tratar de comprender, no parece responder al tratamiento más objetivo. Es por eso que tal vez Hany Abu-Assad, palestino con pasaporte holandés y residente en Israel, haya decidido retratar la Cisjordania de la 2ª Intifada a través de dos jóvenes palestinos amigos desde la infancia que, ante la ocupación asfixiante de su ciudad, Nablus, actúen de la única manera que comprenden como posible, secundados por una organización de artificieros caseros, leyendas mártires e ideólogos que no se inmolan. Entender estas mentalidades es el primer paso, y la secuencia inicial del arreglo del parachoques es la metáfora que mejor lo explica.
En principio, Khaled adopta una postura pasional y ciega, Said una más reticente. La alternativa, la postura femenina de Suha, la más moderada y occidental. Y Jamal es el reclutador que, mientras tanto, profiere aforismos tan poco edificantes para cabezas en proceso de degeneración como: si no teméis la muerte, controláis la vida, mira siempre a los ojos de tu enemigo, porque tú eres el dueño de su vida, cuando quieras, lo harás saltar por los aires. Las aspiraciones vitales quedan reducidas a beber té, la familia sobrevive marcada por el calvario del dolor, y un solo chispazo es suficiente para pasar de la parsimonia al activismo. Con una fotografía desaliñada, poseída por la sencillez árida de los escombros, el director explora las legítimas razones de la resistencia a la ocupación sin justificar en ningún momento la pérdida de vidas humanas, sin juzgar, manipular o posicionarse. La tensión, continua, incómoda, no deja indiferente a nadie.
Rodada en 35 mm., con un magistral fundido en blanco como desenlace, Paradise Now es una indagación sobre las motivaciones, y la falta de éstas, de los kamikazes, de la procedencia de su fanatismo y las causas que los empujan a él. Necesaria y estimulante, esta reflexión sobre la ambigüedad que encierran los términos víctima y opresor esquiva lo políticamente correcto, las presiones (el localizador fue secuestrado, varios técnicos decidieron abandonar, y el rodaje se vio interrumpido por la caída de un misil enviado desde Israel), y una visión occidental de la vida y la muerte. Historia y estética se cuidan sin grandilocuencias, y aunque algunas escenas acusan un debilitamiento amoroso por culpa de excesivos auto-análisis psicológicos, su valentía y humanismo les emocionarán, siempre y cuando no se resistan por juicios morales o posicionamientos políticos.
Película palestina sobre un par de jóvenes que deben cometer un ataque suicida contra un bus israelí. Ese podría ser el resumen del film, pero es mucho más. La película no pretende en ningún momento buscar y definir cual es el prototipo de suicida, la especificidad psicológica de una persona que es capaz de llevar a cabo tal acto atroz, sino simplemente intenta buscar qué historia puede haber detrás de ese alguien. Película que se posiciona por tanto en la búsqueda profunda del porqué, desde una perspectiva socio-lógica, es decir, buscando qué circunstancias particulares (y ni no sólo y estríctamente psicológicas, ni mucho menos) pueden darse para que haya algunas personas dispuestas a ello.
El film puede leerse también, si se desea, simplemente como un thriller, una película de suspense que tiene al espectador en tensión durante todo el metraje, por desgracia estamos demasiado familiarizados con las imágenes de cámara al hombro para este tipo de historias y hartos de noticarios que nos bombardean con imágenes que de tan reales se convierten en falsas, en esta película el lenguaje cinematográfico (la ficción cinematográfica) cobra total sentido y nos mete por completo dentro de la historia.
Por cierto, impresionaba oir la respiración del público…
No resulta nada novedoso ver en un filme humanizada la figura de un asesino. Pero parece ser (lógicamente) que en estos tiempos abordar el tema del terrorismo se ha convertido en tabú y automáticamente polémico.
Hany Abu-Assad no pretende cambiar ningún punto de vista. Paradise now se limita a contar una historia, la de dos jóvenes palestinos elegidos para cometer unos atentados suicidas en Tel Aviv.
Sorprende la procedencia del filme, que haya sido premiado y reconocido internacionalmente y que sea el máximo candidato a ganar el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
Paradise now se convierte en un relato necesario y reflexivo que ofrece varios puntos de vista. Tal vez se le puede criticar ser un filme discursivo, pero me quedo con el mensaje que ofrece. No hay nada peor que combatir no sólo contra un terrorista sino contra sus creencias religiosas. Y el fanatismo por cualquier tipo de religión o creencias siempre ha sido el peor de los males para el hombre a lo largo de la historia.
El paraíso del que nos habla Hany Abu-Assad es tan etéreo como la decisión de ponerse unos explosivos en la cintura y asesinar a un puñado de inocentes.
Puede visionarse como un fallido thriller con pequeñas pinceladas de humor negro o como un más que interesante y necesario docudrama sobre el conflicto palestino – israelí y el sinsentido de la violencia, donde sólo hay perdedores y vencidos.
