Osama
Sinopsis de la película
Bajo el opresivo régimen talibán, la madre de una muchacha de 12 años, médico de profesión, pierde su empleo en un hospital y las dos mujeres, así como la abuela, se convierten en auténticas prisioneras en su propia casa, ya que no pueden abandonarla sin un «acompañante legal» y tienen prohibido trabajar fuera para ganarse la vida. La madre y la abuela urden un plan: le cortarán el pelo a la chica y cambiarán su indumentaria, para que parezca un muchacho. Asustada ante la posibilidad de que se descubra su secreto, la joven –que ha adoptado el nombre de Osama– empieza a trabajar para un tendero del vecindario, que fue amigo de su padre. Pero pronto llega a la edad de tener que acudir a la escuela islámica, y allí será más difícil ocultar su verdadera identidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Osama
- Año: 2003
- Duración: 82
Opciones de descarga disponibles
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Opinión de la crítica
7.3
88 valoraciones en total
Yo siempre digo, cuando alguien me cuenta un problema, que no hay que confundir las dificultades con las tragedias.
A veces tienen que ser las películas que vienen de Afganistán, Irán, Jamaica, Brasil o Sudáfrica las que nos recuerden lo que es el infierno en vida.
En el caso de este film, una familia respetada en su localidad pasa, por una concatenación de tragedias -muerte del padre, los talibanes aplican con rigor la sharia y la madre, médico, ya no puede trabajar- a vivir en un infierno en vida que se agudiza cuando los integristas deciden que está prohibido que una mujer salga sóla a la calle, con lo cual la protagonista, una adolescente, su madre y su abuela, quedan presas en su propia casa.
El afán de supervivencia de estas tres mujeres recuerda a películas como El ladrón de bicicletas o Alemania año cero .
Sigo en spoiler
Dramática, escalofriante, la historia de esta niña afgana bajo el regimen taliban. Cuando vemos en esta película, el sufrimiento, la tortura y la crueldad con que los fanáticos talibanes tratan a sus propias compañeras e hijas, uno clama al cielo al igual que las mismas protagonistas: ¡Ojalá se mueran los talibanes y se vayan al mismísimo infierno!
Petición que no sabemos si la escucha Dios, pero sí parece ser que la tomó como suya el gobierno de los EE.UU., cuyo ejército arrojó contra dichos talibanes bombas y más bombas hasta enviar a muchos de los citados al infierno. No por mucho tiempo, pues parece que últimamente de nuevo tales tipos con turbantes están volviendo y recuperando terreno.
Tenemos que tomar conciencia del drama de esta niña afgana en su sinvivir bajo el régimen talibán e influir para que en la medida de nuestras posibilidades se imponga el respeto a los derechos humanos de las mujeres, también en las culturas distintas, países teocráticos y mundos cerrados. Esta magnífica película, una joya de sencillez y exposición de la realidad afgana, colabora a dicha concienciación.
Fej Delvahe
Dura película sobre la represión afgana por parte del régimen talibán. Osama te cuenta en menos de hora y media el infierno que las mujeres tienen que vivir en su país. Casi rodado en forma de documental observamos como Osama interpretada por Marina Golbahari lucha por su supervivencia. Nos sentimos impotentes, rabiosos y con un nudo en el estómago pero no podemos impedir seguir atentos a los ojos de Osama, a sus movimientos por los caminos polvorientos, por los cielos abiertos, entre las casa de adobe, entre la pobreza extrema. Por mucho que sepamos o que creemos saber, nos quedamos perplejos sobre lo que descubrimos en esta película. Como se dice, la realidad, supera a la ficción.
Discrepo con quien dice que técnicamente no es una buena película. Osama cuenta con una gran fotografía. Triste, dura, amarga… pero hermosa. Los pies en la bicicleta, la subida al árbol con un cielo crepuscular, las saunas…
Te sentirás impotente ante tanta injusticia, te removerá las entrañas la historia de esta preciosa niña despojada de su dignidad, al igual que otras muchas mujeres afganas. Durante su corta vida (porque podemos decir que llega un momento en que pasa a ser un zombi) no descansará ni un momento, pues constantemente le acechará la sombra del desenmascaramiento del disfraz masculino que se ve obligada a llevar para poder alimentar a su familia.
Lo peor de todo es saber que realmente está pasando lo que cuenta. Llega a ser desesperanzador.
La invasión estadounidense de Afganistán ha aportado pocas cosas buenas. Una de ellas fue la posibilidad de volver a hacer cine tras una prohibición que duró 6 años. Desde 1992 hasta 1996, Siddiq Barmak, el director, había dirigido la organización gubernamental cinematográfica afgana, pero ese año el régimen talibán llegó al poder y dictó un arresto domiciliario contra él del que logró escapar, tras lo cuál se exilió en Pakistán.
El régimen talibán aportó aún menos. Lo único bueno de rodar ahora en esos países es que allí los niños ya no son niños, sino adultos encerrados en cuerpos infantiles que han pasado por tantas penurias que actúan ante la cámara con una naturalidad pasmosa. De hecho, todos los actores de esta película, incluida la protagonista, son gente que se encontraron por las calles de Kabul el director y sus ayudantes.
¿Recuerdan a Sharbat Gula, la niña afgana de ojos verdes en la portada del National Geographic? Pues su vida bien pudo ser la de la protagonista de esta película, que se disfraza de chico para poder trabajar y llevar sustento a casa. Vive con dos viudas de guerra, su madre y su abuela, quienes no pueden siquiera salir solas a unas calles controladas por patrullas talibán.
Tales patrullas con metralleta al hombro son las que en la escena de apertura reprimen brutalmente, a tiros y manguerazos, una manifestación de mujeres enjauladas en sus burkas azules. Lo filma un periodista guiado por un pillastre.
Son patrullas que riñen con severidad a un hombre porque a su mujer le han quedado al descubierto las sandalias y va excitando desvergonzadamente a los hombres.
El paisaje es la metafísica de la ruina: barrizales, chozas, quinqués, boquetes, humaredas, harapos, cascotes, flaqueza, ladridos, grietas, árboles secos, carros con burro, terrones…
Cuando la niña travestida y asustada encuentra empleo en la lechería de un amigo de la familia, no cuenta con que un muláh barbinegro la va a reclutar por la fuerza para una escuela coránica donde, además de doctrina islámica e instrucción militar, a los adolescentes enseñan a lavarse preceptivamente los genitales.
No es un documental. Es un drama atroz, una tétrica variante de las Mil y una Noches. Ésa es la atmósfera del cuento de la abuela, el del chaval que pasa bajo el arco iris para convertirse en chica y no trabajar, y la del pasaje en que el notable local tiene encerradas con candado a sus mujeres, cada una condenada en un cuarto, con los hijos que les va haciendo. Y está contado con el instrumental preciso para transmitir con eficacia concreta, mediante una narración sencilla, pausada, pero tensa y opresiva, su estremecedor mensaje: la desgracia espantosa que aguarda hoy, en pleno siglo XXI, a quien nace con género femenino en ese país cuyo gobierno odia a las mujeres.
Esa chica que para librarse de ser cazada grita con desesperación no ser una chica, que dibuja en el vaho de un cristal la imagen esquemática de una niña, afirmándose sigilosamente ante el tráfico de hombres y patrullas que pasan delante, dominando la calle, que al saltar a la comba encuentra una conciencia íntima de su libertad imposible, bien podría ser la niña del National Geographic, que nos sigue mirando desde la pantalla, desde el relato de su vida que es pura pesadilla por culpa de un régimen político-religioso al que se ha permitido extremar su inherente machismo hasta un grado apoteósico.