Odio entre hermanos
Sinopsis de la película
A principios del siglo XX, oleadas de emigrantes procedentes de Europa llegaban a la populosa ciudad de Nueva York. Todos albergaban la esperanza de hacer realidad sus sueños de prosperidad. Muchos procedían de Italia, como la familia de Gino Monetti, un barbero ambicioso y autoritario, que emigró con su paciente mujer y sus cuatro hijos, todos muy distintos tanto psicológica como físicamente. Con los años, Monetti amasó una enorme fortuna, el sueño americano, en efecto, se había cumplido, pero los conflictos familiares se hicieron cada vez más graves.
Detalles de la película
- Titulo Original: House of Strangers
- Año: 1949
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
7.4
78 valoraciones en total
Clásico del cine negro americano que auna a tres grandes personajes de este género, con una una particularidad. Ambos tres se encuentran en sus momentos de más madurez a lo largo de sus respectivas carreras. En sus papeles tanto Edward G. Robinson como Richard Conte, especialmente el primero, están superlativos. Bordan sus actuaciones con momentos especialmente brillantes. Las apariciones femeninas están a la altura, tanto en su belleza como en sus interpretaciones. El guión es muy bueno y el argumento que se relata es tan antiguo como la vida misma, aunque no por ello deja de ser interesantísimo. Sobre todo gracias al director, el grandísimo Joseph L. Mankiewicz, que con su dirección brillante consigue sacar lo mejor en cada escena de cada actor, contribuyendo con ello al desarrollo perfecto de los acontecimientos.
Historia de la inmigración italiana a Estados Unidos (Nueva York) y que toca numerosísimos aspectos de este acontecimiento socio-histórico-cultural: choque de tradiciones de la antigua Italia con la nueva vida en Estados Unidos, integración con los numerosos colectivos que ya existían en la Nueva York de la época, etc. Además aborda otros temas tan profundos como la envidia, tratos de favor, los nuevos órdenes legales que ya por la época empezaban a establecerse y por supuesto el odio. Este último impregna toda la cinta convirtiéndose en el eje sobre el que gira tanto el argumento como las conclusiones finales a las que nos lleva Philip Yordan, guionista y encargado de la adaptación de la novela de Jerome Weidman Ill never go home anymore.
Mankiewicz es un director que se caracteriza por contar en sus trabajos con guionistas excelentes y actores profesionales y solventes. Ello hace que su carrera sea una de las más equilibradas e interesantes de la época dorada de Hollywood.
En este caso, nos plantea un drama familiar en toda regla, con tintes de cine negro. Un drama en el que estoy seguro que Ford Coppola se inspiró para crear esa obra maestra llamada El Padrino 20 años después. Porque el personaje de Gino Monetti, maravillosamente encarnado por un siempre magnífico Edward G. Robinson, posee muchas similitudes con Vito Corleone: Autoritario, amante de la familia, fiador corrupto de sus amigos italianos y con preferencia hacia uno de sus hijos: Max (el equivalente de Michael Corleone, aunque Max no sea el mayor). Al contrario que Coppola, Mankiewicz se centra en el gérmen de odio que siembra Il capo de la familia entre esta: los contínuos desprecios hacia sus dos hijos (Joe y Pietro), sus maneras machistas y la financiación oscura precipitarán su caída antes de tiempo y sólo Max estará ahí para jugarse el cuello por él. Curiosamente, este irá a la trena tratando de chantajear al jurado. Y Gino, resentido con sus otros dos hijos que le quitarán su banco, levantará un muro de odio entre hermanos a base de cartas envenenadas a su hijo encarcelado. Algo que transformará a la familia Monetti en una casa de extraños (El House of strangers del título original)
Apoyando al magnífico G. Robinson encontramos a la pareja Conte-Hayward, con una química sobrenatural. Él cortante, autoritario, egocéntrico. Ella seductora, altiva, incendiaria. Ambos carismáticos, brindando al espectador un duelo dialéctico para gourmets. Algo habitual en Mankiewicz por otra parte (Eva al desnudo, La huella…)
Si a todo esto unimos una estupenda fotografía de Krasner y una banda sonora excelente, nos queda una película estupenda, recomendable para todo cinéfilo y admirador del genero noir (como servidor) que se precie.
El mismo año que dirigió la formidable Carta a tres esposas, Mankiewicz adaptó esta novela negra imprimiendo su sello personal. Aunque la historia en si, es un poco insulsa (ya que trata, sobre todo, de ese mascado sueño americano), hay los suficientes elementos como para disfrutar mucho durante el metraje de esta cinta. Destacaría por encima de todo, la soberbia actuación de Edward G.Robinson, que quita méritos al resto de actores que sin hacerlo nada mal, se empequeñecen al lado de Robinson.
