Ocio
Sinopsis de la película
No abundan las palabras en la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Fabián Casas. No es que se noten sus ausencias, algo que quizás sorprenda a quienes hayan leído la obra original, pero no a quienes se acerquen con ojos (y oídos) vírgenes a la película. Y es que el mejor ocio es una actividad solitaria. Tan solitaria como la vida que lleva Andrés, con una banda de sonido constante que intenta llenar el vacío de sus días y sus noches. Vive con su hermano y su padre, pero sólo el azar parece hacer que los tres coincidan en el comedor de la casa. Que Ocio tiene espíritu rockero, es evidente (los riffs de guitarra que conforman el leit motiv, los innumerables cameos de estrellas de rock vernáculas, lo confirman), pero también vive más allá de esas referencias. El cine argentino reciente nunca alcanzó a describir un espíritu barrial, o a hablar de la adolescencia y la soledad como lo hace esta ópera prima (sólo por parte de uno de sus dos directores). Y que se anima, con numerosos desafíos (adaptar un libro tan personal, reunir actores no profesionales junto a otros de trayectoria, filmar lugares reconocidos como si fuera la primera vez), a hacerlo todo de forma tan aplastante. (extraído de BAFICI.gov.ar)
Detalles de la película
- Titulo Original: Ocio (Idleness)
- Año: 2010
- Duración: 70
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes obtener una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te mostramos un listado de posibilidades de descarga activas:
Opinión de la crítica
4.9
22 valoraciones en total
No muy feliz por el visionado de Ocio. Aún siendo un ferviente admirador de las historia pequeñas plagadas de silencios, no logro encontrarle sentido a este film.
Me imagino que la idea fue demostrarnos dejadez y ocio a través de de personajes meditabundos y solitarios. No logró transmitirme esa sensación a lo largo de todo el film y según creo yo, esa era la mejor arma con la que contaba, ya que su guión es bastante pobre y sus personjes apenas unidimensionales.
Durante su duración (70 minutos, lo cual convierte su brevedad como una virtud) no observamos una trama con introducción, nudo y desenlace, si no más bien personajes que divagan sin rumbo, sin motivos, únicamente estando conflictuados sin sentido, para arribar a un final que pudo ser ese como cualquier otro.
Flojo desarrollo de esta ópera prima que no profundiza ni en sentimientos, ni en climas y que mucho menos tiene una historia que ofrecernos.
Al final, el ocio parece haber invadido todo, incluso las buenas ideas.
Retrato de lo cotidiano con muchas huellas de querer ser pretencioso. Se puede percibir tras iniciada la película con escenas contemplativas las cuales dan pauta acerca de los minutos subsecuentes que transmitirán un ocio inmenso. No existe un objetivo claro, no hay énfasis en el guión y se reduce a un sin sentido de 70 minutos insufribles.
Se necesita ser un cojonudo para dominar esta tendencia en el drama, donde lo trivial puede ser transformado en hechos contundentes. Hoy simplemente no llega ni al interesante, queda en un film para el olvido.
Nota: Observar y aprender del magnífico talento de Taretto.
Tres planos de rostros que se empecinan en no expresar el dolor que se advierte sólo si se mira a la tumba que le da un referente espiritual al tema abordado: la madre que ya no está, después de esto un plano abierto al que se suman la marcha lenta de tres cuerpos dando la espalda, cada uno manteniendo una distancia prudente, como la que mantienen en sus escasos diálogos a la hora del desayuno. Es el comienzo de un trabajo fílmico tan honesto y limpio que no promete nada, por lo tanto, nada hay que reclamar. Cada tramo de fotografía obra como escenario estático de formidable composición que da espacio de movimiento libre a lo poco que deja relucir vida en el filme: los paseos vagos de los personajes y las aves, las que parecieran surcar fondos de belleza inhóspita, funciona el azar cuando se cree que todo está dispuesto milimétricamente para deleite de miradas cinematográficas. Algunas veces el hipnotismo fotográfico es tal, que parecieran surgir seres cuando se vacía la mirada en una pantalla que se desvanece para hacer aparecer la idea, como en un estereograma, donde juega el espectador a no serlo, a re-crear la fantasía que se cree descubierta si se fija la vista un poco en el despiste o en un punto exasperante céntrico, donde puedan surgir monstruos o figuras cándidas. Todo puede emerger si se deja distraer un poco la vista, o si se le pierde uno o dos pasos a la vagancia, si se dis-ocia algún elemento de lo narrado. Un ocio para re-crear, los personajes -todos- sólo tienen que hacer eso, volver a crear lo que no está totalmente perdido: lazos, esperanzas, anhelos…paseos para allanar la rutina sin abrumarse en demasía por la misma, recreos para pensar en hacer algo, como podría ser: re-conocer el deseo de cada quién… el gran mérito de la película ( que pareciera sosa, de esas que estilan alguna suma de trabajos vagos sobre la vagancia en el sur de América -¿Escuela, Movimiento?-) es convocar a espectador, darle otro lugar más activo que la silla frente a la pantalla, invitarlo a hacer parte de uno de sus cuadros fijos para proponer movimiento, ser vago analista para comprender, para acompañar…ser compañero, ni de cuitas ni de aventuras, sólo compañero de pasos, lazo para los personajes. Este trabajo de Villegas logra superar el Sábado, de su obra fílmica de 2001 -menos rítmica- eso es: dota a su sábado de ritmo. La banda sonora y música incidental colaboran en ese propósito.