Una de las películas más destacadas del 2005.
1) La película afronta un tema enormemente difícil, inmerso en atmósfera de odio y destrucción que arrastra en masa a colectividades enteras: se diga lo que se diga, de antemano está expuesto a interpretaciones furibundas. Y lo afronta con voluntad artística, mucho menos sesgada de lo esperable. Sólo por esto ya merece elogio y reconocimiento.
2) Conocemos enseguida a los protagonistas, Said y Khaled, dos mecánicos de un taller de Nablus, precaria población cisjordana, y a Suha (hija de un legendario ‘fedayin’), quien con enfoque dialogante y pacífico viene de Europa a conocer la tremenda realidad de su patria, la vida ínfima de los territorios ocupados, un arrabal entre olivos y cigarras, tres millones de palestinos confinados con sus miradas duras en franjas atestadas.
3) El tono, dramático de por sí, se acentúa cuando un jefe terrorista comunica a los amigos que necesitan mártires y han sido elegidos para una misión en Tel Aviv. Si Alá lo quiere… Alá lo quiere. Sois nuestro orgullo, llenáis al pueblo de honor, partís hacia el cielo…
Los amigos conocen que van a morir en la tarea, pero no lo pueden comentar con nadie. Las horas siguientes son de tensión inconcebible, por el esfuerzo de disimular ante los familiares, por el debate interno, las dudas, la angustia, las oscilaciones entre la exaltación febril y el miedo al vacío. En esas horas agónicas se examina si los kamikazes son valientes héroes o mentes simples, fanáticos teledirigidos. Forcejean las actitudes agudamente contrapuestas: la beligerante, que busca el mayor daño posible, y la pacifista, inclinada a confiar en la ONU y a hablar.
¿Por qué hablar? ¿Para que me compadezcas? ¿Para entretener a quienes viven bien? Mejor morir que ser inferiores. La única arma restante contra la ocupación es el propio cuerpo. Al no caer en la inferioridad, el mártir obtiene la victoria frente al imbatible poder militar. Alguien debe sacrificarse.
Pero eso no es sacrificio, es venganza.
Nosotros tenemos el paraíso. Es preferible un paraíso imaginario a seguir viviendo en este infierno.
4) Los argumentos en pro de la inutilidad de la violencia tienen su peso, pero también las oscuras motivaciones personales, la necesidad de purgar manchas familiares, traiciones a la causa, de redimirse uno mismo. Mientras queda margen para abortar el operativo, luchan las posiciones.
5) Esa tensión inhumana, núcleo de la película, se dirige con buen pulso, a pesar de algunos tramos de guión demasiado discursivo, faltos de narratividad, diciendo los personajes textos un tanto largos y forzados. Resalta más porque fotografía y cámara son notables, llenas de fuerza. Con pocos planos describen cómo Nabul es tercer o cuarto mundo, y Tel Aviv, muy primero. Pero las interpretaciones son excelentes, en especial la de Kais Nashef (Said), de cuya mirada y silencio dependen importantes matices del argumento, como en cierto zoom lento y definitivo, adentro de unos estremecedores ojos que lo dicen todo.
Durante todo el film tiene uno el alma en vilo. El director Hany Abu-Assad conoce bien el tema de los mártires palestinos que se suicidan en actos de terrorismo en los cuales tratan de matar al mayor número posible de judíos, sin duda por esto lo ha rodado de manera sobresaliente, con sus toques de justificación y su denuncia acerca de la enajenación religiosa y política, con reflexiones partidarias de la causa palestina y sus razonamientos partidarios de la causa humanista y más importante que la anterior, incluso con escenas espléndidas de autocrítica e ironía sobre los líderes fanáticos que envían a los jóvenes a suicidarse terroristamente (como por ejemplo cuando se ve al protagonista principal, el que va a inmolarse, que no puede dormir la noche anterior a la misión y en cambio el profesor y jefe que le acompaña y anima para que la cumpla, duerme plácidamente como un tronco, o también cuando dicho intelectual y jefe, que envía a estos jóvenes a la muerte, se pone a comer tranquilamente mientras los discípulos fanatizados graban el video donde se despiden de sus familiares y reivindican su acto de muerte suicida y terrorista en nombre de Alá y de la causa palestina).
Es obvio que PARADISE NOW es una gran obra cinematográfica que afronta de lleno y valientemente el problema palestino, incidiendo en uno de sus puntos más delicados y sensibles, el de los fanáticos que se lanzan con el cuerpo cargado de bombas a morir matando. Así pues, una obra de enorme maestría, muy recomendable de ver por su calidad de desarrollo, autocrítica, bastante objetividad y por lo mucho qué deja para pensar cuando ha finalizado.
Fej Delvahe