Pánico en las calles
Sinopsis de la película
Una noche, en los barrios bajos de Nueva Orleáns, el rufián Blackie y sus amigos matan a un inmigrante que les había ganado jugando al póker. A la mañana siguiente, el doctor Clint Reed del Servicio de Salud Pública confirma que el muerto tenía la peste neumónica. Para evitar una epidemia que tendría efectos catastróficos, Clint y el capitán de policía Tom Warren tratan de encontrar y aislar a los asesinos. La operación se lleva a cabo en secreto, por miedo a que la población sea presa del pánico. Disponen sólo de 48 horas para conseguirlo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Panic in the Streets
- Año: 1950
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
7.1
85 valoraciones en total
Sorprendente thriller que entronca con el cine de catástrofes-plagas que hace recordar también a las infecciones alienígenas de la ciencia-ficción de los 50.
El film cuenta con un guión peculiar y extraño que bascula casi sin problemas entre el cine policíaco, el drama intimista, el cuasi-documental de los barrios bajos de Nueva Orleans, el cine de tesis sobre la responsabilidad ciudadana y el suspense marcado por un plazo (las 48 horas después de la cual la epidemia se puede desbordar).
La mano de Kazan completa el excelente punto de partida argumental. Perfecta dirección de actores, perspicaz descripción de ambientes realistas, inaúdita -para la época- descripción de la vida doméstica con sus miserias y alegrías, conocimiento de las comunidades inmigrantes y ese punto aleccionador sobre las responsabilidades con el país que te ha acogido.
El exceso de esto último más un final algo anticlimático y la sensación de que la película fue podada en la sala de montaje para aligerar su duración, no hacen olvidar, como dice (mucho mejor de lo que yo podría hacerlo) el amigo y paisano Bloomsday que el film es todo un ejemplo de utilización del espacio, del ritmo y de la planificación de la escena en el set de rodaje y no en la mesa de montaje. ¿Verdad, amigo Tony Scott y compañía?
275/01(15/08/09) Frenético thriller del gran director y controvertida personalidad que es Elia Kazan. Nos atendremos a sus cualidades de realizador que como demuestra en este trabajo son soberbias, maneja los tiempos y el espacio como pocos, recordando bastante a Orson Welles, con unas escenas de persecuciones por las calles maravillosas, dotadas de un realismo descomunal. El argumento se centra en que en Nueva Orleans encuentran un cuerpo asesinado que tiene la peste bubónica, entonces se pone al cargo de la investigación el Teniente Clinton Reed (Richard Widmark) que debe dar con todos los que han estado en contacto con el infectado antes de que se propague sin solución la epidemia. La cinta mezcla varios géneros como el policiaco, el drama (con las secuencias entre el Tte. y su mujer), el cine negro por su estilo y el de catástrofes por su núcleo, y lo hace de forma algo desigual, no encaja en la narración las secuencias del Tte. y su esposa, chirrían. La película es un buen botón de muestra del cine de Kazan, un cine que en raras ocasiones se sale de los dramas urbanos urbanas (me viene a la mente la excepción de América, América), en que los actores realizan trabajos sublimes, esta no es una excepción, ayudado siempre por una gran fotografía, aquí de Joseph McDonald, con una magnífica banda sonora, en este caso melodías jazzísticas dirigidas por el maestro Alfred Newman, Elia siempre se solía rodear de grandes para obsequiarnos con buenos productos. Recomendable cinta a los que gusten de cine negro. Fuerza y honor!!!
Singular película de cine negro, dirigida por Elia Kazan. Se rodó en exteriores de Nueva Orleans. Ganó un Oscar (argumento) y un premio internacional de Venecia (música). Producida por Sol C. Siegel, se estrenó el 12-VI-1950.
La acción tiene lugar en Nueva Orleans, en 1949, a lo largo de 48 horas, con un prólogo ocurrido unas horas antes. Narra la historia del teniente médico de la Armada, Clinton Clint Reed (Richard Widmark), miembro del Servicio de Salud Pública, que a primera hora de un día de descanso es llamado para un servicio urgente. Diagnostica que un marinero asesinado durante la noche padecía peste neumónica, muy contagiosa y mortal. Se hace necesario localizar y medicar a todas las personas que han estado en contacto con el fallecido (policías, forenses, auxiliares, etc.) y a quienes le han asesinado.
La película se desarrolla en términos de thriller por la amenaza que se cierne sobre la ciudad y el país, si los asesinos de Kochak no son detenidos antes de que propaguen la enfermedad. Dado el escepticismo de la policía y su reacción rutinaria, Clint toma la iniciativa de buscar personalmente a los asesinos. Los resultados iniciales convencen al capitán de la policía Tom Warren (Paul Douglas), que se une a él. De ese modo la policía persigue a tres malhechores, no para detenerlos, sino para evitar la propagación de una epidemia. La gravead de la situación, la falta de tiempo, la no colaboración del hampa, el contagio de la enfermedad a algunos allegados de los asesinos y la huída de éstos ante el despliegue oficial, crean una atmósfera de suspense e inquietud, que Kazan administra con maestría. Pese a las dificultades, perseguidores y perseguidos se aproximan en una secuencia de escenas de un dramatismo propio del mejor cine. El uso como extras de los habitantes del barrio francés de la ciudad y del entorno portuario confiere a la obra realismo y verosimilitud. Se añaden las ventajas del rodaje en exteriores reales del puerto y del barrio marinero. La relación entre Reed y Warren parte de la desconfianza y la crítica mutua, para alcanzar finalmente una gran amistad. Es la primera película importante que trata el subgénero de plagas, correspondiente al género de catástrofes.
