Orgullo
Sinopsis de la película
Historia de dos familias, los Mendoza y los Alzaga, enfrentadas durante generaciones por el agua de un río que separa sus fincas. Tras varios años de estancia en París, Laura Mendoza regresa a casa y se enamora de Enrique de Alzaga. Cuando están a punto de casarse, resurge el problema de la sequía, lo que reaviva viejos rencores y hace estallar de nuevo la guerra entre las dos familias.
Detalles de la película
- Titulo Original: Orgullo
- Año: 1955
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
Película
7.2
76 valoraciones en total
En el momento en que escribo este comentario, apenas 59 usuarios han votado esta película, circunstancia muy ilustrativa de uno de los mayores males del cine español, que no es otro que el desconocimiento. ¿Cómo justificar de lo contrario que un filme de la calidad de éste sea tan ignorado? Yo no me considero ni mucho menos un conocedor del cine español, pero hasta hace poco creía haber visto lo fundamental del mismo, sin embargo, desde hace un par de años, en parte por empeño personal y en gran parte por el estímulo que genera rondar por filmaffinity, he descubierto películas fantásticas o cuando menos interesantes de las que ni siquiera había oído hablar, y que jamás había visto programadas en televisión.
Así, por pura casualidad, sin saber nada de ella, es como me he topado con Orgullo , no pensaba verla, y ya iba a cambiar de canal cuando he visto que la dirigía Mur Oti, del que conocía algunas películas (la interesante Cielo Negro y la lamentable Loca juventud ), por lo que decidí esperar acontecimientos. Tan sólo el tramo inicial ya me convenció de que aquello merecía la pena, pues esas secuencias de una mujer madura y autoritaria que llega en su calesa hasta la estación de tren tenían un irresistible regusto a Western. Lo que sigue, como muy bien han analizado ya otros usuarios, no hace sino aumentar la estima que me merece el filme, dos familias ganaderas enfrentadas por el agua, un amor perdido entre iras y rencores que parece renacer en la nueva generación, vaqueros, pastores, manadas y montañas se suceden, dando lugar a una película insólita y audaz como pocas del cine español.
Magníficamente interpretada, cuenta con un guión de lo más eficaz, que a pesar de ciertos giros un tanto literarios , escapa siempre del acostumbrado barroquismo y cursilería de las producciones de la época. La realización de Mur Oti, bien acompañada por una notable fotografía, resulta excelente, tanto por el énfasis con el que encuadra a los personajes principales -aportándonos así indicios acerca del carácter de los mismos- como por la brillantez con la que plasma la acción (la lucha entre pastores, que parece tribal, o el ascenso por las montañas, con todo el ganado, en busca de agua), y el aprovechamiento que hace de las localizaciones. También resulta interesante la música, con acertados toques folclóricos, y muy bien integrada desde un punto de vista dramático.
Argumentalmente sorprende que la solución al conflicto entre los dos bandos caiga llovida del cielo, pues implica adoptar un cierto pesimismo acerca de las posibilidades de entendimiento entre los hombres, cosa no muy habitual en el cine español de los 50. Antes de concluir apuntar que según la veía, Orgullo me recordaba el argumento de un gran clásico estadounidense tres años posterior, como Horizontes de Grandeza ( The Big Country ) de Wyler, lo que habla en favor de su universalidad.
Acaba en spoiler, sin revelar detalles.
Lo cierto es que cuando empecé a ver esta película no tenía muchas esperanzas de que me fuera a gustar pero ocurrió lo increíble, no sólo me gustó, me encantó.
Los actores sacan el gran temperamento que sus papeles requieran y dejan actuaciones geniales.
El guión verdaderamente es muy bueno, con frases que dan personalidad a cada uno de los personajes.
Música tiene la justa pero está también trabajada .
La escenografía es incomparablemente bella así como el hablar de campo que exhiben los habitantes de esta fábula.
Conclusión, nos encontramos ante una joya que para mí estaba perdida pero que hoy reconozco como una de las mejores películas españolas, un gran clásico, no tiene nada que envidiar a películas americanas de similar tema. Con buenas actuaciones y con un guión plagado de frases bellas y desgarradoras.
Véanla, es un peliculón injustamente olvidado por la mayoría y desconocido por el resto, me meto yo el primero.
Partiendo de una historia tan antigua como la injusticia, como es el enfrentamiento entre dos familias (en este caso terratenientes ganaderos enfrentados por intereses que por atávico orgullo primaron sobre la proyectada boda de los padres de nuestros protagonistas), ambientada en la dura y negra España de la posguerra, localizada en un duro y árido (como el alma de sus gentes) pueblo castellano en el que el rio es fuente de vida y el enamoramiento entre los hijos de aquellos que dieron lugar a tan tensa situación (murieron empleados de ambas familias en el conflicto inicial defendiendo más que el honor de sus amos, la mano que los da de comer), ella, Laura (Marisa Prado), recién llegada de Paris a donde su madre Teresa (Cándida Losada), una dura y recia mujer que a la muerte de su marido se hizo cargo de la inmensa finca, la mando a cultivarse, y el, Enrique Alzaga (Alberto Ruschel), hijo del patriarca de la familia enemiga, Don Enrique (Enrique Diosdado), que lleva la finca junto a este.