Otro punto a destacar son los diálogos, sobre todo entre la pareja formada por Conte-Hayward. Las frases parecen cuchillos afilados dispuestos a arañar todo lo que se cruce por el camino. La tensión es palpable y se evidencia desde el mismo inicio, donde Mankiewicz hace uso de una elipsis maravillosa.
Peca la cinta en un final fallido, algo decepcionante a mi juicio y alargado en exceso que deja un final de boca más amargo del que realmente merece esta película.
Electrizante de principio a fin, un guión perfectamente engrasado pone una nueva muesca en la carrera de Mankiewicz.
Diálogos afilados, acerados, dañinos como armas arrojadizas son disparados por unos actores en verdadero estado de gracia, por cierto la labor de casting es perfecta todo encaja cual guante de seda, mención a parte merece Edward G. Robinson, no sé quién ganó el oscar a la mejor interpretación aquél año pero Robinson se sale de cualquier escala creando un personaje con tantos matices que deja a la altura del betún todo lo que veamos durante las próximas ¿semanas / meses?
No sobra ni una secuencia, ni un plano, todo lo que nos muestran contiene información ya sea para el devenir de la trama o para perfilar los personajes o, en la mayoría de los casos, para ambas… hay ritmo, la verdad es que con películas así no sé muy bien que destacar porque todo tiene tal nivel que cualquier detalle es digno de mención.
Las comparaciones son odiosas pero viendo y rescatando películas como la que nos ocupa es cuando realmente me doy cuenta de la manipulación a que nos someten algunos críticos actualmente a la hora de intentar vendernos obras maestras del todo a cien (ver mi crítica de Cartas a Iwo Jima), menos mal que confío en que la sabiduría que da el tiempo ponga cada película en su sitio y en el recuerdo de todos los que amamos el cine más allá de su condición de entretenimiento.
Mankiewicz ha superado esa prueba y con nota.
Séptimo largometraje del realizador Joseph Leo Mankiewicz (1909-93), film en general poco conocido y con frecuencia olvidado. El guión, de Philip Yordan y Joseph L. Mankiewicz (no acreditado), adapta por primera vez la novela I’ll Never Go There Anymore (1941), de Jerome Weidman (1913-98), lejanamente inspirada en El rey Lear, de William Shakespeare. Se rueda en los Fox Studios (Century City, L.A.). Gana el premio al mejor intérprete masculino (Robinson) del Festival de Cannes. Producido por Sol C. Siegel (Lanza rota, 1954) para la Fox, se estrena el 1-VII-1949 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en NYC en los años 30 y primeros 40. Max Monetti (Conte), abogado, hijo menor de los inmigrantes italianos Gino Monetti (Robinson) y Theresa (Minciotti), sale de prisión tras cumplir 7 años de condena por intento de soborno a un jurado. Recuerda la historia familiar en un largo flashback. Presta especial atención al carácter autoritario y tiránico del padre, y al hecho de que comenzó como humilde barbero en Mulberry Street, de Little Italy (NYC), y llegó a ser titular de una próspera empresa bancaria en el Lower East Side (NYC). Muestra cómo tiene problemas con Hacienda a causa de la manera de llevar el negocio, muy personal, anárquica, carente de libros y con formalizaciones de préstamos y depósitos sin los contratos preceptivos. Es denunciado por el Fisco ante los Tribunales por los presuntos delitos de administración temeraria de recursos ajenos, usura y evasión de impuestos. Ante la posibilidad de ser sancionado con una elevada multa y la pérdida de la licencia de actividad como banquero, decide traspasar todos sus bienes a la esposa.
El film suma drama, drama psicológico, drama familiar, drama social y elementos de cine negro. Obtiene gran éxito y es muy imitado en su momento. Poco tiempo después, la Fox produce una nueva adaptación de la novela de Weidman bajo la forma de western (Lanza rota, Dmytryk, 1954). Años más tarde, la misma productora lleva a la pantalla una tercera adaptación, en esta ocasión ambientada en el mundo del circo (El gran espectáculo, Clark, 1961).
El guión de Yordan incorpora aportaciones originales de Mankiewicz, especialmente patentes en los diálogos. Consta que éste hizo una revisión final del escrito, en el que introdujo modificaciones. La narración alcanza niveles elevados de dramatismo, que se basa en un hábil juego de tratos desconsiderados, tratos diferenciales, envidias, celos, ambiciones desmesuradas, odios, codicia y afanes de venganza. Son espléndidas las interpretaciones de Robinson, Conte y Hayward. Como es habitual en los trabajos de Mankiewicz, el relato contiene elipsis y sobreentendidos, que aligeran en texto, y pasajes trufados de ambigüedades.
(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)