La música, premiada en Venecia, es de factura jazzística. Anima las escenas domésticas de Reed y da forma a los ambientes lóbregos de los locales marineros. La fotografía ofrece imágenes de excelente composición y magnífico dibujo. Añade al espacio fílmico escenarios secundarios que dan profundidad de compo y enriquecen la acción con la juxtaposición de acciones contrapuestas. El guión desarrolla una historia singular, con excelentes diálogos. La interpretación de Widmark es soberbia y magnífico el debú en cine de Jack Palance. La dirección luce madurez y maestría.
Película de excelente pulso narrativo, en la que un médico persigue a una banda de delincuentes para evitar la propagación de una epidemia fatal.
Magnífica y original muestra de cine de suspense-policíaco. La película comienza con un asesinato asociado a una enfermedad que amenaza con convertirse en una epidemia. Pero ahí está Richard Widmark, un obstinado médico del servicio de salud que se empeñará en convencer a autoridades y población del peligro que corren. El actor está colosal, matizando el personaje, evolucionando, a medida que avanza la historia. Gran trabajo también de Barbara Bel-Geddes, una secundaria de lujo, en su papel de complaciente y aplicada madre. El que completa el terceto es Paul Douglas, que interpreta al policía distante pero humano. Y cómo no el fabulos Jack Palance con esa cara de matón que tan bien le viene al personaje.
Por otra parte, Elia Kazan, con un pulso narrativo excelente, no nos da tregua en todo el metraje, manteniéndonos en constante tensión y apoyándose en un trabajo de cámara estupendo, la cual aprovecha (como bien han comentado otros usuarios) todos los espacios de que dispone mediante picados, contrapicados, travellings (sobretodo en la huida del asesino en el muelle, antes de alcanzar el barco)
Película que no catalogaría como cine negro en la definición purista del término, pero que satisfará a los amantes del género (entre los que me incluyo). Muy recomendable.
La justificación del título, en el spoiler (que no es tal)
Soy de los que piensan que una de las armas más mortíferas y difíciles de combatir son las enfermedades víricas que las grandes potencias, cultivan y almacenan celosamente, como el ébola y tantas otras que desconocemos y que suelen tener un efecto letal sólo en los seres humanos, nada que ver con la guerra convencional. Aunque hay algunos que intentan ver en esta película una metáfora anticomunista, en plena caza de brujas, yo me inclino más por el claro planteamiento de una llamada de alerta a esta clase de virus que no entiende de fronteras, de ricos o pobres, al que todos estamos expuestos, como ha pasado muy recientemente en África y que tanto está costando controlar.
Uno de los más modestos y, a la vez, de los mejores films de su autor, según la novela de Edna y Edward Anhalt. Un peculiar thriller que ensambla con gran maestría la tradición del cine negro más clásico con un incipiente cine de catástrofes médicas. Transcurre en Nueva Orleans en un plazo de tiempo muy breve, un episodio de alarma sanitaria gestionado por un funcionario médico del departamento de sanidad (Richard Widmark) y por un jefe de policía (Paul Douglas), ambos de fuerte personalidad, que intentan solucionar la crisis desde ópticas muy distintas. Ambos intentan atajar una epidemia de peste neumónica en la ciudad, propagada a través de un inmigrante armenio ilegal en una partida entre hampones de baja estofa.
Adscrito al movimiento realista que entonces concibió el thriller americano, avanza con rara intensidad y sentido atmosférico, mediante un magistral perfil de ambientes y personajes, sin que peligre la verosimilitud, gracias a delincuentes como Jack Palance y Zero Mostel, entonces casi desconocidos que realizan un deslumbrante trabajo. Por otra parte, Elia Kazan, con un pulso narrativo excelente, no nos da tregua en todo el metraje, manteniéndonos en constante tensión y apoyándose en un trabajo de cámara estupendo, la cual aprovecha todos los espacios de que dispone mediante picados, contrapicados, travellings. La procedencia y el gusto teatral de Kazan se hace notar sobre todo en la construcción de los encuadres. El cineasta trata con frecuencia el espacio cinematográfico como un espacio escénico, lo que se advierte no solo en la ausencia de escasos primeros planos, sino más bien apoyándose en planos largos y medios.
La fuerza del film radica en el desdoblamiento de la intriga (una caza del hombre llena de suspense, jugando contra el tiempo) mediante una estructura simbólica cada vez más opresiva. La banda sonora de Alfre Newman, de aliento jazzístico resultaba entonces bastante insólita, y se reveló tan sumamente afortunada en su forma de redondear la cualidad y excelencia del film que consolidaría de por siempre el abrazo estético entre thriller y jazz, insinuado a lo largo del decenio de los 40. La persecución final me recuerda al realismo urbano de los films de Robert Rosen y Jules Dassin.