Con estos mimbres, el excelente director Manuel Mur Oti a través de su inconfundible y acertada mirada a la hora de retratar las ancestrales costumbres por las que se rigen la gente del campo, las cuales tienen para estos mas ascendiente que la más justa ley escrita por jurista alguno y a través de esos extraordinarios enfoques mezcla de expresionismo y neorrealismo (solo por la escena inicial en la que vemos a la madre esperando a la hija en el andén del tren mientras este se acerca soltando vapor hasta que llega a su altura y la envuelve con este sin que ella mude la expresión está justificada el visionado) repito, con estos mimbres tenemos como resultado una magnifico retrato de aquella España que tan bien nos describía Antonio Machado en Campos de Castilla (con unas escenas de la pelea entre las 2 facciones dignas de Pelea de campesinos de Goya), en la que a través de un excelente guion escrito por el mismo en colaboración con el mexicano exiliado en España, José Suárez Carreño (finalista y ganador del premio Nadal respectivamente, Oti con su única novela publicada, Destino negro y Carreño con Las últimas horas), un desarrollo de la trama en evidente y brillante clave de western (con escenas que te ponen los pelos como escarpias, sin ir más lejos el primer enfrentamiento entre los otrora novios y sus secuaces en la linde) unos magníficamente retratados paisajes (gran parte de la cinta está rodada en los Picos de Europa y en el antiguo pueblo leones de Riaño, hoy sepultado bajo las aguas de un embalse y lugar de nacimiento de Imanol Arias) y un casting en estado de gracia (especialmente Cándida Losada y Marisa Prado que realizan unos de los mejores retratos de mujer dura y desgarrada que he visto en un pantalla), nos da como resultado una autentica obra de referencia.
Absolutamente recomendable.
Que películas como el maestro de Esgrima o esta tengan la misma nota media que Torrente dice mucho sobre la cultura cinematográfica de este país de pandereta. Luego oímos los lamentos de la industria, cuando la política de subvenciones y la gestión del cine en la televisión pública vienen gangrenando al público desde hace más de una década.
Lo que hay es desconocimiento del buen cine que tenemos y hemos tenido. Y si alguien me dice que aquí no sabemos hacer cine, le remito inmediatamente a esta película.
Una superproducción (sí, aquí también hemos tenido de eso) rodada en los bellos parajes leoneses de Riaño (lugar que conozco por veranear muy cerca), con una exquisitez técnica e interpretativa pocas veces vista en la historia del cine español.
De hecho, si no fuera por la fisonomía de los protagonistas, cualquiera diría que estaba rodada en Wisconsin.
A los mandos tenemos a Mur Oti, un director que desde ya pasa a mi lista de cineastas a descubrir. Su despliegue técnico a lo largo de la película es sobrecogedor: primerísimos planos, picados, contrapicados, travellings horizontales…
La fotografía es asímismo alucinante, destacando el juego de luces del final con la pareja abrazada, la llegada de los campesinos al lago o el rostro lloroso de la protagonista al descubrir que ha llegado tarde a casa.
Interpretativamente, todos los actores brillan a una altura descomunal, tanto por dicción como por interpretación. ¡Qué manera de representar el odio la de Cándida Losada (la madre)!¡Qué metamorfosis la de la hija pijilla (Marisa Prado) a mujer implacable!
Le priva de ser una película redonda la relación amorosa entre los protagonistas, que resulta empalagosa al principio y poco creíble al final.
Una joya absoluta que una vez más descubro gracias a Gilbert. Me quito el sombrero, compañero.
Se me hace incomprensible que este peliculón haya pasado desapercibido en la historia del cine español. Y eso más allá de los gustos de cada cual. Porque no es precisamente ésta una producción modesta. Es bastante ambiciosa la película, y encima cumple. El género es extraño, hay que verla. Es una especie de western hispano con aires goyescos pero en pleno siglo XX.
Historia de pasados y pasiones. De caciques orgullosos. De amos y siervos. De tierra y agua. De ganado y bestias. De garrotes y estacas. De la España negra y reseca. Tremenda.
Encima la protagonista es una mujer, Laura Mendoza, una niña rica que vuelve de París para hacerse cargo de la finca de su madre. Bueno finca, eso parece una posesión medieval, un ducado por lo menos. Y se reencuentra con el pasado de la familia y su rivalidad con los terratenientes de enfrente, los Alzaga. A la manera de los Montescos y los Capuletos se desatan unas pasiones que contaminan a los siervos, que sumisos se alinean con las respectivas familias. Es de destacar el lenguaje de campo, bello y recio, que se utiliza en los diálogos. Y todos hablan con una dicción perfecta. Las actuaciones están muy bien, salvando tal vez al actor que hace de hijo de los Alzaga, que es un poco panoli. Pero los demás, hasta el que hace de último lacayo que se ve en lontananza en algunos maravillosos paisajes, lo hacen de cine.
La podría haber filmado perfectamente Ford o Wellman, pero no, firma Manuel Mur Oti, un olvidado vigués de vida pícara y apasionante que emigró a Cuba y volvió para desparramar su genialidad en obras como ésta. Hay escenas que realmente es de lo mejorcito que puede ver uno del cine español. Impresionante.